domingo, 27 de febrero de 2011

CUENTO PODEROSO


EL DUENDE ENAMORADO. Cuentos Irlanda

Un día el duende Coll salió a pasear por el bosque. De pronto se encontró con un hada maléfica, llamada Áine.

Ella estaba transformada en una bella duende, tenía un hermoso vestido rosa lleno de volados. Su cabello negro con rizos, caían sobre su pecho como azabache. El hada no sabía que Coll, tenía el don de descubrir quién era ella. Estaba tan embelesado con su hermosura, que le propuso acompañarla para estar más tiempo con ella. Ánie charlaba con Coll, se sentaron sobre un tronco y el tiempo pasaba.

Cuando pasaban por un claro, flotando en un árbol se encontraba la Reina de las Hadas Maléficas; quien al verla le realizó un maleficio de transformándola en una Urraca. Coll al ver esto, fue corriendo a ver a la Reina de las Hadas protectoras; para pedir por su amor. Ella le respondió que solamente podía transformarla de nuevo en duende, si él la encontraba con su corazón. Si así sucedía y la mantenía en sus manos, nuevamente estarían juntos y ella se libraría de su maleficio.

Así fue recorrió por días el bosque, vio pájaros de varios colores, animales a cuales le preguntó y ninguno había visto una Urraca. De pronto y cuando menos lo pensó, sintió en su corazón un fuerte latido. Si!!!, allí estaba posada en el tronco; donde ellos había charlado tanto tiempo hacía unos días.

Como le dijo la Reina de las Hadas, la tomó entre sus manos y le dijo que se había enamorado de ella. El hechizo desapareció y Áine, se transformó de nuevo en una bella duende; liberándose de ser un hada maléfica.

Y Colorín Colorado



jueves, 24 de febrero de 2011

CUENTO AUTENTICO


EL JARDÍN DE LAS ESTATUAS. Pedro Pablo Sacristan

Hace mucho tiempo, existía un lugar mágico que guardaba grandes maravillas y tesoros del mundo. No era un lugar oculto, ni escondido, y cualquiera podía tratar de acceder y disfrutar sus delicias. Bastaba cumplir un requisito: ser una buena persona. Ni siquiera heroica o extraordinaria: sólo buena persona.

Allá fueron a buscar fortuna Alí y Benaisa, dos jóvenes amigos. Alí fue el primero en probar suerte, pues cada persona debía afrontar sus pruebas en solitario. Pronto se encontró en medio de un bello jardín, adornado por cientos de estatuas tan reales, que daba la sensación de que en cualquier momento podrían echar a andar. O a llorar, pues su gesto era más bien triste y melancólico. Pero Alí no quiso distraerse de su objetivo, y conteniendo sus ganas de seguir junto a las estatuas, siguió caminando hasta llegar a la entrada de un gran bosque. Esta estaba custodiada por dos estatuas de piedra gris muy distintas de las demás: una tenía el gesto enfadado, y la otra claramente alegre. Junto a la entrada se podía leer una inscripción: “La bondad de tu carácter deberás a las piedras contar”.

Así que Alí se estiró, aclaró la garganta y dijo en alta voz: Soy Alí. Una buena persona. A nadie he hecho ningún mal y nadie tiene queja de mí. Tras un silencio eterno, la estatua de gesto alegre comenzó a cobrar vida, y bajándose de su pedestal, dijo amablemente: Excelente, tu bondad es perfecta para este sitio. Está lleno de estatuas como tú: ¡a nadie hacen mal, y nadie tiene queja de ellas! Y en el mismo instante, Alí sintió cómo todo su cuerpo se paralizaba completamente. Ni siquiera los ojos podían mover. Pero seguía viendo, oyendo y sintiendo. Lo justo para comprender que se había convertido en una más de las estatuas que adornaban el jardín.

Poco después era Benaisa quien disfrutaba de las maravillas del jardín. Pero al contrario que a su amigo, la visión de aquellas estatuas, y sus ojos tristes e inmóviles, le conmovieron hasta el punto de acercarse a tocarlas una por una, acariciándolas, con la secreta esperanza de que estuvieras vivas. Al tocarlas, sintió el calor de la vida, y ya no pudo apartar de su cabeza la idea de que todas seguían vivas, presas de alguna horrible maldición. Se preguntaba por sus vidas, y por cómo habrían acabado allí, y corrió varias veces a la fuente para llevar un poco de agua con el que mojar sus labios. Y entonces vio a Alí, tan inmóvil y triste como los demás. Benaisa, olvidando para qué había ido allí, hizo cuanto pudo por liberar a su amigo, y a muchos otros, sin ningún éxito. Finalmente, vencido por el desánimo, se acercó a las estatuas que custodiaban la entrada al gran bosque. Leyó la inscripción, pero sin hacer caso de la misma, habló en voz alta: Otro día defenderé mis buenas obras. Pero hoy tengo un amigo atrapado por una maldición, y muchas otras personas junto a él, y quisiera pedir su ayuda para salvarlos...Cuando terminó, la estatua de gesto enfadado cobró vida entre gruñidos y quejas. Y sin perder su aire enojado, dijo: ¡Qué mala suerte! Aquí tenemos alguien que no es una estatua. Habrá que dejarle pasar... ¡y encima se llevará una de nuestras estatuas! ¿Cuál eliges?

Benaisa dirigió entonces la vista hacia su amigo, que al momento recuperó el movimiento y corrió a abrazarse con él. Mientras, los árboles del bosque se abrían para dejar ver un mundo de maravillas y felicidad.

Cuando un feliz Benaisa se disponía a cruzar la puerta, el propio Alí lo detuvo. Y echando la vista atrás, hacia todas las demás estatuas, Alí dijo decidió: Espera, Benaisa. No volveré a comportarme como una estatua nunca más. Hagamos algo por estas personas.

