miércoles, 28 de septiembre de 2011

CUENTO LUNATICO


VACACIONES DE LA LUNA. © Todos los derechos reservados por el autor

Una noche el cielo estaba muy oscuro, de ese negro que solo está cuando la luna brilla por su ausencia. De las chimeneas salían nubes de humo que llegaban muy altos, se sorprendieron de no ver ninguna luz por allí arriba, pero poco a poco y sin que nadie se diera cuenta se fue disolviendo en el aire.

Las estrellitas se preguntaban unas a otras dónde estaría la dama de la noche, los barcos en el mar intentaban encontrarla en sus latitudes, pero por ningún lado había un rayito de ella.

Desde el otro lado del mundo se oía una voz cantando: Tiii-tiraaa-tiruriii-titaaaaaaa....

El sol, los delfines que pasaban y todos los habitantes marinos se tapaban la risita, pero sin poderse contener al final.

¡AAAYYYY..... como me pica! ¡Cómo me piiiicaaaa!, estoy toda roja, ¡que raro es!, se quejaba la luna.

El sol estaba riéndose bastante y empezó hablarle a la luna: Y entre dos palmeras muy divertidas que bailaban con el viento se encontraba la luna, chapoteando en el mar, como una niñita pequeña, eso sí, tenía unos enormes anteojos de sol, estaba muy divertida porque no tenía que brillar por todos lados. Trajo consigo una valijita con algunas cosas, sus distintas caras, la menguante, la creciente, la nueva y la llena, también trajo algunas estrellitas vecinas que se negaban a salir de la oscuridad de la maleta, algunos polvos del cielo que usaba para resaltar más su linda blancura.

Después de un buen rato la luna empezó a enrojecerse, su piel que siempre fue tan blanca le ardía bastante, no se había puesto ningún protector solar, porque no existía ninguno para una luna tan grandota. Jo-Jo-Jo-Jo.... qué risa, una luna roja, ¿¡y ahora cómo vas a dar luz!?, vas a dar una luz bien roja, y en realidad nadie va a encontrar más sus caminos, ni se formaran más caminos de luz de luna en el mar... terminó de decir el SOL un poco triste.
Y ahora ¿qué puedo hacer?, ¿Cómo haré para volver a ser blanca y hermosa?, decía afligida la luna.

Los animalitos le dieron toda clase de consejos de qué podía hacer para quitarse el ardor, ella muy paciente los seguía al pie de la letra, pero además de quedar como una luna loca mucho efecto no le hacía.

Un delfín le dijo en secreto lo que le devolvería su blancura, tenía que beber mucha, pero mucha, de verdad, leche de vaca. La luna le tiró un besito al aire, sin siquiera tocarse los labios porque también le ardían, y se fue corriendo para todos los países que tuvieran vacas y las dejó casi sin una gota para nadie más...

Poco a poco fue aliviándose su penar, al acercarse al mar por la noche se dio cuenta que ya no estaba más roja, pero sí estaba enormemente grande después de haber tomado tanta leche, muchísimo más que el sol y como después de haber estado lejos tanto tiempo, ahora tenía que ponerse la cara de Luna creciente, y no le entraba por ningún lado se le salían pedazos de luna por todos los costados, así que se puso a hacer algo de ejercicio.

¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para arriba...¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para abajo...¡Hop! ¡Hop!¡Hop! Muchas vueltas más hasta volver a estar como antes... ¡Hop!¡Hop!¡Hop!...

Al terminar de dar tantas vueltas había vuelto a ser la bella luna de siempre, con su bonita cara Creciente... Así fue cambiando tranquilamente sus caras hasta cuando por fin se pudo poner Llena, por suerte no quedaba ningún rastro de sus locas vacaciones.

Todos los peces, pulpos, delfines y demás habitantes marinos se reunieron a cuchichear muy bajito algunas cosas, lo hacían tan en secreto que la luna por más que disimuladamente bajara para oír mejor, no se enteraba de nada.

Los delfines saltaron dando piruetas en el aire, los pulpos saltaron también muy graciosos tocándose sus tentáculos encima de su cabeza, todas las almejas, mejillones y ostras hicieron música castañeteando, los peces llenaron de maravillosos colores el baile acuático porque todos querían cantarle a la bella de la noche lo resplandeciente que estaba y cómo adoraban a esta estupenda anfitriona de la gran fiesta en el camino de luz de la Luna Llena.

