miércoles, 31 de marzo de 2010

El Blog de Rincones del Jardín: Otro 2 de Abril

El Blog de Rincones del Jardín: Otro 2 de Abril

CUENTO TERRENAL


EL CUENTO DEL VIENTO. Lex Guerrero

El gran cielo brilla en color azul intenso, las nubes corren haciendo y deshaciendo las caprichosas figuras de algodón, que son llevadas por el viento, invisible y sin sabor, mas sin embargo lleva los aromas de las flores rosas, blancas, amarillas de los mil colores que desprende la tierra fértil lejos de los hombres.

En la colina una boca que suelta una voz de tenor, hechiza al oír la suave y uniforme melodía, que es llevada por el viento. Las notas vuelan al compás de la canción, viajan sobre los verdes prados de la esperanza, caen suavemente en la tierra para ser depositado en el vientre de la madre naturaleza.

La semilla germina y despierta alzando los brazos para ser acariciados por el viento, el árbol de las mil manos, verdes e imposible de agarrar, tocar o acariciar, aunque toca de vez en cuando una ardilla o un gusano, que sin embargo el único consuelo es el viento por que lo toca, acaricia, pero es intangible que no puede soñar con una forma real.

El árbol acaricia el viento para ser llevada por el mundo y ser recibida en algún corazón roto al igual que el. Corren ante el cielo azul, acaricia cada rostro, cada cuerpo y en cada alma, sin ningún resultado, vuelve a ti tu única esperanza.

Aquella mañana el sol tiñe de luz a la bóveda celeste estrellado, ahí en donde siempre, el árbol deja caer la última hoja de su corazón. Mira al horizonte todo verde ahora es gris, las cejas pesan exprimiendo las lagrimales soltando agua que caen en las raíces salidas por el tiempo.

El viento sopla ¡Es diferente! ¡Es diferente! No es la misma caricia que encomiendo, una luz de mi interior se llena vibrando de alta frecuencia de mi verde esmeralda, se proyecta a lo lejos del horizonte. Una luz se acerca, parece bailar entre el cielo y la tierra, el viento sopla en mi cara diciendo que es para ti.

Tomando forma, simplemente imagínatelo, lo mas perfecto brilla hacia a ti, se acerca mas, cada vez mas, hasta que sus ojos se topan con los tuyos. ¡Dios! Esa luz me llena por completo, es el amor perfecto, el que he esperado siempre. Extendió su mano y la puso sobre la áspera mejilla, le acaricio y toda corteza se desapareció, bajaron dos aves y alzaron su sonrisa, las raíces se volvieron pies.

Los dos juntos caminando por el mundo, felices hasta que el día que se decida, volverán a la madre tierra. Así el viento lleva miles de caricias y besos para ser recogidos por las almas que brillan de esmeralda, para poder encontrar lo más deseado en sus vidas. ¡Suerte, corazón afligido! Y Colorín Colorado…


El viento es el movimiento del aire que está presente en la atmósfera, especialmente, en la troposfera, producido por causas naturales. Se trata de un fenómeno meteorológico.

martes, 30 de marzo de 2010

CUENTO REFLEJADO


EL AGUA QUE QUERÍA SER FUEGO. CUENTOS MEDICINA.

“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria, pero yo preferiría ser hermosa, encender entusiasmos, encender el corazón de los enamorados y ser roja y cálida. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más fuerza purificadora tiene el fuego. Quisiera ser fuego y llama".

Así pensaba en septiembre el agua del río de la montaña. Y, como quería ser fuego, decidió pedir a Wakan Tanka que cambiara su identidad: "Querido Abuelo. Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte con todo respeto que me he cansado de ser transparente. Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser? Tú mismo, Padre, te identificaste con la wambli, el águila, y dijiste que habías venido a poner orden en tus hijos. No recuerdo que nunca te compararas con el agua. Por eso creo que comprenderás mi deseo. No es un simple capricho. Yo necesito este cambio para mi realización personal... ".

El agua salía todas las mañanas a su orilla buscando la respuesta de Wakan Tanka. Un tarde, un viento cálido y suave, trajo hasta ella una voz que decía: "Querida hija: me apresuro a contestarte. Parece que te has cansado de ser agua. Yo lo siento mucho, porque no eres un agua cualquiera. Tu abuela fue la que me vio nacer, y yo te tenía destinada para ver el nacimiento de muchos niños. Tú preparas el camino del fuego. Wambli no se aparece a nadie que no haya sido lavado antes por ti. El agua siempre es primero que el fuego".

Mientras el agua estaba embobada escuchando aquella dulce voz, Wakan Tanka bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a si misma y vio el rostro de Wakan Tanka reflejado en ella. Y Wakan Tanka seguía sonriendo esperando su respuesta. El agua comprendió que el privilegio de reflejar el rostro del Abuelo de todas las cosas lo tiene, solamente, el agua limpia ... suspiró y dijo: "Si, Padre, seguiré siendo agua. Seguiré siendo tu espejo. Gracias".

Y Colorín Colorado…

¿El fuego produce agua?


lunes, 29 de marzo de 2010

CUENTO CUMPLEAÑERO


BHUHB EN LA MONTAÑA. ESCRITO POR RJ

En la montaña vive Balarad, el Oso Montañés, que duerme todo el invierno, y cuando se despierta tiene muy buen humor, pero está tan dormido, que se tropieza con los árboles, pero con los árboles grandes que se pueden defender, no contra los chiquitos que se quebrarían. Balarad, es un oso muy divertido, rojo como el otoño, y con unos dientotes muy grandes que los chicos usan para medir si está bien de largo el soporte de los barriletes.

A Balarad le encantan los barriletes y es campeón de remontada de barriletes.

Una vez levantó uno que se enganchó en una estrella y tuvieron que cortar la soga. Con lo que tuvimos la primera estrella con barrilete. Luego se puso de moda y todas las estrellas bajaban a tratar de agarrar un barrilete. Balarad fabrica sus propios barriletes. Los hace de papel hojas secas de árbol y de ramitas que se cayeron. Las sogas se las manda a pedir especialmente, porque son sogas de seda de gusano de seda, por lo que remontar uno de los barriletes de Balarad es una cosa muy agradable para las manos.

Lhahl siempre quiere quedarse con una de las sogas para atarse el pelo, pero nunca se las pide porque es muy tímida. Los barriletes que hace Balarad, son de todos colores, porque pinta cada hoja seca con un color distinto, y en algunas, pinta cosas muy trabajadas como el de un Caballo-Gallo o una Gallina-Caballo.

Pero desde hace un tiempo, Balarad pinta las Aventuras de Bhuhb en los barriletes para que, cuando se le corta una soga o el barrilete se lo roba algún arbolito, tengan con qué entretenerse en los ratitos libres. Es, por cierto, un oso muy trabajador. Se la pasa juntando hojitas en el otoño para cuando salga la primavera poder hacer los barriletes y remontarlos en el verano.
A la princesa Alba, en su cumpleaños, le regaló un barrilete hecho con hojas de Abedul, madera caida de un Arrayán, e hilo de barrilete de un gusano de seda Marroquí, experto en artes marciales. Tenía escrito muy chiquitito en un borde: "Para la princesa más Azul y más bonita. Balarad".

Y Colorín Colorado…

La cometa —también conocida con otros nombres — es un juguete y un deporte.Es un artefacto volador más pesado que el aire, que vuela gracias a la fuerza del viento y a uno o varios hilos que la mantienen desde tierra en su postura correcta de vuelo.




domingo, 28 de marzo de 2010

CUENTO ENGLOBADO


QUECO EL GLOBO. MARINA CABALLERO DEL POZO.

Queco estaba radiante y azul. Azul como el cielo que tenía encima. ¡Qué techo más alto! Azul como las guirnaldas que adornaban la plaza. Azul como el vestido de una niña que comía trozos de nube. ¿Se comían las nubes? Al menos a Queco se lo parecía. La pequeña señaló a Queco con el dedo pegajoso, pero su hermana mayor tiró de ella y de su algodón de azúcar hacia un portal. La propina no daba para más. Queco seguía radiante y ansioso. Radiante como el sol que iluminaba las farolas todavía apagadas y que daba brillo a las hojas aún verdes del parque. Radiante como el bullicio de toda la barriada en fiestas.

