jueves, 30 de septiembre de 2010

CUENTO GENEROSO


EL REGALO MÁGICO DEL CONEJITO POBRE. Pedro Pablo sacristán

Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.

Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dio a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.

Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dio a él.

En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿Qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?. ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho! Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!!

Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.

Y Colorín Colorado



miércoles, 29 de septiembre de 2010

CUENTO ANGELICAL


LA MISIÓN DE LOS ANGELITOS

Ese día en el cielo, un grupo de ángeles estaba pintando el arco iris. Uno de ellos, Valentín, colgado de una estrella, se balanceaba con el pincel en la mano. Otro, Juanito, para hacer más rápido, se tomó de la cola de un cometa y en un santiamén aplicó el color amarillo. Sobre una nube, otro angelito, llamado justamente, Justo, un poco regordete, repasaba los bordes para que el trabajo quedara perfecto, De repente oyeron el tañir de una campana. Era un llamado urgente de Dios, Los tres se deslizaron a través del arco iris para llegar rápido ante la presencia del Señor, Dios, se puso de pié frente a su trono celestial y les dijo:-Voy a necesitarlos. Los angelitos estaban locos de contentos, Por fin tendrían una misión importante.

El Señor, que podía leer sus pensamientos les dijo: Una tarea trascendente, de vital importancia, pues se ha perdido un gato llamado Loló, Los angelitos se miraron asombrados, ¿un gato? ¿tarea trascendente? Dios insistió: Hay un niño, llamado Joaquín que está muy triste porque ha perdido su gato y ustedes van a ayudarme a devolverle la alegría a ese pequeño, Joaquín es un niño muy solitario, le cuesta hacerse de amigos y su gato lo espera cuando llega de la escuela y lo acompaña mientras estudia, él lo alimenta y lo cuida, le arma pelotitas para jugar y así se entretiene cuando está solo.

Pero un día, cuando el gato estaba solo, salió a pasear y se alejó tanto de su casa que ya no puedo encontrar el camino de regreso. Joaquín llora porque lo extraña mucho y el gatito tampoco la está pasando muy bien.-explicó Dios a sus ángeles y, como en secreto, les sopló palabras a los oídos de cada uno, cuando terminaron de escuchar las indicaciones corrieron alegres, agitando sus alas a cumplir su importante misión. Valentín encontró a Loló temblando de frío, asustado y con hambre, en el umbral de una vieja casa abandonada y lo acurrucó con sus alas para darle calor, a pocas cuadras de allí, Lily, caminaba apresuradamente de la mano de su madre, Juanito vio que Lily era una niña buena y cariñosa y le susurró palabras al oído, Lily entonces se dirigió a su madre y le pidió: ¿Mami, podemos pasar a ver la vieja calesita? Pero Lily, si hace años que está cerrada, tenemos que desviarnos dos cuadras y sabes que estoy apurada, la niña, obediente, comprendió que su madre teína razón, pero Juanito volvió a inspirarle palabras al oído con insistencia, Lily, entonces dijo: por favor mami, es un minuto nada más, tengo tantas ganas de volver a verla.

La madre, que no podía negarle nada a su hija si se lo pedía con tanta ternura, accedió finalmente darle el gusto, está bien, pero rápido porque tengo que preparar la comida y tu padre debe estar por llegar a casa, y así madre e hija desviaron su recorrido hasta llegara la vieja calesita. Qué tristeza le produjo a Lily verla en ese estado de abandono, los vibrantes colores que ella recordaba ya no existían y tampoco los animales de madera donde ella se ubicaba para girar y girar mientras sonaba una música de organito, Lily se quedó pensativa y triste, ya que esa imagen era tan distinta a la de sus recuerdos felices.

De pronto escuchó un largo Miauuu, viniendo de una casa vecina y corrió a ver de qué se trataba, mira mami que hermoso gatito, si es un gato muy hermoso, debe tener dueño, fíjate que tiene un collarcito con una medalla que dice Loló, y si está perdido…¿puedo llevarlo a casa? Lily- respondió la madre, ¿cómo se te ocurre llevar un animal a casa?. Camilo, viendo que la situación se ponía difícil, abandonó a Loló que inmediatamente comenzó a temblar de frío sin el abrigo de sus alas y Juanito intentó a inspirarle deseos de ternura y protección a la madre de Lily, pobrecito, está temblando, dijo Lily, debe tener frío y hambre, está bien, lo llevamos a casa, pero tienes que prometerme que vas a tratar de encontrar a su dueño; la cara de Lily se transformó en una sonrisa y tomando a Loló en sus brazos lo abrigó con el calor de su cuerpo y el gatito, aunque no la conocía le devolvió un largo Miauu agradecido, llevaron a Loló a su casa, lo alimentaron y le armaron una camita para que estuviera cómodo.

La mamá le tomó fotos al gato, armaron muchas fotocopias con la cara del gatito y el único dato de que disponían: el nombre, luego recorrieron el barrio pegando las fotocopias en la calle y en los comercios con la esperanza de hallar a su legítimo dueño, Valentín y Juanito, habían cumplido su cometido pero el dueño no aparecía porque el gatito se había alejado mucho de su casa, Justo, el ángel regordete, sabía que la abuela de Joaquín, a quién él llamaba cariñosamente Bobó, acostumbraba ir a una peluquería muy cerca de la casa de Lily pero no iba muy seguido porque no disponía de muchos ingresos y la peluquería era para ella un gasto superfluo.

Esa semana, Bobó, había invitado a Joaquín a almorzar, porque sabía que estaba triste y quería distraerlo preparándole su comida favorita, Justo llevó a Bobó frente al espejo y la hizo verse fea y desgreñada, pensó que su nieto no se sentiría feliz al verla con ese aspecto y decidió hacer una visita a la peluquería, Bobó pidió que le cortaran el cabello, le hicieran el color y le arreglaran las uñas de las manos, se sentía mucho mejor, cuando se disponía a pagar, vio la fotocopia sobre la vidriera con la foto de Loló, no podía creerlo, ahora su alegría era completa, ni bien llegó a su casa, llamó a Lily para concertar el encuentro, cuando Joaquín y sus padres llegaron a la casa de Bobó, la mesa estaba preparada para almorzar; tengo una sorpresa, te hice empanaditas de atún, pastel de papas y postre de chocolate, tu comida preferida, dijo Bobó con una sonrisa más grande que su propia boca, Joaquín sonrió y la abrazó agradecido, estaba contento con su abuela pero su compañero de juegos no estaba a su lado y lo extrañaba mucho.

Cuando estaban a punto de disfrutar el postre, sonó el timbre, ¿Quién será a esta hora? Preguntó Joaquín, ¡tengo otra sorpresa para vos! -respondió Bobó, acompáñame a la puerta, espero que no haya comprado juguetes, pensó Joaquín. Valentín, Juanito y Justo ya se habían acomodado junto a la puerta, no se querían perder por nada del cielo la cara de sorpresa y alegría de Joaquín, cuando abrieron la puerta, allí estaban: Lily con Loló en brazos y sus padres acompañándola, Joaquín estalló en un grito de alegría, Loló lo reconoció al instante, y de un salto se acomodó en sus brazos lamiéndole la cara, las dos familias festejaron el encuentro saboreando el postre de la abuela. Joaquín y Lily se hicieron amigos y de allí en más, cuando Joaquín visitaba a su abuela, Lily estaba invitada a jugar.

Los ángeles regresaron al cielo con la satisfacción de haber cumplido su misión, y felices se dispusieron a pintar unas nubes de color caramelo para celebrar el reencuentro.

Y Colorín Colorado



martes, 28 de septiembre de 2010

CUENTO LEAL


EL BOSQUE DE LAS HADAS

Érase una vez dos niñas de 11 años, llamadas Jennifer y Yaisa, la primera de ellas era buena estudiante y con un gran corazón; por el contrario Yaisa era una pésima estudiante y bastante creída, Jennifer vivía en una casa al lado del bosque azul, sus padres eran campesinos y aunque pobres no pasaban penurias económicas; Yaisa en cambio vivía en una gran casa situada en la colina, sus padres eran ricos y por tanto tenía todos los caprichos que ella quería, aunque provenían de mundos tan opuestos, se habían hechos grandes amigas y desde la guardería habían estado juntas.

Los padres de Yaisa se habían opuesto a esta amistad pero nada pudieron hacer ante el empeño de las chicas de seguir siendo amigas, como había dicho antes Jennifer vivía al lado del bosque azul, este bosque era llamado así por los lugareños, ya que una gran cantidad de mariposas azules habitaban en él, muchos creían que esas mariposas eran en realidad ninfas y que se apoderarían de todo aquel que se adentrará en el bosque al anochecer, esta maldición era alimentada desde hacía muchísimos años, cuando desapareció una chica en el bosque y nunca se supo nada de ellas; se organizaron batidas en el bosque y no se halló rastro de ella, ni siquiera sus huesos u objetos personales aparecieron, por lo que se descartó que fuera comida por las alimañas, este suceso hizo que naciera la leyenda del bosque azul, leyenda que duraba hasta nuestros días, pasando de generación en generación.