Y así, los dos amigos terminaron encontrando la forma de liberar de su encierro en vida a todas las estatuas del jardín, de las que surgieron cientos de personas ilusionadas por tener una segunda oportunidad para demostrar que nunca más serían como estatuas, y que en adelante dejarían de no hacer mal ni tener enemigos, para hacer mucho bien y saber rodearse de amigos.

Y Colorín Colorado



miércoles, 23 de febrero de 2011

CUENTO CELTA


MANTELITO PON. Cuento Irlanda *

En una casita muy humilde en las afueras del pueblo, vivían un matrimonio con dos hijos. Siempre costaba que hubiera comida en la mesa. El padre de familia trabajaba en las minas. La madre cocía, y cocinaba dulces para vender en el pueblo.
En una de las paredes de madera existía un hueco donde tenía su hogar un duende, que todos los días compartía la necesidad de todos. Movido por lo que sucedía, un día decidió dejar sobre la mesa un mantel con una notita; que decía:…”cuando pongan la mesa, solamente coloquen los platos sobre él y digan Mantelito pon…”.
Cuando volvieron todos de sus quehaceres, la madre se dio cuenta del mantel; fue tanta la alegría que convocó a todos alrededor de la mesa. Hicieron tal cual les decía la nota, y la mesa se llenó de platos riquísimos que los cuatro comieron hasta el hartazgo.
El tiempo pasó, y el padre dijo un día:…”para que ir a la mina, si todo lo que precisamos de comida lo pone el mantel”; después lo mismo hizo la madre dejó de cocer. Hasta que un día misteriosamente el mantel desapareció…

Y Colorín Colorado



martes, 22 de febrero de 2011

CUENTO INTELIGENTE


EL BURRITO INTELIGENTE. Carmen María Rondón Misle, escritora venezolana.

Había una vez en una aldea muy lejana, un burrito que soñaba con estudiar pero nadie le hacía caso. Sólo se burlaban de él cuando decía que quería ir a la escuela a aprender. Tomás lloraba triste. Lo hacían trabajar sin descanso, arriando carretas, cargando pajas y labrando la tierra. Lo mantenían ocupado para que no pensara más tonterías. Tomás no entendía el por qué de tanta injusticia, por qué no le daban una oportunidad de demostrar que era inteligente.

Que tenía el mismo derecho que todos a de estudiar, pero su fama de tonto lo seguía a todos lados, así que decidió marcharse de allí. Tomás se alejó hasta no ver más su aldea, caminaba muy triste ya que ni sus padres lo apoyaban. Llegó al claro de un bosque y escuchó a uno chicos riendo jugaban de lo más alegres.

Tomás se acercó y los miró con asombro, ellos se dieron cuenta y lo saludaron cordialmente. -Hola amiguito ¿Cómo estás? ¿Qué haces por acá?-preguntó Carlitos el osito. Yo estoy bien, un poco sorprendido de verlos acá ¿no deberías estar en la escuela? -¿Quién eres nuestra madre ja ja? –rieron burlones. No pero yo daría cualquier cosa por estudiar y aprender y ustedes que si la tienen ¿la desaprovechan? ¿Tu estudiar? -se rió burlándose Luisito el tigrecito - Pues si yo - dijo molesto.- estoy seguro que se arrepentirán algún día. Adiós.

Sintió rabia, pero mientras más se burlaban, más fuerza le daba para seguir adelante. No descansaría hasta encontrar a un profesor que de verdad lo aceptara en su clase y le diera una oportunidad. Siguió caminando hasta casi anochecer. Llegó a una casita, tocó a la puerta y la señora tigresa atendió. -Hola hijito ¿como estas, que deseas? - Disculpe señora, no quisiera molestar, pero vengo de muy lejos, y estoy cansado y hambriento. Si me da algo para comer y un sitio donde dormir, le compensaré se trabajar muy duro.

Claro que si no lo dudo, cariño pero los niños no son para trabajar duro sino para estudiar, jugar y aprender a obedecer a sus mayores. Para más tarde cuando sea grande, hay leyes que respetar en nuestra sociedad y eso le ayudara a ser buenas personas. ¿No te parece amiguito?- dijo sonriente la amable y dulce señora tigresa. Ya lo creo que sí, señora… -Señora Amanda. -Claro que si señora Amanda. - Y dime mi linda criatura ¿qué haces tan solo por acá y lejos de casa y tus padres? Tomás contó a la señora tigresa toda su historia mientras esta le servía un plato de frijoles y pan. Ella lo escuchó atentamente. Y finalmente hasta que éste terminó su relato ella suspiro y dijo triste:

Qué historia más triste mi pequeño, ojala mi Luisito fuera como tu y le gustara estudiar así. Ven, te digo algo: desde ahora este será tu hogar, acá serás muy feliz y serás tratado como mereces. Hiciste bien en seguir tus sueños, nunca se debe renunciar a ellos, debes buscar dentro de tu corazón y que él te guié hasta tus sueños y luego a esforzarse muy duro para lograrlos. Sin embargo le escribiremos a tus padres y le diremos que estas bien, y en cuanto al trabajo colaborar un poco trabajando está bien eso, te crea responsabilidades. Ojala mi Luisito aprenda algo de ti.

Así fue como Tomás encontró un nuevo hogar. Pasó un tiempo allí ayudando a la señora tigresa a hacer los mandados, limpiar el huerto y otras hacer tareas. El señor tigre también estaba complacido con su estadía. Todos menos Luisito, a quien le molestaba que lo compararan con ese desconocido. Sin embargo, Tomás siempre trataba de ayudarlo y hasta hacia sus tares y lo cubría en sus escapadas para no entristecer a su mamá. La señora tigresa le enseñó a leer, contar, sacar cuentas. Tomas estaba feliz, hasta que un día un coche se detuvo al frente de la casita de sus protectores. Bajaron el señor y la señora burro.