¿Qué habría más allá?, se preguntaba Queco; ¿qué cosas?, ¿y cómo serían? El niño mordisqueaba con fruición una brillante manzana roja. -Porfi, anda, cómpramelo. Para lo que te va a durar… Que sí. ¡Vamos, papi, cómpramelo! El hombre suspiró y buscó dinero suelto en el bolsillo. -¿Cuál quieres? -preguntó el globero. Queco se izó más si cabe. El niño con la boca llena de manzana y caramelo pasó revista: había dos globos amarillos, otros dos blancos, tres verdes, uno… -Ése, ése azul. Lo quiero. Con la emoción, a Queco se le olvidó despedirse de sus compañeros. ¡Vaya suerte!, pensaron éstos. Ellos tendrían aún que esperar. Y lo vieron marchar muy ufano con el niño. La tarde decaía y en la ciudad las luces no estaban quietas. ¡Qué divertido para Queco! El ámbar se apagaba, se encendía, se apagaba… -¡Espera! ¡Ven acá! -chilló el padre a buen paso.

Pero el pequeño correteaba entre risas por la acera, brincaba de aquí para allá dando gritos… Varios dedos infantiles lo señalaron con pelusa, y Queco se vio impelido en todas las direcciones. ¡Era tan emocionante! -Se te va a soltar. Lo veo venir -aseveró el padre reteniendo al chiquillo ante un cruce. Al poco, los espacios se achicaron. Entonces el niño soltó a Queco y éste se encontró en lo alto de una pequeña habitación. ¡Cuánta fiesta en todas las pupilas! Satisfecho como estaba, a Queco no le importó pasar la noche contra un techo de escayola. Aquel sábado, el sol entró bonachón en el cuarto. La flota del almirante esperaba zarpar de inmediato porque, a pocas millas, tras la espesura de la isla, fondeaba un barco pirata de terrible leyenda. Faltaba dar la orden; pero el pequeño marino, aunque intrépido, sólo tenía ojos para su nuevo juguete: Queco. Precisamente a Queco le chocaba ver una tripulación muy diminuta junto a cosas enormes como el armario, la cama… De improviso, recibió un empujón, seguido de otro más contundente. Todavía en pijama, el niño, de pie sobre el edredón de monigotes, enarbolaba el mango de un plumero. Queco se corrió de sitio, pero no bajó. Entonces el chiquillo pidió refuerzos. -Toma, tómalo, que me dejas sorda con tanto chillido-. Y la buena señora, de paso, entreabrió la ventana para airear la habitación.

Estaba bien. Su amiguito quería divertirse y Queco jugó a ser pelota. Botó, salió disparado hacia la lámpara (que giró caótica), tiró panza arriba al oso peludo y… ¡Gol! El pequeño delantero palmeó dando un salto, luego volvió a la carga con más ímpetu. ¡Yupi! Aquello era excitante, pero cada patada dolía. Queco supo entonces que él no estaba hecho para aquellos trotes. Alicaído, quedó sobre el césped de la alfombra. Sin embargo, no hubo respiro. ¡Paf! -¡Qué chutazo! -bramó el crío. Esta vez Queco no chocó contra ningún mueble. Sólo caía, caía… A los gritos renegados del niño acudió la abuela. -¡Vaya! Ya me extrañaba a mí que te durara tanto. La mujer se asomó: miró al cielo, luego a la calle. -Bueno, no se le ve-. Y, sin entretenerse más, cerró la ventana. Conocía bien las pataletas de su nieto. Queco estaba allí, parado en mitad del paso de peatones. No salía de su aturdimiento. ¡Cuánto ir y venir! Piernas con faldas, pantalones, más piernas… Un tacón golpeó con fuerza el pavimento a pocos milímetros de él. ¡Menudo susto! Se había librado de una buena. Pero ¿qué pasaba ahora? Las botas, los playeros, muchos zapatos corrían a las aceras. Queco se quedó solo frente a la luz roja, que lo miraba apremiante. Y justo entonces aquel camión gigantesco rugió. Sus ruedas comenzaron a girar muy aprisa. Unas ruedas enormes con neumáticos que enseñaban sus dientes… Y a la vez que giraban, se acercaban más y más a Queco. Éste deseó empequeñecer, convertirse en una mota de polvo, en menos incluso. Pero el horrible monstruo ya se le echaba encima, ¡qué espanto!, y se lo tragó con estruendo.
Fueron segundos o miles de años en un túnel oscuro y estremecedor. Luego los acelerones del camión se alejaron envueltos en humo, y Queco fue a parar junto a un bordillo. ¡Menudo destino el suyo!, en la rejilla de un desagüe. Gracias a que las hendiduras eran estrechas… En ese momento, una mano gordita agarró a Queco. Éste se encontró con dos ojos redondos e inocentes. ¡Menos mal! Aquel pequeño ser se interesaba por él. La nena balbuceó contenta de su hallazgo. -Pero, pero ¿qué tienes en la mano? ¿No te he dicho que no cojas nada del suelo? Es caca, ¡caca!
De nada sirvieron los gimoteos de la pequeña reclamando su tesoro. Queco acabó en la papelera, entre varios pañuelos de celulosa con catarro y una piruleta rota.

¡Qué desdicha! ¿Les habría pasado lo mismo a sus compañeros? Con la ilusión que todos tenían de conocer mundo. Cómo añoraba al globero en la esquina, rodeado de chiquillos. Alguien arrojó un refresco a medio beber. Queco se encogió maltrecho y mojado. ¿Qué iba a ser de él? ¡Zas! Ahora le tocaba el turno a una cajetilla de tabaco. Ni siquiera para reciclar. Encima de lo mal que olía. Y así, a cada rato, fueron cayendo más desperdicios. No, no había solución. Queco se quedó sin espacio y sin luz.

De repente, al cabo de quién sabe cuántas horas, algo se empezó a mover dentro de la papelera. Algo que rebuscaba apartando sobras de merienda, folletos sin leer… Queco volvió en sí medio asfixiado. ¿Qué sería aquello? Entonces se abrió un resquicio de luz y… Era una mano, una mano grande que hurgaba ahora en un paquete. -¡Ajá! -exclamó el vagabundo desde arriba. Aunque poco, al menos tendría una galleta que llevarse a la boca. Pero también sería cosa de seguir husmeando…

Queco sintió que unos dedos ásperos lo palpaban, lo achuchaban. Y en un santiamén estuvo fuera de la papelera. Esto era el final, sin duda. -¡Caramba, chico! ¡Qué mala pinta tienes! Aquella cara curtida y con arrugas le sonrió de oreja a oreja. Pero Queco había sufrido tantos batacazos que ya no se lo creía. -¡Hum! Veamos si puedo hacer algo por ti. El vejete lo sacudió amistosamente. Nada se perdía con probar. Así pues, inspiró con fuerza y, ni corto ni perezoso, le soltó a Queco un largo soplido. Casi de sopetón, Queco se llenó de aire. ¡Ah, qué bien! Empezaba a sentirse mejor, mucho mejor. ¡Viva, estaba salvado! Y todo gracias al buen vagabundo. ¿Podría irse con él? Desde luego no era mala idea: una vida bohemia, lugares que desconocía… -¡Caray, chico! Pareces otro. Era verdad. De nuevo Queco estaba radiante y azul.