Una tarde Yaisa propuso ir al bosque, ¡No!, es peligroso, respondió Jennifer. ¿Porqué?, ¿Tú crees el cuento ese?, Umm... Sí, una vez se lo oí contar a mi abuelo, eso son mentiras, lo que pasa es que tienes miedo y no lo quieres reconocer, ¡¡No tengo miedo!! Sí que lo tienes, ¡¡Eres una cobardica!! ¡No soy cobarde! Esta bien iremos, pero me tienes que prometer que volveremos antes del anochecer, esta bien, lo prometo, mientras entraban en el bosque Jennifer se iba arrepintiendo de haber aceptado, ¿y si fuera verdad la leyenda?, ¿Y si no veo más a mis padres?- pensaba, oye Yaisa, me vuelvo a casa, ¿Qué? Qué paso, lo siento me voy, venga ya, si estamos dentro, me vas a dejar sola ahora, si, me voy, ¿Vienes? Está bien me voy contigo.

Bienvenidas a mi reino, ¿Quién ha dicho eso? Yo no he sido, contestó Yaisa asustada, ¡¡Allí arriba!!! Exclamo Jennifer, ¡Pe.. pero qué es eso!, miraron hacia arriba y vieron a un ser etéreo que se mantenía suspendida en el aire, alrededor suyo cientos de mariposas azules con una extraña forma humana la iluminaban y le daban un aspecto tétrico a la figura. ¿Quién eres?, soy Ethea, reina de este lugar, seguramente me conoceréis por el hada de los bosques; las mariposas son Suthereis, son mis ninfas, ¿qué hacéis aquí? Nada, solo pasamos a jugar un poco, pero ya nos íbamos, a jugar, eh, ajá, os propongo yo un juego, haber díganos, de las dos la que me traiga el objeto que pese menos ganará y será conducida fuera del bosque, la perdedora se quedará conmigo para siempre y será convertida en una hermosa mariposa azul.

Señora, no nos puede hacer eso- suplicaron al unísono las dos chicas, ¿por qué? Habéis invadido mi reino y esta es la única forma de salir, todas estas mariposas eran personas como vosotros que osaron entrar, ellas fueron perdedoras, tenéis una hora, id cada una en dirección opuesta y traedme ese objeto, el tiempo empieza ya; no, Yaisa no te muevas tengo la solución, venga ya, solo quieres ganarme, pero yo conseguiré arrebatarte ese honor, tú te quedarás aquí, contestó enfurecida Yaisa. Yaisa salió corriendo dirigiéndose a la izquierda, mientras que Jennifer se quedó quieta, ¿dices que tienes la solución? Espero que sea así, aunque dentro de una hora saldremos de duda, el tiempo pasó inexorable y al cabo de una hora, Yaisa fue traída en voladas por las ninfas.

Bien, que tenéis, yo, esta pluma, ligera como el viento, gritó entusiasmada Yaisa, ¿y tú? Yo, aquí lo tenéis y cerrando el puño se lo entregó al hada, pero es una broma, aquí no hay nada, si que lo hay, hay aire, ese es mi objeto, más ligero que él no hay nada, ¡ingenioso!, exclamó el hada, he aquí mi decisión, tú Yaisa, para ganar me has traído efectivamente un material muy ligero pero has tenido que matar un pajarillo, has agredido a la naturaleza, tu Jennifer, en cambio has conseguido el material más ligero que existe sin agredir el entorno, Jennifer eres libre de irte, ¡No! Quiero que mi amiga se vaya, prefiero quedarme yo, me sigues sorprendiendo, ¿cambias tu vida por la de tu amiga? Sí, ella es hija única, yo en cambio tengo 2 hermanos más, además durante el resto de mi vida no me perdonaría que deje a mi amiga aquí, Jennifer, perdóname, yo solo he pensado en mí y tú en cambio das tu vida por la mía, no puedo aceptarlo, he perdido y me quedo.

¡Increíble!, en mis 500 años de vida es la primera vez que me ocurre algo parecido, después de esto, creo que las dos merecéis iros a casa, podéis marchad, gracias, señora, contestaron al unísono, podéis volver cuando queráis, habéis aprendido la lección más importante de vuestra vida, vuestra amistad os ha salvado. Las dos chicas volvieron a casa y siguieron siendo amigas durante toda su vida.

Y Colorín Colorado


domingo, 26 de septiembre de 2010

CUENTO GUÍA


EL HILO DE LA ESTRELLA. ESCRITORA ARGENTINA.

En el país de las hadas, existe una leyenda que dice que de cada estrella cuelga un hilo plateado y brillante, fino y suave. Cada hada -dice también la leyenda- tiene su propia estrella y debe encontrar el hilo que la une a ella para no perder su destino en la vida. Parece ser que ese fino cordón de plata une a la persona con el propósito para el cual ha nacido y que, de no encontrarlo, su vida se tornará vacía e inútil. En ese país, mágico por dónde se lo mire, la fantasía se mezcla con la realidad y la leyenda con los hechos. Dicen también que es cosa de todos los días ver a las hadas remontando una estrella cual si fuese una cometa y exhibiendo orgullosas el hilo de plata. Para ellas ese pequeño acto cotidiano significa que han encontrado su propósito en la vida, el por qué y para qué de su existencia. En otras ocasiones, puede verse a un hada quien, llorando, mira hacia el cielo sin encontrar ni su estrella, ni el hilo que la une a su destino. Parece ser que, cuanto más grande son las hadas en edad, más fuerte se va haciendo el hilo de plata. Como si por cada año que pasase, fuese más y más importante cumplir con el destino para el que se ha nacido.

Luz era un hada distinta, jamás se había preocupado por buscar su estrella y por ende, el hilo que la unía a ella, vagaba por la vida sin realmente saber para qué había sido creada, es más no le importaba tampoco, prefería pensar que las hadas no tenían una misión especial y única cada una, de esa manera, la vida resultaba más cómoda pues no había metas para alcanzar, ni por las cuales luchar. Luz no perseguía ningún hilo, pero sabido es que no se puede escapar del destino; cierto día, mientras Luz descansaba bajo la sombra de un árbol, su cordón plateado y titilante se presentó ante ella, flotaba sin estar atado a nada, como jamás había sido tomado por las manos de Luz, el viento impiadoso había jugado con él de tal modo, que lo había convertido en un gran nudo, aún plateado y brillante, pero nudo al fin.

El cordón, ahora convertido en nudo, se acercó a la sorprendida hada y le dijo: Jamás me has buscado, te he seguido desde que naciste, tratando de indicarte el camino y nunca me has prestado atención, mira lo que haz hecho de mi. Luz quedó perpleja, tómame, te doy una nueva oportunidad, dijo el hilo meciéndose de un lado hacia el otro, si, no te aferras a mí, jamás encontrarás tu estrella y tu destino será incierto, desátame y no sólo yo me sentiré mejor, sino que tú, habrás encontrado tu camino, Luz no se movió, ni articuló palabra, escuchó a su cordón, pero la indiferencia pudo más; decepcionado, el hilo se elevó hasta perderse en el cielo, Luz no sabía que ése, había sido sólo el primero de muchos encuentros.

Cansado ya de la indiferencia del hada, el hilo plateado consultó a su estrella sobre la actitud a tomar, síguela – dijo la estrella, de ti depende que no extravíe el camino, ella ha sido creada con muchos dones y una misión que cumplir, como todos, tenle paciencia, no todos están dispuestos a averiguar qué es lo que tienen que hacer en este mundo. Obediente el hilo volvió a bajar a la tierra, sin ánimo alguno de disimular su presencia, se convirtió en la sombra del hada, a pesar de ello, Luz estaba decidida a no comprometerse con nada y menos aún a averiguar para qué estaba aquí en la tierra, por lo que hacía caso omiso de la compañía, a cada paso que el hada daba, podía escucharse: Desátame, desátame, sólo tu puedes hacerlo; el nudo plateado se interponía de una u otra manera en el camino del hada, estaba dispuesto a ser escuchado esta vez y por sobre todas las cosas, desatado.

Luz tropezaba a cada momento con el cordón o se chocaba la cabeza contra el mismo, en la tierra y en el cielo, de día o de noche, con lluvia o sol, el nudo se había convertido en un verdadero estorbo, cansada ya de la persecución, el hada se escondió en una cueva, creyendo que así se libraría de su persistente hilo: en medio de la oscuridad, apareció el nudo, brillante como siempre, desafiante como nunca, está visto que has ganado, dijo el hada con tono resignado.