A Tomás se le detuvo el corazón mientras leía un libro que la señora Amanda le había prestado. Se acercaron a Tomás, mirándolo severamente sin decir una sola palabra, pero éste levantó la mirada desafiante. Nadie lo haría desistir. Estaba decidido a seguir adelante. Los señores tigres salieron a recibirlos. Siéntanse bienvenidos- dijeron. Así jovencito ¿qué tienes que decir a tu fuga de la casa? -que si no lo hacía de esa manera no me hubiesen dejado ir -Claro que no ¿Quién te dijo a ti que los burros nacieron para aprender? Pues no sé si los burros nacieron o no para eso, pero yo si voy aprender. Es más, ya se leer y escribir, sacar cuentas y no me iré de aquí.- dijo molesto Tomás dio media vuelta y se alejó.

Su padre furioso se disponía a seguirlo y su esposa lo detuvo mirando a los señores tigres que los miraban sin decir nada. Más tarde, en la sala de estar, tomaban te y galletas. Amanda le contó todo a sus padres que finalmente entendieron, y permitieron que Tomás se quedara allí. Así fue como este pequeño que no se dejó vencer por nada para lograr su sueño de estudiar y llegar a tener un título universitario, fue a la escuela. Estudio mucho y siguió su camino al ser mayor.

Consiguió un trabajo y estudió mucho más. Luisito, en cambio, sólo llego a duras penas a mitad de escuela y comenzó en trabajar en un taller mecánico su amigo oso se fue lejos y solo se supo que trabaja en una tienda de ropa, la mamá de tigrito acepto que no todos nacen para tener títulos universitarios, lo importante es que siempre luchemos por ser mejor cada día, y ser una mejor persona en nuestro mundo, y ser feliz con lo que realicemos.

Se lo que tú quieras ser pero con amor, y con libertad para ser cada día mejor en lo que hagas… Burro se graduó con honores de médico, se casó, y sus padres se sentía orgulloso de él, Luisito se hizo su mejor amigo al igual que sus padres de los papás de Tomás.

Y Colorín Colorado




lunes, 21 de febrero de 2011

CUENTO OBEDIENTE


MICAELA Y EL HADA DE LA OBEDIENCIA. Fabiola Osorio Domínguez (Perú)

Hoy Micaela ha llegado hasta aquí buscando algo, ¿qué será? ¡Hola, soy Micaela! Hola, respondió el ratón Brillo Dorado, mientras apuntaba en su libreta de notas con su gran lápiz también dorado. ¿Qué haces? Preguntó Micaela. Tengo que anotar a todos los visitantes. Eres la visitante número 3. ¿Número 3?, pensé que aquí venían muchos niños y niñas de todo el mundo.

Tienes razón, en realidad ese es mi número favorito, ji, ji, ji, se rió Brillo Dorado. ¿Y qué haces por aquí?, este es un lugar muy lejano. Mamá me ha enviado, estoy buscando al Hada de la Obediencia, necesito hablar con ella. Pues hoy es tu día de suerte, yo te llevaré - dijo Brillo Dorado.

Es así como juntos emprendieron el viaje. Subieron sobre unas nubes que los transportaron por el cielo y durante el trayecto adoptaban diversas formas, ¡eran hermosas! Luego bajaron cerca de un río con aguas cristalinas, treparon sobre una hoja de eucalipto se dejaron llevar por las aguas hasta la próxima orilla, ¡Todo era muy divertido!

Al final del camino había un castillo muy pequeñito, y Brillo Dorado dijo: - Aquí es, ya llegamos, yo puedo entrar porque soy pequeño, pero tú necesitas pasar por la prueba de la humildad. ¿Cómo es eso? – preguntó Micaela. Sólo párate frente a la puerta y si tu corazón tiene dentro el sentimiento de humildad te harás pequeña y podrás entrar. ¿Y si no resulta?, tengo miedo Brillo Dorado –dijo Micaela. No te preocupes, eres una buena niña. Todo saldrá bien.

Entonces Micaela se paró frente a la puerta del pequeño castillo y de pronto, como por arte de magia, se hizo tan pequeña que pudo entrar fácilmente. - Qué bueno, ya estamos adentro, -se alegró Micaela-, vamos a buscar al hada de la Obediencia, amigo ratoncillo. En medio de un gran altar estaba el Hada, con una sonrisa hermosa. Hola, Micaela, ¿qué te trae por aquí?, -preguntó el Hada.

¿Cómo está usted, señora Hada?, necesito saber el secreto de la obediencia, pues me está resultando difícil ser obediente con mamá. Es fácil, querida amiga. ¿Recuerdas las nubes que te trajeron y el río en el que navegaste hasta acá? Pues ser obediente es ser como las nubes que pasan adoptando la forma que el viento les da, son hermosas y pueden ir fácilmente a cualquier lugar. También ser obediente es ser como el agua que fluye, que corre hacia abajo y llega al océano.

El que es obediente tiene ventajas, no es una tarea fácil pero te ayudará mucho a escuchar y aceptar las opiniones de los demás. Luego le dio un abrazo a Micaela y salió por la ventana. Micaela en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en su cuarto. Ese día había aprendido mucho.

Y Colorín Colorado



sábado, 19 de febrero de 2011

CUENTO POPULAR RUSO


PEDRO Y EL LOBO.

En un pueblito del campo, vivía un pequeño llamado Pedro. Como se dedicaba a cuidar ovejas era conocido como Pedro el pastor.

Todas las mañanas muy tempranito salía contento hacia la pradera con su rebaño, y mientras caminaba a todos saludaba: ¡Buenos días señor! ¡Buenos días señora! Pero eran muy pocos los que le respondían, porque todos estaban muy ocupados en sus tareas y no le prestaban atención.
Un día mientras descansaba debajo de un árbol cercano a un arroyo, viendo pastar a sus ovejitas y escuchando el trino de los pajaritos, tuvo una idea: ¡Voy a llamar la atención de todos haciéndoles creer que me persigue un lobo!