Y Colorín Colorado

Las nubes tienen una gran variedad de formas que esta determinada por su su dimensión y cantidad y la distribución de las partículas que las forman, también su aspecto depende de la intensidad y color de la luz que reciben, su brillantez depende de la cantidad


miércoles, 21 de septiembre de 2011

JUGUETES SALTARINES


LOS JUGUETES SALTARINES DEL PARQUE QUIEREN IR AL COLEGIO. Todo Papás

Llovía en el parque, Mario, pasaba por allí, de camino al colegio. Era un chico muy despierto, de cabello claro y ojos pícaros. Jugaba con su pelota, cuando de repente, dio fuerte al balón y lo lanzó cerca de un coche saltarín.

Se agachó para recogerlo, y cuando levantó la mirada, vio una enorme cara de tristeza en el cochecito. Pensó, que extraño, yo creo que otras veces, no tenía esta cara, algo ha cambiado. Volvió la vista hacia atrás y pudo comprobar que todos los demás, también habían cambiado. ¡Yo estoy soñando! Dijo para sí. Se sentó un ratito en el banco, pues aun le sobraba un poco de tiempo antes de entrar a clase.

A él, no le importaba mojarse, pero llovía de tal manera que tuvo que levantarse del banco. Se estaba incorporando, y sucedió algo asombroso. En la arena del parque, había escrito: “Queremos ir al colegio”. “Queremos estar con los niños”.

No puede ser, ahora si estoy soñando, pensó Mario. De repente, un pensamiento le llegó. Tal vez los juguetes saltarines quisieran decirle algo. No, no puede ser, ser repetía. Pero la verdad, es que era algo inexplicable. Bueno, se dijo, no pierdo nada por hablarles, total nadie me ve. Pensó: ¿Por qué no les explico lo importantes que son para los niños?. A ver si se les quita esa idea de ir al colegio.

Mario, se dirigió al cochecito y le habló así: Mirad, creo que lo vuestro es un capricho egoísta, como tantos, de los que tenemos los niños. No podéis destrozar la felicidad de los niños. Si vosotros vais al colegio, que harán los bebes y los niños pequeños, si ríen y disfrutan tanto con vuestra compañía, vuestras formas y colores, los movimientos divertidos. Que linda es su sonrisa. Que bien lo pasan cuando se montan encima y ya se sientes seguros y protegidos por vosotros. ¿No os parece que eso es más importante?
Y después de esta charla. Mario marchó hacia el colegio.

De vuelta a casa, pasó por el parque con su amigo Raúl. Al pasar junto al cochecito. Mario volvió la cabeza. Y el fantástico cochecito le guiñó un ojo. Él, le respondió con el mismo guiño. Raúl, se dio cuenta y se extrañó. ¿Te ocurre algo, le preguntó? No, nada, se me ha metido una pestañita en el ojo. Mario, echó sus manos a la espalda y con dos dedos de una mano, hizo al cochecito, la V de la victoria, sin que le viera Raúl.

El secreto de los juguetes saltarines, quedó para siempre en el corazón de Mario.

Y Colorín Colorado



sábado, 17 de septiembre de 2011

CUENTO MILAGROSO


EL GRAN MILAGRO. Enviado por Vilma Medina Zevallos (España)

En un precioso y frondoso árbol nació un alegre y risueño gusanito llamado Nano, un habitante que dio mucho que hablar en el bosque. Y es que desde que nació, Nano siempre se ha portado distinto de los demás gusanos. Caminaba más despacio que una tortuga, tropezaba en casi todas las piedras que encontraba por delante, y cuando intentaba cambiar de hojas...... ¡qué desastre!....siempre se caía. Por esa razón, la colonia de los gusanos le llamaba el gusanito torpecillo.

A pesar de las burlas de sus compañeros, Nano mantenía siempre su buen humor. Y se divertía mucho con su torpeza. Pero un día, llegado el otoño, mientras Nano se daba un paseo por los alrededores, una gran nube cubrió rápidamente todo el cielo, y una gran tormenta se cayó. Nano, que no tuvo tiempo de llegar a su casa, intentó abrigarse en una hoja, pero de ella se resbaló y acabó cayéndose al suelo, haciéndose mucho daño. Se había roto una de sus patitas, y se había quedado cojo. Pobre gusanito... torpecillo y cojo.

