domingo, 31 de enero de 2010

CUENTO BRILLANTE


¿Papi por qué brillan las estrellas?. Manuel Ibarra. Venezuela

Había una vez un niño de siete años de edad, que vivia con su padre en una remota población rodeada por grandes montañas. Todas las mañanas después de tomar el desayuno acompañaba a su padre hasta la carpintería, mientras este se dedicaba a cortar la madera para fabricar las sillas, Carlitos se sentaba en el piso a dibujar en hojas de papel, imaginarios paisajes, siendo su tema favorito crear estrellas de todos los tamaños y colores. Una tarde mientras reposaban sentados en las sillas del corredor de la casa, Carlitos le enseñò los dibujos a su padre, quien muy sorprendido le pregunto: ¿Hijo que paisajes tan bonitos y que estrellas tan preciosas,quién te enseñò a dibujar?. El niño mirandolo sonrrie y responde: ¡Un amigo secreto que se presenta todas las noches en mìs sueños papi!. Intrigado por la respuesta, el padre continua preguntado:¿Cómo se llama ese amigo secreto hijo?. Carlitos nuevamente le dice: ¡El no me ha dicho su nombre papi, pero en el sueño me agarra la mano y me señala las estrellas!, terminada la conversación el padre de Carlitos visita la iglesia y decide hablar con el Sacerdote sobre el significado del estraño sueño de su hijo, al final de la charla el Cura le recomienda lo siguiente: ¡Bueno señor no se preocupe, es muy común que a esa edad, los niños tengan amigos imaginarios, pero sin embargo le recomiendo que hable con él, digale que las estrellas brillan en el cielo porque son una señal que dios les esta enviando a todos los hombres de la tierra, para iluminarles el camino en esta vida!. El padre de Carlitos regresa a la casa y esa noche después de la cena, se sientan en el patio de la casa y mirando el cielo lleno de estrellas le dice: ¡hijo ya que siempre me preguntas por qué brillan las estrellas y siempre las ves en tus sueños, te dire que ellas significan una luz que Dios les esta enviando a todos los hombres de la tierra para iluminarles el camino en esta vida!. Carlitos con cara de inocencia, se queda mirando a su padre y agarrándole la mano le dice: ¡papi sabes una cosa, anoche nuevamente soñe y vi las estrellas más grandes y hermosas de mí vida y el señor imaginario se me acercó y me dijo al oido, que esas estrellas que brillaban de una manera tan especial, eran las lagrimas de mí madre que esta en el cielo y como no puede jugar conmigo llora de tristeza, en ese momento comprendí porque brillan las estrellas!. Ante aquellas palabras tan tiernas e inocentes, el hombre abrazó a su pequeño hijo y le dijo: ¡Hijo tiene mucha razón tu amigo imaginario, yo se que tu madre nos quiere mucho y desde el cielo nos esta protegiendo, iluminando nuestro camino con miles de estrellas!. A partir de aquel día, Carlitos se sentaba largas horas a mirar las estrellas que iluminaban el cielo y en ciertas ocasiones su padre al regresar del trabajo, lo encontraba profundamente dormido sobre la silla. Y Colorín colorado....

Bogotá, Colombia (RCN) – Los estudiantes colombianos, y especialmente los niños, tienen una imaginación sin límites. Es una de las sorpresas que se llevaron quienes se encargaron de evaluar las miles de obras...

jueves, 28 de enero de 2010

CUENTO BELLO


LA MARIPOSA BELLA. Blanca Altamirano

Cuenta la historia que en un día de primavera todos los animalitos del bosque se preparaban para una gran fiesta.

Todos estaban invitados y querían ponerse muy lindos; pero Bella la mariposa se creía muy superior a sus amiguitos. Decía que no iba a ir al baile porque no tendría alguien con quien estar y que estuviera a su altura, o que fuera tan hermosa como ella, y tan inteligente.

Todos los animalitos se prepararon, con adornos de flores, ramitas, sombreritos y muchos colores. Tanta dedicación se debía a que en el baile encontrarían pareja para formar sus hogares y familias.

Bella, la mariposa, decía que no se iba a poner nada porque ya era muy linda. Cuando llegó el momento todos fueron al baile y Bella para no quedarse sola también se fue.

El gran salón estaba decorado con hermosas luces, guirnaldas y un gran espejo que era el centro de la fiesta. Todos bailaban contentos y se divertían. Bella encontró a un ser precioso pero que no hablaba, no pensaba, solo sonreía si ella lo hacía, y le saludaba cuando ella también lo hacía.

Los animalitos comenzaron a reírse de Bella, pero ella no les hizo caso y siguió encantada con esa persona fascinante.

Fueron pasando las horas y todos encontraron pareja y se iban a sus casas muy contentos.
Y cuando ya no había nadie en el salón, Bella desesperada se dio cuenta de que el ser fascinante que había estado con ella toda la noche, era su propio reflejo en el gran espejo del salón.

Bella llorando se dio cuenta que había estado toda la noche con un ser frío y sin vida, que era muy hermoso pero que no le podía brindar nada, y ya se había quedado sola.

Y Colorín colorado...

¡NO SEAS COMO LA MARIPOSA BELLA, QUE POR TANTO QUERERSE SE QUEDÓ SOLO CON ELLA! MAS VALE MIRA A TU ALREDEDOR Y DISFRUTA DE TODO CON MUCHA PASIÓN.

Para embellecer a las mariposas, la naturaleza las engalanó con sus más preciados tesoros. La extraordinaria variedad de colores, las irisaciones, los reflejos metálicos, la suavidad aterciopelada de estos insectos,, hacen resaltar más la elegancia de su vuelo...

martes, 26 de enero de 2010

CUENTO GENIAL


EL GENIECILLO. María de la O Lejárraga

Todos los inmortales habitantes del Olimpo estaban altamente preocupados. Y no era el caso para menos: aquel geniecillo revoltoso y juguetón, que había hecho durante tanto tiempo las delicias de toda aquella inmensa y correctísima reunión de dioses y semidioses, que había logrado tantas veces con sus graciosísimas diabluras desarrugar el imponente ceño del mismísimo Júpiter, calmar las iras de la orgullosa Juno, hacer prorrumpir en franca y sonora carcajada a la impasible y sapientísima Minerva; aquel diablillo con alas, que todo lo animaba y lo revolvía todo, estaba triste. La más cruel melancolía se pintaba en su rostro, antes encarnado y redondo como una manzana, ahora pálido y macilento. ¿Qué hacer para disipar aquella inmensa tristeza? -se preguntaban los inmortales. ¿Cómo averiguar la causa que la motiva? Imposible atinar con la solución de ninguno de los dos problemas. Para distraerle, agotó su poder el padre de todos los dioses, su ciencia la diosa de la Sabiduría, sus encantos y halagos todas las benéficas hadas que le habían servido de madres y maestras: todo fue inútil. El geniecillo continuaba triste, muy triste, casi desesperado, y sólo respondía con melancólicas sonrisas, bañadas en silenciosas lágrimas, a las preguntas de sus ilustres parientes.

Tan extraordinaria situación de ánimo llegó a preocupar a Júpiter que, no comprendiendo pudiese anidar en sus dominios la tristeza, hizo comparecer ante él una mañanita al geniecillo melancólico, y le ordenó, amenazándole con las más severas penas, le diese a conocer la causa de su aflicción.