Lentamente, como abriendo un paquete cuyo contenido se desconoce y se teme, fue desatando el nudo, para su sorpresa, no bien el hilo se encontró libre brilló aún con más intensidad y Luz pudo ver su destino desplegado como un mapa dentro de su corazón, vio con mayor claridad sus dones y cómo podía aprovecharlos. Por primera vez supo qué hacer de su vida. ¿Cuál era el destino que Luz tenía marcado y ahora veía con claridad? ¿Importa tal vez? Como primera decisión, tomó el hilo -ahora relajado- en sus manos con mucha fuerza, el cordón feliz se disparó hacia la estrella de Luz y allí quedaron los tres unidos por primera vez y para siempre, Luz supo que ya era hora de hacerse cargo de su vida y hacer algo con ella.

Dicen que ahora, hay un hada más remontando una estrella cual si fuese un cometa, dicen también que la remonta feliz y orgullosa pues pudo darse cuenta que nadie, ni siquiera un hada, puede escapar al destino.

Y Colorín Colorado


viernes, 24 de septiembre de 2010

CUENTO ENCANTADO


EL AGUA DE LA VIDA. Hermanos Grimm

Hubo una vez un rey que enfermó gravemente. No había nada que le aliviara ni calmara su dolor. Después de mucho deliberar, los sabios decidieron que sólo podría curarle el agua de la vida, tan difícil de encontrar que no se conocía a nadie que lo hubiera logrado. Este rey tenía tres hijos, el mayor de los cuales decidió partir en busca de la exótica medicina. Sin duda, si logro que mejore, mi padre me premiará generosamente. Pensaba, pues le importaba más el oro que la salud de su padre.

En su camino encontró a un pequeño hombrecillo que le preguntó su destino. - ¿Qué ha de importarte eso a ti?, ¡Enano! Déjame seguir mi camino. El duende, ofendido por el maleducado príncipe, utilizó sus poderes para desviarle hacia una garganta en las montañas que cada vez se estrechaba más, hasta que ni el caballo pudo dar la vuelta, y allí quedó atrapado. Viendo que su hermano no volvía, el mediano decidió ir en busca de la medicina para su padre: “Toda la recompensa será para mí”.- pensaba ambiciosamente.

No llevaba mucho recorrido, cuando el duende se le apareció preguntando a dónde iba: ¡Qué te importará a ti! Aparta de mi camino, ¡Enano! El duende se hizo a un lado, no sin antes maldecirle para que acabara en la misma trampa que el mayor, atrapado en un paso de las montañas que cada vez se hizo más estrecho, hasta que caballo y jinete quedaron inmovilizados. Al pasar los días y no tener noticias, el menor de los hijos del rey decidió ir en busca de sus hermanos y el agua milagrosa para sanar a su padre.

Cabalgando, encontró al hombrecillo que también a él le preguntó su destino: - Mi padre está muy enfermo, busco el agua de la vida, que es la única cura para él. - ¿Sabes ya a dónde debes dirigirte para encontrarla? – Volvió a preguntar el enano. Aún no, ¿me podrías ayudar, duendecillo? - Has resultado ser amable y humilde, y mereces mi favor. Toma esta varilla y estos dos panes y dirígete hacia el castillo encantado. Toca la cancela tres veces con la vara, y arroja un pan a cada una de las dos bestias que intentarán comerte.

Busca entonces la fuente del agua de la vida tan rápido como puedas, pues si dan las doce, y sigues en el interior del castillo, ya nunca más podrás salir. – Añadió el enanito. A lomos de su caballo, pasados varios días, llegó el príncipe al castillo encantado. Tocó tres veces la cancela con la vara mágica, amansó a las bestias con los panes y llegó a una estancia donde había una preciosa muchacha: - ¡Por fin se ha roto el hechizo! En agradecimiento, me casaré contigo si vuelves dentro de un año.

Contento por el ofrecimiento, el muchacho buscó rápidamente la fuente de la que manaba el agua de la vida. Llenó un frasco con ella y salió del castillo antes de las doce. De vuelta a palacio, se encontró de nuevo con el duende, a quien relató su experiencia y pidió: Mis hermanos partieron hace tiempo, y no les he vuelto a ver. ¿No sabrías dónde puedo encontrarles? - Están atrapados por la avaricia y el egoísmo, pero tu bondad les hará libres. Vuelve a casa y por el camino los encontrarás. Pero ¡cuídate de ellos!

Tal como había anunciado el duende, el menor encontró a sus dos hermanos antes de llegar al castillo del rey. Los tres fueron a ver a su padre, quien después de tomar el agua de la vida se recuperó por completo. Incluso pareció rejuvenecer. El menor de los hermanos le relató entonces su compromiso con la princesa, y su padre, orgulloso, le dio su más sincera bendición para la boda. Así pues, cerca de la fecha pactada, el menor de los príncipes se dispuso a partir en busca de su amada.

Ésta, esperando ansiosa en el castillo, ordenó extender una carretera de oro, desde su palacio hasta el camino, para dar la bienvenida a su futuro esposo: - Dejad pasar a aquel que venga por el centro de la carretera,- dijo a los guardianes – Cualquier otro será un impostor.- Advirtió. Y marchó a hacer los preparativos. Efectivamente, los dos hermanos mayores, envidiosos, tramaron por separado llegar antes que él y presentarse a la princesa como sus libertadores: - Suplantaré a mi hermano y desposaré a la princesa - Pensaba cada uno de ellos. El primero en llegar fue el hermano mayor, que al ver la carretera de oro pensó que la estropearía si la pisaba, y dando un rodeo, se presentó a los guardas de la puerta, por la derecha, como el rescatador de la princesa. Mas éstos, obedientes le negaron el paso. El hermano mediano llegó después, pero apartó al caballo de la carretera por miedo a estropearla, y tomó el camino de la izquierda hasta los guardias, que tampoco le dejaron entrar.

Por último llegó el hermano menor, que ni siquiera notó cuando el caballo comenzó a caminar por la carretera de oro, pues iba tan absorto en sus pensamientos sobre la princesa que se podría decir que flotaba. Al llegar a la puerta, le abrieron enseguida, y allí estaba la princesa esperándole con los brazos abiertos, llena de alegría y reconociéndole como su salvador. Los esponsales duraron varios días, y trajeron mucha felicidad a la pareja, que invitó también al padre, que nunca volvió a enfermar.

Y Colorín Colorado

Los cuentos populares suelen clasificarse principalmente en dos grandes categorías:

jueves, 23 de septiembre de 2010

CUENTO SOMBREADO


EL HADA Y LA SOMBRA. CUENTOS PARA DORMIR.

Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra, antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para todos.

El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed.

Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo “Os dije que os acompañaría a pesar de las dificultades, y eso es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro”.

Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días…

La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro.

Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.

Y Colorín Colorado

Una sombra es una región de oscuridad donde la luz es obstaculizada. Una sombra ocupa todo el espacio de detrás de un objeto opaco con una fuente de luz frente a él.

martes, 21 de septiembre de 2010

CUENTO SOÑADOR


SUEÑO DE UNA NOCHE DE OTOÑO. Escritora mexicana.

Hacía unos días Melvin encontró en el vivero del abuelo a una pequeña niña, la cual quizá tendría ocho o diez años, ella apareció entre los tulipanes, pero tras desaparecer volvió entre las margaritas, el chico la perdía y volvía a encontrar, parecía estaban jugando.

¿Quién eres? ¿Cuál es tu nombre?, preguntó el niño rubio de cabellos un tanto largos, un tanto greñudo cuando se veía a primera instancia, vestía con capa larga y traía puesto un sombrero de ala ancha algo grande; en la mano llevaba un extraño bastón el cual brillaba por momentos de la parte superior; la pequeña era en extremo ágil, aparecía acá y allá, se movía con facilidad, incluso parecía traer alas de mariposa o luciérnaga entre sus largos cabellos; sí, era ágil como luciérnaga, sólo le faltaba esa luz verde que las caracteriza, sin embargo parecía estar rodeada de brillos, los cuales resplandecían con la luz de la luna.

¿Te llamas Melvin, cierto?, preguntó la niña en medio de una carcajada. ¿de qué te ríes?, preguntó el joven, un poco de ti, je, je, je, ¡pues muy mal! me queda claro no sabes con quién estás hablando, expresó molesto el niño, ¡contigo! por eso, je, je, je. pues soy un aprendiz de mago, un prometedor aprendiz, dijo orgullosamente, prometedor pero, con racha de mala suerte, respondió la chica.

