miércoles, 21 de diciembre de 2011

CUENTO NAVIDEÑO HUMILDE


LA PEQUEÑA ESTRELLA DE NAVIDAD. Pedro Pablo Sacristán

De entre todas las estrellas que brillan en el cielo, siempre había existido una más brillante y bella que las demás. Todos los planetas y estrellas del cielo la contemplaban con admiración, y se preguntaban cuál sería la importante misión que debía cumplir. Y lo mismo hacía la estrella, consciente de su incomparable belleza.

Las dudas se acabaron cuando un grupo de ángeles fue a buscar a la gran estrella: Corre. Ha llegado tu momento, te llaman para encargarte una importante misión. Y ella acudió tan rápido como pudo para enterarse de que debía indicar el lugar en que ocurriría el suceso más importante de la historia.

La estrella se llenó de orgullo, se vistió con sus mejores brillos, y se dispuso a seguir a los ángeles que le indicarían el lugar. Brillaba con tal fuerza y belleza, que podía ser vista desde todos los lugares de la tierra, y hasta un grupo de sabios decidió seguirla, sabedores de que debía indicar algo importante.

Durante días la estrella siguió a los ángeles, indicando el camino, ansiosa por descubrir cómo sería el lugar que iba a iluminar. Pero cuando los ángeles se pararon, y con gran alegría dijeron “Aquí es”, la estrella no lo podía creer. No había ni palacios, ni castillos, ni mansiones, ni oro ni joyas. Sólo un pequeño establo medio abandonado, sucio y maloliente.

- ¡Ah, no! ¡Eso no! ¡Yo no puedo desperdiciar mi brillo y mi belleza alumbrando un lugar como éste! ¡Yo nací para algo más grande! Y aunque los ángeles trataron de calmarla, la furia de la estrella creció y creció, y llegó a juntar tanta soberbia y orgullo en su interior, que comenzó a arder. Y así se consumió en sí misma, desapareciendo.

¡Menudo problema! Tan sólo faltaban unos días para el gran momento, y se habían quedado sin estrella. Los ángeles, presos del pánico, corrieron al Cielo a contar a Dios lo que había ocurrido. Éste, después de meditar durante un momento, les dijo: Buscad y llamad entonces a la más pequeña, a la más humilde y alegre de todas las estrellas que encontréis.

Sorprendidos por el mandato, pero sin dudarlo, porque el Señor solía hacer esas cosas, los ángeles volaron por los cielos en busca de la más diminuta y alegre de las estrellas. Era una estrella pequeñísima, tan pequeña como un granito de arena. Se sabía tan poca cosa, que no daba ninguna importancia a su brillo, y dedicaba todo el tiempo a reír y charlar con sus amigas las estrellas más grandes.

Cuando llegó, este le dijeron: La estrella más perfecta de la creación, la más maravillosa y brillante, me ha fallado por su soberbia. He pensado que tú, la más humilde y alegre de todas las estrellas, serías la indicada para ocupar su lugar y alumbrar el hecho más importante de la historia: el nacimiento del Niño Dios en Belén.

Tanta emoción llenó a nuestra estrellita, y tanta alegría sintió, que ya había llegado a Belén tras los ángeles cuando se dio cuenta de que su brillo era insignificante y que, por más que lo intentara, no era capaz de brillar mucho más que una luciérnaga.

“Claro”, se dijo. “Pero cómo no lo habré pensado antes de aceptar el encargo. ¡Si soy la estrella más pequeña! Es totalmente imposible que yo pueda hacerlo tan bien como aquella gran estrella brillante... ¡Que pena! Mira que ir a desaprovechar una ocasión que envidiarían todas las estrellas del mundo...”.

Entonces pensó de nuevo “todas las estrellas del mundo”. ¡Seguro que estarían encantadas de participar en algo así! Y sin dudarlo, surcó los cielos con un mensaje para todas sus amigas: "El 25 de diciembre, a medianoche, quiero compartir con vosotras la mayor gloria que puede haber para una estrella: ¡alumbrar el nacimiento del Niño Dios! Os espero en el pueblecito de Belén, junto a un pequeño establo."

Y efectivamente, ninguna de las estrellas rechazó tan generosa invitación. Y tantas y tantas estrellas se juntaron, que entre todas formaron la Estrella de Navidad más bella que se haya visto nunca, aunque a nuestra estrellita ni siquiera se la distinguía entre tanto brillo. Y encantado por su excelente servicio, y en premio por su humildad y generosidad, Dios convirtió a la pequeña mensajera en una preciosa estrella fugaz, y le dio el don de conceder deseos cada vez que alguien viera su bellísima estela brillar en el cielo.

Y Colorín Colorado

jueves, 15 de diciembre de 2011

CUENTO NAVIDEÑO (3)


EL PRIMER REGALO DE NAVIDAD. Tomado de la red TODOPAPÁS

Sara es una niña de 5 años, alegre y risueña, le encanta jugar y preparar fiestas. Tiene muchos amigos en el cole y siempre ayuda a sus compañeros a preparar su fiesta de cumpleaños. Ahora está de vacaciones porque es Navidad, como no ve a sus amigos está algo aburrida y no sabe a qué jugar.

Esta Navidad va a ser especial porque es la primera Navidad en la que son uno más en la familia. La mamá de Sara había tenido un bebe seis meses antes, un niño precioso al que habían llamado Juan.

Juan es muy pequeñito y necesita continuamente la atención de mamá; Juan llora porque tiene hambre y mamá le da de comer, llora porque tiene frío y mamá le abriga, llora porque tiene pis o caca en el pañal y mamá se lo cambia, llora porque le duele algo y mama le consuela con abrazos y mimos. Mamá pasa largos ratos con Juan y Sara mira como su mamá apenas le dedica tiempo a ella.
Además la abuela esta todo el tiempo cantando cancioncillas al bebe, meciendo su cuna, poniendo caras raras para que se ría… -¡ufff...! Vaya aburrimiento, si parece que estoy sola en casa, nadie me presta atención, pensaba Sara una y otra vez...

Al llegar la tarde llega papa del trabajo, Sara corre a saludarlo. Papá le da un beso y un fuerte abrazo a Sara y le pregunta ¿Qué tal se ha portado Juan hoy? ¡ufff...! ¡Otra vez Juan! ¡Es que todo el mundo piensa en él! Esta noche es Noche Buena, y Sara está arreglando el árbol para que Papá Noel le traiga muchos regalos. Después de Cenar y despedirse de Papa, Mamá y la Abuela, Sara se va a dormir. A la mañana siguiente bajo el árbol hay 4 regalos, Sara corre ilusionada a abrirlos, abre el primer regalo. Pero ¿esto qué es? ¡Un sonajero! Es para Juan dice Mamá…

Sara abre el segundo regalo; ¡un osito de peluche! ¡Que bonito! Es para Juan dice la abuela… ¡Vaya otro regalo para Juan! Se queja Sara enfadada. Sara abre el tercer regalo. ¡Una marioneta! ¡Si, dice papá, esta es para ti, con ella podrás contarle cuentos a Juan! Sara se estaba enfadando mucho, ¿por qué todo el mundo se acuerda de Juan?

Aún quedaba un regalo por abrir, Sara lo cogió con las dos manos y lo miro, no sabía si abrirlo o dejárselo directamente a Juan... Mamá ¿De quién es este regalo? Dijo Sara antes de abrirlo... Es para ti hija, ¡ábrelo!, pero ¿para mi sola o es también para Juan? ¡¡Este regalo es solo para ti!! Sara se puso muy contenta, ¡por fin un regalo solo para mí! Lo abrió muy rápido. Era un libro muy gordo. Sara se quedó parada, no entendía porque le habían regalado un libro tan gordo si apenas sabía leer… Mamá, ¿porque me ha dejado Papa Noel un libro tan gordo? Ven Cariño, vamos a verlo juntas.
Sara se sentó con su mamá en el sillón y pusieron el libro sobre sus rodillas. Abrieron la primera página, había unas letras que Sara no entendía, ¿mamá que pone aquí? Para mi mayor tesoro, la ilusión de mi vida, para que recuerde siempre los días más felices que jamás he tenido. Sara quedó con la boca abierta, ¡Que bonito mami! ¡Vamos a ver más! Pasaron la siguiente hoja; había fotos de mamá y papá, ¡Ven rápido papá! ¡Tienes que ver estas fotos! ¡Mamá tiene la tripa muy grande!, Papá se sentó con ellas y pasaron las páginas; fueron viendo fotos de un bebe precioso, comiendo, durmiendo, jugando, riendo, en el baño, con la abuela, con mamá, con papá… Pero este bebe... ¡¡No es Juan...!! –Dijo Sara. No, Sara. –Dijo mamá. - Este bebe eres tú. ¡Yo, pero si soy muy pequeña! Si, - dijo Papá- igual que Juan, tú también has sido un bebe precioso, llorabas a gritos cuando tenías hambre, tan alto que venía la vecina por si te pasaba algo…Te gustaba mucho bañarte, patalear en la bañera y sacar toda el agua fuera- dijo mamá…Y tu canción preferida era la nana que ahora le canto a Juan, dijo la abuela.