-¡Ah! señor --exclamó el infeliz- mi mal no tiene remedio, es incurable, horrible... ¡tengo envidia!

-¿Y de quién, desgraciado? -interrumpió colérico el irritable hijo de Saturno-. ¿A quién puedes envidiar tú, inmortal, dueño de tus acciones, poseedor del entrañable cariño de todos estos hijos míos, libre de volar a través del espacio, de visitar los planetas, de admirar las bellezas todas que mi mano liberal ha esparcido por el ancho mundo? ¿A quién envidias, infeliz? ¿Cuál de los dioses te mortifica con sus prerrogativas? ¿Qué deseas?

-No envidio a los dioses, ni quiero prerrogativa alguna; no anhelo nada que podáis darme, porque nada de lo que excita mis deseos Se encuentra en el Olimpo...

-¿Dónde has hallado, pues, esa dicha cuyo recuerdo tanto te mortifica?

-En la Tierra, señor, en ese planeta tan chiquitito y tan oscuro, tan desdeñado por nosotros los que habitamos en la mansión de la serenidad perdurable... Vagaba yo una espléndida mañana de primavera por la atmósfera terrestre, encima de una hermosa población. Mil ruidos de alegría, de vida, de trabajo, se elevaban de la ciudad perdiéndose en el espacio, como diluyéndose en aquella atmósfera dorada por los rayos del sol. Entre todos llamó mi atención uno que salía por las ventanas de un grandioso templo. Penetré en él, y quedé sorprendido ante el cuadro que se ofreció a mi vista. Haciendo brillar los dorados de los magníficos altares que prestaban espléndido asilo a multitud de bellas y riquísimas imágenes, lucían infinidad de velas colocadas en valiosas y artísticas arañas que pendían del techo, inundando de luz la espaciosa nave; los arcos se hallaban adomados por severas colgaduras de terciopelo rojo limitadas por anchas cenefas de oro; a un lado y otro del templo, apiñada muchedumbre de fieles esperaba ansiosa el comienzo de la solemne ceremonia. En medio de todos se destacaba la figura de una linda niña completamente vestida de blanco, ciñendo su frente una artística corona de menudas flores, que sostenía a la vez un blanco y vaporoso velo que prestaba fantástica apariencia a la linda figurita; pendiente del cuello llevaba una medalla como perenne y gráfico recordatorio de tan memorable fecha; sus pequeñas manos, de afilados dedos, sostenían una rizada vela y un lindo devocionario por el que paseaba fervorosamente la vista.

Era el día de la primera comunión.

Llegó al fin el supremo momento: volvióse el sacerdote, y explicó con inspiradísimas frases la grandiosidad del acto. Un bello conjunto de vocecillas dulces e infantiles entonó un armonioso himno; adelantóse al altar la niña profundamente emocionada, y recibió de manos del ministro de Dios la Sagrada Forma, mientras escuchaba las tiernísimas voces de un coro de ángeles que bajaron del cielo para acompañarla en el primer momento memorable de su vida. Los rayos del sol, que se descomponían al pasar a través de los vidrios de colores, aumentaron el torrente de luz que inundaba el sagrado recinto. La ceremonia terminó, y la piadosa concurrencia comenzó a desfilar mientras el órgano lanzaba al aire sus últimas notas.

-Y ahora vais a conocer la causa de mi cruel tristeza -dijo el geniecillo con amargo acento, interrumpiendo el relato-. Luego prosiguió: -Entre aquel gentío salió corriendo, saltando, atropellando a todos, la heroína de la fiesta: impaciente, ansiosa la esperaba en el atrio de la iglesia su buena madre. Logró al fin colocarse delante de ella, abrió mucho los brazos, se colgó a su cuello, y depositó en su mejilla un beso purísimo, al mismo tiempo que de sus ojos brotaban dos cristalinas lágrimas. Pensé en un principio que sufría, pero pude al cabo descubrir en su rostro las señales de una sonrisa de felicidad inmensa. No pude remediarlo: tal impresión me causó descubrir tanta dicha en una niña de tan pocos años, que lloré amargamente de envidia y me alejé triste y suspirando. Desde entonces, la sociedad de los dioses me cansa, y la serenidad de la vida inmortal me desespera y busco la dicha, pero la busco en vano, porque en todo el Olimpo no encuentro una fiesta tan hermosa ni una felicidad tan grande como la de aquella niña que vi en una de mis excursiones por la atmósfera terrestre, a las puertas de un templo, una espléndida mañana de primavera... Y Colorín colorado...

Consideramos genios a aquellas personas dotadas de inteligencia superior, capaces de idear cosas increíbles o de desarrollar capacidades especiales

lunes, 25 de enero de 2010

CUENTO GITANO


LA AMAPOLA
Hace bastante tiempo, vivía una familia gitana en un pueblo bastante grande. Se ganaban la vida trabajando como herreros y haciendo cestas con mimbre que cogían al lado de los ríos y vendían a la gente de los pueblo de alrededor.

Un día el hijo mayor, que estaba casado y tenía dos hijos, decidió irse con su mujer una temporada, en carro a conocer sitios más lejanos ( en aquella época no había coches).

Sus padres y hermanos intentaron, al principio, convencerles de que no lo hicieran, pero los veían tan entusiasmados, que al final, les ayudaron a preparar todo y les dieron todo tipo de consejos para el viaje: que camino seguir, que hacer al llegar a un pueblo nuevo, donde acampar....

Y se fueron a recorrer mundo de pueblo en pueblo, de feria en feria haciendo y vendiendo cestos que en aquella época pagaban bien.

Pero un día que se encontraban en una feria, lejos de su familia, el marido se empezó a encontrar mal. Fue al médico del pueblo, pero pasaban los días y no mejoraba. Con lo que habían ganado en la feria tuvieron para ir pagando las medicina y el doctor (entonces no había Seguridad social ni teléfono), pero todo fue inútil: el gitano murió.


Su mujer con mucha pena lo enterró y volvió a casa con su familia. Pero el camino era muy largo y tenía que ir vendiendo lo poco que tenía para pagar todos los gastos, para poder dar de comer a los hijos, hasta el carro y el caballo. Lleva el niño pequeño en brazos y el otro caminando, agarrado de sus faldas. Ya no le quedaba nada de dinero y se tuvo que poner a pedir a la gente que encontraba , pues solo le quedaba un trozo de pan duro.