Al momento Melvin cambió de gesto, se le desencajó el semblante, los ojos se volvieron tristes, ojerosos y la voz se le comenzó a cortar, parecía que iba a llorar, la niña inmediatamente se acercó hacia él y le dio una palmada en el hombro, a pesar de que la niña era pequeña, el chico sintió un calor agradable, el cual no lo quemó, por el contrario le resultó muy agradable, sin embargo al minuto la chica quitó la mano. ¿Porqué lo dices? ¿Qué sabes?, preguntó el chico, lo sé, sólo eso, ¿Cómo lo sabes? ¿Quién te lo dijo?, lo sé, dijo la niña al tiempo que aparecía y desaparecía de lugar en lugar; en ese momento el sol se guardó, el vestido de la niña comenzó a emitir una luz titilante, la cual se hizo más fuerte e intensa con el reflejo lunar, ¡y tú, ¿cómo te llamas?, preguntó Melvin, eso no importa, mejor convídame algo, tengo hambre, mucha, hay cereal, eso no me gusta, mejor dame un poco de miel, mantequilla y leche de oveja, hay miel y mantequilla, pero esa leche no... Jamás la he probado, ¿de dónde eres?, dijo Melvin ante tal atrevimiento, ¡Ahh, está bien! entonces dame la miel y mantequilla, respondió la chica, ante tal respuesta Melvín salió corriendo mientras la niña se movía de orilla a orilla, de arriba a abajo, como abeja, aunque era un tanto más grande, era una especie de ser fantástico, que se movía por aquí y por allá, al tiempo de brillar en su entorno, bajo la luz de la Luna: cuando Melvin llegó con los víveres la pequeña comenzó a comerlos y degustarlos, los disfrutó, sin prisa, pues era como degustar un exquisito manjar, lo era para ella, hasta terminar la última cucharada de miel, en ese momento, la niña relamió sus labios y limpió la cuchara hasta dejarla como nueva.

¿Entonces sueñas con que te llamen Merlín, ese es tu sueño? Sí, pero últimamente no he tenido suerte, los hechizos y fórmulas secretas no me salen, quizá estás soñando demasiado grande, a lo mejor tu sueño es ambicioso, mamá siempre me ha dicho que sueñe y se me dará, cierto, pero también puedes comenzar por algo pequeño, será más fácil, divide ese gran sueño en varios pequeños, ellos pueden convertirse en el gran sueño, sí pero yo deseo ser como Merlín, ya tienes la primera parte, al menos te pareces, a él ja, ja, ja, esos cabellos largos y el sombrero te dan un aire al gran mago, cierto, aunque la apariencia no lo es todo, dijo Melvin un tanto decepcionado, eso es cierto, pero tú tienes más que eso, conoces la vida de este gran mago y siempre logras todos los hechizos, bueno la mayoría de las veces lo logras, has leído mucho acerca de hechizos y magia, es más, tienes ese gran bastón, además de la barita, tienes mucho de él.

Lograba los hechizos, ahora mismo no es así, Melvin se limpió los ojos y dio media vuelta, la chica apareció, como por magia frente al muchacho, mientras él volteó la cara y comenzó a cortar unas ramas secas del vivero, me gusta este lugar, dijo la chica, al tiempo que apareció junto a los Tulipanes, las Margaritas, Campanitas y la Hiedra. Ahora estaba ahí, ahora no, al tiempo brillaba como si tuviera brillantina en el vestido, en verdad resultaba atractiva, dulce y simpática ante sus ojos.

Resultaba que la presencia de la joven siempre resultaba agradable ante los demás; a Melvin, le gustaba todo lo que ella le inspiraba: paz, fuerza y ánimo para continuar, era increíble, por momentos parecía mayor, era como si comenzara a crecer de momento, ahora semejaba como una niña de de unos once o doce años. Continuaron platicando, de los proyectos y sueños, él era quien habló todo el tiempo, contó con pasión todo acerca de la magia y trucos; desde pequeño he soñado fervientemente, tal como he soñado que me ocurran cosas extraordinarias, el mundo de la magia y la fantasía siempre me han llamado la atención.

Con la platica y el paso de los minutos, ahora horas, la chica le parecía cada vez más familiar, todo el tiempo pensaba dónde la había visto pues le parecía conocida, era como uno de esos seres fantásticos que aparecen en los cromos, no dejes de soñar, siempre hazlo pero empieza por sueños fáciles, cortos, posibles -sugirió la chica con voz amable, comenzaré a hacerlo... aunque me será un tanto difícil, sobre todo al principio, al cabo de un rato el chico cayó dormido, su rostro reflejó paz, se quedó profundamente dormido, mientras tanto la chica respiró una y otra todos los aromas de las flores, contempló y acarició, al llegar las primeras luces de la mañana el abuelo se dirigió al vivero, cuando el chico despertó, se encontró frente a frente con el rostro de la chica, entonces comenzó a narrar el sueño nocturno, fue un bello sueño de éxito como Mago, en él todo el público le nombró el Gran Merlín, ¡Bravo Mago Merlín¡ ¡Gran Merlín! Y así todos le llamaron en el sueño, al tiempo de hacerle reverencias y dar aplausos, bueno me voy, dijo presurosa la joven, se despidió, al sentir los pasos del tío.

¿A dónde vas? - preguntó Melvin, a seguir mi camino, respondió la chica, ¿pero cómo te llamas?, preguntó el mago, mi nombre es Mab, en ese momento entró el abuelo al vivero, ¿Mab, la reina de las hadas? - dijo ella rápidamente, quién es, con quién hablas, preguntó el tío. Dónde está esa hada traviesa, quiero conocerla, dicen que si te dicen su nombre tendrás el control sobre ellas. con ella, aquí está, respondió el chico, al tiempo de sólo ver un pequeña mariposa brillante desaparecer en medio de la inmensidad del bosque, ellas ayudan a soñar, tú estabas soñando, vaya muchacho fantasioso, es sólo mitología Celta.

Y Colorín Colorado

Vivimos en una era de sueños. No sólo somos impulsados a soñar sino que parece que tenemos que soñar en grande.

lunes, 20 de septiembre de 2010

CUENTO ELEVADO


EL VENDEDOR DE GLOBOS. Cura: Mamerto Menapace
Justificar a ambos lados
Una vez había una gran fiesta en un pueblo, toda la gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse en la plaza principal, en donde estaban los juegos y los puestitos de venta de cuanta cosa linda pudiera imaginarse, los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos populares.

Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales amaestrados y domadores que les hacían hacer pruebas y cabriolas, también se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que ofrecían golosinas, alimentos y juguetes para que los chicos gastaran allí los pesos que sus padres o padrinos les habían regalado con objeto de sus cumpleaños, o pagándoles trabajitos extras.

Entre todas estas personas había un vendedor de globos, los tenía de todos los colores y formas, había algunos que se distinguían por su tamaño, otros eran bonitos porque imitaban a algún animal conocido, o extraño; grandes, chicos, vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro, sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aún los que pedían para comprar algunos. Pero se trataba de un gran vendedor, por eso, en un momento en que toda la gente estaba ocupada en curiosear y detenerse, hizo algo extraño, tomó uno de sus mejores globos y lo soltó, como estaba lleno de aire muy liviano, el globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que había en la plaza, el cielo estaba clarito, y el sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo que trepaba y trepaba, rumbo hacia el cielo, empujado lentamente hacia el oeste por el viento quieto de aquella hora, el primer niño gritó:

-¡Mira mamá un globo! Inmediatamente fueron varios más que lo vieron y lo señalaron a sus chicos o a sus más cercanos, para entonces, el vendedor ya había soltado un nuevo globo de otro color y tamaño mucho más grande, esto hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba haciendo, y se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico espectáculo de ver como un globo perseguía al otro en su subida al cielo.

Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores colores que tenía, pero atados juntos. Con esto consiguió que una tropilla de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a gritos que su papá o su mamá le comprara un globo como aquellos que estaban subiendo y subiendo, al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos, consiguió que la gente le valorara todos los que aún le quedaban, y que eran muchos, porque realmente tenía globos de todas formas, tamaños y colores. En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en libertad por el aire, había allí cerca un niño negro, que con dos lagrimones en los ojos, miraba con tristeza todo aquello, parecía como si un honda angustia se hubiera apoderado de él; el vendedor, que era un buen hombre, se dio cuenta de ello y llamándole le ofreció un globo, el pequeño movió la cabeza negativamente, y se rehusó a tomarlo, te lo regalo, pequeño -le dijo el hombre con cariño, insistiéndole para que lo tomara, pero el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos grandes ojos tristes, hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo que se le estaba ofreciendo, extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño que era entonces lo que lo entristecía, y el negrito le contestó, en forma de pregunta: -Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿Será que sube tan alto como los otros globos de colores? Entonces el vendedor entendió.

Tomó un hermoso globo negro, que nadie había comprado, y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía:-Hace vos mismo la prueba, soltalo y verás como también tu globo sube igual que todos los demás, con ansiedad y esperanza, el negrito soltó lo que había recibido, y su alegría fue inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente lo mismo que habían hecho los demás globos, se puso a bailar, a palmotear, a reírse de puro contento y felicidad.

Entonces el vendedor, mirándolo a los ojos y acariciando su cabecita enrulada, le dijo con cariño: Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la forma ni el color, sino lo que tiene adentro.

Y Colorín Colorado

Se llama GLOBOLOGIA al arte de crear figuras con GLOBOS

domingo, 19 de septiembre de 2010

CUENTO SINFÓNICO



LORELEY Y EL ANGEL DEL PIANO. VIVIANA DE CAMINO

Había una vez, un niñita que vivía con sus padres, en una casita de un pueblo pequeño, rodeado de bosques, su papá era un violinista que aunque era muy talentoso, eligió estar cerca de su familia, y entonces daba clases gratis para los niños del pueblo, actuando en todas las fiestas del mismo, su mamá hacía las tareas de casa, y era una gran pintora que cumplía su vocación en los ratos libres, ella pintaba ángeles.