Agarrado a una hoja, Nano empezó a llorar. Es que ya no podía jugar, ni irse de paseo, ni caminar... Pero, una noche, cuando Nano estaba casi dormido, una pequeña luz empezó a volar a su alrededor. Primero, pensó que sería una luciérnaga, pero la luz empezó a crecer y a crecer... y de repente, se transformó en un hada vestida de color verde. Nano, asustado, le preguntó: - Quién eres tú? Y le dijo la mujer: - Soy un hada y me llamo naturaleza. - ¿Y por qué estás aquí?, preguntó Nano. - He venido para decirte que cuando llegue la primavera, ocurrirá un milagro que te hará sentir la criatura más feliz y libre del mundo. Explicó el hada. - Y ¿qué es un milagro?, continuó Nano. - Un milagro es algo ¡extraordinario, estupendo, magnífico!...... Explicó el hada y, enseguida desapareció.

El tiempo pasó y llegó el invierno. Pero Nano no ha dejado de pensar en lo que había dicho el hada. Ansioso por la llegada de la primavera, Nano contaba los días, y así se olvidaba de su problemita.

Con el frío, todos los gusanos empezaron, con un hilillo de seda que salía de sus bocas, a tejer el hilo alrededor de su cuerpo hasta formar un capullo, o sea, una casita en la que estarían encerrados y abrigados del frío, durante parte del invierno. Al cabo de algún tiempo, había llegado la primavera. El bosque se vistió de verde, las plantas de flores, y finalmente ocurrió lo que el hada había prometido... ¡El gran milagro!

Después de haber estado dormido en su capullo durante todo el invierno, Nano se despertó. Con el calor que hacía, el capullo se derritió y Nano finalmente pudo conocer el milagro. Nano no sólo se dio cuenta de que caminaba bien, sino que también tenía unas alas multicolores que se movían y le hacían volar.. Es que Nano había dejado de ser gusano y se había convertido en una mariposa feliz, y que ya no cojeaba.

Y Colorín Colorado




martes, 13 de septiembre de 2011

CUENTO RESFRIADO


ATCHÚ.
Tomado de: //blogs.diariovasco.com/index.php/cuentameuncuento/2005/10/19/

El ángel de la guarda de Isabel amaneció resfriado la semana pasada. Atchú –fue lo primero que oyó Isabel cuando se despertó. Miró por todas partes y como en el cuarto sólo estaba su hermanito Emilio, Isabel creyó que era él el que había estornudado.

Atchú –volvió a oír Isabel, pero ya no les puso más atención a los estornudos porque quería levantarse rápido para comenzar a jugar. Los estornudos no eran de Emilio. Eran del ángel de la guarda de Isabel que, como había amanecido resfriado, no paraba de estornudar.

El ángel de la guarda de Isabel buscó en su maletín de ángel algún remedio para resfriados. Encontró agua oxigenada, curitas y esparadrapo, pero nada de eso curaba estornudos. Al fin el ángel de la guarda se puso una crema con olor a eucalipto en la espalda y se tomó unas gotitas con sabor a fresa, porque se acordó de que a Isabel la curaban igual cuando comenzaba a estornudar. También decidió quedarse ese día en la cama.

Mientras el ángel se curaba el resfriado, a Isabel le pasaron toda clase de desastres. Al triciclo se le cayó un pedal. La muñeca Carolina estuvo perdida toda la mañana. Emilio regó la compota y le manchó la blusa rosada. A la hora del almuerzo, la sopa estaba muy caliente y a Isabel se le quemó la lengua. Y, como si fuera poco, su mamá llegó tan cansada, que no le quiso contar ni un cuento. Por la noche Isabel se acostó triste y aburrida porque todo le había salido mal. El ángel de la guarda también se durmió triste y aburrido porque no le gustaba quedarse todo el día acostado.

Atchú – fue lo primero que oyó el ángel de la guarda al otro día, cuando despertó. Miró por todas partes y se dio cuenta de que era Isabel la que había estornudado. A Isabel se le contagió mi resfriado –pensó el ángel de la guarda. Y bien rápido, sin que Isabel se diera cuenta, el ángel de la guarda le puso crema con olor a eucalipto en la espalda y le echó una gotitas con sabor a fresa en la boca. Isabel dejó de estornudar.

El día fue fantástico. El papá de Isabel arregló el pedal del triciclo. La muñeca Carolina se portó muy bien. Emilio no regó la compota ni el jugo de mandarina. A la hora del almuerzo la sopa estaba tibia y nadie se quemó la lengua.

Esa noche, Isabel y el ángel de la guarda se acostaron felices porque todo les había salido bien, y además porque la mamá no había salido en toda la tarde y les había contado muchos cuentos. Desde ese día de la semana pasada, ni Isabel, ni el ángel de la guarda, han vuelto a oír a Atchú.