Vio a una señora y ...¡Buenos días, señora! –dijo la gitana acercándose a la señora. Pero esta pasó de largo y ni siquiera la miró. La pobre gitana cogió a sus pequeños y siguió caminando. Al cabo de un rato vio que se acercaba un leñador. La gitana se acercó a él y le dijo:- ¡Buenas tardes, buen hombre! ¿Me podría escuchar un momento. Y el leñador se paró y dijo: -Lo siento, pero no tengo tiempo para escuchar y siguió su camino
La gitana siguió caminando. Ya estaba oscureciendo, de repente vio a un hombre y se acercó a él. Era un hombre con una gran capa negra y un sombrero de ala muy ancha que le tapaba la cara. La gitana con voz temblorosa le dijo:

-¡Buenas noches , buen hombre!¿ Me podría escuchar un momento? El hombre se quedó quieto y escucho a la gitana. La gitana le contó todo lo ocurrido, y el hombre sacó de debajo de la capa una amapola y le dijo:

“Lo que yo te puedo da debajo de esta amapola lo encontrarás"

La gitana cogió la amapola y se la dio al niño. Al volverse para dar las gracias el hombre había desaparecido. La gitana siguió su camino sin rencor porque aquel hombre le había dado todo lo que tenía y no había hecho como otros que pasaban sin contestarle ni mirarla a la cara

Pero de todas formas no le quedó más remedio que seguir caminando e ir buscando un sitio para dormir. En mitad del bosque vio un árbol, se sentaron y la sacó del delantal un trozo de pan duro que le quedaba. Le dio la mitad al niño mayor y ella se comió la otra mitad, mientras le daba de mamar al niño más chiquito. Enseguida se echaron a dormir, allí mismo, los tres muy juntitos, y el niño mayor se durmió sin soltar la amapola que el hombre de la capa negra les dio al oscurecer.

Al día siguiente el canto de los pajarillos despertó a la gitana. Se levanto y al escuchar el ruido de un pequeño río que pasaba por allí, decidió ir a lavarse.

Al acercarse vio una amapola y se extrañó. Miró en la mano del niño y no vio que tuviera la amapola. De repente se acordó de aquellas palabras que le dijo el hombre de la capa.

“Lo que yo te puedo da debajo de esta amapola lo encontrarás”

La gitana corrió hasta donde estaba la amapola y empezó a escarbar a su alrededor. Sus manos tocaron algo duro. La gitana nerviosa empezó a escarbar con más rapidez.

¿Sabéis lo que encontró? Un cofre lleno de monedas de oro. Contenta despertó a sus hijos y siguieron el camino hasta encontrar a su familia y así fueron felices y nunca más volvieron a pasar necesidad. Y Colorín colorado...

Muchos mitos han sido elaborados acerca del origen de ese misterioso pueblo presente en todas las naciones del occidente, llamado en distintas maneras, comúnmente conocidos como gitanos,

sábado, 23 de enero de 2010

CUENTO MARINO

EL PULPO ESCRITOR. Roberto Gutiérrez Alcalá

En las profundidades del mar océano habitaba un pulpo escritor. Como todos los de su especie, contaba con ocho tentáculos y con una buena dotación de tinta que le permitían escribir, al mismo tiempo, poemas, ensayos, cuentos, novelas, reseñas de libros y artículos periodísticos que trataban acerca de cualquier asunto relacionado con la vida marina, y eso estaba bien, porque los pecesitos, que antes nadaban por ahí, perdidos, sin saber nada de nada, leían los escritos del pulpo escritor y discurrían y ya no mordían el anzuelo tan fácilmente.

Los años pasaron.

El pulpo escritor comenzó a ganar premios y a ser objeto de homenajes en los siete mares del mundo, y eso estuvo bien, porque le dio por escribir como nunca, aunque también por asistir, cada vez con más frecuencia, a cocteles y fiestas en su honor...

Una noche, durante una de esas fiestas, varios tiburones se le aproximaron con sigilo. Le dijeron, entre tarascada y tarascada, que escribía muy bonito y que lo admiraban y que un pulpo como él debía hundirse más profundamente, lo cual, en aquellas circunstancias, significaba volar más alto. A continuación le propusieron ayudarlo para ello.

El pulpo escritor, que ya estaba algo mareado porque se había tomado unas copitas, aceptó.

Así se inició su transformación paulatina: con el poder que le brindaron los tiburones, llegó a creer que sólo el poseía la Verdad, y a blandir la espada de la Intolerancia, y a esconder sus ideas y su imaginación detrás de una cortina de tinta tan espesa y tan oscura, que quien lo leía ya no las encontraba..., y eso estuvo mal, porque desde entonces unos pecesitos mejor se olvidaron de él y, lo que es peor, de su obra, y otros se dedicaron a ridiculizarlo y a hacerle chistes muy, muy crueles, pero también muy, muy divertidos, lo cual, viéndolo bien, estaba bien. Y Colorín colorado...

El pulpo se caracteriza por tener un cuerpo blando con un cerebro bien desarrollado y con ocho brazos, cada uno de los cuales posee dos filas de ventosas.

viernes, 22 de enero de 2010

CUENTO EN BOLSA


LA BOLSA DE LOS CUENTOS. Cuento trdicional camboyano.

El pequeño Lom conocía muchos cuentos, pero no quería contárselos a nadie. Todo el mundo sabe que el egoísmo no es nada bueno, y que las historias están para explicarlas a los demás, así que los propios cuentos, atrapados en una bolsa, intentaron jugarle una mala pasada.

"Cuéntame otro cuento, por favor", suplicó Lom. "No, ya es hora de dormir", contestó su anciano criado. Así que el pequeño se acurrucó en la cama pensando en la historia que acababa de escuchar.
El pequeño Lom vivía en una gran casa al norte de Camboya, y tenía un criado que cada noche le contaba un cuento popular. Las historias solían ser de enormes gigantes y poderosos magos, tigres feroces y
sabios elefantes, emperadores opulentos y hermosas princesas. Cada noche había un nuevo cuento, y a Lom le encantaba escucharlos. Sabía que eran relatos muy antiguos, pues el criado los había heredado de su abuela, y esta de su bisabuela, y así hasta muchos años atrás.
Delante de los amigos, Lom solía alardear de saberse multitud de historias, pero nunca se las quería contar a nadie, por lo que los cuentos si iban quedando poco a poco aprisionados en una bolsa de su habitación.
Los años pasaron y Lom se convirtió en un apuesto joven que decidió casarse con una guapa muchacha del pueblo. La noche de antes de la boda, el viejo criado oyó unos extraños murmullos que procedían de la habitación de Lom y, asustado, decidió acercarse y escuchar.
Los ruidos venían de la bolsa de los cuentos, que charlaban entre ellos y se lamentaban. "Mañana se casa y nosotros seguimos aquí atrapados, no hay derecho", refunfunñaba un cuento.
"Debería habernos dejado salir", se quejaba otro. "Se lo haremos pagar caro", añadió un tercero. "Ya está, tengo un plan", dijo el primer cuento. "Cuando vaya mañana al pueblo por la boda, le entrará sed. Entonces yo me convertiré en un pozo y cuando beba de mi agua, le entrará un dolor de barriga espantoso".
"Vale", dijo el segundo cuento, "pero por si acaso no funciona, yo me convertiré en sandía. Si se la come, sufrirá un dolor de cabeza horrible".
"Pues yo me transformaré en serpiente y le morderé ", explicó el tercer cuento. "El dolor será tan fuerte que aullará como un lobo". Y los cuentos se rieron malévolamente mientras tramaban el plan.
El viejo criado estaba horrorizado por lo que había escuchado. "¿Qué hago yo ahora?", se preguntó a sí mismo. Y estuvo pensando toda la noche cómo salvar al joven Lom.
A la mañana siguiente, cuando Lom se disponía a coger su caballo y cabalgar hasta el pueblo de su amada, el criado salió apresurado de casa y le dijo que lo acompañaría.
Un par de horas después de haber comenzado el viaje llegaron a un pozo. "¡Alto!", gritó Lom. "Tengo sed", pero el anciano hizo seguir el caballo sin que se detuviera allí. Poco después llegaron a un campo repleto de sandías. "¡Para!", ordenó Lom. "Tengo mucha sed. Quiero una sandía". El criado no le hizo caso y siguieron adelante.
Llegaron al pueblo y durante la boda el criado se pasó todo el tiempo vigilando, pero no vio ninguna serpiente.
Al anochecer, los novios se dirigieron hacia su casa, bellamente adornada para la ocasión. De repente, el viejo criado entró en la habitación sin avisar. "¿Qué descaro es este?", exclamó Lom. Pero el anciano, sin mediar palabra, levantó la alfombra y descubrió la serpiente venenosa. La cogió por el cuello y la lanzó por la ventana.
"¿Cómo sabías que ahí había una serpiente?", le preguntó sorprendido Lom.
El criado le explicó toda la historia de los cuentos y sus malévolos planes por no querer compartirlos con nadie.
Desde aquel día, Lom decidió contar cada noche un cuento a su mujer, y así, poco a poco, los cuentos pudieron ir saliendo de la bolsa en la que estaban atrapados. Años más tarde, Lom se los contó también a sus hijos, y estos a los suyos, creando así una cadena que no se rompería nunca y que ha llegado hasta nuestros días.
Hoy en día se siguen contando. Lo sé muy bien, porque yo también los he escuchado y porque yo soy uno de esos cuentos apretujados en la bolsa. Y Colorín colorado...

