miércoles, 26 de octubre de 2011

CUENTO HALLOWEEN


UN HALLOWEEN DIFERENTE. Pedro Pablo Sacristán

Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo.

Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches. Pero un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y uno se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera.

Y entre todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas, como la L, la T y la D, salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de gritar, las demás letras también huyeron de allí, y cada vez se entendían menos las palabras de los monstruos.
Finalmente, sólo se quedaron unas pocas letras valientes, como la G y la R , de forma que en el mundo de los monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto de " GRRR!!!", "AAAARG!!!" u "BUUUUH!!!".

A partir de aquello, cada vez que iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; y con el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que sólo pensaban en comernos y asustarnos.

Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy preocupada, decidió hacerse cargo de ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa.

Aquella era una niña especial, pues aún conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del monstruo.

Juntos se propusieron recuperan las voces de los demás monstruos, y uno tras otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver a decir cosas agradables.

Los monstruos, agradecidos, les entregaban las mejores golosinas que guardaban en sus casas, y así, finalmente, fueron a ver a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión. Estaba ya muy viejecito, pero al ver las letras, dio un salto tan grande de alegría que casi se le saltan los huesos. Y mirando con ternura las asustadas letras, escogió las justas para decir "perdón".

Debía llevar esperando años aquel momento, porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba preparado para grandísima fiesta, llena de monstruos, golosinas y caramelos. Como las que se hacen en Halloween hoy día; qué coincidencia, ¿verdad?

Y Colorín Colorado




domingo, 23 de octubre de 2011

CUENTO MÁGICO


EL MAGO DEL PARAGUAS MÁGICO. Cuentos Cortos La Red.

Decía la leyenda, que hace muchos muchos años, existía un mago que siempre había querido volar como los pájaros y sentir la misma sensación que ellos en el aire. Arión, que así se llamaba el mago, deseaba conseguir algún día, poder llegar a volar, así que todos los días nada más levantarse se ponía a trabajar en su laboratorio buscando la fórmula mágica para volar.

Pero un día, cuando el mago se encontraba haciendo sus experimentos, inventando nuevas pócimas, llegó al laboratorio del mago Arión, su gato Triski, que se puso tan contento de ver al mago, que corrió junto a él, tirando al suelo algunas de las pócimas que había elaborado Arión para conseguir volar.

El mago se enfadó muchísimo con su gato Triski y le dijo: “Gato malo!! no quiero volver a verte nunca más, vete de mi casa!!” Así que con los ojos tristes, Triski se fue a la calle.
El mago Arión, se quedó recogiendo todo el líquido, de las pócimas que se habían caído al suelo y encima de un paraguas antiguo que conservaba el mago desde que era niño, pues fue un regalo de su abuelo. Nuestro mago no podía creerlo, el paraguas se había manchado y se había convertido en un paraguas de colores, y dijo: “Este gato, me ha estropeado el paraguas de mi abuelo, está lleno de manchas de colores!”

Pero de repente, cuando Arión el mago estaba a punto de tirar el paraguas a la basura, lo abrió y vio un montón de luces de colores alrededor de su paraguas, y entonces notó como sus pies no estaban tocando tierra, sino que estaban en el aire.

Cuando el mago Arión vio que el paraguas era mágico y que, gracias a que estaba agarrado a él, estaba volando, grito: “¡¡Estoy volando como los pájaros, por fin!!”

El mago Arión, estuvo volando con el paraguas mágico durante toda la tarde de un lugar para otro, disfrutando como nunca antes lo había hecho, pero cuando estaba volando cerca de su casa, vió a su gato Triski, tumbado medio llorando, porque su amo se había enfadado con él. Por lo que el mago Arión, bajó al suelo y cerró su paraguas, mientras se acercaba hacia su gato.

“Hola Triski, lo siento mucho amigo mío, por haberme puesto así contigo, ya sé que lo único que querías antes, era darme cariño y que no te has dado cuenta de que las pócimas estaban ahí, así que vente para casa conmigo, te prometo que nunca más volverá a suceder, siento mucho haberte tratado así” dijo el Mago Arión.

Así fue como el mago consiguió cumplir su sueño, volar como los pájaros, gracias a su gato Triski, pues se mezclaron todas las pócimas haciendo que el paraguas pudiese volar.
Además, Arión el mago, también entendió que nunca más debía tratar así, a su gato Triski.