La niñita, llamada Loreley, estudiaba piano, ya que su padre había visto en ella, grandes dotes para ser una excelente ejecutante, todas las mañanas, estudiaba, luego de cumplir sus otras tareas, ayudando a su madre en los quehaceres domésticos, mientras estaba encerrada en el estudio, escuchaba las risas y juegos de sus amiguitos, amaba la música, amaba el piano, la música que estudiaba, pero soñaba con ser una más entre los niños que reían alegres, corriendo por las pequeñas calles del poblado.

Un día, todos los niños, planeaban una excursión a la montaña, y estaban pletóricos de alegría, proyectaban lo que harían, preparaban sus viandas, y sus juguetes, Loreley pidió a su padre que la eximiera del estudio ese día, pero él, un buen hombre, muy conciente de las obligaciones, le dijo que no; ella se debía a su estudio; el día de la excursión, vio pasar por la ventana, todo el grupo de niños, en gran jolgorio. Se sintió mucho más sola, pero de pronto, se puso a tocar un Nocturno de Chopin, que sabía de memoria, porque sus ojitos estaban nublados por las lágrimas y no podía ver la partitura, en un momento, desvió la vista del teclado, y vio la imagen de uno de los cuadros de su madre, era un angelito de largos cabellos, vestido celeste casi blanco, una capa azul y alas maravillosas de color blanco, de pronto, vio que una fuerte luz, blanca, resplandeciente, salía desde esa imagen.

Ella siguió tocando, convencida que era una ilusión óptica, pero la imagen fue tomando una dimensión más grande, hasta que de a poco, salio del cuadro, y se posó al lado de Loreley, ella iba a interrumpir su interpretación, un poco asombrada, otro poco confusa, ya que creía estar teniendo una visión, cuando de pronto, el ángel le comenzó a hablar sin palabras, ella sabía lo que el ángel le decía, pero no escuchaba sonido alguno de su boca. Se dio cuenta que la voz salía desde las notas del piano, y ella entendía perfectamente lo que le estaba diciendo.

¿Qué le decía el ángel? "Loreley: tú tienes un Don divino, que Dios te concedió, estás haciendo algo mucho más importante, que jugar como todos los niños, pero se que a ti te gustaría estar con ellos, ser como ellos, por eso, cada vez que toques el piano, yo volveré, y te llevaré en un rayo de luz, hasta donde quieres estar. El piano seguirá sonando, a ti se te verá aquí, pero estarás con los niños, y podrás jugar con ellos, pero también te llevaré por paisajes, lugares que tú no conoces, y verás todo lo que hasta ahora no has podido, cada vez que interpretes esta música, aquí me encontrarás; Ahora, vamos a partir"

Loreley, sintió una gran felicidad, y se vio de pronto elevada en los dulces brazos, que suave y prontamente, la llevaron hasta el lugar donde todos los niños del pueblo estaban, jugó con ellos, hizo rondas, cantó, bailó, nadaron en un lago, escalaron un cerro y muchas cosas más, llegó la hora de volver, y el ángel, la tomó en su brazos, dejándola en su estudio, otra vez, así, cada vez que se ponía a estudiar e interpretar el piano venía su ángel, que la llevaba a los lugares más hermosos.

Un día, siendo la niña ya más grande, el ángel le dijo: "Desde hoy, ya no volveré a buscarte, pero tú sabes el camino, cuando estés interpretando obras maravillosas en tu piano, seguirás visitando los lugares más hermosos, y tu alma entrará en un regocijo muy grande, nunca más te sentirás sola; todos se preguntarán cómo haces para transformarte en alguien especial cuando estás en el teclado, tú verás mi luz desde el cuadro, y, sabrás el por qué"

Así, cuando la gente se maravillaba diciendo: "Cuando interpretas el piano, te transformas, pareces un ángel con un tesoro en tus manos" Loreley, sonreía mientras seguía tocando el piano.... sabiendo su secreto.

Y Colorín Colorado

La Música nos ha revelado a través de la historia que detrás de ella hay grandes niños prodigios que la saben interpretar, dejándonos muchas interrogantes al respecto



jueves, 16 de septiembre de 2010

CUENTO PARLANTE


ANGEL GUARDIAN. GABRIELA MISTRAL

Un Cuento de viva voz, para cada uno de ustedes, para los adultos que leen Caricias Calientitas, para los que siguen Cuentos Empitucados, y para los seguidores silenciosos que sus papitos le leen día a día el cuento publicado, la imagen es un regalo y el video también!

Un Besito Marino

martes, 14 de septiembre de 2010

CUENTO AZUL


LA LUZ AZUL

Había una vez en tiempos de guerras, un soldado que por muchos años sirvió a su rey fielmente. Pero cuando acabaron las guerras, ya no pudo servir más a causa de las muchas heridas que había recibido. El rey le dijo: "Debes volver a tu casa, ya no te necesito más, y no vas a recibir ninguna paga adicional, pues solamente se da el salario mientras se está en servicio." ntonces el soldado, que no sabía de que otra manera ganarse la vida, se fue totalmente frustrado, y caminó todo el día, hasta que llegó a un bosque y entró en él. Cuando oscureció, vio una luz, y se dirigió a ella, y llegó a una choza donde vivía una bruja. "Por favor, dame posada por una noche, y un poquito de comida y bebida"- le dijo él a ella, -"o moriré de hambre." "¡Ajá!" contestó ella, "¿Quién le daría algo a un soldado despedido? Te tendré compasión y te dejaré entrar, si haces lo que deseo" "¿Y qué es lo que deseas?" respondió el soldado. "Que mañana me arregles totalmente mi jardín."- dijo la bruja.

El soldado consintió, y al día siguiente trabajó con todas sus fuerzas, pero no pudo terminar todo al llegar el atardecer. "Veo muy bien" dijo la bruja, -"que por hoy ya no puedes hacer más, pero te daré otra noche, y en pago por ello, mañana me picarás una carga de leña haciéndola compacta." El soldado gastó todo el día haciéndolo, y al atardecer la bruja le propuso quedarse una noche más. "Mañana solamente deberás hacerme un trabajito muy pequeñito. Atrás de mi casa hay un viejo pozo seco, donde ha caído mi linterna. Ella alumbra azul, y nunca se apaga, y debes traérmela de regreso." dijo ella.

Al día siguiente la vieja lo llevó al pozo, y lo bajó en una canasta. Él encontró la luz azul, y le hizo una señal a ella para que lo subiera. Ella jaló la cuerda hacia arriba, pero cuando ya estaba cerca del borde, ella estiró la mano tratando de coger la luz azul, quitándosela a él. "¡No!"- dijo él, percibiendo su mala intención, "No te daré la luz, hasta tanto no esté afuera con mis dos pies sobre el suelo." La bruja se molestó, soltó la cuerda y se marchó. El pobre soldado cayó sobre el húmedo fondo, sin herirse, y la luz azul seguía iluminando, pero, ¿De qué le serviría eso? Vio él que no podría escapar de la muerte. Se sentó por un rato muy acongojado, y de pronto exploró su bolsillo y encontró su pipa de tabaco, que aún estaba a medio llenar. "Este será mi último placer." pensó.

La sacó, la encendió con la luz azul y comenzó a fumarla. Cuando el humo había circulado por toda la caverna, súbitamente apareció un duende negro parado frente a él, que le dijo: “Señor, ¿Cuáles son tus órdenes?" "¿Y que órdenes tengo que darte?" replicó el soldado, bastante confundido. "¿Y que órdenes tengo que darte?" replicó el soldado, bastante confundido. "Yo debo hacer cualquier cosa que me pidas" dijo el hombrecito. "Bien" dijo el soldado, "en primer lugar, sácame de este pozo."
El hombrecito lo tomó de la mano y lo llevó por un pasaje subterráneo, pero no olvidó llevarse la luz azul consigo. En el camino, el duende le mostró los tesoros que la bruja había colectado y escondido allí, y el soldado tomó tanto oro como podía cargar. Cuando llegaron arriba, él le dijo al hombrecito: "Ve ahora y atas a la bruja, y la llevas ante la justicia." En unos momentos, pasó la bruja, tan rápido como el viento, dando escalofriantes gritos como un gato salvaje, e inmediatamente reapareció el hombrecito. "Todo está hecho"- dijo él, "y la bruja ya ha sido juzgada. ¿Qué más se te ofrece, mi señor?" "Por ahora, nada más." Contestó el soldado, "Debes retornar a tu hogar, pero mantente siempre disponible a mi alcance, por si te convoco." "No necesitas más que encender tu pipa con la luz azul, y yo apareceré ante ti de nuevo."- dijo el duende, y desapareció de su vista.