Desde el s.XVIII ha habido muchos intentos de clasificación de los cuentos. Todos muy arriesgados, porque son pocos los cuentos que se ajustan a un tipo en exclusiva.

miércoles, 20 de enero de 2010

CUENTO PODEROSO


¿QUIÉN ES EL MAS PODEROSO? Cuento tradicional indio.

Un mago quiere buscar el marido más poderoso de todos para la muchacha más bella de todas. ¿Quién será el afortunado?

Había una vez un mago que, mientras se estaba bañando en un lago, vio a una ratoncita a punto de ahogarse y la rescató. Al sacarla del agua, la transformó en una muchacha tan hermosa, que pensó en buscarle un marido que fuera el más poderoso de todos.

- Cásate con el Sol - le dijo a la muchacha. - No, no me casaré con él - le respondió la joven. El Sol no tiene piernas, sólo brazos de fuego. Además, ya tiene dos esposas: la luz y la sombra.
- ¡Pero si el Sol es el más poderoso de todos! - exclamó el mago. - No, no lo soy - replicó el Sol. - ¡Las nubes, si quieren, pueden ocultarme!
- Cásate con una nube pues - repuso el mago, dirigiéndose a la muchacha. No, no me casaré con una nube. Es negra y está llena de agua. Si me casara con ella estaría todo el día empapada. - ¡Pero si la nube es la más poderosa de todos! - volvió a exclamar el mago. - No, no lo soy - repuso la nube. - El viento es más fuerte que yo, ya que puede hacer que me vaya si quiere.
- Entonces cásate con el viento - dijo el mago a la joven. - No, no me casaré con el viento - replicó terca la joven. - El viento es frío y molesta siempre a las personas. - ¡Pero si el viento es el más poderoso de todos! - gritó exasperado el mago. - No, no lo soy - le respondió el viento. - No puedo hacer nada contra la montaña, ya que siempre que me lanzo contra ella, me rompo en pedazos.
- Cásate con la montaña entonces - sugirió el mago. - No, no me casaré con la montaña - respondió la muchacha. - La montaña es dura y está llena de rocas y de matojos. ¿Qué haría yo con alguien así? - ¡Pero si la montaña es la más poderosa de todos! - volvió a decir el mago.
- No, no lo soy - dijo la montaña. - Hay alguien que puede conmigo: el ratón. Si el ratón quiere, puede roerme y hacer que me desmorone. - ¿Te casarás con el ratón, pues? - preguntó finalmente el mago. - Sí - repuso la muchacha, y sonrió al ratoncito de dientes fuertes.

De esta manera, el mago volvió a transformar a la joven en ratoncita, que se fue corriendo por el campo con su amado ratón. Y Colorín colorado...

¿Qué significa leer?
"Leer es comunicarse con otro (el autor) y soñar, imaginar, entretener, aprender, conocer...

CUENTO JAPONÉS


LA TETERA MÁGICA. Cuento popular japonés.

A veces las cosas pueden ser más de lo que parecen... ¡Sobretodo si os encontrais con las habilidades para disfrazarse de un tejón!

Había una vez un monje al que le gustaba mucho beber té. Un día, en una tienda de objetos de segunda mano, descubrió una hermosa marmita de hierro de las que se utilizan para hervir el agua cuando se prepara el té. Era una marmita muy vieja y oxidada, pero pudo ver su belleza bajo la herrumbre. Por lo tanto, la compró y la llevó a su templo, y después de pulirla llamó a sus tres jóvenes alumnos que vivían en el templo.

- Miren que bella marmita compré hoy - les dijo - ahora, herviré agua en ella y prepararé un delicioso té para nosotros. Colocó la marmita sobre un brasero y todos se sentaron alrededor a esperar que el agua hirviera. La marmita empezó a calentarse y calentarse y, de pronto, sucedió algo muy extraño: la marmita formó la cabeza de un tejón y una cola tupida de tejón, así como cuatro pequeñas patas de tejón. - ¡Ouch! ¡Está caliente! - gritó la marmita - ¡Me estoy quemando, me estoy quemando! - Con esas palabras, la marmita saltó fuera del fuego y empezó a correr por la habitación sobre sus cuatro pequeñas patas de tejón.

El viejo monje estaba muy sorprendido, pero no quería perder su marmita. - Rápido! ¡Rápido! - dijo a sus alumnos.- No dejen que se escape. ¡Atrápenla! Los tres se fueron persiguiendo a la marmita. Cuando finalmente la atraparon, la cabeza de tejón, la cola tupida de tejón y las cuatro pequeñas patas de tejón habian desaparecido y era de nuevo una marmita común.

- Esto es muy extraño - opinó el monje.- Con seguridad es una tetera embrujada. No queremos nada como eso aquí en el templo. Debemos desecharla. En ese momento, un ropavejero pasó por el templo. El monje tomó la marmita, se la mostró y dijo: - Esta es una vieja marmita de hierro, se la venderé muy barata, señor ropavejero. Sólo deme lo que piense que vale. El ropavejero pesó la marmita en su báscula manual y se la compró al monje a un precio muy bajo. Se fue a casa silbando, contento por haber encontrado esa ganga. Esa noche, el ropavejero se fue a dormir y toda la casa estaba en silencio. De pronto, una voz dijo: - Señor ropavejero. ¡Oh, señor ropavejero!" El ropavejero abrió los ojos y preguntó: "¿Quién me llama?" Encendió una vela.