-¡Hale!, te voy a soltar. A Queco le dio un tembleque. Allá abajo pasaba el río. Como se cayera al agua, ¡menudo porvenir otra vez! Su amigo el vagabundo lo despidió con una palmada. -¡Buen viaje, chaval! Queco estaba aterrorizado. Mira que tenía mala pata. Siempre lo mismo. Todo se le chafaba. Pero ¿no era cierto que flotaba? ¡Sí!, ¡subía, subía hacia el techo azul! ¡Y qué pequeñas se quedaban ahora las casas, el puente, los coches…! Al principio sintió un poco de vértigo, porque también el vejete dándole de mano parecía una miniatura. En cambio el espacio resultaba enorme. Y placentero. Se podía sentir a sus anchas. Queco ya no tenía miedo. Al revés, ¡menuda gozada! Aunque… ¿Adónde iría? Abajo la diminuta ciudad ya estaba en sombras, mientras que, a lo lejos, en otras tierras amanecía. ¡Claro, eso! Seguiría al gran disco dorado en sus andanzas, donde quiera que fuese. Era muy alegre, y todo un artista que pintaba con bonitos colores los paisajes. Además, con él no se pasaría frío. ¡Iba a ser un viaje maravilloso! De repente, a Queco lo envolvió un abrazo tibio y jovial. ¡Qué gracia! La ráfaga le incitaba a dar volteretas: hacia adelante, hacia atrás, de lado… ¡Ja, ja, ja! ¡Vaya juerga! Aunque puestos, ¿por qué no echar un baile? Queco se lo estaba pasando en grande, mientras la ráfaga canturreaba. Era tan feliz que no se paraba a pensarlo. ¡Ay, pero qué despiste! Ahora Queco se acordó del viaje. No había tiempo que perder. Se estaban entreteniendo demasiado. ¡Vamos, aprisa! Y Queco, más radiante y azul que nunca, marchó raudo en pos del sol de la mano del viento.

Y Colorín Colorado…

Su origen se romonta a Francia. En 1.783, los hermanos Montglofier diseñaron el prototipo de lo que luego sería llamado globo aerostático. El principio fundamental se basa en la teoría de que encerrando una cantidad de aire más ligero que la atmósfera en un armazón de poco peso, esto produciría su elevación.


sábado, 27 de marzo de 2010

CUENTO INCONTABLE


EL CUENTO QUE JAMAS SERÁ CONTADO. Bucanerita

Las nubes estaban muy alborotadas, brillaban con gris intenso, no eran los mejores días para navegar. Arribó a la isla más cercana y allí decidió descansar. Con la cabeza en las rodillas recreaba su corta vida, no eran los mejores momentos.

Algo rozó su pelo, era ligero como una rama, pero no, no había nadie. Se levanto perezosamente, se sentía melancólica, una melancolía sin sentido, nada había llenado su vida. Echó a andar, despacio, pensativa?.A lo lejos algo relucía, algo la arrastraba sin proponérselo. Entre las ramas encontró un tesoro, ¡¡¡ era increíble!!! No lo había buscado, ¿por qué encontrarlo? Lo cogió lo acarició y se dirigió al barco con prisa, quería guardarlo. Ella no conocía tesoros, siempre viajaba sola surcando los mares.

Cogió el rumbo hacia la isla de los sueños, allí lo escondería donde nadie lo pudiera encontrar. ¿Se sentía feliz? Junto al tesoro encontró el mapa, se tumbó bajo una palmera, iba a revisar su contenido. ¡Increíble! ese tesoro había pertenecido a una princesa?.

Abandonó la isla de los sueños y navegó hacia su tierra. Al llegar a casa buscó entre sus libros, debería encontrar esa historia. Una vez el libro entre las manos, empezó a leer sin detenerse. ¡¡¡Qué bella historia!!!!! Su corazón soñaba siempre con el amor, ella aun no lo había encontrado. Quiso ver ese tesoro, lo guardaría en la isla hasta que la princesa lo reclamara. No quiso pararse a descansar, volvió a embarcar hasta llegar a él. Su sorpresa fue grande, no se dejaba encontrar, parecía un tesoro embrujado. Sabía donde lo había guardado, pero?.

Estando escribiendo este cuento apareció el hombre de mis sueños. Lo interrumpí llena de felicidad. No llegaron esas palabras que anhelaba mi alma, fue un adiós???

Este cuento queda interrumpido. Habrá muchos cuentos, pero este jamás podrá ser contado. Habrá muchos grandes amores, pero este gran amor lo cortaron de raíz sin haber casi empezado.
Habrá bucaneros que surcarán los mares, pero ya nadie podrá abominar de la Fantasía. Y Colorín Colorado…

Un bucanero (en las lenguas caribes: bucán es rejilla o trama de madera utilizada para ahumar la carne por los habitantes precolombinos de las Antillas) era en origen un habitante de la parte occidental de la isla

viernes, 26 de marzo de 2010

CUENTO SOÑADOR



LA ATRAPA SUEÑOS Y EL HACEDOR DE ESTRELLAS. AUTORA MEXICANA.

Más allá del último horizonte, donde la luz se convierte en una interminable cascada que lo baña todo, existe un lugar llamado Mizar, que es el hogar de un hermoso ángel llamado Illumine, y ella pasa sus días y sus noches cuidando y manteniendo a salvo los sueños de todos los seres vivientes. Todo en Mizar está hecho de sueños, todo lo que has imaginado, cada color, o escenario, cada sonido y palabra se encuentra en este lugar. Todas las musas que los hombres conocen habitan ahí, y juegan con los sueños de los niños, y también sueñan con los sueños que los hombres convertirán en realidad.

En Mizar todos conocen y aman a Illumine, ángel de los sueños, pero la llaman “la atrapa sueños” porque cuando alguien tiene un mal sueño, uno de ésos lleno de miedo o tristeza, Illumine los atrapa en el aire y los lleva a un antiquísimo mar llamado Akilá, en cuyas aguas púrpuras, cristalinas y puras aquellos sueños se limpian y se convierten en la arena plateada que cubre la costa; pero ésta no es la única tarea que lleva a cabo la atrapa sueños; ella también vuela cada noche a través de los mundos para inspirar sueños placenteros y calmar nuestros corazones y mentes, así que cada noche en nuestros sueños todos viajamos a Mizar y hacemos que ese lugar sea más grande, alto y brillante …

“En algún lugar más allá de las estrellas, en algún lugar entre los mundos, existe un lugar en el que nunca has estado, pero es el lugar en que tu corazón fue creado”.

Sobre la montaña más alta de Mizar se levanta un magnífico castillo, en cuya torre habita otro poderoso ángel llamado Vermalion, éste ángel también es un mago, un alquimista y todo un artista; todo lo que Vermalion toca se convierte en una gran obra de arte. Entre interminables filas de libros y cientos de frascos que contienen todo tipo de coloridas pociones, esencias, rocas y cosas que sólo podrías ver en tus más excéntricas fantasías, encontrarás al gran Vermalion trabajando en un nuevo proyecto; pero lo que más ama hacer éste ángel es hacer estrellas… es un trabajo muy laborioso, pero cuando está terminado, los resultados son sorprendentes… Aries, las Híadas, Aldebarán, Tauro… ¿alguno de estos nombres te suena familiar? Todas éstas constelaciones y más, muchas más fueron hechas por el gran Vermalion, mejor conocido como “el hacedor de estrellas” él es quien ha iluminado el cielo nocturno… bueno, no sólo el nuestro, sino todos los cielos en donde quiera que haya uno.

“En algún lugar más allá de las estrellas, en algún lugar entre los mundos hay un ángel que jamás permitiría que te perdieras”.

La vida transcurría pacífica y feliz en Mizar, con todo mundo haciendo su mejor esfuerzo para inspirar a la mente humana con cosas hermosas y todo aquello que es bueno, creativo y puro; pero un día un trueno ensordecedor sacudió el suelo de Mizar, nunca antes algo como eso había sucedido, y las musas, las hadas, los gnomos, elfos, ángeles y todas las criaturas que creemos imaginarias se reunieron en e castillo de Vermalion para descubrir que era lo que habían escuchado. Y justo frente a sus ojos, parado en una esquina del lugar hallaron a un pequeño mirándolos con gran curiosidad. - ¡Bienvenido a Mizar! –exclamaron todos. ¿Dónde estoy? - Este es el lugar donde nacen los sueños –dijo la atrapa sueños - ¿Estoy durmiendo? - Así es … y al mismo tiempo no - No comprendo - Estás soñando mi pequeño –dijo el hacedor de estrellas pero no todos pueden soñar el camino hasta aquí… tienes un espíritu muy fuerte … y una mente ávida - ¿Eres un ángel? - Si, lo soy, mi nombre es Vermalion… y el tuyo es Orión ¿no es así? - ¡¿Cómo lo sabes!? - Puedo verlo escrito en tus ojos, y has venido hasta aquí buscando respuestas… ¿estoy en lo correcto pequeño Orión? … sí …

