domingo, 24 de marzo de 2013

CUENTO COQUETO


LA PALMERA COQUETA. El Tesoro del Arcoíris, Escrito por Sofía Reina. 


Delante de la casa y de éste lado del mar, a los pies de la arena, había una palmera, tenía sus penachos muy arregladitos con una raya al medio, todos estaban en prolijo orden, unos a éste lado y otros al otro.

La palmera estaba muy contenta, hasta que llegó el viento y se entretuvo con ella revolviéndole todos – todos sus penachos-pelos. La pobre se quedó desilusionada cuando por la noche se encendió la luna y pudo verse en el espejo del mar…

¡Qué pinta tenía! ¡Qué desarreglada estaba! – pensó la palmera. Miró a las estrellas y les pidió un poquito de su titilar a ver si con eso podría estar mejor. Algunas de las estrellas la rociaron con su titilar, pero cuando llegó el sol ya no se veía más.

Pensaba y pensaba la palmera qué podía hacer para quedarse todo el tiempo bien arreglada. Se puso agua de mar y se peinó para atrás, esto le gustaba, le daba un aire moderno, estaba contentísima así. Pero con lo que la palmera no había contado era que al medio día el sol calienta mucho y el agua de mar se seca y sus penachos-pelos quedan como de cartón. Una brisa le devolvió el movimiento y la gracia normales, quedándose gran parte de sus penachos-pelos delante de su cara.
Mientras volvía a pensar, al otro lado del mar había un palmero que no dejaba de mirarla, que le parecía la palmera más bonita que había visto ¡Y qué penachos-pelos tenía! El palmero estaba buscando la forma de poder ir hasta ella, una cosa que no saben hacer las palmeras y es nadar.

La palmera había encontrado los adornos perfectos; las medusas, se puso montones de medusas y estaba brillante, pero brillante en todos los colores y a medida que sus penachos-pelos se movían cambiaban de colores.

El palmero estaba chupando y chupando y chupando el mar a medida que disimuladamente se iba acercando a la palmera coqueta. Cuando llegó hasta ella se quedó maravillada del colorido de sus penachos-pelos. Era mucho más linda desde aquí que desde su orilla.

La palmera vio al palmero y no entendía por qué estaba tan gordo. El pobre palmero tuvo un estornudo fatal, tan fatal que toooooodo el mar cayó encima de la palmera y ésta se quedó llena de arena, penachos revueltos, algunos estaban quebrados, llena de algas y caracolas y de tantas cosas que la palmerita se puso a llorar de desconsuelo. 

El palmero terminó curvado en su otra orilla lleno de vergüenza por lo que había pasado. Y su hechizo de palmera de un estornudo acabó.


Y Colorín Colorado…

lunes, 18 de marzo de 2013


LAS VACACIONES DE LA LUNA. Escrito por Sofiareina


Una noche el cielo estaba muy oscuro, de ese negro que solo está cuando la luna brilla por su ausencia. De las chimeneas salían nubes de humo que llegaban muy alto, se sorprendieron de no ver ninguna luz por allí arriba, pero poco a poco y sin que nadie se diera cuenta se fue disolviendo en el aire.

¿Dónde está la luna? Las estrellitas se preguntaban unas a otras dónde estaría la dama de la noche, los barcos en el mar intentaban encontrarla en sus latitudes, pero por ningún lado había un rayito de ella.

Desde el otro lado del mundo se oía una voz cantando: Tiii-tiraaa-tiruriii-titaaaaaaa…. Y entre dos palmeras muy divertidas que bailaban con el viento se encontraba la luna, chapoteando en el mar, como una niñita pequeña, eso sí, tenía unos enooormes anteojos de sol, estaba muy divertida porque no tenía que brillar por todos lados, trajo consigo una valijita con algunas cosas, sus distintas caras, la menguante, la creciente, la nueva y la llena, también trajo algunas estrellitas vecinas que se negaban a salir de la oscuridad de la maleta, algunos polvos del cielo que usaba para resaltar más su linda blancura.

Después de un buen rato la luna empezó a enrojecerse, su piel que siempre fue tan blanca le ardía bastante, no se había puesto ningún protector solar, porque no existía ninguno para una luna tan grandota. El sol, los delfines que pasaban y todos los habitantes marinos se tapaban la risita, pero sin poderse contener al final.

¡AAAYYYY….. como me pica! ¡Cómo me piiiicaaaa!, estoy toda roja, ¡qué raro es!, se quejaba la luna.

El sol estaba riéndose bastante y empezó hablarle a la luna: Jo-Jo-Jo-Jo…. qué risa, una luna roja, ¿¡y ahora cómo vas a dar luz!? Vas a dar una luz bien roja, y en realidad nadie va a encontrar más sus caminos, ni se formaran más caminos de luz de luna en el mar… terminó de decir el SOL un poco triste. Y ahora ¿qué puedo hacer?, ¿Cómo haré para volver a ser blanca y hermosa?, decía afligida la luna.

¿Cómo podemos ayudar a la luna? Los animalitos le dieron toda clase de consejos de qué podía hacer para quitarse el ardor, ella muy paciente los seguía al pie de la letra, pero además de quedar como una luna loca mucho efecto no le hacía.