Esa misma tarde Pedro llegó al pueblo corriendo y exclamando… ¡Socorro, auxilio un lobo me persigue, y trató de comerse mis ovejas! Todos en el lugar se alborotaron y corrieron en busca del malvado animal, pero regresaron afligidos por no haberlo encontrado. Al día siguiente cuando el niño se iba con sus ovejitas todos le decían preocupados: ¡Ten mucho cuidado Pedrito, y avísanos si ves al lobo!

Pedro estaba contento porque había logrado que todos se fijaran en él, entonces decidió repetir la mentira, y así lo hizo por tres días más. Pero al cuarto día, los campesinos del lugar cansados de buscar inútilmente al lobo, dejaron de creer en las historias del niño y decidieron no hacer más caso de ellas.

Entonces sucedió algo que Pedro no podía haber imaginado, realmente apareció el lobo, y por más que gritó y gritó pidiendo ayuda nadie acudió a socorrerlo, sólo un cazador que pasaba por el lugar vio al lobo y lo atrapó.

Pedro se llevó un susto tan grande que aprendió la lección… ¡Nunca más volvería a mentir para llamar la atención, ni por ningún otro motivo!.

Y Colorín Colorado





viernes, 18 de febrero de 2011

CUENTO VIOLINISTA


EL VIAJE DE LOS GRILLOS. Tomado del libro inédito de Inés de Cuevas: LAS POSADAS DEL DÍA.

Una tarde de mucho sol y calor, los grillos salieron de paseo por los rastrojos que bordean el pie de monte de Cerro Grande. Ellos querían pasar la noche bien lejos, en un lugar fresco, y olvidarse de una vez por todas, del ruiiiii-ruiiiii-ruiiiii de sus violines. Así, que caminaron y caminaron sin descanso por los hilos delgados del atardecer, que, como láminas de cobre, se arremolinaban al pie de los árboles.

Al tropezar con un bosque poblado de apamates, Grillo Sabio oteó fijamente el terreno, observó cuidadosamente cada rincón; luego, dirigiéndose a los otros grillos, les dijo: "Aquí pasaremos la noche porque este es el mejor sitio para descansar. Desde esos árboles que ven ahí, observaremos cómo se columpia el rocío en los granados y cómo acuna la araña el sueño de otros insectos en su colcha de soles.... Además, veremos el lucero del alba antes de que aclare el día". Dicho esto, guardó silencio....... largo y profundo silencio.... Como si hubiera enmudecido para siempre.

Esa noche, las horas caminaron perezosamente y, cuando rompió la mañana, un viento ensordecedor se coló como una tromba por las cortinas silvestres. Entonces, Grillo Sabio -que no se equivocaba- y que todo lo escuchaba con un oído extraordinario de buen músico, dijo, curiosamente: ¿"Oyen...?, esa es la sonata de las chicharras, ¡recojan sus violines y permanezcan callados....totalmente callados! Que desde este momento en adelante, no suene una sola nota de violín trasnochado".

Al escuchar la orden, los grillos obedecieron y, de repente, una música que nadie sabe de dónde venía, se ensartó en las ramas de los árboles..... Era la aurora que comenzaba a entonar: En las posadas de día el viento canta sus nanas y las estrellas se asoman para mirar la mañana. Los grillos duermen la siesta sobre una fronda lejana mientras corren sus cortinas las ventanillas del alba.

Cuando terminó la canción de la aurora, todos quedaron boquiabiertos....El cielo se había llenado de aureolas fosforescentes y acelofanadas. Entonces, los grillos, que eran tan inteligentes como Grillo Sabio, comprendieron que había llegado la hora de cobijarse en su casita de hojas, para esperar un nuevo amanecer al pie de los apamates.

Desde esa mañana, los grillos pasaron muy felices sus horas, a pesar de que solamente escuchaban el ruiiii-ruiiii-ruiiii de sus violines.

Y Colorín Colorado




miércoles, 16 de febrero de 2011

CUENTO ENSOÑADOR


CELESTE Y SU JARDÍN DE ENSUEÑO. Autora: Serena

El abuelo Tomás, un señor de larga barba blanca y de carácter muy tierno, vivía desde hacía mucho tiempo alejado de la ciudad. Vivía en una casita de madera que el mismo construyó. No era muy grande, pero si muy confortable. Tenía un tejado suavemente inclinado que pintó de color rojo, pequeñas ventanas con graciosas cortinas y una acogedora buhardilla donde instaló un mullido colchón de lana y unas sábanas tan blancas que recordaban la nieve; todo ello dispuesto para la llegada de su única nieta a la que esperaba con ansiedad.

Era la primera vez que los padres de Celeste la dejaban pasar unas pequeñas vacaciones con su abuelo, y ella al igual que él estaba muy, pero que muy nerviosa. Los papás de Celeste decidieron partir temprano ese día ante el temor de que cayera la noche, ya que el abuelo Tomás vivía muy adentrado en el bosque y no iba a ser fácil el encuentro. Celeste pegó su nariz a la ventanilla del coche, estaba boquiabierta, nunca había visto cosas tan bonitas, ¡Cuantos árboles! ¡Cuántos animalitos! ¡Qué diferente era todo!… pensaba.

Casi se había ocultado el sol, y a lo lejos, entre la espesa vegetación vislumbraron un tejado rojo y una pequeñísima figura partiendo leña. El papá de Celeste exclamó: ¡Por fin! Ahí está. La niña se había quedado dormida, y desde el interior del coche fue trasladada con cuidado a la cama que le había preparado su abuelo; sus papás dándole un beso en la mejilla se despidieron de ella. Al día siguiente, Celeste se despertó temprano y mientras estiraba sus brazos vio en el marco de la ventana a unos pajaritos trinando y sintió que un delicioso olor a tierra mojada invadía la buhardilla. Se vistió rápidamente y encontró a su abuelo disponiendo el desayuno en el porche de la casa, y una agradable hornada de pan recién cocido y un gran vaso de leche todavía calentita la estaban esperando. Cuando se vieron abuelo y nieta se fundieron en un fuerte abrazo.