Entonces los ojos de Sara se llenaron de lágrimas, mamá, ¿de verdad que soy tu mayor tesoro? Claro que si hija, eres lo mejor que me ha pasado...¿Y Juan? –Preguntó Sara. ¡Juan es tu hermano!, es un regalo de Dios. Sara fue corriendo al nacimiento y lo miro muy despacio...Mamá, Jesús también es un bebe...Si -dijo mamá-, Jesús fue el primer regalo de Navidad. ¡Entonces Juan, es mi regalo de Navidad! Si -dijo mamá-, con él podrás jugar siempre, preparar fiestas, leer cuentos y compartir todos los juguetes. ¡Si! -dijo Sara muy contenta-, lo primero que voy a hacer es preparar un libro como este para Juan, así él tendrá su propio libro y sabes ¿qué es lo mejor? ¿Qué? -dijo papá-. Que yo también voy a salir en él.

Desde aquel momento Sara jamás volvió a estar triste y siempre que organizaba algún juego o fiesta, con el primero con el que contaba era con su hermano Juan, el mejor regalo de la Navidad!

Y Colorín Colorado…

domingo, 11 de diciembre de 2011

CUENTO ANGELICAL NAVIDEÑO


EL ANGEL DE NAVIDAD. INMA HOLGUIN

Erase una vez un angelito muy pequeñito, el angelito más pequeño que os podáis imaginar. Todos en el cielo le llamaban “chiquitín” aunque en realidad se llamaba Benjamín. Benjamín siempre estaba preguntándole a su mamá:
Oye mamá, ¿Cómo celebran los niños la Navidad en la Tierra? Por favor mami, déjame bajar a la Tierra para verlo. Y su madre le decía: No Benjamín, eres aún demasiado pequeño para ir tú sólo a la Tierra.

Oh por favor, por favor mamá, te prometo que no haré nada malo y que volveré enseguida. Tanto insistió que al final su madre le dijo: Está bien te dejaré bajar a la Tierra a ver cómo celebran los niños la Navidad con la condición de que vuelvas rápidamente en cuanto pase el día 25 de diciembre. De acuerdo, te lo prometo, dijo Benjamín y se dispuso a hacer todos los preparativos para el viaje.

Al llegar la Nochebuena, el día 24 de diciembre, se despidió de todos y se dispuso a bajar del Cielo. Fue volando entre las nubes moviendo sus alitas muy deprisa pues hacía un frío……y es que estaba empezando a nevar. Se cruzó con los renos de papá Noel que iban corriendo a toda velocidad surcando el cielo tirando del trineo y oyó a papá Noel que desde lejos le saludaba: Oh oh oH hasta luego chiquitín, voy corriendo, no me puedo parar pues aún me quedan muchos niños a los que dejar su regalo. No te preocupes papá Noel voy a casa de unos niños, así que ya te veré luego, dijo Benajamín, y siguió bajando y bajando y, según se acercaba a las casas empezó a volar más despacito para ver en qué casa se iba a meter. Fue volando mirando por las ventanas y por fin se decidió por una casa en la que vivían dos niños. El mayor se llamaba Felipe y tenía cinco años y ya era muy bueno y responsable y el pequeño, se llamaba Adrián, pero en casa todos le llamaban “piquirriqui”. Era muy rico, pero un poco llorón y caprichoso. Claro, es que sólo tenía tres años recién cumplidos….

Pero al angelito Benjamín, cuando los vio tan dormiditos en su cuarto, le parecieron unos niños adorables y decidió quedarse en esa casa. Buscó un hueco de la ventana que estaba abierto y por allí se metió, fue volando volando por el pasillo hasta que llegó a la puerta del salón de la casa, allí se paró y cuando empujó la puerta para entrar, se quedó sin palabras: ¡¡¡¡Allí había el árbol más bonito que había visto en su vida!!! Era tan grande que casi llegaba al techo, estaba lleno de bolas que brillaban y de luces de colores y abajo del todo estaba lleno de los regalos que había dejado papá Noel esa noche.

De pronto, Benjamín oyó unos pasos que se acercaban corriendo al salón y las risas de los niños que venían cantando: 25 de diciembre fun fun fun. 25 Ya es Navidad!!!. El angelito buscaba desesperado dónde esconderse para que no le vieran y no se le ocurrió nada mejor que quedarse muy quieto con las alas extendidas en lo alto del árbol de navidad como si fuera una figurita más.

Los niños entraron corriendo al salón, seguidos de sus papás y gritaron: Mirad! Ha venido papá Noel. Mamá, papá ¿podemos abrir ya los regalos?. Sí claro, dijeron sus papás, mira en este paquete pone tu nombre y en este otro pone el nombre de tu hermano. Los niños abrieron todos los regalos, papá Noel les había traído lo que habían pedido y estaban muy contentos.

Benjamín los miraba desde lo alto del árbol sin mover ni un pelo para no ser descubierto pero, estaba tan feliz viéndoles, que no pudo evitar soltar unas risitas de felicidad. Entonces, Adrián, el niño más pequeño, le vio y empezó a gritar: Mamá, mamá ese angelito es de vedáaa, le he visto reírse. Pero que cosas tienes, piquirriqui, es un angelito de cerámica, ¿cómo se va a reír?. Anda sigue jugando con tus juguetes nuevos. Sin embargo, los niños al ratito de estar jugando empezaron a discutir: Déjame el tren. No, es mío. Eh! no cojas mi patinete, papá Noel me lo ha traído a mí. Mentira que es mío. ¡No toques mis fichas que me las vas a romper!. Pues si no me lo dejas, me enfado y ya no juego contigo y acabaron los dos enfadados, cada uno en un extremo del salón.

¡¡¡Se acabó!!! Dijeron mamá y papá enfadados, ahora mismo vamos a meter todos los juguetes en una bolsa y vamos a regalárselos a los niños que no tienen casa y papá noel no ha podido dejarles nada. Felipe y Adrián se pusieron a llorar, sus padres les reñían enfadados y de pronto Adrián se dio cuenta de que le había caído una gotita de agua en la mano, miró hacia arriba y vio que eran las lágrimas de Benjamín. Se calló de inmediato y acercándose a su hermano le dio un besito y le dijo: Perdón!!! A la vez que le dejaba su patinete nuevo.

El hermano mayor, que era muy bueno y responsable, le dio un super- mega abrazito “Crunch” y le dijo. Jugaremos los dos con todo por turnos, primero tú y luego me toca a mí, ¿vale?. Muy bien, hijos, así se hace!!!, dijeron los papás muy contentos y ahora ¿qué os parece si en esta bolsa metemos los juguetes que queráis y nos vamos a regalárselos a los niños que no han tenido tanta suerte esta Navidad?.

El niño pequeño miró de reojo al angelito y vio que le sonreía y que le guiñaba un ojo y cuando al día siguiente todos andaban como locos buscando al angelito del árbol que había desaparecido y su mamá le preguntó: piquirriqui ¿Has cogido tú el angelito que había en el árbol? El dijo muy convencido: No, se fue muy contento volando, volando, hasta el cielo.

Y Colorín Colorado…




miércoles, 7 de diciembre de 2011

CUENTO NAVIDEÑO (2)


REGALOS DE NAVIDAD. Pedro Pablo Sacristán

La Conferencia de Regalos de Navidad de aquel año estaba llena hasta la bandera. A ella habían acudido todos los jugueteros del mundo, y muchos otros que no eran jugueteros pero que últimamente solían asistir, y los que no podían faltar nunca, los repartidores: Santa Claus y los Tres Reyes Magos.