Vio la marmita, de pie junto a su almohada, con la cabeza de tejón, la cola tupida de tejón y las cuatro pequeñas patas de tejón. El ropavejero se sorprendió mucho y preguntó: - ¿No eres la marmita que le compré hoy al monje? - Si, ésa soy yo - respondió la marmita - Sin embargo, no soy una marmita común. En realidad, son un tejón disfrazado y mi nombre es Bumbuku, que significa "Buena Suerte". Ese monje viejo y malo me colocó sobre el fuego y me quemó, por eso huí de él. Sin embargo, si me tratas con amabilidad, me alimentas bien y nunca me pones sobre el fuego, me quedaré contigo y te ayudaré a hacer tu fortuna. - Esto es muy extraño - opinó el ropavejero - ¿como puedes ayudarme a hacer mi fortuna? - Puedo hacer toda clase de trucos maravillosos - aseguró la marmita y movió su tupida cola de tejón - Lo único que tienes que hacer es ponerme en un espectáculo y vender boletos a la gente que desee verme hacer mis trucos.

El ropavejero pensó que ésa era una idea espléndida. Al dia siguiente, construyó un teatro pequeño en su patio y colocó un letrero grande que decía: "Bumbuku, la tetera mágica de la buena suerte y sus extraordinarios trucos. Cada día, iba más y más gente a ver a Bumbuku. El ropavejero vendía los boletos al frente y luego, cuando el teatro estaba lleno, entraba y empezaba a tocar un tambor. Bumbuku salía, bailaba y hacía toda clase de acrobacias. No obstante, el truco que más gustaba a la gente era cuando Bumbuku caminaba sobre una cuerda tensa, con una sombrilla de papel en una mano y un abanico en la otra. La gente pensaba que eso era maravilloso y le aplaudía mucho. Después de la función de cada día, el ropavejero daba a Bumbuku deliciosos pastelillos de arroz para que se los comiera. El ropavejero vendió tantos boletos que finalmente se volvió sumamente rico. Un dia, le dijo a Bumbuku: - Con seguridad te cansas mucho haciendo estos trucos todos los días. Ahora tengo el dinero que necesito. Por lo tanto, ¿por qué no te llevo al templo, donde puedes vivir con mucha tranquilidad? - Bueno - respondió Bumbuku.- Estoy un poco cansado y me gustaría vivir tranquilamente en el templo. Sin embargo, ese anciano monje puede colocarme de nuevo sobre el fuego y tal vez nunca me dé esos deliciosos pastelillos de arroz. - Deja todo en mis manos - pidió el ropavejero.

A la mañana siguiente, el ropavejero llevó a Bumbuku al templo, junto con una gran cantidad de dinero y algunos de los pastelillos de arroz favoritos del tejón. Cuando llegaron al templo, el ropavejero explicó al monje lo que había sucedido y le dió el dinero para el templo. Luego preguntó: - Permitirá que Bumbuku viva aquí con tranquilidad para siempre, lo alimentará siempre con pastelillos de arroz como estos que traje y no volverá a colocarlo sobre el fuego?
- Así lo haré - aseguró el monje - Ocupará el lugar de honor en la casa del tesoro del templo. En realidad, es una marmita mágica de buena suerte y nunca la habría colocado sobre el fuego, de haberlo sabido. El monje llamó a sus alumnos. Colocaron la marmita en un pedestal de madera y los pastelillos de arroz en otro. El monje cargó un pedestal y el ropavejero el otro y, con los tres alumnos siguiéndolos, llevaron con cuidado a Bumbuku a la casa del tesoro y colocaron los pastelillos de arroz a su lado. Cuentan que Bumbuku aún está hoy en día en la casa del tesoro del templo, donde es muy feliz. Aún le dan deliciosos pastelillos de arroz todos los días para que se los coma y nunca, nunca, lo colocan sobre el fuego. Y Colorín colorado....

lunes, 18 de enero de 2010

CUENTO FELIZ


CUENTO SOBRE LA FELICIDAD. Autor desconocido

Se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y la mujer; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estariamos creando nuevos dioses.

Debemos quitarles algo, pero, qué les quitamos?. Después de mucho pensar uno de ellos dijo: !Ya sé!, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamás.

Propuso el primero: Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo; a lo que inmediatamente repuso otro: No, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien subirá, y la encontrará, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está. Luego propuso otro: Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar, y otro contestó: No, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien construirá un tunel por el que pueda entrar y bajar, y entonces la encontrará.

Uno mas dijo: Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra, y le dijeron: ¡No!, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien construirá una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la descubrirá, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros.

El último de ellos, era un dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: Creo saber donde ponerla para que realmente nunca la encuentren, todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono: Dónde?

La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán. Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo... Y Colorín colorado...

Los cuentos estimulan la fantasía y la imaginación del niño/a y abanico de posibilidades abren un que aumentan su pequeña experiencia.

domingo, 17 de enero de 2010

Cuento Marítimo


EL MAR ENAMORADO. Marta Juan Gzlez. de Barcelona
Hace mucho, muchísimo tiempo, existía en nuestro planeta un mar de aguas azules y cristalinas, que estaba locamente enamorado de la blanca luna.
Las noches en que la luna lucía sus mejores galas, redonda y luminosa en el cielo, cual mancha de leche en un mantel oscuro, el mar se pasaba la noche admirándola y suspirando por su amor, pero ella vanidosa y antipática no le hacía caso y se burlaba del pobre mar. El mar valiente y decidido intentaba llegar hasta la hermosa luna saltando hacia el cielo, creando olas gigantes de agua pero ella estaba tan lejos que nunca conseguía acercarse a ella. Un día, el mar pensó en hacerle un regalo a su amada y habló con la brisa marina para que ésta, que era un músico reconocido en el mundo entero, compusiera una canción de amor para que el mar le cantara a la luna todas las noches. La brisa aceptó encantada y a cambio pidió al mar que le dejara en la orilla de la playa algunas conchas y caracolas para guardar su música en ellas.
Al llegar la noche el mar cantó la canción de amor a la luna, pero ésta le ignoró y se ocultó tras las nubes del cielo para que el mar no la viera. Desesperado el mar le preguntó a la luna qué podía hacer para conseguir su amor y ella, después de mucho pensar le propuso una apuesta. Si el mar era capaz de cubrir con sus aguas toda la tierra del planeta, ella sería su novia y se casaría con él. El mar ilusionado aceptó la apuesta, seguro de conseguir superar la prueba, pues el amor mueve montañas y el suyo era inmenso. Lo que no sabía era que la luna traicionera, puso una tierra especial a los pies del mar, llamada arena, que se empapaba pero no se dejaba cubrir por las aguas. El pobre mar lo intentó una y otra vez, cogía carrerilla e intentaba tapar con sus aguas la tierra pero nunca llegó a cubrirla del todo y se quedó sin el amor de la luna. Si vais a la playa y os acercáis una concha al oído podréis escuchar la música de la brisa y veréis como el mar sigue intentando llegar a la luna con sus olas. Noche tras noche canta su canción de amor con la esperanza de que la luna se enamore de él y le quiera tanto como él la quiera a ella. Y Colorín colorado....