De pronto aparecieron un sinfín de animalitos del bosque y muchos pájaros de todos los tamaños y colores. Era el presagio de un día especial. Decidieron hacer excursiones e ir de pesca; así que prepararon una cesta donde introdujeron comida para pasar todo el día fuera de la cabaña. Celeste estaba muy excitada, su abuelo la observaba con detenimiento y disfrutaba mucho con ello. Los ojos de la niña se recrearon en un campo de amapolas, donde suavemente se agitaban al compás de una pequeña brisa.

Subieron y bajaron por las laderas de las montañas no se sabe cuánto y cuándo se dieron cuenta, después de largo trecho recorrido, eran perseguidos por muchos animalitos que se camuflaban entre los árboles. El abuelo Tomás indicó a Celeste que una vez atravesada la colina verían el mar. Celeste estaba ansiosa por conocerlo. Ella era una niña de ciudad, no conocía el mar. Le preguntó a su abuelo que era el mar, de qué color era el mar y su abuelo medio triste le respondió que del color del cielo.

Una vez atravesada la colina se encontraron con un precioso mar azul y multitud de gaviotas que parecían jugar con unas ligeras y continuas olas. Celeste tardó un buen tiempo en pronunciar palabra. Cuando reaccionó ya estaba arriba de la barca y su abuelo había lanzado las redes de pescar, pero primero indicó a Celeste que de coger algún pez, éste debería ser adulto, si era pequeñito se depositaría de nuevo en el agua. Celeste le preguntó cuál era el motivo, y su abuelo que era muy soñador le dijo que, las olas que se apreciaban en la superficie del mar eran producidas por el aletear de los peces más pequeños y si desaparecían los pequeñitos también desaparecerían las olas. Transcurrido el día abuelo y nieta se dirigieron a la cabaña.

Celeste estaba agotada de tantas cosas nuevas que había visto. Cuando llegaron a la cabaña estaba tan cansada que su abuelo la introdujo en su cama y quedó profundamente dormida; no había pasado mucho tiempo cuando se oyó una voz que decía: Celeste, cariño, es hora de levantarse. Celeste se sobresaltó, abrió los ojos y se dio cuenta de que todo había sido un sueño.

Se dirigió muy de prisa a su ventana y pudo observar que esas praderas verdes se habían convertido en grandes extensiones asfaltadas y que de entre farola y farola de metal un delicado arbolito queriendo existir. Desde ese instante Celeste vivió para hacer realidad su sueño.

Y Colorín Colorado

...fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa, no hubo nada que decir, todos sabían lo que pasaría, se iría volando hasta la gran montaña y realizaría su sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir...


http://www.youtube.com/watch?v=_u1LKS-HdK8

martes, 15 de febrero de 2011

CUENTO EDUCADO


EL ÁRBOL MÁGICO

Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.

El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, tan-ta-ta-chán, supercalifragilisticoespialidoso y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: “¡¡por favor, arbolito!!”, y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol.

Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: “sigue haciendo magia”. Entonces el niño dijo “¡¡Gracias, arbolito!!”, y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.

El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que “por favor” y “gracias”, son las palabras mágicas!

Y Colorín Colorado


Pd: Las palabras mágicas son necesarias en los chicos y en los adultos!



domingo, 13 de febrero de 2011

CUENTO LIBRE


LAS ALAS DE LA PRINCESA. Escritora de cuentos infantiles de Argentina.

Julieta era una princesa muy pequeñita, que vivía en un reino igual de pequeñito. Todo estaba perfecto en su vida, y desde que recordaba siempre obtenía cualquier cosa que deseara (y no es que fuera maga, sólo que una princesita obtiene lo que quiere, sí o sí). Pero las cosas cambiaron cuando llegó un monstruo. Solo apareció y la vida en Villabeldy, el reino de Julieta, se transformó, tampoco era que fuera un reino muy grande, pero para Julieta era lo único que conocía.

Y pasó que una mañana el rey perdió sus tierras y debieron mudarse al extremo del reino, tan lejos, que Julieta, que solo conocía una línea finita, finita en el horizonte, vio hacerse grande esta línea y hasta pensó que la habían cruzado. Llegó a la nueva casa, pero no era un castillo, las habitaciones reales habían desaparecido, no más baño de burbujas que disfrutaba en su castillo, no más pajes y sirvientes, no más vestidos de seda y oro.

Preguntó y preguntó pero su pequeña vocecita se perdió en un suave viento tornasol y en esa tierra que no le pertenecía. Julieta al principio se desanimó, daba vueltas alrededor de su nueva casa, pero no era lo mismo que el castillo, en menos de cinco minutos había recorrido la casa entera. Al menos el monstruo se había marchado, le había llevado su hermoso carruaje, sus sandalias favoritas, las joyas de la reina, la corona del rey. Pero cuando Julieta pensó que el monstruo se había llevado todo, ocurrió lo más extraño de todo. El monstruo vino una noche y se llevó la memoria de su papá. Sí, aunque no lo crean, el gran Rey Otón, padre de Julieta, no recordaba a su hija, no recordaba el mundo y se encerró en su casa pequeña y no salió.