Y Colorín Colorado




domingo, 11 de septiembre de 2011

CUENTO RECIEN NACIDO


Cuento dedicado a mis primitas hadas, Gopy, Varzana!!

EL HADA BEBÉ. La red.

Pues aquí y allí; en los bosques, en los ríos y en los árboles. Bajo los hongos y sobre las flores. En las cabañas y en los palacios. Están en todas partes. Sólo hay que estar atento y abrir bien los ojos para verlas…porque para que la magia funcione, sólo tienes que creer en ella. Bajo los hongos y sobre las flores. En las cabañas y en los palacios. Están en todas partes. Sólo hay que estar atento y abrir bien los ojos para verlas.
El bosque se ha llenado de alegría, porque ha nacido un Hadita, todos esperaban este día con impaciencia y se habían preparado a conciencia para el acontecimiento.

Se hicieron prácticas de cuidados a recién nacidos, y muchas Hadas se matricularon en las Reales Academias de Ninfas para estar seguras de que sabrían cuidar muy bien a la nueva Hadita. Y las que eran demasiado pequeñas para tanta responsabilidad, se encargaron de recoger estrellas, flores, campanillas y muchos otros juguetes de hadas. Y, por supuesto, le regalarán un bonito Cisne que la lleve a dar largos paseos por el Reino de las Hadas.

Pero, de momento, las Hadas esperan, saben que la recién nacida necesita descansar mucho porque es largo el camino hasta el Palacio de las Nubes Azules. Igual tendrá mucho tiempo para jugar y bailar en el futuro, todo el tiempo del mundo.....

Y como los bebés hadas tienen que dormir, como todos los bebés del mundo. Y no piensen que es cosa fácil conseguir que se vayan a la cama..! Porque siempre quieren quedarse despiertos hasta muy tarde persiguiendo luciérnagas, jugando a las escondidas entre los árboles ó paseando a lomo de los caracoles y mariposas. Algunas noches es no será tan difícil conseguir que se duerma que no hay más remedio que recurrir a cosas extraordinarias. Y algo extraordinario es una lluvia de estrellas!!!! Entonces sí que la bebé hada se acuesta en su camita para ver mejor como el cielo se llena de luces que corren en la oscuridad, aparecen y desaparecen, y... poco a poco... el sueño llega....

Y así creció la bebé hadita y ya más grande permaneció callada y oculta hasta que el hombre aprendió a mirar con los ojos del alma y pudo ver mas allá de su razón. Entonces también se hizo visible, y ayudo a enseñar al hombre a creer en sus sueños y a esperar lo imposible.

A la hadita también le hablaron de flores que guardan secretos, del agua que sabe canciones, del árbol amigo, del viento, del cielo y la tierra y del misterio escondido en cada cosa que existe. Le contaron que viven en la luz y en el aire, que se ocultan de todo el que duda, y a aquellos que creen les muestran su Reino y los nombran Guardianes de la Fantasía.

Y Colorín Colorado



domingo, 4 de septiembre de 2011

CUENTO AGRADECIDO (2)


ADALINA, EL HADA SIN ALAS. Pedro Pablo Sacristán

Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso que era la princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña como una flor, todo eran problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes mágicos, pues la magia de las hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy pequeña dependió de la ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando las gracias, sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los animalillos del bosque estaban encantados de ayudarla.

Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que pudiera ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que aceptar someterse a una prueba en la que tendría que demostrar a todos las maravillas que podía hacer.
La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni siquiera podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de imaginar algo que pudiera sorprender al resto de las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia se extendió entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos estaban junto a ella, dispuestos a ayudarla en lo que necesitara.

- Muchas gracias, amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la más dulce de sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme.

- ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos, ¿qué harías para sorprender a esas hadas tontorronas?

- Ufff.... si pudiera, me encantaría atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de rocío, para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del bosque. O... también me encantaría pintar en el cielo un arco iris durante la noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran contemplar su belleza... Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...

- ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira! -gritó ilusionada una vieja tortuga que volaba por los aires dejando un rastro de color verde a su paso.

Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de magia había invadido a sus amiguitos, que salieron volando por los aires para crear el mágico arco iris, y para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de agua que llenaron el cielo de diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del bosque.

Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella sabía aún de dónde había surgido una magia tan poderosa. Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en sí mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.

Y Colorín Colorado