Vermalion, Illumine y Orión comenzaron a caminar a lo largo de la costa, contemplando las doce bellísimas lunas llenas en el cielo de Mizar, mientras sentían las cálidas olas púrpuras bañando sus pies. - ¿Qué te ha traído hasta aquí mi pequeño? –Preguntó Illumine -soy demasiado curioso … al menos eso dice mi mamá … verán, hace un año traté de contar todas las estrellas … porque creí que sería sencillo, pero luego noté que cada día hay más y más estrellas; así que leí muchos libros y supe que hay cientos de millones de ellas … ¡y eso es sólo en nuestra galaxia! ¡Y sólo Dios sabe cuántas galaxias hay por ahí! Pero luego me di cuenta que no sabía de dónde vienen las estrellas… así que busqué y busqué, y leí e investigué, y pregunté… y todos dijeron que las estrellas son rocas hechas de minerales y hielo y otras cosas… pero … eso no tiene mucho sentido para mí … ¿de verdad las estrellas sólo son un montón de rocas encendidas flotando en el espacio exterior? - Puedo ver que eres muy curioso pequeño Orión… y es una actitud que te llevará a lugares que nunca imaginaste, tu creatividad e imaginación te han traído hasta aquí, y te prometo que obtendrás la respuesta que buscas, pero primero, déjame mostrarte un secreto.

Entonces los dos ángeles comenzaron a mostrarle al niño el mundo de Mizar, y le revelaron las grandes refulgentes montañas rojas de Igne que estaban hechas con los pensamientos de amor de todos aquellos que han partido de nuestro mundo, porque el amor nunca muere, jamás se desvanece, es infinito; el amor continúa creciendo… justo como aquellas montañas que se hacen más altas cada vez que alguien piensa en aquellos a quienes ama. Entonces los nuevos amigos caminaron hasta el valle de Telesmi, donde habitan todas las criaturas que la mente humana ha imaginado; todas las hadas, unicornios, sirenas y los amigos imaginarios que hemos tenido viven toda clase de aventuras, porque es nuestro valor y nuestra fuerza lo que les ha dado la chispa de la vida.
“En algún lugar más allá de las estrellas, en algún lugar entre los mundos existe la prueba de que el amor y la vida continúan haciéndose fuertes”.

Después de observar bien la belleza de Mizar, Orión notó algo peculiar, parecía que mientras más caminaban más paisajes y caminos aparecían. - ¡Éste lugar es infinito! ¡como las estrellas! - Infinito… así es –dijo la atrapa sueños y toda esta belleza ha sido obra tuya muy pequeño. - ¿Cómo puede ser posible? - Querías saber de dónde vienen las estrellas –dijo Vermalion– ¡Y ésta es la respuesta! Cada vez que los humanos sueñan o piensan en algo hermoso, Illumine, la atrapa sueños, lleva ésos sueños brillantes, coloridos, placenteros y alegres conmigo y yo les doy forma y les doy un lugar en el espacio exterior para que cada humano pueda ver lo que quieren hacer, y cuando un sueño se hace realidad se convierte en una estrella fugaz… y cuando alguien la ve y pide un deseo, otra estrella nace. - ¡Vaya! ¡Significa que las estrellas están hechas de sueños! - Eso es correcto mi pequeño, y arden porque están hechas con toda la pasión de la vida, y todo el amor de aquellos que soñaron algo bueno; y nuestro amado hogar, Mizar, crece gracias a aquellos espíritus como el tuyo, llenos de vida, creatividad y fe, así que por ello las estrellas son infinitas. - ¿Pero es cierto lo que mucha gente dice de los sueños? - ¿Qué dicen mi pequeño? - Que los sueños son tontos e inútiles - Tu corazón ya sabe la respuesta…

“En algún lugar más allá de las estrellas, en algún lugar entre los mundos, existe alguien iluminando el cielo para que puedas sonreír”.

De repente el pequeño Orión despertó, y supo que su viaje no había sido sólo un sueño, ahora tenía la certeza de saber que no hay tal cosa como un sueño tonto o imposible, y que no había razón alguna para sentirse solo o perdido, porque sólo tenemos que mirar al cielo para ver nuestras estrellas brillando, sonriéndonos, mostrándonos el camino correcto para hacer nuestros sueños realidad. Orión sabía que en algún lugar más allá de las estrellas, en algún lugar entre los mundos hay un lugar en el que habitan la atrapa sueños y el hacedor de estrellas, cuidando a todas aquellas almas que no tienen miedo de llamarse soñadores. Y Colorín Colorado…

jueves, 25 de marzo de 2010

CUENTO DRAGONIANTE


LOS DRAGONES DE FUEGO. CIENTÍFICO JUAN.

En un reino muy lejano llamado Powermonger, se pagaba grandes recompensas en oro para matar a los dragones de fuego. El Rey Yergües quería acabar con los Dragones. Sentía odio porque en una ocasión fue atacado por uno de ellos. Este ataque fue porque el Dragón defendía a unos humildes pescadores de las ansias expansionistas de este rey despótico y muy cruel y villano por apoderarse de tierras que no le pertenecían y echar a estos humildes aldeanos. Estos dragones no eran violentos…tampoco atacaban a los aldeanos. Los Dragones eran pacíficos, y con su magia daban buena suerte a los aldeanos, como buenas cosechas, podían provocar lluvia en zonas que era necesario para riego, etc.

Yergües hizo una proclama por todo su Reino…se pagaría una bolsa de oro por cada Dragón muerto que le trajesen a su castillo. Esto provocó la venida de rudos y expertos cazadores de Dragones, venidos de más allá de los mares oscuros, y que apareciesen a ofrecer sus servicios de caza recompensas al Rey Yergües. Estos caza recompensas que eran hombres crueles…acabaron con los Dragones de este Reino en poco tiempo. Pero, sobrevivió una bella cría hembra de Dragón de fuego. Escondida en una profunda cueva.

Las águilas de cabeza blanca…supieron que aún quedaba una cría y debía ser rescata y protegida…ya que no tardarían mucho en encontrarla y darle muerte. Una de estas bellas águilas voló hasta el reino de la reina Alejandra, donde vive el príncipe Valen. Valen escucho del águila los tristes acontecimientos en ese lejano reino cruel…y la desaparición de todos los Dragones…menos una bella cría. Valen cogió su caballo trueno y galopo hasta la frontera de su reino que lindaba con el reino de Yergües. Por el camino…se le unieron a valen otros compañeros suyos para preparar un plan para rescatar a la cría de dragón todos juntos.

Cuando llegaron al Reino de Yergües…se disfrazaron de buhoneros (mercachifles)…llevando un carro y unos caballos de tiro para pasar desapercibidos, y no levantar sospechas de los planes de rescatar al Dragón. Desde lo alto una de las águilas vigilaba el camino y guiaba a valen y sus amigos hasta la cueva donde se escondía la cría de Dragón.

Al llegar a la entrada de la cueva…valen dijo a sus amigos que le esperaran fuera. Ya que él es el único que puede hablar con los animales. Valen entro…y la cueva era muy profunda y tuvo que usar una antorcha para alumbrarse para ver por donde caminaba. Después de mucho andar…oyó un sollozo ronquito que le dio la pista de donde estaba la cría. Entro en una galería grande donde había unos agujeros naturales en el techo de la cueva…donde se filtraba la luz natural y se podía ver sin problemas. La cría estaba asustada y se escondió detrás de unas rocas próximas. Valen hablo el lenguaje Dragón…y le explico que venía para protegerla y llevarla a un lugar seguro lejos de los hombres que la buscaban y que querían cazarla. La Dragoncita se abalanzó en valen y le lamió de felicidad. Valen llevo en sus brazos a la cría que tiernamente confiaba en valen. Cuando salieron de la cueva…la camuflaron en unas cajas donde había otras crías de otros animales para confundir a los guardianes del reino cruel de Yergües.