Cada tanto, Julieta se asomaba por la ventana y lo veía temblando y balbuceando el nombre del monstruo, que al parecer era lo único que podía recordar. Al principio Julieta no le dio importancia, estaba bastante enojada con aquel cambio y no entendía cómo su papá se había olvidado de ella. Cada día más, se dedicó a pasear por el bosque, la reina notó que sus paseos eran cada vez más largos y las horas pasaban y ella no aparecía. Pero en el bosque Julieta aprendió una palabra nueva: libertad. Los árboles, el río, todas las criaturas que habitaban allí se lo enseñaron.
Una mañana Julieta no volvió a casa, prefirió dormir bajo la luz de la luna llena, o imitar el sonido del gran búho mientras daba vueltas alrededor del lago o hablaba con las luciérnagas y los dragones dormidos del interior del bosque. Creyó que todo lo que estaba viviendo en el bosque era lo mejor, porque era libre. Pero con su libertad también vino la soledad. Y era como una sombra triste que le hacía compañía pero no abrigaba. Solo dejaba un sabor amargo (como una cáscara de limón) en su boca de princesa.

Pasó un tiempo, no mucho, porque Julieta seguía igual de chiquitita como al principio del cuento, y el Rey Otón seguía encerrado, y de mal humor, perseguido por pesadillas muy feas y por el miedo al monstruo. La Reina Malva se quedaba a su lado, un día le trajo sus trajes favoritos (los que había logrado esconder del monstruo), las ruinas del viejo castillo, y hasta una foto de la princesa, pero el Rey Otón seguía sin recordar. El monstruo, a pesar de estar muy lejos, continuaba quitándole a Julieta sus cosas más queridas. La Reina ya no la escuchaba tampoco y empezó a olvidarse de ella. Pero Julieta se cansó, sí, se cansó. Esto de estar sola todo el día resultaba ser una verdadera lata. Entonces decidió visitar al viejo Ermitaño que vivía en una cueva en el bosque.

Lo pensó varias veces, por ahí lo espiaba y se asomaba a la puerta de la cueva y luego se iba, pasaba que este señor era un poco raro, pero la larga barba blanca le daba curiosidad. Un buen día se decidió y entró. El Ermitaño cocinaba en un humeante caldero (a pesar de eso era un sabio, no un brujo). Julieta lo saludó y hablaron hasta que salieron las estrellas y ya todos los animales se habían ido a dormir. El anciano le dio un regalo. -Toma estas alas, te ayudarán a volar –le dijo el viejo sabio – Vuela, vuela hasta que no puedas más y luego regresa… Julieta es pequeñita, por eso al principio no entendió. Pero se calzó sus alas y voló muchos días, hasta que comprendió y fue feliz. Julieta volvió a casa una noche. No sabía cómo resultaría todo aquello, pero se escurrió por la ventana del Rey Otón y la Reina Malva y los miró.

Estaban dormidos en un sueño profundo, así que se deslizó con suavidad para no despertarlos y les colocó sus alas. Fue un instante casi mágico porque, de repente, abrieron los ojos, recordaron quién era, era Julieta, su Hija, la Princesa. Y lo más importante, recordaron quiénes eran ellos mismos. Dicen que Julieta tomó sus alas y voló hasta su antiguo reino y derrotó al monstruo, pero no sé si será cierto, sólo tengo certeza de una cosa: Julieta es libre y en las noches de luna llena, si ven una princesa pequeñita con alas de mariposa sabrán que es Julieta, Julieta y sus alas de libertad.

Y Colorín Colorado



sábado, 12 de febrero de 2011

CUENTO BRONCEADO






A UNA NIÑA MORENITA. Literatura :: Cuentos Infantiles

Había una vez una Niña Pequeñita pequeñita, que vivía en un Gran Bosque. Esta Niña Pequeñita estaba enamorada del Sol, pero este nunca llegaba hasta su casa porque el Gran Bosque era muy espeso y muy oscuro.
Un día la Niña Pequeñita pequeñita decidió ir en busca de su amado Sol. Y caminó, caminó, caminó por días enteros y noches muy largas. Cuando estaba cansada de caminar llegó a una Gran Planicie, y frente a ella, una Gran Montaña.

La niña decidió subir y subió, subió, subió mientras el hermoso Sol acariciaba dulcemente sus negras trenzas. Cuando estuvo en la cima de la Gran Montaña gritó muy, muy alto: Sol, yo te amo.

Y el Sol, muy complacido, besó la hermosa carita de la Niña Pequeñita pequeñita, diciéndole: Quiero que lleves un recuerdo mío siempre.

La hermosa niña pequeñita cuando regresó a su casita en el Gran Bosque se miró en el espejo y descubrió, con gran asombro, que su hermosa carita se había vuelto morenita morenita, por el beso del Sol.

Y Colorín Colorado


Este vídeo es dedicado a todos y cada uno de los que lo vean, es una forma de desearles los mejor, sean chicos o adultos!




miércoles, 9 de febrero de 2011

CUENTO MEDICINAL


EL CASTILLO DE LOS OLORES. RJ Cuentame un Cuento

En una casita del bosque, vivía un matrimonio, con tres hijos. La mayor de ellos, era una niña caprichosa y egoísta, que sólo pensaba en ella. Nunca compartía sus juguetes, ni siquiera sus deseos y sueños. Un día, de repente enfermó. Nadie sabía qué le ocurría.

Vinieron varios doctores y hasta un anciano muy sabio para ver si encontraban la causa de su mal. Pero todo fue inútil. No sabían cómo curarla. Sus hermanos lloraban sin consuelo. Tenían que encontrar un remedio. Un día un leñador viejecito que pasaba por la casita, vio a los niños llorando y les preguntó: - ¿Por qué lloráis? Los niños, le contaron lo sucedido. El leñador escuchó atentamente y después de unos minutos dijo: - La enfermedad que tiene vuestra hermana no es del cuerpo, es una enfermedad del alma.

