lunes, 29 de septiembre de 2014

CUENTO CHEF

EL SARTENAZO. Pedro Pablo Sacristan

La rana Renata era la mejor cocinera de los pantanos y a su selecto restaurante acudían todas las ranas y sapos de los alrededores. Sus "moscas en salsa de bicho picante" o sus "alitas de libélula caramelizadas con miel de abeja" eran delicias que ninguna rana debía dejar de probar, y aquello hacía sentirse a Renata verdaderamente orgullosa.

Un día, apareció en su restaurante Sopón dispuesto a cenar. Sopón era un sapo grandón y un poco bruto, y en cuanto le presentaron los exquisitos platos de Renata, comenzó a protestar diciendo que aquello no era comida, y que lo que él quería era una buena hamburguesa de moscardón. Renata acudió a ver cuál era la queja de Sopón con sus platos, y cuando este dijo que todas aquellas cosas eran "pichijiminadas", se sintió tan furiosa y ofendida, que sin mediar palabra le arreó un buen sartenazo.

Menuda trifulca se armó. A pesar de que Renata enseguida se dio cuenta de que tenía que haber controlado sus nervios, y no dejaba de pedir disculpas a Sopón, éste estaba tan enfadado, que decía que sólo sería capaz de perdonarla si él mismo le devolvía el sartenazo. Todos trataban de calmarle, a sabiendas de que con la fuerza del sapo y la pequeñez de la rana, el sartenazo le partiría la cabeza. Y como Sopón no aceptaba las disculpas, y Renata se sentía fatal por haberle dado el sartenazo, Renata comenzó a hacer de todo para que le perdonara: le dio una pomada especial para golpes, le sirvió un exquisito licor de agua de charca e incluso le preparó.. ¡una estupenda hamburguesa de moscardón! Pero Sopón quería devolver el porrazo como fuera para quedar en paz. Y ya estaban a punto de no poder controlarle, cuando apareció un anciano sapo caminando con ayuda de unas muletas. - Espera Sopón-dijo el anciano- podrás darle el sartenazo cuando yo te rompa la pata. Recuerda que yo llevo muletas por tu culpa.

Sopón se quedó paralizado. Recordaba al viejo que acababa de entrar. Era Sapiencio, su viejo profesor que un día le había salvado de unos niños gamberros cuando era pequeño, y que al hacerlo se dejó una de sus patas. Recordaba que todo aquello ocurrió porque Sopón había sido muy desobediente, pero Sapiencio nunca se lo había recordado hasta ahora...

Entonces Sopón se dio cuenta de que estaba siendo muy injusto con Renata. Todos, incluso él mismo, cometemos errores alguna vez, y devolver golpe por golpe y daño por daño, no hacía sino más daño. Así que, aunque aún le dolía la cabeza y pensaba que a Renata se le había ido la mano con el sartenazo, al verla tan arrepentida y haciendo de todo para que le perdonase, decidió perdonarle. Y entonces pudieron dedicar el resto del tiempo a reírse de la historia y saborear la rica hamburguesa de moscardón, y todos estuvieron de acuerdo en que aquello fue mucho mejor que liarse a sartenazos. 


Y Colorín colorado…

martes, 23 de septiembre de 2014

CUENTO EMBRUJADO

LA BRUJA Y LOS CABEZONES. Autor: Khaverah

La bruja Cabezona y su familia estaban muy enfadados porque les habían echado del pueblo y su escoba había perdido sus poderes mágicos. Para poder recuperarlos preparó una poción con patas de araña, escupitajos de escorpión, caca de vaca, cucarachas molidas y cabezones.

Todo lo removió una y otra vez con su escoba hasta que hirvió haciendo “flup, flup, flup”. Toda la familia se deleitó oliendo y untándose el ungüento por todo el cuerpo; cuando se les secó ni se lavaron ni nada. Se vistieron con ropas sucias y horrorosas y se fueron al pueblo: Todo el mundo huía por la peste que soltaban.

-“¡Ja ja ja ja jaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ahora los convertiremos a todos en nuestros criados y nos haremos los dueños de todoooooo, ja ja ja jaaaaaaaaaa!” Pero no habían contado con los niños y las niñas super valientes; con una pinza en la nariz corrieron a reunirse en su refugio secreto y allí trazaron un buen plan:
-“Como los Cabezones son unos guarros, saldremos como soldados y tocaremos la música de la lluvia. Así se mojarán y ese olor tan asqueroso desaparecerá, y su poder también porque no soportan la limpieza ni la alegría”.