Ya de camino con el carromato de buhoneros y transportando una carga de animales de granja para ocultar a la cría de Dragón…próximos a la frontera los guardias del rey Yergües los hicieron parar para investigar si llevaban algo ilegal. Los guardias registraron la carga…y poco a poco iban mirando las jaulas para comprobar que animales eran transportados. Cuando ya casi estaban a punto de descubrir la cría de Dragón…una de las jaulas que portaban ocas se escaparon para picar a los guardias. Los guardias recibieron multitud de picotazos que provoco la suficiente distracción para que no prosiguieran investigando la carga. Los amigos de valen recogieron las ocas y las volvieron a poner en sus jaulas. Los guardias molestos…les ordenaron que prosiguieran.

Valen fue hasta el reino de la reina de las hadas Meg. Allí dejo al cuidado de las hadas, a la bella cría de Dragoncita. Mientras tanto los cazadores de dragones llegaron a la cueva donde se refugió la Dragoncita. Y se percataron que ya no estaba ahí. Pero buscando pisadas o marcas en el suelo se percataron que había unas marcas de ruedas de carro en el suelo…siguiéndolas vieron que conducían hasta fuera de las fronteras. Pusieron en conocimiento del rey Yergües de sus sospechas que alguien debió rescatar a dicha cría. El rey enfurecido y rojo de rabia…subió por las escaleras de la torre más alta de su castillo…en ella había una bruja que tenía poderes y él siempre le consultaba en todo tipo de cuestiones que iban más allá de sus manos. La bruja llenó una bandeja con agua negra y al poco rato se pudieron ver las imágenes de los rescatadores de la cría de Dragón. La bruja dijo a su rey que ahora estaba bajo la protección de las hadas y que tendría que ser él mismo quien debía ir a capturar a la cría de manos de las hadas y traérsela para propósitos maléficos. La bruja le dio un manto que hace invisible a las personas que se lo ponen. El rey despidió a los cazadores y dijo que él se encargaría de capturar al último dragón vivo.

El rey caminó por ocultos senderos para llegar hasta el reino de las hadas de Meg. Se colocó el manto y ya no era visible a los ojos de nadie. Para guiarse usaba un pequeño diente de Dragón que llevaba colgado de su cuello (que la bruja le dio al marchar) que al ponerlo en su mano…siempre indicaba con su punta afilada (colmillo) la dirección de donde se encuentra otro dragón…o en este caso la cría de Dragón. Una de las hadas cuidadoras de las flores vio que en el suelo quedaban marcadas en el suelo unas pisadas…pero no se veía que era al ser que las iba dejando al caminar. Alarmada la hadita hablo con una de sus hermanas hadas para que avisara a Meg…mientras ella sigilosamente seguiría a donde iba ese ser oculto que sólo dejaba sus pisadas en el suelo. Yergües llego hasta un valle muy hermoso…donde las hadas volaban por todas partes y se les veía muy felices trabajando por hacer más bello el lugar y con su mágica presencia. Entonces es cuando vio a la cría de Dragón, jugando con una cría de oso. Las dos crías jugueteaban y en uno de sus juegos corrieron hasta una zona poco transitada…Yergües aceleró su paso para no perderlos de vista y ver hasta donde se dirigían. Vio que siguieron sus juegos cerca de un acantilado que acababa en un angosto y profundo cráter de un viejo e instinto volcán medio inactivo. Había zonas donde brotaban chimeneas de humo sulfuroso de las entrañas de la tierra.

Fue entonces cuando Yergües saco un frasco con un fuerte anestésico para adormecer a la cría de Dragón…cuando tuviera la oportunidad. Esperaba el momento adecuado para sedarla y llevársela a las manos de la bruja. Fue entonces cuando apareció de improviso la reina Meg volando hasta el lugar. Se planto delante de donde estaban las pisadas quietas…y saco un varita mágica y dijo un encantamiento que hizo que el manto de la invisibilidad cayera al suelo y apareciera al misterioso ser…y Meg se sorprendió al ver que era el rey maléfico Yergües. El rey intento desenvainar una espada corta y de color negro para herir a Meg…pero Meg fue más rápida y con un simple gesto de su varita produjo un rayo azul que empujo a Yergües y cayó en uno de los agujeros donde brotaban estertores de lava. Así fue el final del Rey Yergües.

Las dos crías de oso y dragón se abalanzaron sobre meg, para acariciarla por haberlas protegido de ese ser maligno. Al agacharse Meg para acariciar a las dos crías…se percató que en el suelo había un colmillo de Dragón con una cadena que le había caído al suelo Yergües en la lucha…Meg vio que al ponérselo en su palma de su mano siempre apuntaba a la Dragoncita. Se percató que era como una brújula para localizar otros Dragones. Este colmillo fue luego utilizado para encontrar otras familias de Dragones de fuego de lejanos y remotos lugares. Para que pudieran hacer feliz esta bella cría de Dragón que necesitaba una familia de su especie. La Reina Meg y el Valiente Valen…consiguieron con los años que el antiguo reino ya extinto del muerto rey Yergües volvieran a surcar los cielos Dragones mágicos, que ayudaban a los aldeanos a ser felices y hacer cosas maravillosas para que todo volviera a una linda armonía. Y Colorín colorado…

Los alados son seres mágicos afines al fuego. Poseen la capacidad de elevarse y son muy temidos por todos los elementales. Sólo una salamandra puede hacerles frente.

miércoles, 24 de marzo de 2010

CUENTO VOLADOR


EL SOMBRERO VOLADOR. Bhuhb

¿Ustedes saben porqué los sombreros se escapan cuando hay viento? –, preguntó Bhuhb a las señoras Rosa y Margarita un martes de té. ¡No! –, contestaron a coro las dos flores intrigadísimas.

Hace muchos, pero muchos años, había un gnomo llamado Khuhk que era sombrerero. Fabricaba sombreros de muchas formas y colores. Hacía sombreros de fiesta, sombreros para salir a pasear, sombreros para alegrar a los que están tristes y sombreros para los que tienen hambre (esos los hacía de sándwich de queso). Khuhk estaba enamorado de la princesa Andreiña, que tenía unos pelos color del sol, largos hasta la cintura. Khuhk no sabía cómo hacer para que la princesa Andreiña se riera. Ella estaba enojada porque Khuhk se había comido su chupetín. Khuhk le contaba chistes, la invitaba a bailar, le regalaba chocolates, ¡hasta le regaló una caja entera de chupetines! Pero nada...

Entonces, Khuhk inventó un sombrero volador. El sombrero era blanco de seda y tenía dos alitas a los costados muy chiquititas con forma de triángulo. Estaba adornado con el polvo de estrellas que Khuhk había ido coleccionando desde muy chico. Khuhk le dijo a Andreiña: Yo te regalo este sombrero volador, pero debes que tener cuidado, porque se pone a volar con la brisa más leve.

Entonces, en el momento justo en que la princesa Andreiña se ponía su sombrero, un viento fuerte comenzó a soplar. Los pelos de la princesa ondulaban para todos lados, reflejando las luces del día. Y entonces Andreiña comenzó a volar. De a poquito fue subiendo y subiendo hasta que sólo era un puntito en el cielo. Voló durante tanto tiempo que todos –pensaban que no iba a bajar más, pero bajó.

Cuando bajó, estaba tan feliz que se puso a reír con una risa tan contagiosa que Khuhk también empezó a reírse. Y también empezó a reírse un árbol que estaba mirándolos. Y también se reía una piedra de cuarzo que se había perdido en el bosque. Y así la risa se fue contagiando tanto que en pocos minutos todo el bosque se reía a carcajadas limpias. Tanta fue la risa que, desde entonces, todos los sombreros quieren salir volando cuando sienten un poquitito de viento soplar. Y Colorín Colorado….

Lo invento un naufrago, por que tenia calor asi que agarro hojas de palmera e izo un sombrero para protegerse del sol ,en el año de 1960. También se dice que su inventor, fué el inglés John Etherington, propietario de una lujosa mercería del Strand, el quince de enero de 1797.

martes, 23 de marzo de 2010

CUENTO PRIMAVERAL


¿CÓMO NACIÓ A PRIMAVERA?. ROCIO BELLER

Hace tiempo en la triste y fría comarca de Grisálida se convocó a un concilio de hadas del mundo, asistían desde las más ancianas hasta las niñas hadas recién recibidas...

El hada abuela-madrina dio la bienvenida y la consigna del día: ¡Necesitamos una comarca alegre!....Todas a poner ideas....

