sábado, 28 de julio de 2012

CUENTO NUBADO


LA NUBE AVARA. Cuentos Infantiles de Ayer y Hoy

Erase una vez una nube que vivía sobre un país muy bello. Un día, vio pasar otra nube mucho más grande y sintió tanta envidia, que decidió que para ser más grande nunca más daría su agua a nadie, y nunca más llovería.

Efectivamente, la nube fue creciendo, al tiempo que su país se secaba. Primero se secaron los ríos, luego se fueron las personas, después los animales, y finalmente las plantas, hasta que aquel país se convirtió en un desierto. A la nube no le importó mucho, pero no se dio cuenta de que al estar sobre un desierto, ya no había ningún sitio de donde sacar agua para seguir creciendo, y lentamente, la nube empezó a perder tamaño, sin poder hacer nada para evitarlo.

La nube comprendió entonces su error, y que su avaricia y egoísmo serían la causa de su desaparición, pero justo antes de evaporarse, cuando sólo quedaba de ella un suspiro de algodón, apareció una suave brisa. La nube era tan pequeña y pesaba tan poco, que el viento la llevó consigo mucho tiempo hasta llegar a un país lejano, precioso, donde volvió a recuperar su tamaño.


Y aprendida la lección, siguió siendo una nube pequeña y modesta, pero dejaba lluvias tan generosas y cuidadas, que aquel país se convirtió en el más verde, más bonito y con más arcoíris del mundo.


Y Colorín Colorado

sábado, 21 de julio de 2012

CUENTO CURIOSO


LA ESTRELLA DIMINUTA. Pedro Pablo Sacristán.

Había una vez una estrella muy, muy chiquitita, tan pequeñita como un mosquito, que vivía en el cielo junto a sus papás, dos estrellas enormes. La pequeña estrella era muy curiosa y siempre quería verlo todo, pero sus papás le decían que aún era pequeña para ir sola, y que debía esperar.

Un día, la estrella vio un pequeño planeta azul; era tan bonito que se olvidó de lo que le habían dicho sus padres, y se fue hacia aquel planeta. Pero voló tan rápido, tan rápido, que se desorientó y ya no sabía volver.

Una vez en la Tierra, donde creía que lo pasaría bien, la gente y los demás animales la confundieron con una luciérnaga brillantísima, así que todos querían atraparla. Huyó como pudo, muy asustada, hasta que se escondió tras una sábana. 
Entonces todos pensaron que era un fantasma, y huyeron despavoridos.

La estrellita aprovechó su disfraz para divertirse muchísimo asustando a todo el mundo, hasta que llegó a una montaña en la que vivía un gran dragón. La estrellita también trató de asustarle, pero no sabía que era un dragón come fantasmas, y cuando quiso darse cuenta, se encontraba entre las llamas de fuego que escupía por su boca el dragón.

Afortunadamente era una estrella muy caliente, así que pudo escapar del fuego y del dragón, pero acabó muerta de miedo y de tristeza por no estar con sus papás. Estuvo llorando un rato, pero luego se le ocurrió una idea para encontrar a sus papás: buscó una gran roca en una montaña altísima, y desde allí, mirando al cielo, se asomó y se escondió, se asomó y escondió, y así una y otra vez. Sus papás, que la andaban buscando preocupadísimos, vieron su luz intermitente brillar en la noche, y acudieron corriendo a señalarle el camino de vuelta.

Así la estrellita vivió muchas aventuras y aprendió muchas cosas, pero ya no se le volvió a ocurrir irse solita hasta que fuera mayor.

Y Colorín Colorado 

miércoles, 11 de julio de 2012

CUENTO ALEGRE


EL  ROBO DE LA ALEGRÍA. Pedro Pablo Sacristán


El malvado Nonón siempre había sido un malo de poca monta y sin grandes aspiraciones en el mundo de los villanos. Pero resultó ser un malo con mucha suerte pues un día, mientras caminaba despistado inventando nuevas fechorías, cayó por una gran grieta entre dos rocas, hasta que fue a parar al Estanque de la Alegría, el gran depósito de alegría y felicidad de todo el mundo.