Como todos los años, las discusiones tratarían sobre qué tipo de juguetes eran más educativos o divertidos, cosa que mantenía durante horas discutiendo a unos jugueteros con otros, y sobre el tamaño de los juguetes. Sí, sí, sobre el tamaño discutían siempre, porque los Reyes y Papá Noel se quejaban de que cada año hacían juguetes más grandes y les daba verdaderos problemas transportar todo aquello...

Pero algo ocurrió que hizo aquella conferencia distinta de las anteriores: se coló un niño. Nunca jamás había habido ningún niño durante aquellas reuniones, y para cuando quisieron darse cuenta, un niño estaba sentado justo al lado de los reyes magos, sin que nadie fuera capaz de decir cuánto tiempo llevaba allí, que seguro que era mucho. Y mientras Santa Claus discutía con un importante juguetero sobre el tamaño de una muñeca muy de moda, y éste le gritaba acaloradamente "¡gordinflón, que si estuvieras más delgado más cosas te cabrían en el trineo!", el niño se puso en pie y dijo: - Está bien, no discutáis. Yo entregaré todo lo que no puedan llevar ni los Reyes ni papá Noel.

Los asistentes rieron a carcajadas durante un buen rato sin hacerle ningún caso. Mientras reían, el niño se levantó, dejó escapar una lagrimita y se fue de allí cabizbajo...

Aquella Navidad fue como casi todas, pero algo más fría. En la calle todo el mundo continuaba con sus vidas y no se oía hablar de todas las historias y cosas preciosas que ocurren en Navidad. Y cuando los niños recibieron sus regalos, apenas les hizo ilusión, y parecía que ya a nadie le importase aquella fiesta.

En la conferencia de regalos del año siguiente, todos estaban preocupados ante la creciente falta de ilusión con se afrontaba aquella Navidad. Nuevamente comenzaron las discusiones de siempre, hasta que de pronto apareció por la puerta el niño de quien tanto se habían reído el año anterior, triste y cabizbajo. Esta vez iba acompañado de su madre, una hermosa mujer. Al verla, los tres Reyes dieron un brinco: "¡María!", y corriendo fueron a abrazarla. Luego, la mujer se acercó al estrado, tomó la palabra y dijo: - Todos los años, mi hijo celebraba su cumpleaños con una gran fiesta, la mayor del mundo, y lo llenaba todo con sus mejores regalos para grandes y pequeños.

La mayoría de los presentes empezaron a darse cuenta de la que habían liado. Entonces, un anciano juguetero, uno que nunca había hablado en aquellas reuniones, se acercó al niño, se puso de rodillas y dijo: - Perdón, ; yo no quiero ningún otro regalo que no sean los tuyos. Aunque no lo sabía, tú siempre habías estado entregando aquello que no podían llevar ni los Reyes ni Santa Claus, ni nadie más: el amor, la paz, y la alegría. Y el año pasado los eché tanto de menos...perdóname.

Uno tras otro, todos fueron pidiendo perdón al niño, reconociendo que eran suyos los mejores regalos de la Navidad, esos que colman el corazón de las personas de buenos sentimientos, y hacen que cada Navidad el mundo sea un poquito mejor...

Y Colorín Colorado




lunes, 5 de diciembre de 2011

CUENTO NAVIDEÑO


EL CONEJITO BURLÓN

Vivía en el bosque verde un conejito dulce, tierno y esponjoso. Siempre que veía algún animal del bosque se burlaba de él. Un día, estaba sentado a la sombra de un árbol, cuando se le acercó una ardilla: Hola señor conejo. El conejo no respondió.

Le miró, le sacó la lengua y salió corriendo. ¡Qué maleducado!, pensó la ardilla. De camino a su madriguera, se encontró con un cervatillo, que también quiso saludarle: Buenos días señor conejo. De nuevo el conejo sacó su lengua al cervatillo y se fue corriendo.

Así una y otra vez a todos los animales del bosque que se iba encontrando en su camino.

Un día todos los animales decidieron darle una buena lección y se pusieron de acuerdo para que cuando alguno de ellos viera al conejo no le saludara. Harían cómo si no le vieran. Y así ocurrió.

En los días siguientes todo el mundo ignoró al conejo. Nadie hablaba con él ni le saludaba. Un día, organizando una fiesta todos los animales del bosque, el conejo pudo escuchar el lugar donde se iba a celebrar y pensó en ir, aunque no le hubiesen invitado.

Aquella tarde cuando todos los animales se divertían, apareció el conejo en medio de la fiesta. Todos hicieron como si no le vieran. El conejo, abrumado ante la falta de atención de sus compañeros, decidió marcharse con las orejas bajas.

Los animales, dándoles pena del pobre conejo, decidieron irle a buscar a su madriguera e invitarle a la fiesta. No sin antes hacerle prometer que nunca más haría burla a ninguno de los animales del bosque.

El conejo, muy contento, prometió no burlarse nunca más de sus amigos del bosque, y todos se divirtieron mucho en la fiesta y vivieron muy felices para siempre.

Y Colorín Colorado…

Moraleja: Procura no burlarte nunca de la gente.

La Navidad es un sentimiento general, una vibración unida en el mundo que nos hace percibir lo que en otras épocas del año no sentimos. Por eso se manifiesta el amor y los sentimientos en mayor profundidad, por eso es tiempo de reflexión también. LEER MAS


sábado, 3 de diciembre de 2011

CUENTO ALEGRE


LA TROMPETA DE LA ALEGRÍA. Pedro pablo Sacristán

Había un país en que una trompeta mágica, cuyas notas resonaban por todas partes, aseguraba felicidad y alegría para todos.

Pero un día, la trompeta desapareció y todo se sumió en la tristeza. Nadie hizo nada, salvo una niña que marchó decidida en busca de la Trompeta. Preguntó por todas partes, hasta que alguien le llevó a conocer al sabio de las montañas. Este le contó que la Trompeta estaba en el Pozo de las Sombras, y le dio un violín que debía serle útil.

Cuando llegó al Pozo, encontró junto al mismo algunos músicos, tocando melancólicas melodías, y se unió a tocar con ellos. Pero al oír aquella música tristona, se dio cuenta que nadie, y menos la Trompeta, querría salir del pozo con aquel ambiente.

Así que comenzó a tocar la música más alegre que pudo, sin descanso, hasta animar a los músicos, y todos juntos alegraron tanto el lugar que la misma Trompeta salió del Pozo más animada que nunca, llevando de nuevo la alegría a todo el país.

Allí, la niña comprendió el valor de regalar Alegría como mejor remedio para todos los que están tristes. Y desde entonces, en aquel país, todo el que ve a alguien triste, le dedica la mejor de sus sonrisas con un poco de música.

Y Colorín Colorado





jueves, 17 de noviembre de 2011

CUENTO TIERNO


EL CAMINO AL CIELO. Pedro Pablo Sacristán

Había una vez un niño caminando por el campo, cuando entre las nubes vio un angelito cantando una bella canción, que enseguida desapareció.

El niño pensó que por allí debían estar las puertas del cielo, y sería divertido ver qué había. Así que comenzó a construir una gran torre de madera para llegar a las nubes, pero cuando fue muy alta, se derrumbó. Lo intentó también con adobe, con ladrillos y acero, pero su torre siempre se derrumbaba.

Cuando iba a abandonar, volvió a ver al angelito, rodeado de más ángeles, y al atender a la canción escuchó que su mensaje era que allí sólo se podía llegar si se quería con el corazón. La curiosidad desapareció, y deseó con todas sus fuerzas subir con ellos al cielo.

Pero no pudo, y vencido por la impotencia y la pena, se sentó y comenzó a llorar. Lloró, lloró y lloró tanto, tanto, que al salir el sol apareció en aquel lugar un magnífico arcoíris, que precisamente fue a parar a la nube, donde se abrieron las puertas del cielo.

Y el niño recorrió aquel camino sobre el arcoíris lleno de alegría, pues comprendió que sólo con verdaderos deseos del corazón se puede abrir el camino del cielo.

Y Colorín Colorado



miércoles, 2 de noviembre de 2011

CUENTO LUNAR


BAJAR LA LUNA DEL CIELO. Jonathan Emmeth. ediciones Beascoa S. A., 2002

¡Caramba! —Exclamó Topo una noche mientras salía de su madriguera. ¿Qué es eso? La luna estaba suspendida en el cielo, encima de él, como una brillante moneda de plata. Topo pensó que aquella era la cosa más bonita que jamás había visto.