Las estrategias de lectura son todas aquellas tácticas espontáneas que utiliza el lector para abordar y comprender el texto. Todo lector debe utilizar estrategias para hacer frente a los diferentes portadores, esto se da a través de acciones de muestreo para seleccionar elementos que permitan realizar anticipaciones, como prever cuál es el contenido del texto.

sábado, 16 de enero de 2010

CUENTO RELATIVO


LA TEORÍA DE LA RELATIVIDAD MUSICAL DE ALBERT EINSTEIN

- ¡Damas y caballeros! tengan todos ustedes muy buenas noches. El Manhattan Opera House, de Nueva York, tiene el honor y el agrado de presentar en concierto para violín, al más grande de los grandes violinistas del mundo, el maestro, Nicolás Von Kühn y la orquesta nacional sinfónica de Washington.

Los fervientes espectadores acomodados en las diferentes localidades de la gran sala de conciertos, se pusieron de pie para ovacionar con un mar de aplausos, al sexagenario violinista suizo, quien al aparecer sobre el centro del escenario, fue convertido en el blanco de los cegadores flashes de los fotógrafos de la prensa local e internacional, asistentes al magno espectáculo.
- ¡Muchísimas gracias, amigos míos! - se pronunció el violinista - Gracias por este caluroso recibimiento y estar aquí, acompañándome en esta bellísima noche tan especial para mí, en la que, como todos ya saben, será mi noche de despedida; así es que este último concierto se los dedico a todos ustedes, mi querido público presente. Nuevamente, un efusivo aplauso acompañado esta vez de un atribulado suspiro se dejó oír en la platea, en las cazuelas y en cada uno de los palcos de la sala, que sólo cesó cuando la mano izquierda del eximio maestro violinista, comenzó a volar sobre el diapasón del violín, cual si estuviera separada de su cuerpo, mientras que con el arco, ya arrancaba las notas a las cuerdas y, una hermosa, conmovedora y suave melodía, invadía con su maravilloso poder, la atmósfera del edificio, para el deleite del espíritu de la melómana afluencia. El concierto culminó con la brillante ejecución de la Romanza en fa de Beethoven y una sublime sonata de su propia inspiración, en tanto que, el cautivado auditorio, clavados a sus butacas, no perdían la concentración de cada nota del concierto. Emocionado hasta las lágrimas, Nicolás Von Kühn, abandonó para siempre el escenario, empapado por el apoteótico aplauso de sus amigos y admiradores, quienes espontáneamente, rompieron con las formalidades de la circunspecta "culta sociedad", para vitorear su nombre repetidas veces. Minutos después, el viejo maestro del violín, aguardaba impaciente dentro de su camerino, el retorno de su asistente personal junto con el ilustre invitado que había pedido traer. - ¡Maestro!, aquí le traje al profesor Albert Einstein. - Gracias Jean Paul, ahora déjanos solos por favor. - ¡Profesor, Albert Einstein!, mis ojos se regocijan con su presencia, gracias por haber asistido a mi último concierto. - ¡Oh, no diga eso! que para mí fue un placer estar aquí. Mis oídos le estarán eternamente agradecidos a su deleitoso arte musical. - Profesor, yo le pedí a mi asistente traerlo a mi camerino, porque yo quería conocerlo personalmente desde hace mucho tiempo y, ahora que lo tengo a mi lado cobraré valor para confesarle un secreto. - Y... ¿Cuál es ese secreto, maestro Von Kühn? - ¿Recuerda usted bien, profesor Einstein, el invierno del año 1905? - Algo, sí... ¿Por qué lo menciona usted? - Pues, bien, entonces recordará este viejo violín, profesor... - ¡Lina! ¡Lina!, ¡es mi Lina! - repetía emocionado, el septuagenario profesor Albert Einstein, cuando volvió a ver después de varios años, el vetusto violín al que llamaba, Lina y que entregó en sus manos, el maestro violinista.- Pero, ¿Cómo así usted posee el antiguo violín que me regaló mi madre? - verá profesor... yo fui aquel chiquillo de trece años que le robó su violín, cuando usted, siendo entonces, un joven desconocido para el mundo, paseaba plácidamente por las calles de Berna. - ¡Oh, ya comprendo!... entonces fue usted el que hizo que me resbalara y cayera bruscamente contra el pavimento cuando intentaba alcanzarlo, ¿no? - Yo... supongo que sí, profesor, pero me encontraba tan asustado entonces, que no me volví a mirar atrás, a ver que había sucedido con usted, pero, ¿sabe?; cuando robé su violín, me pasaron muchas cosas que no se bien cómo explicar. - A ver, cuénteme, Maestro. - Yo me quedé huérfano desde los doce años y por eso me volví un ladronzuelo para sobrevivir, pero desde que hurté su violín, nunca más volví a robar a nadie, pues, mi único deseo desde ese momento fue aprender a dominarlo con maestría, lo cual no logré, sino hasta después de cinco años en los que trabajé duramente para un concertino que poco a poco me enseñaba los secretos de su oficio. Mientras eso ocurría, siempre me intrigó saber, quién era, Albert Einstein, ya que como bien sabe, usted grabó su nombre en la placa posterior del instrumento. No fue entonces hasta el año de 1916, que me enteré de lo inmensamente importante en que se convirtió su persona para el mundo entero y eso me motivó aún más a transformarme también en el violinista que soy ahora. - ¡Vaya!, jamás imaginé el tan magnífico destino que tuvo mi amado instrumento. - Y entonces, ¿Podrá perdonarme profesor Einstein? - ¡Hombre! ¡Claro que sí!... además, le confesaré yo también un secreto. De no haber sido por ese golpazo que me di en la cabeza al perseguirlo a usted, yo no habría podido jamás formular las teorías que después llegaron a mi mente como un rayo de ideas... hasta entonces, yo tan sólo era un estudiante promedio de física y un modesto profesor de matemáticas, pero después del golpazo... ¡PAU!, todo se hizo tan claro y fácil, que hasta ahora no me deja de sorprender a mí mismo. Los dos ahora ancianos hombres, se miraron a los ojos por un momento y luego echaron a reír a carcajadas. - Profesor, quiero regalarle este magnífico Stradivarius de mi colección, y que con él, me acompañe a tocar al escenario vacío, la sonata para violín de Mozart. - Gracias, amigo mío, para mí será el más grande de los honores, que éste humilde y aficionado violinista pueda tocar al lado del más grande maestro del mundo entero. Y colorín colorado...

viernes, 15 de enero de 2010

CUENTO SONORO


TOMÁS TARAMBANA Y SU TAMBOR. Pedro Pablo Sacristan

Tomás Tarambana era un niño de plastilina naranja y azul que vivía en un colegio. Aunque tenía muchas cosas buenas, había empezado a perder un poco el respeto a los demás, y cuando su tía Agata, una gran bola de plastilina de colores, le regaló un tambor por su cumpleaños, aquello fue terrible. Daba igual cuánto le pidieran todos que tocara más bajo, o que fuera a hacerlo a otro lugar: Tomás se paseaba por toda el aula aporreando el tambor, sin que las molestias que causaba a los demás le importasen ni un pimiento. Así que el resto de figuritas del aula dejaron de querer jugar con Tomás, y sufrieron mucho con su ruidoso tambor hasta que Coco Sapio, un muñeco listísimo hecho con construcciones, inventó unos tapones especiales para los oidos que dejaban oir los ruidos normales, pero evitaban los más molestos.

