EL CUENTO DEL VIENTO. Lex Guerrero
El gran cielo brilla en color azul intenso, las nubes corren haciendo y deshaciendo las caprichosas figuras de algodón, que son llevadas por el viento, invisible y sin sabor, mas sin embargo lleva los aromas de las flores rosas, blancas, amarillas de los mil colores que desprende la tierra fértil lejos de los hombres.
En la colina una boca que suelta una voz de tenor, hechiza al oír la suave y uniforme melodía, que es llevada por el viento. Las notas vuelan al compás de la canción, viajan sobre los verdes prados de la esperanza, caen suavemente en la tierra para ser depositado en el vientre de la madre naturaleza.
La semilla germina y despierta alzando los brazos para ser acariciados por el viento, el árbol de las mil manos, verdes e imposible de agarrar, tocar o acariciar, aunque toca de vez en cuando una ardilla o un gusano, que sin embargo el único consuelo es el viento porque lo toca, acaricia, pero es intangible que no puede soñar con una forma real.
El árbol acaricia el viento para ser llevada por el mundo y ser recibida en algún corazón roto al igual que el. Corren ante el cielo azul, acaricia cada rostro, cada cuerpo y en cada alma, sin ningún resultado, vuelve a ti tu única esperanza.
Aquella mañana el sol tiñe de luz a la bóveda celeste estrellado, ahí en donde siempre, el árbol deja caer la última hoja de su corazón. Mira al horizonte todo verde ahora es gris, las cejas pesan exprimiendo las lagrimales soltando agua que caen en las raíces salidas por el tiempo.
El viento sopla ¡Es diferente! ¡Es diferente! No es la misma caricia que encomiendo, una luz de mi interior se llena vibrando de alta frecuencia de mi verde esmeralda, se proyecta a lo lejos del horizonte. Una luz se acerca, parece bailar entre el cielo y la tierra, el viento sopla en mi cara diciendo que es para ti.
Tomando forma, simplemente imagínatelo, lo más perfecto brilla hacia a ti, se acerca más, cada vez más, hasta que sus ojos se topan con los tuyos. ¡Dios! Esa luz me llena por completo, es el amor perfecto, el que he esperado siempre. Extendió su mano y la puso sobre la áspera mejilla, le acaricio y toda corteza se desapareció, bajaron dos aves y alzaron su sonrisa, las raíces se volvieron pies.
Los dos juntos caminando por el mundo, felices hasta que el día que se decida, volverán a la madre tierra. Así el viento lleva miles de caricias y besos para ser recogidos por las almas que brillan de esmeralda, para poder encontrar lo más deseado en sus vidas. ¡Suerte, corazón afligido!
Y Colorín Colorado…
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