—Sea lo que sea, quiero tenerlo —pensó Topo. ¡Ya sé, ya sé! Saltaré hacia arriba y lo bajaré. ¡BOiNG! ¡BOiNG! ¡BOOING! ¡BOOOING! Topo estaba tan atareado dando saltos que no se dio cuenta del ruido que hacía… Y despertó a Conejo, que dormía en su madriguera.

— ¡Topo! —Dijo Conejo—. ¿Qué zanahorias estás haciendo? —Hola, Conejo Respondió Topo—. Estoy intentando bajar esa cosa brillante de allá arriba. ¿Te refieres a la luna? —preguntó Conejo. — ¡Ahora ya sé cómo se llama! contestó Topo. Nunca lo conseguirás —afirmó Conejo—. No está tan cerca como parece. Pero Topo no estaba dispuesto a rendirse. Ya lo tengo —pensó—. Cogeré un palo y le daré golpecitos a la luna hasta hacerla caer. Encontró un palo largo e intentó alcanzar la luna. ¡FIIUU! ¡FIIUU! ¡FIIIUUUU! ¡FIIIUUU!

Topo estaba tan ocupado agitando el palo que tropezó y cayó sobre Erizo, que descansaba en su cama de hojas secas. — ¡Topo! —Gruñó Erizo—. ¿Qué caracoles estás haciendo esta vez? ¡Hola, Erizo! —Saludó Topo—. Estoy intentando bajar la luna. —Nunca lo conseguirás —afirmó Erizo. No está tan cerca como parece. Pero Topo no estaba dispuesto a rendirse. —Ya lo tengo —pensó—. Le lanzaré algo y, con el golpe, la derribaré. Encontró algunas bellotas y las tiró en dirección a la luna. ¡Zas! ¡Zas! ¡Zaass! ¡Zaass! —¡Ayy! —Protestó Ardilla. Topo, ¿es que te has vuelto loco?

—Hola, Ardilla —saludó Topo. Estoy intentando bajar la luna de un bellotazo. Nunca lo conseguirás —afirmó Ardilla—. No está tan cerca como parece. Pero Topo deseaba con tanta intensidad la luna que no estaba dispuesto a rendirse Ya lo tengo —pensó—. ¡Subiré a la copa de un árbol y desde allí la haré caer! Topo nunca había trepado antes a un árbol. Fue un trabajo duro, sobre todo porque le daba miedo estar tan lejos del suelo. Pero siguió adelante hasta que vio que la luna casi rozaba las hojas de la copa del árbol, encima de él.

Topo estiró sus brazos todo lo que pudo, pero justo cuando creyó que ya tenía la luna… ¡Resbaló! ¡Oh! ¡Ayy! ¡AUU! Topo fue cayendo a trompicones y aterrizó, ¡CHOOFF!, en medio de un charco. ¡Córcholis! ¡Qué mala suerte! pensó Topo. ¡Esta vez casi la consigo! Entonces se dio cuenta de que algo flotaba dentro del charco que tenía al lado. Estaba muy pálida y arrugada, pero incluso así, Topo la reconoció enseguida. ¡La luna! Suspiró Topo—. ¡Debe de haber caído conmigo!

Tendió la mano para cogerla, pero en el mismo instante en que la tocó, la luna se rompió en pedazos y se desvaneció. Topo se sentó dentro del charco y rompió a llorar. Conejo, Erizo y Ardilla se acercaron corriendo hasta él. ¿Te encuentras bien, Topo? —preguntó Conejo. Yo estoy bien —sollozó Topo—. ¡Pero la luna no! He conseguido bajarla y después la he roto. ¡Era tan, TAN bonita… y ya no volveré a verla nunca más! —Oh, Topo —dijo Conejo—, no has podido bajar la luna. Y no has podido romperla —afirmó Erizo. Y seguro que volverás a verla —añadió Ardilla—. ¡Mira allí arriba! ¡Oh! —Susurró Topo—. ¡Y está más bonita que nunca!

Topo, Conejo, Erizo y Ardilla se pusieron de pie y juntos miraron fijamente a la luna. Es hermosa —dijo Conejo. Muy hermosa —afirmó Erizo. Realmente muy hermosa —añadió Ardilla. Sí —dijo Topo—. ¡Pero NO está tan cerca como parece!

Y Colorín Colorado




miércoles, 26 de octubre de 2011

CUENTO HALLOWEEN


UN HALLOWEEN DIFERENTE. Pedro Pablo Sacristán

Hace mucho tiempo, la mayoría de los monstruos eran seres simpáticos y golosos, tontorrones y peludos que vivían felizmente en su monstruoso mundo.

Hablaban y jugaban con los niños y les contaban cuentos por las noches. Pero un día, algunos monstruos tuvieron una gran discusión por un caramelo, y uno se enfadó tanto que sus furiosos gritos hubieran asustado a cualquiera.

Y entre todos los que quedaron terriblemente asustados, las letras más miedosas, como la L, la T y la D, salieron corriendo de aquel lugar. Como no dejaron de gritar, las demás letras también huyeron de allí, y cada vez se entendían menos las palabras de los monstruos.
Finalmente, sólo se quedaron unas pocas letras valientes, como la G y la R , de forma que en el mundo de los monstruos no había forma de encontrar letras para conseguir decir algo distinto de " GRRR!!!", "AAAARG!!!" u "BUUUUH!!!".

A partir de aquello, cada vez que iban a visitar a alguno de sus amigos los niños, terminaban asustándoles; y con el tiempo, se extendió la idea de que los monstruos eran seres terribles que sólo pensaban en comernos y asustarnos.

Un día, una niña que paseaba por el mundo de los monstruos buscando su pelota, encontró escondidas bajo unas hojas a todas las letras, que vivían allí dominadas por el miedo. La niña, muy preocupada, decidió hacerse cargo de ellas y cuidarlas, y se las llevó a casa.

Aquella era una niña especial, pues aún conservaba un amigo monstruo muy listo y simpático, que al ver que nada de lo que decía salía como quería, decidió hacerse pasar por mudo, así que nunca asustó a nadie y hablaba con la niña utilizando gestos. Cuando aquella noche fue a visitar a su amiga y encontró las letras, se alegró tanto que le pidió que se las dejara para poder hablar, y por primera vez la niña oyó la dulce voz del monstruo.

Juntos se propusieron recuperan las voces de los demás monstruos, y uno tras otro los fueron visitando a todos, dejándoles las letras para que pudieran volver a decir cosas agradables.

Los monstruos, agradecidos, les entregaban las mejores golosinas que guardaban en sus casas, y así, finalmente, fueron a ver a aquel primer monstruo gruñón que organizó la discusión. Estaba ya muy viejecito, pero al ver las letras, dio un salto tan grande de alegría que casi se le saltan los huesos. Y mirando con ternura las asustadas letras, escogió las justas para decir "perdón".

Debía llevar esperando años aquel momento, porque enseguida animó a todos a entrar en su casa, donde todo estaba preparado para grandísima fiesta, llena de monstruos, golosinas y caramelos. Como las que se hacen en Halloween hoy día; qué coincidencia, ¿verdad?

Y Colorín Colorado




domingo, 23 de octubre de 2011

CUENTO MÁGICO


EL MAGO DEL PARAGUAS MÁGICO. Cuentos Cortos La Red.

Decía la leyenda, que hace muchos muchos años, existía un mago que siempre había querido volar como los pájaros y sentir la misma sensación que ellos en el aire. Arión, que así se llamaba el mago, deseaba conseguir algún día, poder llegar a volar, así que todos los días nada más levantarse se ponía a trabajar en su laboratorio buscando la fórmula mágica para volar.

Pero un día, cuando el mago se encontraba haciendo sus experimentos, inventando nuevas pócimas, llegó al laboratorio del mago Arión, su gato Triski, que se puso tan contento de ver al mago, que corrió junto a él, tirando al suelo algunas de las pócimas que había elaborado Arión para conseguir volar.