Tomás, al ver que los demás ya no le hacían caso, y que ni siquiera se molestaban, se enfadó mucho con Coco Sapio, y tras una gran pelea, el inventor terminó cayendo al suelo desde lo alto de una mesa, ronpiéndose en sus mil piezas. Aunque fue un accidente, todos se enfadaron tanto con Tomás, que ya nadie quiso volver a saber nada de él, aunque a él tampoco le importó mucho.

Y todo habría quedado así si no fuera porque a los pocos días, colocaron en la clase en precioso reloj de cuco, justo al lado de la estantería que dormía Tomás. El cuco sonaba constantemente, "tic, tac, tic, tac", y para colmo cada hora salía a hacer "cucú, cucú", así que Tomás no podía descansar ni un poquito, pero los demás, con sus tapones especiales, estaban tan tranquilos.

Entonces Tomás empezó a darse cuenta de lo muchísimo que había molestado a todos con su tambor, y de la tontería que había hecho peleándose con Coco Sapio, que sería el único que podría ayudarle ahora. Y decidido a cambiar la situación, y a que todos vieran que iba a convertirse en el niño más bueno y respetuoso, dedicó todo el tiempo a ir reuniendo las piezas de Coco Sapio para reconstruirlo en secreto. Le llevó muchísimos días y noches, hasta que terminó justo cuando ya casi no podía más, de tan poco que dormía por culpa del reloj de cuco. Y cuando Coco Sapio estuvo construido y volvió a tomar vida, todos se llevaron una estupenda sorpresa y felicitaron mucho a Tomás por su trabajo, que pidió perdón a todos por su falta de cuidado y por no haber tenido en cuenta lo mucho que les molestaba. Así que aunque Coco Sapio estaba algo enfadado con Tomás Tarambana, le convencieron para que inventara unos tapones para él, y a partir de aquel día, pudo por fin Tomás Tarambana descansar un poco, y nunca más dejó que nadie volviera a ser tan desconsiderado como lo había sido él mismo. Y colorín colorado....

"A todo el mundo le gusta que le cuenten cuentos..."

jueves, 14 de enero de 2010

Cuento de los Cuentos


EL OJO DEL AGUJA. Laura Devetach

Érase una muchacha que cantaba mientras trataba de enhebrar una aguja. El hilo pasó por el ojo y del otro lado había un mar y miles de cosas diferentes, desconocidas.
El viento llevó el hilo que fue a enredarse en el pelo de un pescador. Éste tiró y tiró de él. Así, tirando, hizo pasar por el ojo de la aguja a la canción que cantaba la muchacha y a la muchacha enredada en la canción. ¿Y entonces, qué sucedió? Quién sabe. Ese es otro cuento que queda del otro lado del ojo de la aguja. Quizás la muchacha quiera enhebrarla una y otra vez. Y en el vaivén el hilo pasará nuevamente de un lado al otro. Al ir pasando la muchacha y el hilo quizás se encuentren con un cuento diferente cada vez, que podría comenzar diciendo: “Érase una muchacha que cantaba mientras trataba de enhebrar una aguja…"

Había una vez el va y el ven, el va y ven, el vaivén, de un arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo de mi corazón. Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo, trabajando, duramente trabajando. Ay que viene el coco a comerse a los niños que duermen poco. Noni noni noni, mm, mm, mm, scht, scht, scht… Un día el arrorró mi niño hizo tortita de manteca, para mamá que le da la teta, tortita de cebada, para papá que no le da nada. Y entonces, este cazó un pajarito, este lo desplumó y este pícaro se lo comió.

Y siempre el tilín tilín, el chas, el broom, el guau, el pío, el cocó, el tolón, el ¿QUÉ?... Eto, eto, ¡cá tá! Y entonces vino un gato que tenía calzón de trapo y la cabeza al revés, ¿Querés que te lo cuente otra vez? No me digas sí porque los zapatitos me aprietan, las medias me dan calor, y aquel mocito de enfrente me tiene loca de amor. No me digas no porque a Juancito de Juan Moreyra hay que darle la escupidera, que anoche comió una pera y le vino una cursiadera. Todo porque Cenicienta quería ir al baile del príncipe y la madrastra no la dejaba. Mientras tanto, Blancanieves vivía en el bosque con sus siete enanos.

Y siempre, el chunga chunga, el crak, el ring, el blablablá. Y diostesalveMaría... ElfrutodetuvientreJesús. (¿Qué es tesalve? ¿Qué es tuvientreJesús?).

Y entonces, un día, ALA, A-LA, A-L-A, A-LA, ALA.

Alas para la gallina turuleca que sentada en el verde limón, con el pico cortaba la rama, con la rama cortaba la flor. Pero cuando los cinco patitos se fueron a bañar, escucharon: febo asoma, sordos ruidos oír se dejan tras los muros del histórico convento (¿Qué ruidos hacen los sordos detrás de los muros?) Bum burumbum, pam papám. Bum burumbúm, pam papám, viene la murga. Yo por vos me rompo todo, y te vengo a saludar, y a decirte que el gobierno, de hambre nos va a matar. Bum burumbúm, pam papám. Mamá eu quero, mamá eu quero mamá.

¿Qué gusto tiene la sal? preguntó Hansel a Gretel con la boca llena de casita de chocolate.

¡Salado! –contestó Pinocho mientras se tiraba al mar desde la boca de la ballena, llevándose a Gepetto al hombro.

La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?, los suspiros se escapan de su boca de fresa.

Este año, sin regalos, no va a parecernos que estamos en Navidad –dijo Jo con disgusto.

A mí no me parece justo que algunas tengan tantas cosas bonitas mientras que otras no tienen nada –añadió Amy.

Tenemos a mamá, a papá y nos tenemos las unas a las otras –dijo Beth.

¡Esta familia es una cooperativa! –comentó Mafalda, mientras Susanita declaraba que las casas tienen que ser como la del hornero, que tiene sala y tiene alcoba, y aunque en ella no hay escoba, limpia está con todo esmero.

Pero: Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Todo de angaú nomás. Por eso Malena tiene pena de bandoneón: todos los viernes el amado se le convierte en lobizón. Se no é vero, é ben trovatto.

Y así fue como la luna vino a la fragua con su polizón de nardos. Los flamencos bailaban y bailaban con sus medias coloradas, blancas y negras. Y despertaron a Alicia que venía del país de las maravillas, y allí estaba Batman, esperándola.

Bésame –cantó. Bésame mucho, como si fuera esta noche la última vez. Se callaron las luces, se encendieron los grillos, y una música los abrazó. Era Lisa Simpson en un solo de saxo.

Y colorín colorado, seguramente este cuento no se ha terminado.

Una historia maravillosa de amor a la lectura es la del Biblio burro...

martes, 12 de enero de 2010

CUENTO PARA PIRATAS


EL PIRATA ALPARGATA. Rodrigo García, Madrid.

Había una vez, hace mucho tiempo, un barco que navegaba por los mares de sur. Era un galeón pirata y al mando estaba el Capitán Alpargata.