-“¡Eso, eso, y ya nunca volverán por aquí!” La bruja y sus secuaces se habían dirigido al Banco para apoderarse de todo el dinero; ese fue el momento que aprovecharon nuestros amigos y, en el momento de salir, una lluvia les cayó encima.

-“¡Grrrrr, grrrr, os haremos papillaaa!”,decía la bruja. Pero el agua limpia les quitó todos sus poderes y empezaron a encogerse y hacerse cada vez más y más pequeños. Corrieron arrastrándose como gusanos mientras los niños y las niñas les perseguían: -“¡Fuera de aquí, Cabezones, y no volváis nuncaaaa!”

El olor a flores volvió al pueblo, todo el mundo salió de su casa y se abrazaron felices.

Y colorín colorado.. .

domingo, 14 de septiembre de 2014

CUENTO BALLENERO

EL REINO DE LAS BALLENAS.  Pancho Aquino

Cuenta la leyenda que en un lugar lejano e inaccesible vivía la manada de ballenas más grande del mundo. Como todas las ballenas, nadaban y cazaban en mar abierto, pero su refugio secreto estaba en el centro de un círculo de islas, que tenía una única salida al mar. En su interior las aguas se mantenían serenas y eran ideales para el descanso y el cuidado de las crías. Dentro del grupo había un ballenato que, a pesar de su juventud. se destacaba por su valentía y destreza. Con inteligencia y picardía era capaz de resolver los problemas más difíciles y salir siempre triunfante. Era el mejor nadador, el que saltaba más alto y el más divertido.

Los mayores lo querían y respetaban. La manada vivía en paz y armonía hasta el día en que un delfín amigo trajo una noticia aterradora: un barco ballenero exploraba la zona, siguiendo la leyenda del reino de las ballenas, estaba anclado a unas pocas millas y habían enviado un bote en busca de la manada. Nerviosas y asustadas, las ballenas más viejas quisieron salir al mar abierto para sacrificarse, otras propusieron abandonar el lugar y alejarse hacia zonas más frías, todas hablaban al mismo tiempo, sin ponerse de acuerdo, entonces el joven ballenato dijo con fuerza: "No tengan miedo y no se muevan de aquí. Volveré pronto y todo seguirá como hasta hoy”. 

Dicho esto tomó la salida a gran velocidad y al avistar el bote de los cazadores hizo una pirueta en el aire para que lo vieran. Los hombres entusiasmados comenzaron a seguirlo, seguros de que los guiaría hasta al refugio escondido.

Pero el ballenato tenía otros planes. Jugando y saltando los fue llevando por otro camino, internándose en una zona de peligrosos arrecifes, donde el bote no tardó en naufragar.

Gracias a los salvavidas los pescadores flotaban en las heladas aguas pero estaban seguros de que su fin estaba próximo, cuando el ballenato se les acercó y les permitió que subieran a su lomo y nadando cuidadosamente los llevó de regreso al barco.

Era casi de noche cuando llegaron. Desde la cubierta los compañeros aplaudían el regreso, incrédulos ante el rescate de la ballena salvadora. Entonces el ballenato se sumergió y desapareció en las profundidades del mar.

Un tiempo después volvió el delfín trayendo noticias: los cazadores rescatados habían informado que no se avistaban ballenas en la zona, que los arrecifes hacían imposible la navegación y que estaban convencidos de que la leyenda del refugio secreto no era más que un cuento. Dijeron también que las ballenas eran los animales más buenos y cariñosos que habían conocido y que jamás volverían a cazarlas.

Así fue que nunca más hombre alguno se acercó al reino de las ballenas, que siguen viviendo felices, en su mundo de paz y armonía.

Y Colorín Colorado

sábado, 6 de septiembre de 2014

CUENTO DADIVOSO

EL REGALO MÁGICO DEL CONEJITO POBRE. Pedro Pablo Sacristán

Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.

Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.

Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dio a él.


En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?. ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho! Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!!

Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.


Y Colorín Colorado