El mago se enfadó muchísimo con su gato Triski y le dijo: “Gato malo!! no quiero volver a verte nunca más, vete de mi casa!!” Así que con los ojos tristes, Triski se fue a la calle.
El mago Arión, se quedó recogiendo todo el líquido, de las pócimas que se habían caído al suelo y encima de un paraguas antiguo que conservaba el mago desde que era niño, pues fue un regalo de su abuelo. Nuestro mago no podía creerlo, el paraguas se había manchado y se había convertido en un paraguas de colores, y dijo: “Este gato, me ha estropeado el paraguas de mi abuelo, está lleno de manchas de colores!”

Pero de repente, cuando Arión el mago estaba a punto de tirar el paraguas a la basura, lo abrió y vio un montón de luces de colores alrededor de su paraguas, y entonces notó como sus pies no estaban tocando tierra, sino que estaban en el aire.

Cuando el mago Arión vio que el paraguas era mágico y que, gracias a que estaba agarrado a él, estaba volando, grito: “¡¡Estoy volando como los pájaros, por fin!!”

El mago Arión, estuvo volando con el paraguas mágico durante toda la tarde de un lugar para otro, disfrutando como nunca antes lo había hecho, pero cuando estaba volando cerca de su casa, vió a su gato Triski, tumbado medio llorando, porque su amo se había enfadado con él. Por lo que el mago Arión, bajó al suelo y cerró su paraguas, mientras se acercaba hacia su gato.

“Hola Triski, lo siento mucho amigo mío, por haberme puesto así contigo, ya sé que lo único que querías antes, era darme cariño y que no te has dado cuenta de que las pócimas estaban ahí, así que vente para casa conmigo, te prometo que nunca más volverá a suceder, siento mucho haberte tratado así” dijo el Mago Arión.

Así fue como el mago consiguió cumplir su sueño, volar como los pájaros, gracias a su gato Triski, pues se mezclaron todas las pócimas haciendo que el paraguas pudiese volar.
Además, Arión el mago, también entendió que nunca más debía tratar así, a su gato Triski.

Y Colorín Colorado




lunes, 17 de octubre de 2011

CUENTO AÉREO


EL AVION QUE TENIA MIEDO A VOLAR

Fly era aun un avión inexperto debido a su corta edad, pues todavía no había realizado su primer vuelo, a diferencia de otros aviones de su misma edad que ya estaban volando…
Fly era un avión muy bonito, con grandes alas que le permitían alcanzar velocidades muy altas. Sin embargo, Fly era un avión algo peculiar, pues a pesar de estar equipado con la mejor tecnología,tenía mucho miedo volar.

Un día, un joven piloto de aviones le preguntó: “¿Fly quieres que sea yo quién te dirija en tu primer vuelo?“. Fly no se esperaba que el piloto le propusiera salir a volar, así que respondió: “Pues me gustaría pero no puede ser…".

El joven piloto se quedó bastante confuso con la respuesta de Fly, pues nunca antes, un avión le había puesto pegas a volar, y menos en su primer vuelo, dónde los aviones necesitan la ayuda de un piloto con experiencia en volar. Así no satisfecho con la respuesta de Fly, el piloto le contestó: “¿y por qué no puede ser, Fly? ".

Justo en ese momento, el avión inexperto empezó a sentir un calor por sus alas que le hizo ponerse rojo, pues a Fly le daba vergüenza que se enteraran que tenía miedo a volar, ya que pensaba que se reirían de él. Así que con las alas cabizbajas respondió al piloto: “Es que… tengo miedo a volar...”.

Entonces, el piloto entendió a Fly, y por eso sentía que debía ayudarle a superar ese miedo que le impedía volar como un avión normal. Así que sin pedirle permiso a Fly, se subió a la cabina y se abrochó el cinturón. “Fly, yo confio en ti y se que puedes volar mejor que ningún otro avión. Sólo necesito que confies en tus posibilidades y yo estaré contigo, guiándote en tu primer vuelo. ¿Estás preparado amigo?“, le dijo el piloto.

Fly estaba muy sorprendido pues había visto que el piloto confiaba plenamente en él, así que eso le dio seguridad y sin pensarlo más encendió sus motores. “¡¡Está bien, allá vamos capitán!!” le dijo al joven piloto con entusiasmo.

Así fue como Fly realizó un magnífico primer vuelo, sólo necesitaba que alguien confiara en él y despertara su sentimiento de superación, al miedo que tenía a volar. Desde ese día, Fly y el joven piloto no se separaron e hicieron miles de vuelos juntos.

Y Colorín Colorado



domingo, 9 de octubre de 2011

CUENTO CUENTERO


EL SOMBRERO DE LAS ESTRELLAS. © Todos los derechos reservados por el autor. Los Tesoros de Arcoiris.

Se abre la puerta y muy despacito aparece caminando, aunque casi pareciera que flota, una señora con un sombrero de pico bastante alto y ala redonda, un tul blanco cubre todo el sombrero, la cara y medio cuerpo de la dueña del sombrero.

La música suena muy lentamente acompañando sus movimientos casi lunares, el tul va y viene, saluda con su mano a los niños que la están mirando sin decir ni "mu". Al llegar delante de los chicos, daba la impresión que estaba volando, su velo volaba, sus brazos, el sombrero...

...Hola chicos, soy la Maga Cuenta-Cuentos, dijo todavía sin levantarse el tul, éste es mi sombrero mágico, cada estrella tiene su propia historia: algunas las he traído desde muuuy lejos, otras me las han regalado magas amigas, y las mas chiquititas de todas, son regalos de niños como ustedes que cuando me sonríen le brota una estrellita al cabo de unos días (igualito que las flores).

Les preguntó a los niños si sabían volar, como ninguno sabía les ofreció hacer un vuelo despacito con ella, de a uno por vez podían acercarse a ella, agarrar el velo suavemente y cerrando los ojos levantar vuelo muy despacito, también les aconsejó mover el brazo libre para ayudar un poco a mantenerse elevado. Volaron y volaron, les dijo que para aterrizar tenían que hacerlo muy suavemente, y sobre todo no olvidarse de doblar las rodillas... "Puuuum" hizo algún niño, sin tener suficiente cuidado en el aterrizaje... pero sin hacerse ningún daño por suerte.

Esta es la caja mágica, dijo señalando una preciosa caja multicolor.

Cuando abrió la caja, salió un polvo plateado volando por los aires, cuando cayó al suelo apareció por detrás del sombrero de estrellas el Señor de la Buena Pipa, que no era él del cuento de la buena pipa, era un hombrecito tan chiquitito que cabía en la palma de una mano. Pero también era un poco tímido, así que iba escondiéndose de un lado al otro del sombrero espiando a los niños con cuidado de no ser descubierto.

¡Eh, señor...!, lo descubrió un chiquito, ¿qué hace ahí?
Ah...Ah...si...¡hola! soy el Señor de la Buena Pipa, ¿qué tal están?

Todos los chiquitos le contestaron como estaban, pero el Señor de la Buena Pipa estaba un poco sordeli así que tuvieron que repetirlo unas cuantas veces a grito pelado.

El Señor de la Buena Pipa se puso a contarles que era un viejo marino y que estaba esperando el barco que lo llevaría a una isla muy especial, dónde las cosas no eran para nada normales, las palmeras en vez de tener higos tenían caramelos en forma de higos, las plantas de tomates tenían deliciosas nubes de azúcar con forma de tomates, las flores también eran caramelos, los champiñones eran chupa-chups, y así con todas las cosas, pero también les dijo, bastante en secreto, que los ríos eran limonadas, y que cuando llovía juntaban el agua porque una vez en un recipiente se convertía en Coca-Cola... Claro que si le ponías pétalos de margaritas amarillas (de las que también son caramelos) se convertía en Fanta de limón o de naranja si le ponías trocitos de naranjas.

Había una vaca muy divertida, que cantaba canciones, cuya leche era riquísima y además con solo beberla limpiaba los dientes de una sola vez. Pero parecía que el barco no llegaba nunca y empezaba a creer que la bailarina rusa que se lo contó lo habría soñado.

No, no... nada de eso! dijo Nadriushka, la bailarina folklórica rusa que guardaba cinco hermanitas pequeñas mientras aparecía por detrás del sombrero, ese barco existe, yo me he embarcado una vez cuando formaba parte de un ballet muuuy importante, después de un montón de actuaciones nos fuimos a esa isla a descansar y a comer todas las cosas ricas que queríamos...

Bueno, entonces me voy al muelle a esperarlo, adiós, adioooooos, dijo el Señor de la Buena Pipa.