Entonces Nonón, que además de malo era un tristón, pensó en quedarse para sí toda aquella alegría y, cavando un pozo allí mismo, comenzó a sacar el maravilloso líquido para guardarlo en su casa y tener un poco de felicidad disponible siempre que quisiera.

Así que mientras el resto de la gente parecía cada vez más triste, Nonón se iba convirtiendo en un tipo mucho más alegre que de costumbre. Se diría que todo le iba bien: se había vuelto más hablador y animado, le encantaba pararse a charlar con la gente y ... ¡hasta resultaba ser un gran contador de chistes!

Y tan alegre y tan bien como se sentía Nonón, empezó a disgustarle que todo el mundo estuviera más triste y no disfrutara de las cosas tanto como él. Así que se acostumbró a salir de casa con una botellita del mágico líquido para compartirla con quienes se cruzaba y animarles un rato. La gente se mostraba tan encantada de cruzarse con Nonón, que pronto la botellita se quedó pequeña y tuvo que ser sustituida por una gran botella. A la botella, que también resultó escasa, le sucedió un barril, y al barril un carro de enormes toneles, y al carro largas colas a la puerta de su casa... hasta que, en poco tiempo, Nonón se había convertido en el personaje más admirado y querido de la comarca, y su casa un lugar de encuentro para quienes buscaban pasar un rato en buena compañía.

Y mientras Nonón disfrutaba con todo aquello, a muchos metros bajo tierra, los espíritus del estanque comentaban satisfechos cómo un poco de alegría había bastado para transformar a un triste malvado en fuente de felicidad y ánimo para todos.

Y Colorín Colorado

lunes, 2 de julio de 2012

CUENTO MUSICAL


LA PEQUEÑA ORQUESTA. En la Red: Cuentos Infantiles con Valores.

Había una vez tres instrumentos musicales que no se llevaban nada bien. La flauta, la guitarra y el tambor siempre estaban discutiendo por ver quién era el mejor: La flauta decía que su sonido era el más dulce de todos. La guitarra decía que ella era la que hacía mejores melodías. Y el tambor decía que él llevaba el ritmo mejor que nadie.

Todos se creían los mejores y despreciaban a los otros. Por eso, cada uno se iba a tocar a una parte distinta de la habitación donde vivían. Pero el sonido del tambor molestaba a la flauta, la flauta molestaba a la guitarra y la guitarra molestaba al tambor.

Allí no había quien pudiera tocar tranquilo. En lugar de hacer música hacían ruido. Y si alguien se paraba a escucharles, pronto sentía un fuerte dolor de cabeza. Siempre pasaba lo mismo.
Hasta que un día llegó una batuta a vivir con ellos. Al ver lo que ocurría, les dijo que ella podría ayudarles si querían. Pero los tres instrumentos estaban convencidos de que nadie podía ayudarles. La mejor solución era separarse y que cada uno se marchara a vivir a otra parte. Así podrían tocar a gusto, sin tener que soportar lo mal que tocaban los demás.

La batuta les propuso intentar hacer una cosa: tocar juntos una misma canción. Ella les ayudaría a hacerlo. Al principio no estaban muy convencidos; pero al final, aceptaron. Les dijo lo que tenía que tocar cada uno y, después de un breve ensayo, comenzó a sonar la canción.

Los tres instrumentos miraban fijamente a la batuta, que les indicaba a cada momento cómo y cuándo tenían que tocar. La canción iba sonando muy bien. La flauta, la guitarra y el tambor no salían de su asombro. Estaban tocando juntos una misma canción y les estaba saliendo bien. Habían comenzado a hacer música. Cuando acabaron de tocar, estaban tan contentos de cómo les había salido, que se felicitaron. Era la primera vez que se ponían de acuerdo en algo. Le pidieron a la batuta que les hiciera tocar otra vez la misma canción. La estuvieron tocando todo el día cientos de veces. Todo el que pasaba por allí, al escucharles, se quedaba admirado de lo bien que tocaban.

Al unirse y poner en común lo mejor de cada uno, habían conseguido formar una pequeña orquesta. Desde entonces, se dedicaron a dar conciertos por todas partes y se hicieron famosos por lo bien que tocaban juntos.

Y Colorín Colorado