domingo, 26 de julio de 2015

CUENTO ROSADO

LA REINA DE LAS ROSAS. CUENTOS MÁGICOS


La reina de las rosas vivió hace un tiempo en un jardín secreto. Elegante y fragante, la soberana tenía todas las características más hermosas de la flor de la que toma su nombre. Vivía en una colina rodeada por un espléndido y cada vez más floreciente jardín de rosas.

Todos los lugareños la amaban y le reconocían mucha sabiduría. Le pedían consejos y la invitaban a todas las fiestas, desde bodas a las fiestas de cumpleaños. Su vida era tranquila, disfrutando de los hermosos días y estaba en el sol cuando no estaba demasiado caliente, para no estropear su piel perfecta. Ella nunca había sentido la necesidad de salir de su jardín encantado, porque allí había todo lo que la hacía feliz. Hoy en día, siendo ya anciana y siempre maravillosa, recuerda con horror el año en que se enamoró.

Su corazón puro, fue capturado por la belleza de un joven súbdito. Él la visitó todos los días, hablaban y soñaban con un futuro juntos. Un día el muchacho le dijo que quería casarse con ella, pero no la podía presentar a los amigos. Ella era demasiado hermosa, demasiado perfecta, diferente de todos. "Vas a tener que cambiar", le dijo, "y adaptarte a nosotros".

"Si tratas de ser menos buena y amable, menos luminosa y alegre los demás no notarán que somos diferentes”. La reina de las rosas estaba muy impresionada y no se podía explicar cómo sería mejor para ella volverse menos suave y hermosa.

Un día ella llamó a su novio y le dijo "Si me amas, debes tener el coraje de aceptar todo lo que soy. Y si soy diferente a tus amigos, tal vez se me aprecie por ello. De lo contrario, no vale la pena conocerles. No cambiaré por ti, no renegaré lo que soy”. Desde entonces, los dos no volvieron a verse y la Reina de las Rosas es feliz por no haber aceptado convertirse en otra persona para ser aceptada.

Y Colorín Colorado!

lunes, 20 de julio de 2015

CUENTO MÁGICO

EL REGALO MÁGICO DEL CONEJITO POBRE. Pedro Pablo sacristán

Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.

Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.

Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dio a él.

En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?. ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho! Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!!

Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.

Y Colorín Colorado

domingo, 12 de julio de 2015

CUENTO ROEDOR

LOS  RATONCITOS  HAMBRIENTOS

Una vez la mamá de Pifucio estaba preparando una rica torta, y le parecía raro que siempre le faltara algo: un pedazo de chocolate, una galletita, una nuez. - ¿Vos te comiste mis ingredientes de la torta, Pifucio? - le preguntó. - No, yo no fui. - le contestó Pifucio. - ¿No habrá ratoncitos en esta casa? - pensó la mamá. Y se fue a comprar trampas para cazar ratones. 

A Pifucio le gustó la idea de tener un ratoncito y darle de comer y cuidarlo, pero la mamá no quiso saber de nada, porque dijo que los ratones son muy ham­brientos y sinvergüenzas. En los días siguientes siguió faltando comida de la cocina, y la mamá empezó a sospechar algo raro. 

Un día, mientras le ponía azúcar al té, vio un montón de puntitos negros que se movían en la azucarera: - ¡Hormigas!. - dijo - ¿Habrán sido ellas las que se comieron mi comida? La mamá miró adonde iban las hormigas, y vio una fila larga que recorría la cocina, el líving, la pieza de Pifucio... y que se metía abajo de su cama. Y abajo de la cama, encontró... ¡toda la comida que le faltaba!. 

Allí estaban el chocolate, las galletitas y las nueces. Más unas cuantas cosas más. - ¡Pifucio! - dijo la mamá. - ¿Qué mamá? - ¿Vos sabes que hace esta comida abajo de tu cama? - ¿Qué comida? ¿Qué cama? - No te hagas el tonto, Pifucio. - ¿Qué Pifucio? - ¡Vos! - Ah sí. Bueno, este, te voy a explicar. Resulta, que,... - ¿Qué qué? - ¿Qué qué, qué? - Qué, qué, qué, ¡que me voy a enojar si no me contestas! Pifucio le contó que había puesto esa comida porque le daban pena los ratoncitos, y no quería que pasasen hambre. 

Entonces la mamá le explicó que no se puede dejar comida tirada, por­que se llena de olor y bichos, y que los ratoncitos pueden conseguir su comida en otro lado. Limpiaron bien abajo de la cama, y pusieron veneno para las hormigas. - Y ahora, este té con hormigas lo tengo que tirar. - No mamá, no lo tires - le pidió Pifucio. ¿No lo podemos poner abajo de la cama? Después de tanta comida, los ratoncitos van a querer tomarse un té. 