Nadriushka les contó a los chicos que ella era una bailarina rusa, y se puso a mostrarles como era el baile que ella hacía, la señora del sombrero hizo lo que la bailarina le indicaba, para acompañarla en su baile.

Animó a los chicos a intentar bailar como ella, claro que era una danza bastaaaaante difícil, así que les enseñó un poquitín, algún paso para que todos pudieran alegremente bailar. Cuando había terminado el baile, Nadriushka esperaba el aplauso que siempre tenía al finalizar una actuación, al oir los primeros aplausos saludó muy formalmente con su reverencia hacia delante, y se fue por donde vino.

El sombrero había entristecido en ese momento, estaba escuchando que un chiquitín estaba llorando, al sombrero no le gustaba entristecer a nadie, así que la señora lo puso a descansar, el pequeñín se alegraría un poco y el sombrero mágico no perdería mas estrellitas de niños.

En ese momento todos pudieron ver la cara de la Maga Cuenta-Cuentos, y ¡qué sorpresa...! también tenía estrellitas doradas como si fuera un antifaz alrededor de sus ojos...

¡¡¡OOOHHHH...!!!, se oyó de todas las boquitas.

De la caja salió una carita de lo mas simpática, que parecía una flauta triangular con sonrisa... ocurría que esta carita hablaba con una risita todo el rato, y lo más gracioso fue que todos los niños terminaron riéndose a carcajadas, hasta el que estaba llorando antes. Se puso a contarles chistes, y cosas divertidas, tantas que se tuvo que ir rápido porque no podía dejar de reirse...jijijijijijij.....

Después sin que nadie supiera cómo, la maga tenía antenitas de marciana en la cabeza, que terminaban en dos bolitas plateadas, y claro que se había convertido en una extraterrestre. Era una marciana muy marchosa porque les venía a enseñar el baile de su lugar, y les explicaba que hasta su planeta era un gran bailarín porque bailaba el "ula-ula" con los dos anillos que tenía al rededor. Terminaron todos bailando los bailes marcianos y un poco de "ula-ula".

La música fue acabándose poquito a poco, algunos niños fueron sentándose, otros a buscar sus bebidas, y otros querían darle la mano a la maga-marciana, o mirar de cerca las estrellitas que llevaba en la cara... Al final volvió a ser maga-maga, y con muchos besitos al aire y nubes de polvo brillante se despidió de los niños hasta el próximo cuento...

Y Colorín Colorado




lunes, 3 de octubre de 2011

CUENTO DESEOSO


LA OLA QUE QUERÍA CONOCER EL MUNDO. © Todos los derechos reservados por el autor.

La ola rompía sobre la arena, aburrida de estar siempre en la misma orilla, por lo tanto, decidió irse a recorrer los mares del planeta. Tenía muchísimas ganas ver cosas nuevas, aprender y reírse, también quería hacer nuevas amigas y compartir lo que ella había aprendido en su vida.

Oleando y oleando, llegó hasta unas orillas donde todos los niños tienen los ojos rasgados, y no era ni más ni menos que China. La ola estaba muy contenta de haber llegado tan lejos y se puso a hablar con todas las olas de este nuevo lugar. Pero, que sorpresa tuvo cuando después de saludarlas y contarles de donde viene, se da cuenta que las demás olas la miran sin entender nada, pero eso sí, con sonrisas muy simpáticas. Se mezcló entre las demás olas, saltando, sonando, alisándose y volviendo a enrularse, de manera tal que, al cabo de un rato, todas se entendían sin ningún problema.

Las olas de China invitaron a la ola recién llegada a ver su país desde arriba, convirtiéndose en nube. Viajaron mucho por los cielos azules, viendo toda la geografía China, siguiendo ríos serpenteantes, montañas altísimas, ciudades llenas de rascacielos, a los que tenían que esquivar, subiendo todavía un poquito más para no chocarlos. También vieron los castillos chinos, con sus majestuosos dragones, sus múltiples torres picudas.

Volaba maravillada, hasta que un señor chino, que tenía un palo muy largo, le hace cosquillas y empieza a llover haciendo zig-zag, para no mojar los preciosos sombreros chinos. Esto le costaba bastante, ya que en China hay mucha, pero mucha gente, de verdad. Las otras nubes, que antes fueron olas, le dijeron que no se preocupara porque ellas también bajan con ella y luego volverían al mar. Donde caían las gotas, crecían unas plantas de hojas muy verdes y robustos troncos, tan robustos que subían hasta el cielo. ¡Eran plantas gigantes!

Los habitantes de China, que estaban muy preocupados, por la verde invasión, subieron escalando las plantas para hablar con el Señor de la Lluvia. Tenían que explicarle que eso no podía seguir, de un momento a otro su bella tierra se había convertido en una selva imposible de transitar.

Por cada trocito de tierra donde alguna gota cayera, ahí subía una planta: en una preciosa plaza en medio de la gran ciudad, no había más césped, en las aceras adornadas con árboles, cada árbol parecía una miniatura al lado de las gigantescas plantas, los campos se quedaron plagados y el sol casi no se podía ver.

Todo esto creado por las olas que querían ver este lugar desde arriba y que un señor les hizo cosquillas... La ola, hecha nube, convertida en lluvia y luego en planta estaba triste, porque ella no quería hacer mal a nadie, y ahora se había quedado atada a la tierra para siempre.

El Señor de la Lluvia les recomendó a los escaladores que a las cinco de la tarde todo el mundo tenía que estar en su casa; todos tomando té. Algunos sacaron su dedo por la ventana, para saber qué era ahora esa lluvia. Sabía raro, no era ni dulce, ni salada, no tenía el gusto rico de la lluvia de siempre... Inmediatamente bebieron más té, para quitarse el sabor de la boca.

Las plantas, bañadas por esta lluvia, se adormecen, bajando de las alturas y recostándose unas sobre otras. Los mismos chinos que subieron en busca de ayuda, fueron a buscar a los gnomos que viven en los bosques; no tardaron mucho en encontrarlos porque las raíces también estaban molestando a estos pequeños seres: ¡Les estaban invadiendo sus casas bajo la tierra! Y por eso, estaban trabajando con sus poderes mágicos, para eliminar las molestas plantas.

Tardaron muchos días y muchas noches en cortar con sus tijeras especiales. Hasta que una madrugada, cuando todos dormían, menos los gnomos, cae un rocío brillante como las estrellas sobre las plantas dormidas, convirtiéndolas en florcitas de todos colores y una de entre muchas es brillante como el oro. Era la flor de la felicidad, cada cual que la mirase se pondría feliz y contento. Los gnomos, que son sabios conocedores de la naturaleza, sabían quiénes eran esas preciosas flores, así que, después que todos los chinos pudieron admirar, oler y disfrutar de esta fiesta de colores, llamaron al viento para que las soplara al mar y así devolverlas a su lugar.

Cuando las flores dormían, el viento las sopló suavemente hacia el mar, a todas menos a la flor de la felicidad, que se quedó para borrar todas las penas que las plantas gigantes dieron. La ola volvió a ser agua salada y se despidió de sus amigas chinas, para marcharse en busca de nuevos mares.

Y Colorín Colorado




miércoles, 28 de septiembre de 2011

CUENTO LUNATICO


VACACIONES DE LA LUNA. © Todos los derechos reservados por el autor

Una noche el cielo estaba muy oscuro, de ese negro que solo está cuando la luna brilla por su ausencia. De las chimeneas salían nubes de humo que llegaban muy altos, se sorprendieron de no ver ninguna luz por allí arriba, pero poco a poco y sin que nadie se diera cuenta se fue disolviendo en el aire.

Las estrellitas se preguntaban unas a otras dónde estaría la dama de la noche, los barcos en el mar intentaban encontrarla en sus latitudes, pero por ningún lado había un rayito de ella.

Desde el otro lado del mundo se oía una voz cantando: Tiii-tiraaa-tiruriii-titaaaaaaa....

El sol, los delfines que pasaban y todos los habitantes marinos se tapaban la risita, pero sin poderse contener al final.

¡AAAYYYY..... como me pica! ¡Cómo me piiiicaaaa!, estoy toda roja, ¡que raro es!, se quejaba la luna.