Un delfín le dijo en secreto lo que le devolvería su blancura, tenía que beber mucha, pero mucha, de verdad, leche de vaca, la  luna le tiró un besito al aire, sin siquiera tocarse los labios porque también le ardían, y se fue corriendo para todos los países que tuvieran vacas y las dejó casi sin una gota para nadie más… 

Poco a poco fue aliviándose su penar, al acercarse al mar por la noche se dio cuenta que ya no estaba más roja, pero sí estaba enormemente grande después de haber tomado tanta leche, muchísimo más que el sol y como después de haber estado lejos tanto tiempo, ahora tenía que ponerse la cara de Luna creciente, y no le entraba por ningún lado se le salían pedazos de luna por todos los costados, así que se puso a hacer algo de ejercicio.

¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para arriba…¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para abajo…¡Hop! ¡Hop!¡Hop! Muchas vueltas más hasta volver a estar como antes… ¡Hop!¡Hop!¡Hop!…

Al terminar de dar tantas vueltas había vuelto a ser la bella luna de siempre, con su bonita cara Creciente… Así fue cambiando tranquilamente sus caras hasta cuando por fin se pudo poner Llena, por suerte no quedaba ningún rastro de sus locas vacaciones.

Todos los peces, pulpos, delfines y demás habitantes marinos se reunieron a cuchichear muy bajito algunas cosas, lo hacían tan en secreto que la luna por más que disimuladamente bajara para oír mejor, no se enteraba de nada.

Los delfines saltaron dando piruetas en el aire, los pulpos saltaron también muy graciosos tocándose sus tentáculos encima de su cabeza, todas las almejas, mejillones y ostras hicieron música castañeteando, los peces llenaron de maravillosos colores el baile acuático porque todos querían cantarle a la bella de la noche lo resplandeciente que estaba y cómo adoraban a esta estupenda anfitriona de la gran fiesta en el camino de luz de la Luna Llena.


Y Colorín Colorado 

lunes, 11 de marzo de 2013

CUENTO PERLADO


LA PERLA DEL DRAGÓN. Alberto Melis

Hace muchísimos años, vivía un dragón en la isla de Borneo; tenía su cueva en lo alto del monte Kinabalu.  Aquél era un dragón pacífico y no molestaba a los habitantes de la isla, tenía una perla de enorme tamaño y todos los días jugaba con ella: lanzaba la perla al aire y luego la recogía con la boca.

Aquella perla era tan hermosa, que muchos habían intentado robarla, pero el dragón la guardaba con mucho cuidado; por eso, nadie había podido conseguirlo. El Emperador de la China decidió enviar a su hijo a la isla de Borneo; llamó al joven Príncipe y le dijo: -Hijo mío, la perla del dragón debe formar parte del tesoro imperial. Estoy seguro de que encontrarás la forma de traérmela.

Después de varias semanas de travesía, el Príncipe llegó a las costas de Borneo, a lo lejos se recortaba el monte Kinabalu, y en lo alto del monte el dragón jugaba con la perla, de pronto, el Príncipe comenzó a sonreír porque había trazado un plan, llamó a sus hombres y les dijo:-Necesito una linterna redonda de papel y una cometa que pueda sostenerme en el aire.

Los hombres comenzaron a trabajar y pronto hicieron una linterna de papel, después de siete días de trabajo, hicieron una cometa muy hermosa, que podía resistir el peso de un hombre, al anochecer, comenzó a soplar el viento, el Príncipe montó en la cometa y se elevó por los aires; la noche era muy oscura cuando el Príncipe bajó de la cometa en lo alto del monte y se deslizó dentro de la cueva.

El dragón dormía profundamente, con todo cuidado, el Príncipe se apoderó de la perla, puso en su lugar la linterna de papel y escapó de la cueva, entonces, montó en la cometa y encendió una luz, cuando sus hombres vieron la señal, comenzaron a recoger la cuerda de la cometa, al cabo de algún tiempo, el Príncipe pisaba la cubierta de su barco, ¡Levad anclas! –gritó,  el barco, aprovechando un viento suave, se hizo a la mar.

En cuanto salió el sol, el dragón fue a recoger la perla para jugar, como hacía todas las mañanas, entonces, descubrió que le habían robado su perla, comenzó a echar humo y fuego por la boca y se lanzó, monte abajo, en persecución de los ladrones; recorrió todo el monte, buscó la perla por todas partes, pero no pudo hallarla, entonces, divisó un junco chino que navegaba rumbo a alta mar. El dragón saltó al agua y nadó velozmente hacia el barco.

-¡Ladrones! ¡Devolvedme mi perla! -gritaba el dragón, los marineros estaban muy asustados y lanzaban gritos de miedo, la voz del Príncipe se elevó por encima de todos los gritos:-¡Cargad el cañón grande! Poco después hicieron fuego. -¡Bruum! El dragón oyó el estampido del disparo; vio una nube de humo y una bala de cañón que iba hacia él, la bala redonda brillaba con las primeras luces de la mañana y el dragón pensó que le devolvían su perla, por eso, abrió la boca y se tragó la bala.

Entonces, el dragón se hundió en el mar y nunca más volvió a aparecer, desde aquel día, la perla del dragón fue la joya más preciada del tesoro imperial de la China.

Y Colorín Colorado

sábado, 2 de marzo de 2013

CUENTO FOGOSO


LA PRINCESA DE FUEGO. Pedro Pablo Sacristán.



Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. 

El palacio se llenó de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra; una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó diciendo: - Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.

El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba separando lo inútil de lo importante.

Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante. Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros. Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola presencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".

Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el fin de sus días

Y Colorín Colorado