El soldado retornó al pueblo de donde había venido. Fue a la mejor posada, ordenó los mejores vestidos, y pidió al propietario que le alistara una habitación tan preciosa como fuera posible. Cuando ya estuvo lista y el soldado había tomado posesión de ella, invocó al pequeño negrito y le dijo: "Mira, yo serví muy fielmente a mi rey, pero el me despreció, y me dejó hambriento, y ahora es mi turno de tomar mi acción." "¿Qué debo hacer?"- preguntó el hombrecito. "Cuando ya esté entrada la noche, y la hija del rey esté en su cama, tráela dormida, y ella hará el trabajo de servidumbre para mí." contestó. "Eso es algo muy fácil para mí, pero algo muy peligroso para ti, porque si eres descubierto, te podría costar un buen disgusto."- dijo el duende.

Cuando sonaron las doce de la noche, la puerta se abrió, y el hombrecito traía a la princesa. -"¡Aja!, ¿Eres tú?" Gritó el soldado a la princesa, "¡Ponte a trabajar de inmediato! Toma la escoba y barre la recámara." Cuando hubo terminado esto, él le ordenó acercarse a la silla, y estiró sus piernas y dijo: "¡Quítame las botas!" Y enseguida las tiró al suelo enfrente de su cara, e hizo que las recogiera de nuevo, las limpiara y les diera brillo. Ella, sin embargo, hizo todo lo que le pidió, sin oposición, en silencio y con los ojos a medio cerrar. Y cuando cantó el primer gallo, el duende la llevó de regreso al palacio y la colocó en su cama.

En la mañana, cuando la princesa se levantó, fue donde su padre y le contó que había tenido un muy extraño sueño. "Yo era llevada volando por las calles con la rapidez del relámpago" - decía ella, "y puesta en la habitación de un soldado, y yo tenía que trabajarle como una sirviente, barrer su alcoba, limpiar sus botas y hacer todos los trabajos misceláneos. Fue sólo un sueño, pero me siento tan cansada como si realmente hubiera hecho todo aquello." -"El sueño podría haber sido real."- dijo el rey, "Te daré una pequeña ayuda. Llena tu bolso de guisantes, y hazle un pequeño hueco al bolso, y entonces, si de nuevo eres llevada en vuelo, los guisantes irán cayendo y dejando un rastro en las calles."

Pero, sin que hubiera sido notado por el rey, el duende estaba a su lado cuando él decía eso, y oyó todo al respecto. En la noche, cuando la princesa era llevada de nuevo por las calles, ciertamente algunos guisantes cayeron del bolso, pero no pudieron dejar un rastro, pues el hombrecito había regado guisantes en todas las calles. Y de nuevo la princesa fue obligada a hacer el trabajo de sirviente hasta el canto del gallo.

A la mañana siguiente, el rey mandó a su gente a buscar el rastro, pero todo fue en vano, pues en cada calle, los niños pobres recogían los guisantes diciendo: "Debe de haber llovido guisantes, anoche." "Tenemos que pensar en algo más."- dijo el rey." "Déjate los zapatos puestos cuando te vayas a la cama, y antes de que regreses del lugar a donde has sido llevada, esconde uno de ellos ahí, y yo pronto idearé el medio para encontrarlo."-
El duende escuchó el nuevo plan, y en la noche, cuando el soldado le ordenó de nuevo traer a la princesa, se lo reveló, y además le dijo que no sabía de ningún método para contrarrestar esa estrategia, y que si el zapato era encontrado en su habitación, le podría ir muy mal. "Haz lo que te pido."- replicó el soldado. Y de nuevo esta tercera noche la princesa fue obligada a trabajar como sirviente, pero antes de partir a palacio, escondió su zapato bajo la cama del soldado.

A la mañana siguiente, el rey tenía al pueblo entero buscando el zapato de su hija. Y fue encontrado donde el soldado, y el mismo soldado, que por ruego del enano se había alejado de la casa, fue pronto capturado y llevado a prisión. En su huída, había olvidado su más preciada posesión, la luz azul y el oro, y solamente le quedaba un ducado en su bolsillo. Y ahora cargado de cadenas, estaba parado junto a la ventana de su calabozo, cuando tuvo la suerte de ver a uno de sus antiguos colegas pasar por ahí. El soldado golpeó en la ventana, y cuando el colega se acercó, le dijo: "¿Serías tan amable de traerme un pequeño envoltorio que dejé en la posada olvidado?, yo te daré un ducado por el mandado" El camarada corrió hacia allá y le trajo lo solicitado. Tan pronto como el soldado quedó solo de nuevo, encendió su pipa e invocó al negro duende. "No temas."- le dijo éste. "Ve adonde te lleven, y déjalos hacer lo que quieran, solamente mantén contigo la luz azul."

Al día siguiente el soldado fue llevado a juicio, y aunque alegó que no había hecho nada malo, fue condenado a muerte. Cuando era llevado al cadalso, le pidió al rey un último favor. "¿Y qué es?"- preguntó el rey. "Que pueda fumar una vez más mi pipa en el camino." Dijo el soldado. "Puedes fumarla hasta tres veces más"- contestó el rey, -"pero no imagines que te perdonaré la vida." Entonces el soldado sacó su pipa y la encendió con la luz azul, y apenas subieron unas pocas roscas de humo apareció el duende con un pequeño látigo en la mano diciendo: "¿Qué deseas mi señor?" "Castiga con el látigo hasta hacer caer al suelo a esos falsos jueces, y a su comisario, y no pongas reparos en el rey que tan mal me ha tratado." Entonces el duende cayó sobre ellos, castigándolos, dándoles aquí y allá, y quienquiera fuera tocado por el látigo, caía al suelo, y no se aventuraba a levantarse de nuevo. El rey estaba aterrorizado. Y él mismo le pidió piedad al soldado, que lo dejara vivir, y le dio todo su reino, y a la princesa por esposa.

Y Colorín Colorado

Hoy solo tenés tu triste pesar

lunes, 13 de septiembre de 2010

CUENTO ESPERANZADOR


LA HIGUERA. Norma Beatriz Correa

Cuenta la historia, que hace muchos, muchos años tres hermanitos muy pobres, esperaban siempre a sus padres que llegaran de su trabajo para ver que había de comer. Cultivaban las tierras con toda clase de verduras, y esperaban cada estación para disfrutar de sus cosechas. Pero había una especial ¡el verano! Donde las cosechas eran las más ricas, en especial la fruta de un enorme árbol “la higuera”.

Betty, de los tres, la hermana mayor, acostumbraba a levantarse temprano y treparse al árbol de hojas ásperas y troncos fibrosos, para comer sus higos sin bajarse de el, llevando en sus bolsillos bolsas de ellos para toda su familia. Cantaba, le hablaba al árbol, y ella sentía que era como su segunda madre, ya que la higuera existía desde antes de su bisabuela. Betty le decía: ¡Como te quiero, higuera Bendita! Yo se que me escuchas, nadie se anima a treparte. Solo yo, porque tu sabes lo que siento por ti. Tus frutos tienen el mejor sabor y son para mí mis preferidos. ¡Me alimentas todo el verano! Y cada año, tienes más y más hijos. Así todos los veranos.

Un domingo Betty le dijo a su madre que iría a misa. Hacia unos momentos el padre había comentado a su esposa que debía cortar la higuera, pues estaba creciendo mucho y la casa corría peligro. La madre de Betty, intento convencer que no lo haga, a su esposo, recordándole que ella amaba ese árbol y sus frutos. El hombre contesto con "Bah! Bah! mujer!" Esas fueron las ultimas palabras del esposo, que salio de la casa, tomo un hacha y comenzó a cortar sus ramas, las mas gruesas. Cuando volvió de Misa, se escucho la voz de Betty: ¡Papa! ¡Papa! ¡No! No lo haga, la lastima. Mire como sufre. ¡Esta sangrando! Ella sentía que el árbol le pedía ayuda, se abrazo a el y comenzó a llorar.

De pronto sintió una voz que venia del tronco que decía: "¡Betty no llores! Deja que tu papá termine de cortarme, luego hablaremos…" Betty se aparto un poquito y alcanzo a ver que desde un pequeño hoyuelo que tenia el tronco, se asomaban unas alitas rosas fosforescentes. Era una bella hadita, a la que solo ella podía verla. Sus cabellos largos hasta sus pequeños pies. La niña quedo llena de asombro por la belleza del hadita y esta comenzó a decirle: ¡No te asustes! Soy el hadita de esta higuera. Yo se que ella te a alimentado a ti, a tu familia, vecinos, amigos, y mucha gente más. ¡Hadita, yo la necesito! ¡La quiero! ¿Qué tengo que hacer para ayudarla? ¡Nada nada! Contesto el hadita. Ya es muy anciana y esta cansada. Hay que dejarla partir. Pero me dijo que nadie la quiso tanto y la cuido como tu.