El sol estaba riéndose bastante y empezó hablarle a la luna: Y entre dos palmeras muy divertidas que bailaban con el viento se encontraba la luna, chapoteando en el mar, como una niñita pequeña, eso sí, tenía unos enormes anteojos de sol, estaba muy divertida porque no tenía que brillar por todos lados. Trajo consigo una valijita con algunas cosas, sus distintas caras, la menguante, la creciente, la nueva y la llena, también trajo algunas estrellitas vecinas que se negaban a salir de la oscuridad de la maleta, algunos polvos del cielo que usaba para resaltar más su linda blancura.

Después de un buen rato la luna empezó a enrojecerse, su piel que siempre fue tan blanca le ardía bastante, no se había puesto ningún protector solar, porque no existía ninguno para una luna tan grandota. Jo-Jo-Jo-Jo.... qué risa, una luna roja, ¿¡y ahora cómo vas a dar luz!?, vas a dar una luz bien roja, y en realidad nadie va a encontrar más sus caminos, ni se formaran más caminos de luz de luna en el mar... terminó de decir el SOL un poco triste.
Y ahora ¿qué puedo hacer?, ¿Cómo haré para volver a ser blanca y hermosa?, decía afligida la luna.

Los animalitos le dieron toda clase de consejos de qué podía hacer para quitarse el ardor, ella muy paciente los seguía al pie de la letra, pero además de quedar como una luna loca mucho efecto no le hacía.

Un delfín le dijo en secreto lo que le devolvería su blancura, tenía que beber mucha, pero mucha, de verdad, leche de vaca. La luna le tiró un besito al aire, sin siquiera tocarse los labios porque también le ardían, y se fue corriendo para todos los países que tuvieran vacas y las dejó casi sin una gota para nadie más...

Poco a poco fue aliviándose su penar, al acercarse al mar por la noche se dio cuenta que ya no estaba más roja, pero sí estaba enormemente grande después de haber tomado tanta leche, muchísimo más que el sol y como después de haber estado lejos tanto tiempo, ahora tenía que ponerse la cara de Luna creciente, y no le entraba por ningún lado se le salían pedazos de luna por todos los costados, así que se puso a hacer algo de ejercicio.

¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para arriba...¡Hop!¡Hop!¡Hop! Vueltas para abajo...¡Hop! ¡Hop!¡Hop! Muchas vueltas más hasta volver a estar como antes... ¡Hop!¡Hop!¡Hop!...

Al terminar de dar tantas vueltas había vuelto a ser la bella luna de siempre, con su bonita cara Creciente... Así fue cambiando tranquilamente sus caras hasta cuando por fin se pudo poner Llena, por suerte no quedaba ningún rastro de sus locas vacaciones.

Todos los peces, pulpos, delfines y demás habitantes marinos se reunieron a cuchichear muy bajito algunas cosas, lo hacían tan en secreto que la luna por más que disimuladamente bajara para oír mejor, no se enteraba de nada.

Los delfines saltaron dando piruetas en el aire, los pulpos saltaron también muy graciosos tocándose sus tentáculos encima de su cabeza, todas las almejas, mejillones y ostras hicieron música castañeteando, los peces llenaron de maravillosos colores el baile acuático porque todos querían cantarle a la bella de la noche lo resplandeciente que estaba y cómo adoraban a esta estupenda anfitriona de la gran fiesta en el camino de luz de la Luna Llena.

Y Colorín Colorado

Las nubes tienen una gran variedad de formas que esta determinada por su su dimensión y cantidad y la distribución de las partículas que las forman, también su aspecto depende de la intensidad y color de la luz que reciben, su brillantez depende de la cantidad


miércoles, 21 de septiembre de 2011

JUGUETES SALTARINES


LOS JUGUETES SALTARINES DEL PARQUE QUIEREN IR AL COLEGIO. Todo Papás

Llovía en el parque, Mario, pasaba por allí, de camino al colegio. Era un chico muy despierto, de cabello claro y ojos pícaros. Jugaba con su pelota, cuando de repente, dio fuerte al balón y lo lanzó cerca de un coche saltarín.

Se agachó para recogerlo, y cuando levantó la mirada, vio una enorme cara de tristeza en el cochecito. Pensó, que extraño, yo creo que otras veces, no tenía esta cara, algo ha cambiado. Volvió la vista hacia atrás y pudo comprobar que todos los demás, también habían cambiado. ¡Yo estoy soñando! Dijo para sí. Se sentó un ratito en el banco, pues aun le sobraba un poco de tiempo antes de entrar a clase.

A él, no le importaba mojarse, pero llovía de tal manera que tuvo que levantarse del banco. Se estaba incorporando, y sucedió algo asombroso. En la arena del parque, había escrito: “Queremos ir al colegio”. “Queremos estar con los niños”.

No puede ser, ahora si estoy soñando, pensó Mario. De repente, un pensamiento le llegó. Tal vez los juguetes saltarines quisieran decirle algo. No, no puede ser, ser repetía. Pero la verdad, es que era algo inexplicable. Bueno, se dijo, no pierdo nada por hablarles, total nadie me ve. Pensó: ¿Por qué no les explico lo importantes que son para los niños?. A ver si se les quita esa idea de ir al colegio.

Mario, se dirigió al cochecito y le habló así: Mirad, creo que lo vuestro es un capricho egoísta, como tantos, de los que tenemos los niños. No podéis destrozar la felicidad de los niños. Si vosotros vais al colegio, que harán los bebes y los niños pequeños, si ríen y disfrutan tanto con vuestra compañía, vuestras formas y colores, los movimientos divertidos. Que linda es su sonrisa. Que bien lo pasan cuando se montan encima y ya se sientes seguros y protegidos por vosotros. ¿No os parece que eso es más importante?
Y después de esta charla. Mario marchó hacia el colegio.

De vuelta a casa, pasó por el parque con su amigo Raúl. Al pasar junto al cochecito. Mario volvió la cabeza. Y el fantástico cochecito le guiñó un ojo. Él, le respondió con el mismo guiño. Raúl, se dio cuenta y se extrañó. ¿Te ocurre algo, le preguntó? No, nada, se me ha metido una pestañita en el ojo. Mario, echó sus manos a la espalda y con dos dedos de una mano, hizo al cochecito, la V de la victoria, sin que le viera Raúl.

El secreto de los juguetes saltarines, quedó para siempre en el corazón de Mario.

Y Colorín Colorado



sábado, 17 de septiembre de 2011

CUENTO MILAGROSO


EL GRAN MILAGRO. Enviado por Vilma Medina Zevallos (España)

En un precioso y frondoso árbol nació un alegre y risueño gusanito llamado Nano, un habitante que dio mucho que hablar en el bosque. Y es que desde que nació, Nano siempre se ha portado distinto de los demás gusanos. Caminaba más despacio que una tortuga, tropezaba en casi todas las piedras que encontraba por delante, y cuando intentaba cambiar de hojas...... ¡qué desastre!....siempre se caía. Por esa razón, la colonia de los gusanos le llamaba el gusanito torpecillo.

A pesar de las burlas de sus compañeros, Nano mantenía siempre su buen humor. Y se divertía mucho con su torpeza. Pero un día, llegado el otoño, mientras Nano se daba un paseo por los alrededores, una gran nube cubrió rápidamente todo el cielo, y una gran tormenta se cayó. Nano, que no tuvo tiempo de llegar a su casa, intentó abrigarse en una hoja, pero de ella se resbaló y acabó cayéndose al suelo, haciéndose mucho daño. Se había roto una de sus patitas, y se había quedado cojo. Pobre gusanito... torpecillo y cojo.

Agarrado a una hoja, Nano empezó a llorar. Es que ya no podía jugar, ni irse de paseo, ni caminar... Pero, una noche, cuando Nano estaba casi dormido, una pequeña luz empezó a volar a su alrededor. Primero, pensó que sería una luciérnaga, pero la luz empezó a crecer y a crecer... y de repente, se transformó en un hada vestida de color verde. Nano, asustado, le preguntó: - Quién eres tú? Y le dijo la mujer: - Soy un hada y me llamo naturaleza. - ¿Y por qué estás aquí?, preguntó Nano. - He venido para decirte que cuando llegue la primavera, ocurrirá un milagro que te hará sentir la criatura más feliz y libre del mundo. Explicó el hada. - Y ¿qué es un milagro?, continuó Nano. - Un milagro es algo ¡extraordinario, estupendo, magnífico!...... Explicó el hada y, enseguida desapareció.