Y Colorín Colorado




lunes, 17 de octubre de 2011

CUENTO AÉREO


EL AVION QUE TENIA MIEDO A VOLAR

Fly era aun un avión inexperto debido a su corta edad, pues todavía no había realizado su primer vuelo, a diferencia de otros aviones de su misma edad que ya estaban volando…
Fly era un avión muy bonito, con grandes alas que le permitían alcanzar velocidades muy altas. Sin embargo, Fly era un avión algo peculiar, pues a pesar de estar equipado con la mejor tecnología,tenía mucho miedo volar.

Un día, un joven piloto de aviones le preguntó: “¿Fly quieres que sea yo quién te dirija en tu primer vuelo?“. Fly no se esperaba que el piloto le propusiera salir a volar, así que respondió: “Pues me gustaría pero no puede ser…".

El joven piloto se quedó bastante confuso con la respuesta de Fly, pues nunca antes, un avión le había puesto pegas a volar, y menos en su primer vuelo, dónde los aviones necesitan la ayuda de un piloto con experiencia en volar. Así no satisfecho con la respuesta de Fly, el piloto le contestó: “¿y por qué no puede ser, Fly? ".

Justo en ese momento, el avión inexperto empezó a sentir un calor por sus alas que le hizo ponerse rojo, pues a Fly le daba vergüenza que se enteraran que tenía miedo a volar, ya que pensaba que se reirían de él. Así que con las alas cabizbajas respondió al piloto: “Es que… tengo miedo a volar...”.

Entonces, el piloto entendió a Fly, y por eso sentía que debía ayudarle a superar ese miedo que le impedía volar como un avión normal. Así que sin pedirle permiso a Fly, se subió a la cabina y se abrochó el cinturón. “Fly, yo confio en ti y se que puedes volar mejor que ningún otro avión. Sólo necesito que confies en tus posibilidades y yo estaré contigo, guiándote en tu primer vuelo. ¿Estás preparado amigo?“, le dijo el piloto.

Fly estaba muy sorprendido pues había visto que el piloto confiaba plenamente en él, así que eso le dio seguridad y sin pensarlo más encendió sus motores. “¡¡Está bien, allá vamos capitán!!” le dijo al joven piloto con entusiasmo.

Así fue como Fly realizó un magnífico primer vuelo, sólo necesitaba que alguien confiara en él y despertara su sentimiento de superación, al miedo que tenía a volar. Desde ese día, Fly y el joven piloto no se separaron e hicieron miles de vuelos juntos.

Y Colorín Colorado



domingo, 9 de octubre de 2011

CUENTO CUENTERO


EL SOMBRERO DE LAS ESTRELLAS. © Todos los derechos reservados por el autor. Los Tesoros de Arcoiris.

Se abre la puerta y muy despacito aparece caminando, aunque casi pareciera que flota, una señora con un sombrero de pico bastante alto y ala redonda, un tul blanco cubre todo el sombrero, la cara y medio cuerpo de la dueña del sombrero.

La música suena muy lentamente acompañando sus movimientos casi lunares, el tul va y viene, saluda con su mano a los niños que la están mirando sin decir ni "mu". Al llegar delante de los chicos, daba la impresión que estaba volando, su velo volaba, sus brazos, el sombrero...

...Hola chicos, soy la Maga Cuenta-Cuentos, dijo todavía sin levantarse el tul, éste es mi sombrero mágico, cada estrella tiene su propia historia: algunas las he traído desde muuuy lejos, otras me las han regalado magas amigas, y las mas chiquititas de todas, son regalos de niños como ustedes que cuando me sonríen le brota una estrellita al cabo de unos días (igualito que las flores).

Les preguntó a los niños si sabían volar, como ninguno sabía les ofreció hacer un vuelo despacito con ella, de a uno por vez podían acercarse a ella, agarrar el velo suavemente y cerrando los ojos levantar vuelo muy despacito, también les aconsejó mover el brazo libre para ayudar un poco a mantenerse elevado. Volaron y volaron, les dijo que para aterrizar tenían que hacerlo muy suavemente, y sobre todo no olvidarse de doblar las rodillas... "Puuuum" hizo algún niño, sin tener suficiente cuidado en el aterrizaje... pero sin hacerse ningún daño por suerte.

Esta es la caja mágica, dijo señalando una preciosa caja multicolor.

Cuando abrió la caja, salió un polvo plateado volando por los aires, cuando cayó al suelo apareció por detrás del sombrero de estrellas el Señor de la Buena Pipa, que no era él del cuento de la buena pipa, era un hombrecito tan chiquitito que cabía en la palma de una mano. Pero también era un poco tímido, así que iba escondiéndose de un lado al otro del sombrero espiando a los niños con cuidado de no ser descubierto.