Betty escuchaba y lloraba mirando sus hojas anchas y algunos pequeños higos que quedaban en su copa. Luego pregunto: ¡Y tu hadita de mi higuera! ¿A quién cuidaras si el árbol se seca?, ¿Te iras?, ¿A ti tampoco te volveré a ver?... El hadita respondió un poco entristecida por las lágrimas de Betty: ¡Ay!, mi pequeña ya llegara un próximo verano. Mientras, recogía las lágrimas de Betty con su varita y las colocaba en la mano de la niña, convertidas en piedritas brillosas y de todos colores. El hadita salio volando dejando miles de lucecitas alrededor de Betty. La niña casi sin fuerzas grito: ¡No me dejen! ¿Por qué? Me deja mi árbol; y también el hadita a que recién descubro. Paso un tiempo y Betty algo resignada, todas las tardes se sentaba frente al tronco, ya seco, recordando los mejores momentos vividos junto a el. Llego el invierno y a pesar del frío, la lluvia y las tareas domesticas Betty no olvidaba lo ocurrido.

Comenzó la primavera, la niña se daba cuenta por los olores de las flores, verduras y miraba las mariposas que revoloteaban su jardín. Un día, fue corriendo al lugar a donde estaba su árbol querido, ya casi seco. De pronto, vio un hermoso hijo de higuera de casi un metro de altura, ya con sus pequeñas hojas, ¡que feliz se sintió! Se abrazo al tronco viejo y dijo: -¡Gracias! ¡Gracias! Mi querida higuera ¿Y donde esta la hadita? Y por el hoyuelo apareció sonriendo el hada, más hermosa que el verano anterior y dijo: ¡Este es tu regalo! La vieja higuera te alimento desde muy pequeña y ahora tu tendrás que cuidar de este pequeño árbol que pronto te dará mucho de sus frutos. ¡Ya me despido! Mi lugar esta dentro del tronco, ese es mi hogar.

Girando y dando vueltas alrededor de la carita de Betty, dándole besitos en sus mejillas, desapareció dentro del tronco. La niña no lo podía creer, ¡Estaba muy feliz!, tenía un nuevo árbol y sabía que no solo ella lo cuidaría sino también el Hadita que vivía dentro de el. El árbol creció en poco tiempo, y comenzó a dar los mejores frutos nunca vistos...

Y Colorín Colorado

Los árboles de higo son favoritos del jardín del árbol frutal.

sábado, 11 de septiembre de 2010

CUENTO REPETIDO


LAS ESTRELLAS DEL CIELO. Antiguo cuento inglés

Hubo una vez, hace mucho, mucho, mucho tiempo, una niña que soñaba con alcanzar las estrellas, es decir, tocarlas con sus manos. En las noches claras sin luna, asomada a la ventana de su dormitorio, las admiraba en silencio pensando qué es lo que se sentiría teniendo una entre las manos. Así las cosas, cierta noche de estío, la niña llegó a la conclusión de que debía tocar por lo menos una o dos y para ello tenía que ponerse en camino hasta llegar a ellas.

Dicho y hecho, saltó por la ventana y empezó a andar, y anda que te andarás llegó a un viejo molino cuya rueda chirriaba escandalosamente. Dándole las buenas noches, la niña le pregunto si la rueda sabía como podría jugar con las lejanas estrellas pues para eso había emprendido la caminata. La rueda le respondió que las encontraría bañándose en el estanque cercano donde por la noche brillaban hasta el punto de no dejarla dormir con su resplandor.

La niña saltó al estanque pero por más que nadó, e incluso buceó, le fue imposible encontrarlas. Muy decepcionada se lo dijo después a la rueda de molino, que vieja y gruñona, repuso: No me extraña, has removido tanto el agua que las has asustado y se han ido, entonces la niña, desilusionada, prosiguió su camino.

Anda que te andarás, llegó a un verde prado en el que se sentó a descansar, dándose cuenta entonces de que el prado pertenecía a las hadas y a los elfos que lo llenaban por doquier corriendo, volando o bien danzando sobre el pasto, saludándolas muy educadamente la niña les preguntó si habían visto estrellas por allí ya que tenía mucho interés en alcanzar alguna, las hadas le replicaron que sí, que relucían todas las noches entre los tallos de la hierba. Dijeron: Ven a danzar en nuestra compañía y encontrarás todas las estrellas que desees.

Aunque la niña bailó con ellas en su alegre corro, no halló ninguna estrella, y dejándose caer agotada al suelo, lloró dirigiéndose a las hadas que la rodeaban en círculo: Por más que lo intento no lo consigo. Si no me ayudáis nunca podré jugar con las estrellas; las hadas hablaron bajito entre si, y finalmente una se acerco a la llorosa criatura para aconsejarla: Que tu ánimo no desmaye; si lo deseas puedes conseguirlo, todo es cuestión de voluntad. Ves camino adelante y cuando encuentres a Cuatro Patas, que te lleve hasta Sin Patas y entonces le ruegas a Sin Patas que te conduzca hasta la Escalera sin escalones por la que debes subir.

Muy contenta la niña partió con ánimo ligero llegando finalmente a donde estaba un caballo atado a un árbol, Buenas noches –saludó por tercera vez-, deseo tocar las estrellas del cielo y he caminado tanto, tanto, que me duele todo el cuerpo, ¿serías tan amable que me permitieses montar en tu lomo? El caballo le dijo entonces que él no entendía de estrellas y que su misión consistía en obedecer a las hadas, ellas me han hablado de ti y me han aconsejado que le diga a Cuatro Patas que me conduzca hasta Sin Patas, pues mira por donde yo soy Cuatro Patas, sube a mi lomo y partiremos, y anda que te andarás, o, mejor dicho, cabalga que te cabalgarás, abandonaron el bosque llegando a la orilla del mar.

El caballo se despidió, ya había cumplido su misión, y la niña prosiguió su marcha bordeando la orilla del mar y se decía qué más podía pasar ahora y a quién encontraría que se llamara Sin Patas, y, cuanto menos lo esperaba, un pez enorme como ella nunca había creído que existieran, asomó la cabeza entre la espuma de las olas, buenas noches –saludó la niña al pez, me gustaría tocar las estrellas con la mano, ¿puedes ayudarme a conseguirlo? No lo sé; si no me traes el permiso de las hadas no podré ayudarte –le contestó el pez, pues lo tengo, y para que veas te trasmitiré el mensaje: debía encontrar a Cuatro Patas que me conduciría a Sin Patas y éste hasta la Escalera sin escalones, esto es otra cosa exclamó el pez, venga, súbete a mi lomo y procura no caerte, navegaron, navegaron y navegaron precedidos por una estela dorada que se dirigía hacia el lejano horizonte, allá donde el mar y el firmamento se encuentran.

Entonces la niña vislumbró un bellísimo Arco Iris que saliendo del mar llegaba hasta el cielo brillando en todo su esplendor y colorido, por fin alcanzaron el inicio del Arco Iris y la niña descubrió que se trataba de un camino amplio y lleno de luz, que subía hacia la bóveda celeste, y en lontananza, la chiquilla apercibió unas minúscula lucecillas que daban la impresión de bailar, hasta aquí hemos llegado informó el pez, esa es la Escalera sin escalones, ve con cuidado al subir, si es que puedes, piensa que esta escalera nunca se hizo para los piececitos de las niñas; en cuanto la pequeña saltó del lomo de Sin Patas, éste desapareció en el mar.

La niña ascendió por el Arco Iris, tarea, por otra parte, nada sencilla, pues a cada escalón que subía le daba la sensación de bajar dos, y aunque ascendió hasta que el mar quedó muy lejos, las estrellas seguían encontrándose remotas, pero ella se dijo ya que era muy animosa: No voy a echarme atrás; si he llegado hasta aquí no voy a volver sobre mis pasos, así que ascendió y ascendió, encontrando que el aire por momentos se volvía muy, muy frío, mas el firmamento brillaba intensamente, tanto que se dio cuenta de que estaba ya cerca de las estrellas, ¡Lo estoy consiguiendo! Gritó, y sin vacilar llegó repentinamente al final del Arco Iris, en torno suyo, mirase por donde mirase, las estrellas daban vueltas y bailaban, era una danza que tan pronto subía como bajaba, igual que las hojas cuando las mueve el viento, y giraban a su alrededor lo mismo que un torbellino, entre los destellos de miles de colores.

Finalmente las alcancé –se dijo, en toda mi vida no había contemplado algo tan bonito, entonces se dio cuenta de que estaba helada y al mirar en dirección a sus pies entre las sombras, le fue imposible ver la Tierra, la pequeña tembló de miedo; pero no me marcharé sin antes acariciar una estrella y así diciendo con decisión se puso en puntas de pie extendiendo los brazos tanto como le fue posible. Y ya estaba próxima a lograr su empeño, cuando, el paso raudo de una estrella la sorprendió hasta el punto que le hizo perder el equilibrio y hundirse en el vacío, fue cayendo, cayendo, cayendo, Arco Iris abajo y más iba bajando más templado era el aire y más somnolienta se sentía, y entre bostezos y suspiros quedóse profundamente dormida, al despertar se encontró de nuevo en su camita, lucía el sol en la ventana y las aves mañaneras cantaban en los árboles y entre las flores del jardín. ¿De veras estuve entre las estrellas y las toqué, o no ha sido más que un sueño? Inesperadamente notó algo en la palma de su mano, y cuando la extendió, el brillo de una luz centelleó para desvanecerse enseguida, la niña, muy feliz, pudo darse cuenta en ese momento de que no se engañaba; aquel era el polvo de las estrellas y ella las había tocado con sus manos, no se trataba de un sueño.