El Pirata Alpargata era un jefe pirata como todos los demás. Tenía un garfio en una mano, un parche en un ojo y una pata de palo, y es que era un poco despistado este pirata y todo lo perdía. Una tarde, mientras asaltaba un barco enemigo, entre el enorme lío de gente, perdió una pierna y nunca la volvió a encontrar y en su lugar tuvo que ponerse una de madera como hacían todos los piratas. Y lo mismo le ocurrió con la mano y con el ojo. Pero para colmo de sus desdichas en el pie que aún conservaba el pirata Alpargata tenía un juanete, que le hacía ver las estrellas cada vez que se calzaba sus lustrosas botas de pirata, por lo que nuestro amigo sólo podía usar alpargatas, mejor dicho, alpargata. Y es por eso que era conocido en el mundo entero como el Pirata Alpargata.

Pero un día durante un viaje por alta mar, se desató una tormenta con truenos, relámpagos y mucha, mucha, mucha lluvia. Y ¿sabéis lo que pasó? Pues que su alpargata se mojó y, claro, se estropeó. Al Pirata Alpargata no le quedó más remedio que ir a buscar otro zapato. Así que cuando se calmó la tempestad se decidió a encontrar al mejor zapatero del mundo que le hiciera un zapato digno de un gran Capitán Pirata.

Y así, junto con su tripulación recorrió los siete mares en busca de su calzado y llegó al reino donde vivía el zapatero Calimero. “Necesito un zapato, Calimero”-le dijo el pirata. “Creo que tengo lo que busca” –le respondió el zapatero Calimero y le mostró una chancla de playa. “Qué cómoda parece, pero se me congelarán los dedos cuando viaje al frío mar del Norte”- contestó Alpargata. “Pues quizá le guste este precioso zapato de tacón” –dijo Calimero. “Es muy bonito y elegante y la verdad es que me queda muy bien. ¡Además me hace más alto! Pero no podré correr ni saltar al abordaje con él. Tampoco me sirve.” “¿Y qué le parece este otro? Con este sí podrá correr – preguntó el zapatero enseñándole una zapatilla deportiva. “Uy, no. Me tendré que atar los cordones y con lo despistado que soy se me olvidará, me los pisaré y me daré un batacazo.”

“Espere, ¡ya lo tengo! Hace pocos días me trajeron un zapato que alguien se dejó olvidado en un baile en el palacio. Y sólo hay uno, así que le valdrá”. Y Calimero le sacó un diminuto zapatito de cristal, pero en cuanto Alpargata introdujo el pie… ¡cras! Se rompió en mil pedazos.

“¡Oooh! Nunca encontraré un zapato que me sirva” –se quejaba el pirata, perdiendo toda esperanza. El Capitán Alpargata se despidió del zapatero Calimero y se marchó, descalzo, con su barco rumbo a otro lejano destino. Hasta que, tras varios días navegando y navegando divisaron tierra en el horizonte: “¡Tierra a la vista!” -gritó el vigía desde lo alto del mástil. Habían visto una isla en el horizonte.

¿Sería la isla del tesoro? ¡No! Mucho mejor: Era la isla de los Piesdescalzos; una tribu que no conocía los zapatos y por eso siempre andaban descalzos. Alpargata atracó su barco en la playa de la isla y desembarcó.

“¡Por fin un sitio donde poder andar sin zapatos! Creo que me quedaré aquí a vivir” –pensó. “La verdad es que estaba un poco cansado de viajar en el barco de un lado para otro, de buscar tesoros y asaltar otros barcos. Sí, aquí me quedaré a vivir”.

Y así fue como el Pirata Alpargata se hizo amigo de la tribu de los Piesdescalzos y montó una zapatería con la que hizo zapatos de todo tipo a todos los piesdescalzos. Y colorín colorado

IMPORTANCIA DE LA LECTURA (Y LA LITERATURA) PARA LA EDUCACIÓN Y LA FORMACION DE LOS NIÑOS Y EL DESARROLLO SOCIAL

lunes, 11 de enero de 2010

CUENTO DE HISTORIA


JUGANDO A LAS ESCONDIDAS
Cuentan que una vez se reunieron, en un lugar de la tierra, todos los sentimientos y cualidades de los hombres. Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan ocurrente, les propuso. "¿Vamos a jugar a las escondidas?. La INTRIGA levantó las cejas y la CURIOSIDAD, ya sin poder contenerse, preguntó: ¿A las escondidas? ¿Y cómo es eso?.

Es un juego, explicó la LOCURA. Yo me tapo la cara y empiezo a contar desde uno hasta un millón. Mientras, ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, al primero de ustedes que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego.
El ENTUSIASMO bailó seguido por la EUFORIA. La ALEGRIA dio tantos saltos que terminó convenciendo a la DUDA e incluso a la APATIA, a la que nunca le interesaba nada.
Pero, no todos quisieron participar. La VERDAD prefirió no esconderse: ¿Para qué?. Si al final siempre la descubrían; y la SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto ( en el fondo lo que le molestaba era que la idea no había sido suya) y la COBARDIA prefirió no arriesgarse.
Uno, dos, tres, .. comenzó a contar la LOCURA.
La primera en esconderse fue la PEREZA que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra en el camino. La FE subió al cielo y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos.
¿Un lago cristalino?: ideal para la BELLEZA. ¿La hendija de un árbol?: Perfecto para la TIMIDEZ. ¿El vuelo de una mariposa?: lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD
¿Una ráfaga de viento?: magnifico para la LIBERTAD. Así terminó por esconderse en un rayito de Sol.
El EGOISMO, en cambio, encontró un lugar muy bueno desde el principio: ventilado, cómodo... sólo para él. La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira en realidad se escondió detrás del Arco Iris) y la PASION y el DESEO en el centro de los volcanes. El OLVIDO...se me olvidó donde se escondió..., pero, eso no es lo importante.
Cuando la LOCURA contaba 999.999, el AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todos se encontraban ocupados, hasta que divisó un rosal.
Un millón, terminó de contar la LOCURA y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la PEREZA, sólo a tres pasos de la piedra. Después se escuchó a la FE discutiendo con Dios en el cielo sobre teología y a la PASION y al DESEO los sintió vibrar en los volcanes. En un DESCUIDO encontró a la ENVIDIA y, claro, así pudo deducir donde estaba el TRIUNFO. Al EGOISMO no tuvo ni que buscarlo. El, solito, salió de su escondite que resultó ser un nido de avispas. De tanto caminar, sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA. Y con la DUDA, resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir de que lado esconderse.
Así fue encontrando a todos. Al TALENTO, entre la hierba fresca. A la ANGUSTIA, en una cueva oscura. A la MENTIRA, detrás del Arco Iris (mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta al OLVIDO, que ya se había olvidado que jugaba a las escondidas.
Sólo el AMOR no aparecía por ningún lado.

La LOCURA buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyito del planeta, en las cimas de las montañas y cuando, estaba por darse por vencida, vio las rosas. Con una horquilla empezó a mover las ramas y entonces escucho un grito de dolor. Las espinas habían herido los ojos del AMOR.


La LOCURA no sabía que hacer para disculparse: lloró, rogó, imploró, pidió perdón y prometió ser para siempre su lazarillo. Desde entonces, desde que por primera vez se jugó a las escondidas en la Tierra, y desde ese día y gracias al bendito juego de las escondidas el Amor es ciego y anada de la mano de la locura Y Colorín colorado...