¡Eh, señor...!, lo descubrió un chiquito, ¿qué hace ahí?
Ah...Ah...si...¡hola! soy el Señor de la Buena Pipa, ¿qué tal están?

Todos los chiquitos le contestaron como estaban, pero el Señor de la Buena Pipa estaba un poco sordeli así que tuvieron que repetirlo unas cuantas veces a grito pelado.

El Señor de la Buena Pipa se puso a contarles que era un viejo marino y que estaba esperando el barco que lo llevaría a una isla muy especial, dónde las cosas no eran para nada normales, las palmeras en vez de tener higos tenían caramelos en forma de higos, las plantas de tomates tenían deliciosas nubes de azúcar con forma de tomates, las flores también eran caramelos, los champiñones eran chupa-chups, y así con todas las cosas, pero también les dijo, bastante en secreto, que los ríos eran limonadas, y que cuando llovía juntaban el agua porque una vez en un recipiente se convertía en Coca-Cola... Claro que si le ponías pétalos de margaritas amarillas (de las que también son caramelos) se convertía en Fanta de limón o de naranja si le ponías trocitos de naranjas.

Había una vaca muy divertida, que cantaba canciones, cuya leche era riquísima y además con solo beberla limpiaba los dientes de una sola vez. Pero parecía que el barco no llegaba nunca y empezaba a creer que la bailarina rusa que se lo contó lo habría soñado.

No, no... nada de eso! dijo Nadriushka, la bailarina folklórica rusa que guardaba cinco hermanitas pequeñas mientras aparecía por detrás del sombrero, ese barco existe, yo me he embarcado una vez cuando formaba parte de un ballet muuuy importante, después de un montón de actuaciones nos fuimos a esa isla a descansar y a comer todas las cosas ricas que queríamos...

Bueno, entonces me voy al muelle a esperarlo, adiós, adioooooos, dijo el Señor de la Buena Pipa.

Nadriushka les contó a los chicos que ella era una bailarina rusa, y se puso a mostrarles como era el baile que ella hacía, la señora del sombrero hizo lo que la bailarina le indicaba, para acompañarla en su baile.

Animó a los chicos a intentar bailar como ella, claro que era una danza bastaaaaante difícil, así que les enseñó un poquitín, algún paso para que todos pudieran alegremente bailar. Cuando había terminado el baile, Nadriushka esperaba el aplauso que siempre tenía al finalizar una actuación, al oir los primeros aplausos saludó muy formalmente con su reverencia hacia delante, y se fue por donde vino.

El sombrero había entristecido en ese momento, estaba escuchando que un chiquitín estaba llorando, al sombrero no le gustaba entristecer a nadie, así que la señora lo puso a descansar, el pequeñín se alegraría un poco y el sombrero mágico no perdería mas estrellitas de niños.

En ese momento todos pudieron ver la cara de la Maga Cuenta-Cuentos, y ¡qué sorpresa...! también tenía estrellitas doradas como si fuera un antifaz alrededor de sus ojos...

¡¡¡OOOHHHH...!!!, se oyó de todas las boquitas.

De la caja salió una carita de lo mas simpática, que parecía una flauta triangular con sonrisa... ocurría que esta carita hablaba con una risita todo el rato, y lo más gracioso fue que todos los niños terminaron riéndose a carcajadas, hasta el que estaba llorando antes. Se puso a contarles chistes, y cosas divertidas, tantas que se tuvo que ir rápido porque no podía dejar de reirse...jijijijijijij.....

Después sin que nadie supiera cómo, la maga tenía antenitas de marciana en la cabeza, que terminaban en dos bolitas plateadas, y claro que se había convertido en una extraterrestre. Era una marciana muy marchosa porque les venía a enseñar el baile de su lugar, y les explicaba que hasta su planeta era un gran bailarín porque bailaba el "ula-ula" con los dos anillos que tenía al rededor. Terminaron todos bailando los bailes marcianos y un poco de "ula-ula".

La música fue acabándose poquito a poco, algunos niños fueron sentándose, otros a buscar sus bebidas, y otros querían darle la mano a la maga-marciana, o mirar de cerca las estrellitas que llevaba en la cara... Al final volvió a ser maga-maga, y con muchos besitos al aire y nubes de polvo brillante se despidió de los niños hasta el próximo cuento...

Y Colorín Colorado




lunes, 3 de octubre de 2011

CUENTO DESEOSO


LA OLA QUE QUERÍA CONOCER EL MUNDO. © Todos los derechos reservados por el autor.