Casi todas dieron ideas pero ninguna convencía...... Hasta que una tímida niña hadita recién graduada levantó a mano y dijo: ¡Tenemos que inventar los colores, los gustos, las fragancias. Y su primo el duende verano dijo: Y que todos se enamoren y no haga tanto frío... Todas gritaron ¡SIII !!! Y aplaudieron.....

Esa madrugada en círculo todas tomadas de la manos, juntaron sus poderes e invocando las palabras mágicas, de todas las varitas surgió un hermoso arco iris que inundó la comarca y parte del mundo… y a los pájaros, a las flores, a las frutas y todo se llenó de bellísimos colores, trinos, gustos y fragancias exquisitas, el clima se templó y todos andaban con las mejillas rosadas con caras de enamorados.

Y así en agradecimiento de la hadita primavera y del duende verano quedó el nombre de la nueva estación: PRIMAVERA. Y Colorín colorado…

La primavera es una de las cuatro estaciones de las zonas templadas, la transición entre el invierno y el verano. El término "primavera" proviene de prima (primer) y vera (verdor)es el clima más cálido y florecen las flores.

lunes, 22 de marzo de 2010

CUENTO IDEAL


UN DÍA EN LA CIUDAD DE LOS LOCOS. ELKORE

Había recibido una correspondencia de Infanid, un amigo de mi niñez, quien vive hace ya varios años en la ciudad de Malsan-menseyo. Me había extendido una invitación para que vaya a pasar unos días en aquella ciudad. Infanid me comentaba que la misma se hallaba enquistada en el país de “Normaluyo”, donde la ciudad de Malsan-menseyo era famosa por ser conocida como “La ciudad de los locos”. Y como una extraña curiosidad se apoderó de mi, decidí salir de mi trabajo por unos días para conocer aquel lugar.

A la semana siguiente ya estaba con Infanid, mi amigo de la niñez. Malsan-menseyo es una ciudad como cualquiera, ni tan cerca ni tan lejos, ni tan moderna ni tan antigua, ni tan pequeña ni tan grande, ni tan de unos cuantos miles de raras y raros habitantes, y que para comunicarse emplean una lengua desconocida para mí, pero que está formada con las raíces más comunes a todos los idiomas. Un día salimos a pasear, a conocer la ciudad. Lo primero que me llamó la atención fue el tipo de vestimenta que usaban hombres y mujeres. Un festival de colores imaginables y no imaginables! Algunos desafiaban a la tibia luz diurna con sombreros tan raros que no era posible asociarlos con modas, o con oficios conocidos Las camisas, sacos y otras prendas similares tenían tal variedad de estampados que requerían una mirada más pegajosa.

Generalmente en una prenda, una manga era distinta a la otra, ya sea de colores, de figuras, de rayas, o de diseño. De igual forma, las polleras y los pantalones cortos, semi-cortos, largos, semi-largos, hacían juego, o no, con la gran variedad de aquellas tonalidades. Los que usaban calzados, en general, los tenían diferentes, es decir, un par en número pero impar en los demás atributos, y en las zapaterías era común comprar uno de cada clase. Lo mismo acontecía con los que usaban medias. Pero no todo era tan colorinche ni descabellado. De vez en cuando, algún habitante de esa ciudad, con un atuendo al que yo podría llamar “normal” me aliviaba, al compartir conmigo la rareza de mi formal vestimenta.

Después, nos sentamos en el banco de una plaza y continuamos observando a los transeúntes. Algunos pasaban cantando, o silbando, otros trotando, otros estiraban sus músculos haciendo semi-cabriolas. Para mí era un espectáculo tan ridículo que no podía evitar que mis carcajadas huyeran volando en libertad. Algunos transeúntes intercambiaban saludos, se miraban a los ojos, jugaban tomados de las manos al son de una alegre música que animaba desde una esquina de la misma plaza. Muchas veces - me comentaba mi amigo- no sabemos ni los nombres de las personas con las que nos encontramos, pero hallamos placer en los colores que trasunta el mundo interior de nuestro semejante a través de las miradas. Hallé interesante la cantidad de jugueterías que por todos lados habían proliferado. También la cantidad de plazas, una muy cerca de la otra, y cada una de estas equipadas con una gran variedad de elementos lúdicos que de sólo verlas, fantaseaba que con un lugar así podría ser muy lucrativo para explotar la industria de la diversión en mi ciudad. Pero allí estaba todo... gratuitamente, y al alcance de cualquiera.

La gente aquí es muy juguetona -me comentaba Infanid. Y me extrañaba que no era una actividad exclusiva de los niños. Más tarde, entramos a un predio público, una especie de municipio local. Y allí continuaron creciendo mis anonadaciones.
En las instalaciones, pude observar sillas, escritorios, enormes almohadones para sentarse o echarse en el suelo. Se hallaban instrumentos aptos para practicar gimnasia y, o, para jugar. A la entrada se sacaba el número para ser atendido y mientras uno esperaba, se ponía a hacer gimnasia o a jugar. Y hasta los empleados lo hacían. Recuerdo que dos empleadas anunciaron que necesitaban ser suplantadas. Cumplido el objetivo, sacaron las sogas que se usan para separar secciones y se pusieron a saltar y a reír como locas.

Era tan contagiosa su alegría que algunos/as se sumaron y hasta yo me tenté de hacerlo. Pero lo más que pude animarme a hacer fue tirarme sobre un almohadón para escuchar un poco de alegre música. Hallé raros a los medios informativos. En los periódicos, no se anunciaban a los músicos, o a los artistas, o a los deportistas con rimbombantes y amplios titulares. En los medios masivos de comunicación no hallaba esa pasión explosiva y creadora con que se describe la actuación de algunos extraordinarios hombres y mujeres que me llenan de admiración en este mi mundo civilizado occidental. En este aspecto, me parecía que algunos hechos se desenvolvían en un clima monótono y hasta aburrido. Cuando quise seguir ampliando mis críticas, Infanid me comentaba que ellos no le dan demasiada importancia a esos asuntos porque preferían ser más “actores” que ser “espectadores”. Como no vi policías por ningún lado, me animé a hipotetizar que no habría cárceles, ni institutos de rehabilitación, ni otros similares. Y continué volteando objetos y profesiones: ni candados, ni alarmas, ni cerrajeros, ni abogados, ni inspectores, ni...ni... Afortunadamente, Infanid estuvo presto a socorrerme en mis interrogantes acerca de esas “anormalidades”.

Todas estas cosas que a vos te parecen raras, se deben a que en esta ciudad, todos vivimos bajo un régimen voluntario, y que está enraizado en un solo principio fundamental, me explicó. ¿Qué principio? Ávidamente pregunté. Es el mismo que tu leíste sobre el “gran arco” de piedras que se levanta sobre lo ancho del camino que conduce a esta ciudad. Ahh, exclamé, porque recordé la frase que rápidamente había leído cuando ingresaba a la ciudad: “MIENTRAS NO PERJUDIQUES A NADIE, SÉ Y VIVE COMO QUIERAS” Como una faltante piecita de rompecabezas, esta frase me estaba ayudando a comprender el extraño cuadro que estaba vivenciando. Cómo fue que comenzó todo? Indagué curioso. _A fines del siglo pasado, una familia llamada “Konscío” adquirió una gran extensión de tierra y se instaló sobre la misma. A partir de entonces, todo el que venía a ocupar este territorio debía respetar el principio fundamental y vivir de acuerdo a él.

Así fue pasando el tiempo, la ciudad fue creciendo, todos se fueron “contagiando”, y ahora puedes ver los resultados. Pero como vos dices que esto no se le impone a nadie, ¿Qué pasa si alguien no quiere vivir de acuerdo a este principio? Pregunté.
La persona que daña al prójimo, o a la naturaleza, tarde o temprano es detectada por toda esta sociedad. Si no repara su error, va quedando aislada y no le queda otro camino que irse de la ciudad. En general, la persona que tiene que irse, regresa al poco tiempo arrepentida, concluyó en su explicación. Y así, satisfice mi curiosidad al visitar aquella extraña ciudad. Allí observé y vivencié muchas otras cosas que sería muy largo de contar. Hoy, que me encuentro de vuelta en mi hogar, me danza una paradójica sensación con respecto a mi niñez: que en vez de que el gran circo había venido a mi ciudad, era yo el que había ido a visitarlo.