Los niños se quedaron sorprendidos, pues no comprendían lo que quería decirles el anciano leñador. - ¿Qué significa eso de enfermedad del alma? El leñador respondió: - Vuestra hermana se ha vuelto tan egoísta y tan caprichosa, que nadie quiere jugar ni hablar con ella. Tus padres soportan sus malos modales, porque es su hija, pero les gustaría que fuera mejor. Ella no se da cuenta, del daño que hace. Pero ahora, el daño también se lo está haciendo a ella, porque ve que los demás la rechazan y no se siente a gusto consigo misma. Por eso, empezó a comer mal, a no dormir hasta que enfermó. - ¿Tú tienes una solución para eso, preguntaron los niños al leñador? - Si, pero no sólo se curará con eso, podremos ayudarla pero ella tiene que dejarse ayudar. - ¡Lo intentaremos, dijeron los niños! - El castillo de los olores tiene la solución. Es un castillo que guarda los aromas más bellos que en el mundo existen.

Cada aroma representa alguna cualidad buena de las personas: la bondad, el amor, la generosidad y la humildad. Debéis ir allí. Necesito que me traigáis en cuatro tarros de cristal, los cuatro aromas. Yo los mezclaré y salvaremos a vuestra hermana. Hay un problema, ella debe ir con vosotros. Por eso os decía antes que solo funcionará, si ella quiere curarse. Los chicos convencieron a su hermana, le fabricaron una camilla y la llevaron con ellos. Después de largos días de camino, llegaron al castillo. El castillo, estaba rodeado de árboles, pero no daba un aspecto misterioso, sino tranquilo y apacible.

Llegaron hasta el puente levadizo, que estaba abierto, cómo si alguien les esperara. Entraron en la gran sala y descubrieron cuatro puertas. - Aquí debe ser, comentaron los niños. - Vamos a explorar la primera puerta Al pasar, un extraño aroma les recibió. De repente vieron un pequeño pajarillo tendido en el suelo con un ala rota. - ¡Pobrecillo, dijeron los niños! La niña, le miró y aunque se encontraba muy mal, le dio tanta pena que dijo a sus hermanos: - Dejad que yo lo coja Al tocarlo, un vientecillo sopló y llenó uno de los tarros de cristal que llevaban los pequeños. Pasaron a otra puerta, pero la abrieron con tanta fuerza, que al entrar dejaron caer un gran escudo que colgaba de la pared. El escudo se cayó, encima del pie de uno de los niños y le hizo daño. El otro hermano intentó ayudarle pero pesaba demasiado. La niña se levantó como pudo de la camilla e intentó de nuevo quitar el escudo de encima de la pierna de su hermano. Con todo cariño lo levantó y sacaron la pierna herida. La niña rompió su lindo vestido y le vendó, para que pudiera andar. Otro de los frascos se llenó.

Ya sólo quedaban dos. Al llegar a la tercera puerta, comenzaron a sentir hambre, pues llevaban ya mucho tiempo allí. Sólo tenían para comer dos trozos de pan. La niña pidió uno para ella, y el otro repartido para sus dos hermanos. Pero al ver, la carita del pequeño, que no tenía suficiente con el trocito que le había tocado, le dio un trozo del suyo. Vieron como el tercer frasco también se llenaba. Entusiasmados, llegaron a la cuarta puerta. Colgado de la pared había un gran tapiz, pero no era un tapiz cualquiera. El dibujo que tenía representaba a un caballero que maltrataba sus siervos y en otro lado el mismo caballero vencido y humillado por ellos. La niña lo miró, en un principio no lo entendió, pero al observarlo durante un buen rato, comprendió el significado y se echó a llorar. - Ya lo entiendo -exclamó. Yo soy como el caballero, os he herido sin querer, no he disfrutado de vuestros juegos, ni de vuestros sentimientos, ni del amor de mis padres. Sólo he pensado egoístamente en mí, por eso, ahora me encuentro tan triste. El cuarto frasco se llenó y los niños regresaron a casa.

Cuando ya estaban cerca de la casita, de repente, la niña se levantó de la camilla y empezó a caminar sola. Al llegar a su casa, el anciano leñador, estaba esperándoles. Sus padres sorprendidos de ver a la niña, lloraron de emoción. El leñador le dijo a la niña: - Espero que esto te haya servido de lección. Ya estás curada. A partir de entonces, la niña cambió y su corazón volvió a reír. Se prometió a sí misma que disfrutaría de la vida, de las pequeñas cosas de cada día y del amor que le daban los suyos.

Y Colorín Colorado




lunes, 7 de febrero de 2011

CUENTO EQUINO MÁGICO


TAM LIN. Cuento popular escocés. Version castellana de Laura Canteros

Janet, la hermosa hija de un conde de las Tierras Bajas, vivía junto a su padre en un castillo de piedra gris rodeado por verdes praderas. Un día, cansada de coser en su gabinete y de jugar largas partidas de ajedrez con las damas de la corte de su padre, se puso un vestido verde, trenzó su pelo rubio y salió sola a dar un paseo por los frondosos bosques de Carterhaugh.

El sol doraba los claros silenciosos donde el césped era tan mullido como una alfombra. Bajo la sombra verde crecían exuberantes las rosas silvestres y los largos tallos de las campanillas blancas formaban un dosel sobre los senderos. Janet extendió la mano y cortó una rosa blanca para prenderla en su cintura. Apenas había separado la flor de la rama, apareció un joven frente a ella en el sendero. ¿Cómo te atreves a cortar las rosas de Carterhaugh y a pasar por aquí sin mi permiso? -le preguntó. No quise hacer nada malo –se disculpó ella. Mi misión es proteger estos bosques y cuidar que nadie perturbe su paz –dijo el joven.