Y Colorín Colorado

Se puede decir que la lectura de cuentos tiene como propósito la socialización a la literatura. La meta principal es que los niños comiencen a participar en una tradición y prácticas culturales en torno a los cuentos y la literatura infantil.


viernes, 10 de septiembre de 2010

CUENTO LUNÁTICO


VÍCTOR Y LA LUNA. Marielena Rondinel, escritora de Perú.

En el planeta de las estrellas Doña Luna era la reina pero ella muy triste pasaba la noche entera. Las estrellas hacían de todo para que recupere la alegría pero sus ojos estaban rojos de tanto llanto y su rostro palidecía como un papel. Los ángeles se encontraban igualmente preocupados porque la Luna no los alumbraba como antes y buscaban la fórmula perfecta para solucionar dicho problema.

Cada noche al sonar las campanas anunciando las diez llevaban ante la Luna a algún niño escogido del planeta Tierra para que converse con ella. Ya habían pasado por allí más de mil pequeños pero nadie había logrado arrancarle ni una sola sonrisa.

Cierto día del mes de julio, una estrella rosada, pequeña y juguetona, divisó en Brasil a un niño llamado Víctor que era muy amado por su familia. Él corría alegre con sus mascotas por el jardín y le preguntó si quería conocer a Doña Luna. El pequeño, que tenía la carita más dulce del mundo, aceptó de inmediato porque siempre desde su habitación miraba admirado a la belleza plateada.

Esa noche al caer las diez Víctor se presentó ante su Majestad Luna. Ella lo miró un largo tiempo sin pronunciar ninguna palabra. El pequeño se acercó a la estrellita rosada y le pidió que los dejaran solos y que cerraran las puertas del Castillo. El Castillo era muy grande y hermoso, muchas estrellas vivían con la Luna y aunque estaban algo curiosas, hicieron caso al niño.

Un rato después se escucharon carcajadas, Doña Luna y Víctor reían y debajo de la puerta del Castillo se veía un gran resplandor. Era tanto su brillo que muchos ángeles se acercaron a aquel lugar para disfrutar ese maravilloso acontecimiento. Se oyó a su Majestad Luna pidiendo que abrieran la puerta y las estrellas levantaron el techo que cubría el Castillo para que alumbrara a todos con su luz. Su belleza era tan plena que las estrellas y los ángeles estaban muy agradecidos con el pequeño.

Desde ese día Víctor visita a la Luna cada noche pero nadie conoce el motivo de tanta alegría… Sólo la Luna y Víctor, saben que al sonar las campanas las diez, el pequeño se sienta en ella y cabalga como si fuese un caballo de madera mientras sus manitos le hacen muchas cosquillas. Los dos sonríen a carcajadas cómplices de sus juegos y travesuras.

Este momento especial es esperado con ansias por ambos donde comparten su amistad y la felicidad llena sus corazones y la Luna resplandece intensamente. Ahora que tú también lo sabes, no olvides guardar su secreto…

Y Colorín Colorado

Desde tiempos remotos se comenta y se ha llegado a decir que la luna afecta o influye en el comportamiento de todo ser viviente,

miércoles, 8 de septiembre de 2010

CUENTOS TRISTES

LA GOTITA CURIOSA

En un tranquilo lago, escondido tras las verdes hojas de los árboles que con su abrazo recogen el lago dentro del bosque, descansaban las gotas de agua que habían sido madres recientemente, mientras tanto las lindas gotitas iban de un lado para otro produciendo el leve oleaje que todos hemos observado alguna vez a la orilla de un lago, estaban muy alegres, jugaban, nadaban, se movían y no paraban de reír. Durante todo este tiempo, además de jugar, las gotitas aprendían las lecciones que debían saber para sobrevivir en un mundo tan impetuoso como el planeta tierra, ya que no podrían permanecer en ese lago toda su vida, algún día tendrían que marchar.......y ese día llegó.

Todas las gotitas que al día siguiente abandonaban el lugar, estaban entusiasmadas por saber como seria su nuevo destino, excepto una; una pequeña gotita muy fina, y transparente casi imperceptible, que se negaba a seguir el mismo camino que todos los demás, ese mismo trayecto que le habían dibujado mucho antes de nacer, ella, al igual que su grupo, tenia el encargo de rellenar un oscuro pantano situado hacia el otro extremo del bosque, la verdad es que no estaba muy lejos de allí, pero el lugar no tenia nada que ver; sus aguas estaban teñidas de un verdoso color, su fondo estaba cubierto por una gruesa capa de fango, y en los alrededores apenas había vida animal debido a los hedores de dicho pantano, tras saber la pequeña gotita que ese seria su destino para toda su vida(porque una vez destinada nunca podrías salir de allí) se negó en rotundo a ir, pero sus superiores le dijeron que era necesario: "mira en esta vida, tan importante es la luz como la oscuridad, porque con luz constante no podríamos descansar, y los animales nocturnos no podrían vivir, tan importante es reír como llorar, porque solo cuando has llorado mucho aprecias una buena carcajada de verdad, y tan importante es una gotita trabajadora que va a su destino a hacer un trabajo básico, como su superior más alto, ya que sin el primero este último no tendría sentido".

Tras mucho pensar la gotita decidió, que eso no era para ella, ella ansiaba viajar, conocer otros lugares, no permanecer, ser libre y esa misma tarde se escapó, se marchó por un fino hilo de agua, un chorro casi invisible que más tarde daba lugar a un riachuelo, y este mismo alimentaba un pequeño río, situado en un hermosa valle, entre enormes montañas, la gotita viajó, y viajó........ pasó semanas conociendo nuevos mundos.

Un día llegó a la desembocadura de un gran río, estaba ansiosa quería conocer ese gran mar del que tantas gotas hablaban, quería dejarse perder en él, sentir como se mecía como le llevaba a numerosos lugares, por el día bañada por la luz del sol y por la noche reflejando rayos de luna, sola o acompañada seria feliz, pero justo cuando iba atravesar esa barrera invisible, ese limite imaginario que separaba ambos mundos, una gota control la reconoció; había oído hablar de su fuga y estaba informado por si aparecía por los alrededores, esta gota, cogió a la gotita y sin darle tiempo a reaccionar la encerró en una balsa con dos gotas del Cuerpo de Protección y la enviaron a su "destino". Cuando llegó allí, después de haber visto tanto mundo, tantas cosas maravillosas, se desplomó, no podía concebir vivir en un lugar así era deprimente, y sin poder cambiar, siempre con las mismas gotas de dolor, siempre la misma rutina.

Intentó escaparse innumerables veces, siempre la recogieron, hasta que un día lo comprendió, vio que era imposible luchar contra un sistema de sólidos cimientos, vio que era una tuerca más del engranaje de esa sociedad que tanto cuestionaba pero a la que pertenecía, finalmente se resignó y desistió de luchar por una vida mejor, al fin y al cabo era su "destino".

Y Colorín Colorado

HADA TRISTE


"Érase una vez, un Hada triste. Vivía en el Mundo de los Hielos Eternos y no le gustaba. Sabía que existían lugares donde el Sol brillaba cada día y donde las flores tenían todos los colores del arco iris. Su corazón añoraba esas cosas aunque no las había visto nunca. Añoraba el color y el calor. Añoraba sentir la hierba bajo sus pies descalzos y añoraba el vuelo brillante de las mariposas. Se sentía tan infeliz que no sabía pensar en otra cosa y ni siquiera salía a ver sus dominios.

Una noche en que el Hada aún no dormía, un resplandor especial apareció en el cielo. Al principio era solo una pequeña mancha luminosa, que creció y creció y bien pronto todo el espacio se llenó de color. Verdes y violetas, azules, amarillos y rojos, se entremezclaban armoniosamente y su luz arrancaba destellos del suelo helado como de un espejo. Y el Hada miró al cielo y vio estrellas fugaces y luceros ardiendo, estelas de cometas y nubes transparentes.

Por primera vez en mucho tiempo, el Hada se sintió feliz y entendió que aquel era su lugar, que cada rincón del mundo contiene sorpresas maravillosas y que le gustaba la aurora boreal y el cielo estrellado de su país de Hielo. Comprendió que muchas Hadas jamás verían todo eso, como ella no vería las flores pero ya no importaba. Ahora sabía que las estrellas fugaces son como mariposas celestes y que los cometas se llevan muy lejos las añoranzas de las Hadas Tristes"

Y Colorín Colorado