En fin, pienso... no sé cuándo volveré a Malsan-menseyo, la ciudad de los locos (y de las locas, ja ja...)Ahh, pero se me acaba de despertar un deseito... Mañana, después que termine de trabajar, voy a la juguetería. Compro una bolsita con bolitas, y me voy a jugar con mis sobrinitos.

Y Colorín colorado…

Respetar a si mismos y a los demás es uno de los valores que más considero importante en la educación de los niños.

domingo, 21 de marzo de 2010

CUENTO COMUNICADOR


LA CIUDAD DE LOS POZOS. Jorge Bucay

Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta. Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes...pero pozos al fin. Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.

La comunicación entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado. Un día llegó a la ciudad una "moda" que seguramente había nacido en algún pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.

Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas. Pasó el tiempo. La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior... Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose. No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.

Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera, pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad... Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho. Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido... Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo. Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho... Un día , sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontró agua !!!. Nunca antes otro pozo había encontrado agua...

El pozo supero la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera. La ciudad nunca había sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, así que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezó a despertar. Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto, en tréboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles después... La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel". Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. -Ningún milagro- contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo... Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero des anduvieron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.

Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas... En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío... Y también empezó a profundizar... Y también llegó al agua... Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo... -¿Qué harás cuando se termine el agua?- le preguntaban. -No sé lo que pasará- contestaba- Pero, por ahora, cuánto más agua saco, más agua hay. Pasaron unos cuantos meses antes del gran descubrimiento.

Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma...Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro. Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto: La comunicación profunda que sólo consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...

Y Colorín colorado…

Historia del tratamiento del agua potable, Los seres humanos han almacenado y distribuido el agua durante siglos. En la época en que el hombre era cazador y recolector el agua utilizada para beber era agua del río.

sábado, 20 de marzo de 2010

CUENTO VOLADOR


LA ALFOMBRA MÁGICA. ANÓNIMO

Una niña pequeña tenía la alfombra de su dormitorio guardada en el armario, porque pensaba que si no se podía ir volando en cualquier momento. Sus padres intentaban convencerla de que la alfombra era normal y no mágica, pero no había forma. Le enseñaban a la niña una foto del catálogo de Ikea y le decían: – ¿Ves, Martita?, este niño tiene una alfombra como la tuya y no se le escapa. La tiene junto a la cama y así no se enfría los pies al ir a acostarse. Las alfombras son para eso.

Pero nada. La niña seguía en sus trece y se negaba a ponerla en el suelo. Sus padres no sabían qué hacer. Una mañana, mientras la niña estaba en el colegio, su madre aprovechó para sacar la alfombra y limpiarla. La extendió en el suelo y se sentó en ella, y entonces para su sorpresa la alfombra, con ella encima, salió volando por la ventana. La madre no podía creérselo. Las vistas desde el aire eran fantásticas. En un santiamén la alfombra la llevó hasta China, donde la mujer vivió un apasionado romance con el hijo del emperador que era muy galante y apuesto. Además era guapísimo e inmensamente rico. Y le pidió que se casara con él. Le dijo: – Cásate conmigo, hermosa extranjera. Te amaré hasta que el pelo se me ponga blanco como una cebolla de invierno.

Aunque esta declaración era muy bonita y el hijo del Emperador la amaba de verdad, la madre de la niña tuvo que decirle que no, porque ya estaba casada. Después se despidieron y ella volvió a casa en la alfombra. Una vez de regreso en el dormitorio de su hija, enrolló la alfombra, la guardó en el armario y bajó a la cocina a preparar la cena: ensalada y tortilla de patatas. Cuando Martita llegó del colegio como todos los días, le dio un beso a su madre que estaba picando la cebolla para la tortilla. Y entonces vio que estaba llorando. Le dijo: – Mamá, estás llorando ¿qué te pasa? Y ella contestó: – Nada hija. Nada. Es solo... la cebolla.

Y Colorín colorado..

Con el tiempo, los materiales usados en la alfombra, como la lana, la seda o el algodón, se degradan. Por esto, los arqueólogos no han podido realizar descubrimientos interesantes sobre los restos más antiguos.

viernes, 19 de marzo de 2010

CUENTO SOLEADO


EL SOL. ANÓNIMO

Un nuevo día había llegado y nuestro amigo el Sol ya estaba listo para salir.

Desde bien temprano ya estaba preparándose para que el nuevo día fuera "Un Gran Día".

Sin darse cuenta llegó su hora y el cielo se vistió de luz y color.

Nuestro amigo el sol estaba muy contento, pues ninguna de esas nubes traviesas había venido a tapar su resplandor hoy.

Desde el cielo, veía a los niños jugar y reír en el parque, la playa... y se sentía feliz porque sabía, que en parte, era gracias a él. Observando a un grupo de niños, escuchó como contaban lo que iban a hacer cuando se hiciera de noche, el Sol escuchó muy atento como uno de esos niños decía: " ¡Que ganas tengo de que se haga hoy de noche, porque son las fiestas de mi pueblo y esta noche vamos a celebrarlo, llenando el cielo de brillantes cohetes, cohetes que son como estrellas..."

El Sol se puso muy triste y no quiso seguir escuchando. Él también tenía ganas de ver esos cohetes, pero sabía que no podía ser.

Llegó la noche y el Sol se escondió. Esa noche estuvo muy triste pensando en lo bien que se lo estarían pasando todos viendo esos bonitos cohetes. Tan triste estaba que estuvo varios días sin salir, se pasaba todo el día escondido.

Un día cansado de esa soledad, decidió salir y se dio cuenta de que todos al verle estaban muy contentos y se notaba que le habían echado mucho de menos.

Entonces se sintió muy feliz y se dio cuenta de que, aunque no siempre podemos hacer lo que nos gusta, debemos sentirnos felices de lo que somos e intentar que todos los demás también lo sean.

Y Colorín colorado…

Solían creer los hombres de entonces que el gran fuego que alimentaba al Sol se apagaba todas las noches en los mares de Occidente, y que después, por algún medio misterioso, pasaba por debajo del mundo y volvía a encenderse,

jueves, 18 de marzo de 2010

CUENTO PIRATA


EL PIRATA ALPARGATA. Rodrigo García, Madrid

Había una vez, hace mucho tiempo, un barco que navegaba por los mares de sur. Era un galeón pirata y al mando estaba el Capitán Alpargata. El Pirata Alpargata era un jefe pirata como todos los demás. Tenía un garfio en una mano, un parche en un ojo y una pata de palo, y es que era un poco despistado este pirata y todo lo perdía. Una tarde, mientras asaltaba un barco enemigo, entre el enorme lío de gente, perdió una pierna y nunca la volvió a encontrar y en su lugar tuvo que ponerse una de madera como hacían todos los piratas. Y lo mismo le ocurrió con la mano y con el ojo. Pero para colmo de sus desdichas en el pie que aún conservaba el pirata Alpargata tenía un juanete, que le hacía ver las estrellas cada vez que se calzaba sus lustrosas botas de pirata, por lo que nuestro amigo sólo podía usar alpargatas, mejor dicho, alpargata. Y es por eso que era conocido en el mundo entero como el Pirata Alpargata. Pero un día durante un viaje por alta mar, se desató una tormenta con truenos, relámpagos y mucha, mucha, mucha lluvia. Y ¿sabéis lo que pasó? Pues que su alpargata se mojó y, claro, se estropeó.