La ola rompía sobre la arena, aburrida de estar siempre en la misma orilla, por lo tanto, decidió irse a recorrer los mares del planeta. Tenía muchísimas ganas ver cosas nuevas, aprender y reírse, también quería hacer nuevas amigas y compartir lo que ella había aprendido en su vida.

Oleando y oleando, llegó hasta unas orillas donde todos los niños tienen los ojos rasgados, y no era ni más ni menos que China. La ola estaba muy contenta de haber llegado tan lejos y se puso a hablar con todas las olas de este nuevo lugar. Pero, que sorpresa tuvo cuando después de saludarlas y contarles de donde viene, se da cuenta que las demás olas la miran sin entender nada, pero eso sí, con sonrisas muy simpáticas. Se mezcló entre las demás olas, saltando, sonando, alisándose y volviendo a enrularse, de manera tal que, al cabo de un rato, todas se entendían sin ningún problema.

Las olas de China invitaron a la ola recién llegada a ver su país desde arriba, convirtiéndose en nube. Viajaron mucho por los cielos azules, viendo toda la geografía China, siguiendo ríos serpenteantes, montañas altísimas, ciudades llenas de rascacielos, a los que tenían que esquivar, subiendo todavía un poquito más para no chocarlos. También vieron los castillos chinos, con sus majestuosos dragones, sus múltiples torres picudas.

Volaba maravillada, hasta que un señor chino, que tenía un palo muy largo, le hace cosquillas y empieza a llover haciendo zig-zag, para no mojar los preciosos sombreros chinos. Esto le costaba bastante, ya que en China hay mucha, pero mucha gente, de verdad. Las otras nubes, que antes fueron olas, le dijeron que no se preocupara porque ellas también bajan con ella y luego volverían al mar. Donde caían las gotas, crecían unas plantas de hojas muy verdes y robustos troncos, tan robustos que subían hasta el cielo. ¡Eran plantas gigantes!

Los habitantes de China, que estaban muy preocupados, por la verde invasión, subieron escalando las plantas para hablar con el Señor de la Lluvia. Tenían que explicarle que eso no podía seguir, de un momento a otro su bella tierra se había convertido en una selva imposible de transitar.

Por cada trocito de tierra donde alguna gota cayera, ahí subía una planta: en una preciosa plaza en medio de la gran ciudad, no había más césped, en las aceras adornadas con árboles, cada árbol parecía una miniatura al lado de las gigantescas plantas, los campos se quedaron plagados y el sol casi no se podía ver.

Todo esto creado por las olas que querían ver este lugar desde arriba y que un señor les hizo cosquillas... La ola, hecha nube, convertida en lluvia y luego en planta estaba triste, porque ella no quería hacer mal a nadie, y ahora se había quedado atada a la tierra para siempre.

El Señor de la Lluvia les recomendó a los escaladores que a las cinco de la tarde todo el mundo tenía que estar en su casa; todos tomando té. Algunos sacaron su dedo por la ventana, para saber qué era ahora esa lluvia. Sabía raro, no era ni dulce, ni salada, no tenía el gusto rico de la lluvia de siempre... Inmediatamente bebieron más té, para quitarse el sabor de la boca.

Las plantas, bañadas por esta lluvia, se adormecen, bajando de las alturas y recostándose unas sobre otras. Los mismos chinos que subieron en busca de ayuda, fueron a buscar a los gnomos que viven en los bosques; no tardaron mucho en encontrarlos porque las raíces también estaban molestando a estos pequeños seres: ¡Les estaban invadiendo sus casas bajo la tierra! Y por eso, estaban trabajando con sus poderes mágicos, para eliminar las molestas plantas.

Tardaron muchos días y muchas noches en cortar con sus tijeras especiales. Hasta que una madrugada, cuando todos dormían, menos los gnomos, cae un rocío brillante como las estrellas sobre las plantas dormidas, convirtiéndolas en florcitas de todos colores y una de entre muchas es brillante como el oro. Era la flor de la felicidad, cada cual que la mirase se pondría feliz y contento. Los gnomos, que son sabios conocedores de la naturaleza, sabían quiénes eran esas preciosas flores, así que, después que todos los chinos pudieron admirar, oler y disfrutar de esta fiesta de colores, llamaron al viento para que las soplara al mar y así devolverlas a su lugar.

Cuando las flores dormían, el viento las sopló suavemente hacia el mar, a todas menos a la flor de la felicidad, que se quedó para borrar todas las penas que las plantas gigantes dieron. La ola volvió a ser agua salada y se despidió de sus amigas chinas, para marcharse en busca de nuevos mares.

Y Colorín Colorado