El tiempo pasó y llegó el invierno. Pero Nano no ha dejado de pensar en lo que había dicho el hada. Ansioso por la llegada de la primavera, Nano contaba los días, y así se olvidaba de su problemita.

Con el frío, todos los gusanos empezaron, con un hilillo de seda que salía de sus bocas, a tejer el hilo alrededor de su cuerpo hasta formar un capullo, o sea, una casita en la que estarían encerrados y abrigados del frío, durante parte del invierno. Al cabo de algún tiempo, había llegado la primavera. El bosque se vistió de verde, las plantas de flores, y finalmente ocurrió lo que el hada había prometido... ¡El gran milagro!

Después de haber estado dormido en su capullo durante todo el invierno, Nano se despertó. Con el calor que hacía, el capullo se derritió y Nano finalmente pudo conocer el milagro. Nano no sólo se dio cuenta de que caminaba bien, sino que también tenía unas alas multicolores que se movían y le hacían volar.. Es que Nano había dejado de ser gusano y se había convertido en una mariposa feliz, y que ya no cojeaba.

Y Colorín Colorado




martes, 13 de septiembre de 2011

CUENTO RESFRIADO


ATCHÚ.
Tomado de: //blogs.diariovasco.com/index.php/cuentameuncuento/2005/10/19/

El ángel de la guarda de Isabel amaneció resfriado la semana pasada. Atchú –fue lo primero que oyó Isabel cuando se despertó. Miró por todas partes y como en el cuarto sólo estaba su hermanito Emilio, Isabel creyó que era él el que había estornudado.

Atchú –volvió a oír Isabel, pero ya no les puso más atención a los estornudos porque quería levantarse rápido para comenzar a jugar. Los estornudos no eran de Emilio. Eran del ángel de la guarda de Isabel que, como había amanecido resfriado, no paraba de estornudar.

El ángel de la guarda de Isabel buscó en su maletín de ángel algún remedio para resfriados. Encontró agua oxigenada, curitas y esparadrapo, pero nada de eso curaba estornudos. Al fin el ángel de la guarda se puso una crema con olor a eucalipto en la espalda y se tomó unas gotitas con sabor a fresa, porque se acordó de que a Isabel la curaban igual cuando comenzaba a estornudar. También decidió quedarse ese día en la cama.

Mientras el ángel se curaba el resfriado, a Isabel le pasaron toda clase de desastres. Al triciclo se le cayó un pedal. La muñeca Carolina estuvo perdida toda la mañana. Emilio regó la compota y le manchó la blusa rosada. A la hora del almuerzo, la sopa estaba muy caliente y a Isabel se le quemó la lengua. Y, como si fuera poco, su mamá llegó tan cansada, que no le quiso contar ni un cuento. Por la noche Isabel se acostó triste y aburrida porque todo le había salido mal. El ángel de la guarda también se durmió triste y aburrido porque no le gustaba quedarse todo el día acostado.

Atchú – fue lo primero que oyó el ángel de la guarda al otro día, cuando despertó. Miró por todas partes y se dio cuenta de que era Isabel la que había estornudado. A Isabel se le contagió mi resfriado –pensó el ángel de la guarda. Y bien rápido, sin que Isabel se diera cuenta, el ángel de la guarda le puso crema con olor a eucalipto en la espalda y le echó una gotitas con sabor a fresa en la boca. Isabel dejó de estornudar.

El día fue fantástico. El papá de Isabel arregló el pedal del triciclo. La muñeca Carolina se portó muy bien. Emilio no regó la compota ni el jugo de mandarina. A la hora del almuerzo la sopa estaba tibia y nadie se quemó la lengua.

Esa noche, Isabel y el ángel de la guarda se acostaron felices porque todo les había salido bien, y además porque la mamá no había salido en toda la tarde y les había contado muchos cuentos. Desde ese día de la semana pasada, ni Isabel, ni el ángel de la guarda, han vuelto a oír a Atchú.

Y Colorín Colorado




domingo, 11 de septiembre de 2011

CUENTO RECIEN NACIDO


Cuento dedicado a mis primitas hadas, Gopy, Varzana!!

EL HADA BEBÉ. La red.

Pues aquí y allí; en los bosques, en los ríos y en los árboles. Bajo los hongos y sobre las flores. En las cabañas y en los palacios. Están en todas partes. Sólo hay que estar atento y abrir bien los ojos para verlas…porque para que la magia funcione, sólo tienes que creer en ella. Bajo los hongos y sobre las flores. En las cabañas y en los palacios. Están en todas partes. Sólo hay que estar atento y abrir bien los ojos para verlas.
El bosque se ha llenado de alegría, porque ha nacido un Hadita, todos esperaban este día con impaciencia y se habían preparado a conciencia para el acontecimiento.

Se hicieron prácticas de cuidados a recién nacidos, y muchas Hadas se matricularon en las Reales Academias de Ninfas para estar seguras de que sabrían cuidar muy bien a la nueva Hadita. Y las que eran demasiado pequeñas para tanta responsabilidad, se encargaron de recoger estrellas, flores, campanillas y muchos otros juguetes de hadas. Y, por supuesto, le regalarán un bonito Cisne que la lleve a dar largos paseos por el Reino de las Hadas.

Pero, de momento, las Hadas esperan, saben que la recién nacida necesita descansar mucho porque es largo el camino hasta el Palacio de las Nubes Azules. Igual tendrá mucho tiempo para jugar y bailar en el futuro, todo el tiempo del mundo.....

Y como los bebés hadas tienen que dormir, como todos los bebés del mundo. Y no piensen que es cosa fácil conseguir que se vayan a la cama..! Porque siempre quieren quedarse despiertos hasta muy tarde persiguiendo luciérnagas, jugando a las escondidas entre los árboles ó paseando a lomo de los caracoles y mariposas. Algunas noches es no será tan difícil conseguir que se duerma que no hay más remedio que recurrir a cosas extraordinarias. Y algo extraordinario es una lluvia de estrellas!!!! Entonces sí que la bebé hada se acuesta en su camita para ver mejor como el cielo se llena de luces que corren en la oscuridad, aparecen y desaparecen, y... poco a poco... el sueño llega....

Y así creció la bebé hadita y ya más grande permaneció callada y oculta hasta que el hombre aprendió a mirar con los ojos del alma y pudo ver mas allá de su razón. Entonces también se hizo visible, y ayudo a enseñar al hombre a creer en sus sueños y a esperar lo imposible.

A la hadita también le hablaron de flores que guardan secretos, del agua que sabe canciones, del árbol amigo, del viento, del cielo y la tierra y del misterio escondido en cada cosa que existe. Le contaron que viven en la luz y en el aire, que se ocultan de todo el que duda, y a aquellos que creen les muestran su Reino y los nombran Guardianes de la Fantasía.

Y Colorín Colorado



domingo, 4 de septiembre de 2011

CUENTO AGRADECIDO (2)


ADALINA, EL HADA SIN ALAS. Pedro Pablo Sacristán

Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía alas. Y eso que era la princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas. Como era tan pequeña como una flor, todo eran problemas y dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes mágicos, pues la magia de las hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy pequeña dependió de la ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando las gracias, sonriendo y haciendo amigos, de forma que todos los animalillos del bosque estaban encantados de ayudarla.

Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que pudiera ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que aceptar someterse a una prueba en la que tendría que demostrar a todos las maravillas que podía hacer.
La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni siquiera podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de imaginar algo que pudiera sorprender al resto de las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia se extendió entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos estaban junto a ella, dispuestos a ayudarla en lo que necesitara.

- Muchas gracias, amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la más dulce de sus sonrisas- pero no sé si podréis ayudarme.

- ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos, ¿qué harías para sorprender a esas hadas tontorronas?

- Ufff.... si pudiera, me encantaría atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de rocío, para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del bosque. O... también me encantaría pintar en el cielo un arco iris durante la noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran contemplar su belleza... Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...

- ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira! -gritó ilusionada una vieja tortuga que volaba por los aires dejando un rastro de color verde a su paso.

Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de magia había invadido a sus amiguitos, que salieron volando por los aires para crear el mágico arco iris, y para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de agua que llenaron el cielo de diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo jamás visto que hizo las delicias de todos los habitantes del bosque.

Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella sabía aún de dónde había surgido una magia tan poderosa. Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la primera de las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en sí mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.

Y Colorín Colorado