Al Pirata Alpargata no le quedó más remedio que ir a buscar otro zapato. Así que cuando se calmó la tempestad se decidió a encontrar al mejor zapatero del mundo que le hiciera un zapato digno de un gran Capitán Pirata. Y así, junto con su tripulación recorrió los siete mares en busca de su calzado y llegó al reino donde vivía el zapatero Calimero. “Necesito un zapato, Calimero”-le dijo el pirata. “Creo que tengo lo que busca” –le respondió el zapatero Calimero y le mostró una chancla de playa. “Qué cómoda parece, pero se me congelarán los dedos cuando viaje al frío mar del Norte”- contestó Alpargata. “Pues quizá le guste este precioso zapato de tacón” –dijo Calimero. “Es muy bonito y elegante y la verdad es que me queda muy bien. ¡Además me hace más alto! Pero no podré correr ni saltar al abordaje con él. Tampoco me sirve.” “¿Y qué le parece este otro? Con este sí podrá correr – preguntó el zapatero enseñándole una zapatilla deportiva. “Uy, no. Me tendré que atar los cordones y con lo despistado que soy se me olvidará, me los pisaré y me daré un batacazo.” “Espere, ¡ya lo tengo! Hace pocos días me trajeron un zapato que alguien se dejó olvidado en un baile en el palacio. Y sólo hay uno, así que le valdrá”. Y Calimero le sacó un diminuto zapatito de cristal, pero en cuanto Alpargata introdujo el pie… ¡cras! Se rompió en mil pedazos.

“¡Oooh! Nunca encontraré un zapato que me sirva” –se quejaba el pirata, perdiendo toda esperanza. El Capitán Alpargata se despidió del zapatero Calimero y se marchó, descalzo, con su barco rumbo a otro lejano destino. Hasta que, tras varios días navegando y navegando divisaron tierra en el horizonte: “¡Tierra a la vista!” -gritó el vigía desde lo alto del mástil. Habían visto una isla en el horizonte. ¿Sería la isla del tesoro? ¡No! Mucho mejor: Era la isla de los Pies descalzos; una tribu que no conocía los zapatos y por eso siempre andaban descalzos.

Alpargata atracó su barco en la playa de la isla y desembarcó. “¡Por fin un sitio donde poder andar sin zapatos! Creo que me quedaré aquí a vivir” –pensó. “La verdad es que estaba un poco cansado de viajar en el barco de un lado para otro, de buscar tesoros y asaltar otros barcos. Sí, aquí me quedaré a vivir”. Y así fue como el Pirata Alpargata se hizo amigo de la tribu de los Pies descalzos y montó una zapatería con la que hizo zapatos de todo tipo a todos los pies descalzos.

Y colorín colorado este cuento pirata se ha acabado. Y Colorín colorado…


miércoles, 17 de marzo de 2010

CUENTO PENSADOR


EL CARACOL Y LA ROSA. Hans Christian Andersen

Había una vez... una amplia llanura donde pastaban las ovejas y las vacas. Y del otro lado de la extensa pradera, se hallaba el hermoso jardín rodeado de avellanos. El centro del jardín era dominado por un rosal totalmente cubierto de flores durante todo el año. Y allí, en ese aromático mundo de color, vivía un caracol, con todo lo que representaba su mundo, a cuestas, pues sobre sus espaldas llevaba su casa y sus pertenencias. Y se hablaba a sí mismo sobre su momento de ser útil en la vida: -¡Paciencia! -decía el caracol-. Ya llegará mi hora. Haré mucho más que dar rosas o avellanas, muchísimo más que dar leche como las vacas y las ovejas. -Esperamos mucho de ti -dijo el rosal-. ¿Podría saberse cuándo me enseñarás lo que eres capaz de hacer? -Necesito tiempo para pensar -dijo el caracol-; ustedes siempre están de prisa. No, así no se preparan las sorpresas.

Un año más tarde el caracol se hallaba tomando el sol casi en el mismo sitio que antes, mientras el rosal se afanaba en echar capullos y mantener la lozanía de sus rosas, siempre frescas, siempre nuevas. El caracol sacó medio cuerpo afuera, estiró sus cuernecillos y los encogió de nuevo. -Nada ha cambiado -dijo-. No se advierte el más insignificante progreso. El rosal sigue con sus rosas, y eso es todo lo que hace. Pasó el verano y vino el otoño, y el rosal continuó dando capullos y rosas hasta que llegó la nieve. El tiempo se hizo húmedo y hosco. El rosal se inclinó hacia la tierra; el caracol se escondió bajo el suelo. Luego comenzó una nueva estación, y las rosas salieron al aire y el caracol hizo lo mismo. -Ahora ya eres un rosal viejo -dijo el caracol-. Pronto tendrás que ir pensando en morirte. Ya has dado al mundo cuanto tenías dentro de ti. Si era o no de mucho valor, es cosa que no he tenido tiempo de pensar con calma. Pero está claro que no has hecho nada por tu desarrollo interno, pues en ese caso tendrías frutos muy distintos que ofrecernos. ¿Qué dices a esto? Pronto no serás más que un palo seco... ¿Te das cuenta de lo que quiero decirte? -Me asustas -dijo el rosal-. Nunca he pensado en ello. -Claro, nunca te has molestado en pensar en nada. ¿Te preguntaste alguna vez por qué florecías y cómo florecías, por qué lo hacías de esa manera y de no de otra? -No -contestó el caracol-. Florecía de puro contento, porque no podía evitarlo.

¡El sol era tan cálido, el aire tan refrescante!... Me bebía el límpido rocío y la lluvia generosa; respiraba, estaba vivo. De la tierra, allá abajo, me subía la fuerza, que descendía también sobre mí desde lo alto. Sentía una felicidad que era siempre nueva, profunda siempre, y así tenía que florecer sin remedio. Esa era mi vida; no podía hacer otra cosa. -Tu vida fue demasiado fácil -dijo el caracol (Sin detenerse a observarse a sí mismo). -Cierto -dijo el rosal-. Me lo daban todo. Pero tú tuviste más suerte aún. Tú eres una de esas criaturas que piensan mucho, uno de esos seres de gran inteligencia que se proponen asombrar al mundo algún día... algún día.... ¿Pero, ... de qué te sirve el pasar los años pensando sin hacer nada útil por el mundo? -No, no, de ningún modo -dijo el caracol-. El mundo no existe para mí. ¿Qué tengo yo que ver con el mundo? Bastante es que me ocupe de mí mismo y en mí mismo.

-¿Pero no deberíamos todos dar a los demás lo mejor de nosotros, no deberíamos ofrecerles cuanto pudiéramos? Es cierto que no te he dado sino rosas; pero tú, en cambio, que posees tantos dones, ¿qué has dado tú al mundo? ¿Qué puedes darle? -¿Darle? ¿Darle yo al mundo? Yo lo escupo. ¿Para qué sirve el mundo? No significa nada para mí. Anda, sigue cultivando tus rosas; es para lo único que sirves. Deja que los avellanos produzcan sus frutos, deja que las vacas y las ovejas den su leche; cada uno tiene su público, y yo también tengo el mío dentro de mí mismo. ¡Me recojo en mi interior, y en él voy a quedarme!

El mundo no me interesa. Y con estas palabras, el caracol se metió dentro de su casa y la selló. -¡Qué pena! -dijo el rosal-. Yo no tengo modo de esconderme, por mucho que lo intente. Siempre he de volver otra vez, siempre he de mostrarme otra vez en mis rosas. Sus pétalos caen y los arrastra el viento, aunque cierta vez vi como una madre guardaba una de mis flores en su libro de oraciones, y cómo una bonita muchacha se prendía otra al pecho, y cómo un niño besaba otra en la primera alegría de su vida. Aquello me hizo bien, fue una verdadera bendición. Tales son mis recuerdos, mi vida. Y el rosal continuó floreciendo en toda su inocencia, mientras el caracol dormía allá dentro de su casa.

El mundo nada significaba para él. Y pasaron los años. El caracol se había vuelto tierra en la tierra, y el rosal tierra en la tierra, y la memorable rosa del libro de oraciones había desaparecido... Pero en el jardín brotaban los rosales nuevos, y los nuevos caracoles seguían con la misma filosofía que aquél, se arrastraban dentro de sus casas y escupían al mundo, que no significaba nada para ellos.

Y a través del tiempo, la misma historia se continuó repitiendo... Y Colorín colorado…

Caracol, cualquiera de las casi 50.000 especies de moluscos. Gasterópodos (literalmente, animales con el pie en el estómago) marinos, de agua dulce y terrestres que han adaptado su singular modo de locomoción a un amplio abanico de hábitats terrestres y acuáticos, desde las profundidades y las costas de los océanos hasta todas las masas de agua dulce, y de las áreas tropicales a las montañas y los desiertos.