Y colorin colorado...

domingo, 5 de julio de 2015

CUENTO LLUVIOSO

AVENTURAS EN LA LLUVIA. Alibruji

Lo que les voy a contar ocurrió hace mucho, mucho tiempo, cuando yo iba a visitar a mi tía Nina. Ella vivía en una casa antigua, con un gran patio y muchas flores. A mí me encantaba ir a dormir con Nina porque podía jugar en su jardín por las mañanas, ayudarle a cocinar y sobre todo…¡Desayunar en la cama! 

Siempre tendía para mí un sofá que estaba contra una pared de su dormitorio. Allí me acostaba cada noche y mientras me dormía, me gustaba mirar una gran mancha de humedad que había en esa pared. Buscaba adivinar en esa mancha formas, caras, personajes. Una noche de lluvia ocurrió algo muy extraño. De pronto, vi salir de la pared algo extraordinario. Parecía un fantasma de algodón…pero oscuro, tan oscuro como las nubes que anuncian chaparrones. Sentí que tocaba uno de mis hombros mientras se transformaba en una dama gris de increíble belleza y decía con voz muy profunda, pero dulce y amable: -¡Buenas noches! Soy Tormentosa, un hada buena a pesar de mi color. ¿Quieres venir a pasear conmigo?- y me tendió su mano. Mano delgada, transparente y con perfume a lluvia. Estaba tan sorprendida que no alcancé a responderle cuando me di cuenta que llevada por la fuerza de algo invisible, dejaba la tibieza de mi cama e iba penetrando en la pared, justo en el centro de la mancha de humedad… 

-Vení, vení, vamos a dar un paseo que te encantará- dijo el hada y comenzamos a subir, subir, cada vez más rápido hacia el cielo. Íbamos por un camino con muchas curvas y atrás de nosotros quedaban relámpagos, rayos y centellas…Se oían unos truenos tremendos y a pesar de eso no sentía miedo. Viajaba confiada aferrando la mano de Tormentosa, mientras la lluvia caía sin parar por debajo de nosotros y parecía ondular con tranquilidad haciendo un rumor muy, muy suave… 

Tormentosa me sonreía y me levantaba más y más, hasta que tan suavemente como habíamos subido, comenzamos a bajar. Lo hacíamos entre una niebla que se despejaba de a poco, al mismo tiempo que íbamos hacia una zona llena de luz. En un momento, estábamos frente al sol y a nuestro alrededor aparecieron siete personajes más ¡Eran siete hadas, bellas y transparentes como Tormentosa, suaves y amables como ella y como ella me sonreían…! En lugar de varita mágica tenían un pincel dorado en una de sus manos y una paleta de colores en la otra. 

Fueron surgiendo de la niebla que nos había rodeado flores, plantas, animales, cosas, todos sin color…Al llegar hasta donde estábamos Tormentosa y yo, cada una de las siete hadas fue saludándonos y eligiendo una flor, una planta, un animal, una cosa. De a poco fueron llenando a cada uno de colores, hasta que todos estuvieron listos, como los vemos todos los días. Mi amiga Tormentosa pintó el humo de una chimenea, un hermoso caballo, varios pajaritos y un gato gordo y brillante que parecía un pompón de seda…Yo estaba tan asombrado porque no podía pronunciar ni una palabra. Todavía me esperaba una sorpresa mayor: me di vuelta para mirar el camino que acabábamos de recorrer y vi ante mí que ese camino era nada menos que…¡El Arco Iris! Tenía cada uno de sus espléndidos colores. Mientras tanto, me tomaron de las manos Tormentosa y sus compañeras y comenzaron a bailar cantando: 

“¡Después de la lluvia qué lindo es mirar las plantas, las flores y todo brillar; pues cada gotita de un gran chaparrón pinta los colores y lucen mejor! ¡Hagamos la ronda de la luz y el sol, y cantemos juntos esta canción!” 

También yo canté y bailé con ellas, llevando el compás con las palmas de las manos ¡Sentía ganas preguntarle tantas cosas a las hadas! Cuando terminase la canción lo haría, estaba segura. Ya estaba lista para comenzar a soltar mi curiosidad .De pronto, escuché la voz de mi tía Nina que decía: -¿Así que ahora cantas dormida? Me parece que te hace falta un buen desayuno ¡Vamos, que te traje té con leche calentito y pan con dulce de duraznos, ése que hago especialmente para vos! Pensé que si le contaba lo que había visto, mi tía no me creería. Ella, por su parte me dijo: 

-¿Te gustó el paseo por la mancha de humedad? Como se enfriaba el desayuno y tenía que ir a le escuela, no pude contestarle. Eso sí, siempre que llueve creo que Tormentosa y sus amigas vienen a visitarnos, porque todo queda luminoso y reluciente, como recién pintado por las hadas. 

Y Colorín colorado…