Luego sonrió lentamente, como alguien que no ha sonreído durante mucho tiempo, y cortó una rosa roja que crecía junto a la rosa blanca que Janet tenía en la mano. Sin embargo, sería muy feliz si pudiera dar todas las rosas de Carterhaugh a una dama tan hermosa como tú. ¿Quién eres, joven gentil? -preguntó Janet mientras tomaba la rosa. Me llamo Tam Lin –respondió el joven. ¡Oí hablar de ti! Eres el caballero elfo exclamó Janet y arrojó la rosa con temor. No temas, hermosa Janet –dijo Tam Lin-. Aunque me digan caballero elfo, soy tan humano como tú. Y Janet escuchó asombrada mientras Tam Lin relataba su historia.
Mi padre y mi madre murieron cuando era muy pequeño y mi abuelo, el conde de Roxburght, me llevó a vivir con él. Un día, mientras cazábamos en estos mismos bosques, comenzó a soplar un viento extraño desde el norte, que secó todas las hojas de los árboles. Sentí que me invadía un sueño profundo y me fui alejando de mis compañeros hasta que caí del caballo. Al despertar, estaba en la tierra de las hadas. La Reina de los Elfos me había raptado mientras dormía. Tam Lin hizo una pausa, como si estuviera recordando esa tierra verde y encantada.

Desde entonces –continuó-, estoy sujeto al hechizo de la Reina de los Elfos. Durante el día cuido los bosques de Carterhaugh y por la noche vuelvo a la tierra de las hadas. ¡Oh, Janet, cómo quisiera regresar a la vida humana de la que me arrancaron! Deseo con todo mi corazón verme libre del encantamiento. Tam Lin hablaba con tanta pena que Janet preguntó conmovida: -¿Y no hay ninguna manera de lograrlo? Tam Lin tomó las manos de la joven entre las suyas.

Esta noche es Halloween, Janet –dijo-, la noche entre todas las noches en que hay una posibilidad de devolverme a la vida humana. En Halloween los seres mágicos viajan a otra comarca y yo voy con ellos. Dime cómo puedo ayudarte –dijo Janet -. Lo haré de todo corazón. Al llegar la medianoche –le explicó Tam Lin-, debes ir a la encrucijada y esperar allí hasta que pase la caravana de los seres mágicos. Cuando veas acercarse al primer grupo, no te muevas y déjalos seguir su camino. Lo mismo harás con el segundo grupo. Yo iré en el tercer grupo, montado en un corcel blanco como la leche y llevaré una corona de oro en la cabeza. Entonces correrás hasta mí, Janet. Derríbame del caballo y abrázame. No importa que hechizos lancen sobre mí, abrázame fuerte y no me sueltes. De esa manera podrás devolverme a este mundo.

Esa noche, poco antes de las doce, Janet corrió hacia la encrucijada y se ocultó entre los arbustos espinosos. La luz de la luna centelleaba en el agua de los arroyos, la sombra de los arbustos dibujaba figuras extrañas sobre la tierra y las ramas de los árboles crujían aterradoramente sobre su cabeza. El viento traía un leve sonido de galope. Se acercaban los caballos mágicos.

Janet sintió que un escalofrío le recorría la espalda y se encogió en su capa mientras miraba expectante en dirección al camino. Primero vio el brillo de los arneses de plata, luego la estrella blanca en la frente del caballo que encabezaba el cortejo y pronto apareció ante su vista un grupo de seres mágicos con caras pálidas de rasgos afilados en los que se reflejaba la luz de la luna y extraños bucles élficos que se agitaban en el viento mientras cabalgaban.

Mientras pasaba el primer grupo, encabezado por la Reina de los Elfos que montaba un corcel negro como la noche, Janet se quedó inmóvil y los miró alejarse. Tampoco se movió cuando pasó el segundo grupo. Pero en el tercer grupo distinguió el caballo blanco de Tam Lin y vio el brillo de la corona de oro sobre su frente. Entonces salió de la sombra de los arbustos, corrió a sujetar las riendas del caballo, derribó a TamLin de la silla y lo rodeó con sus brazos.

Inmediatamente brotó un grito espectral: ¡Tam Lin se escapa! El caballo negro de la Reina de los Elfos corcoveó al sentir el tirón de la rienda para detenerlo. La Reina se volvió y sus ojos hermosamente inhumanos se detuvieron en Janet y Tam Lin. Mientras Janet lo abrazaba con todas sus fuerzas, la Reina lanzó un hechizo sobre Tam Lin, quien se fue encogiendo más y más hasta transformarse en una lagartija escamosa. Janet la mantuvo apretada contra su pecho.

Luego sintió que algo se deslizaba entre sus dedos y la lagartija se transformó en una serpiente fría y escurridiza que se le enroscó al cuello mientras la sujetaba firmemente. Un momento después, sintió un dolor ardiente en las manos y la fría serpiente se transformó en una barra de hierro al rojo. Lágrimas de dolor corrían por sus mejillas, pero Janet siguió abrazando a Tam Lin con la decisión de enfrentarse a lo que fuera para salvarlo. Por fin, la Reina de los Elfos comprendió que había perdido a Tam Lin para siempre por la fuerza del amor de una mortal y le devolvió su aspecto original. En brazos de Janet, Tam Lin era nuevamente un ser humano. Janet lo envolvió triunfalmente en su capa. Y mientras la caravana reanudaba la marcha y una afilada mano verdosa tomaba las riendas del caballo en que había montado Tam Lin, se escuchó la voz de la Reina de los Elfos en amargo lamento: -Hemos perdido al más apuesto de todos los caballeros de mi cortejo en manos de los mortales. ¡Adiós, Tam Lin! Si hubiera sabido que una mortal sería capaz de arrancarte de mi lado con su amor, te habría quitado el corazón humano y puesto en su lugar un corazón de piedra. Y si hubiera sabido que la hermosa Janet vendría a Carterhaugh, habría transformado tus ojos grises en un par de ojos de madera.

Mientras la Reina hablaba, la pálida luz del amanecer comenzó a iluminar la tierra. Con un grito sobrenatural, los jinetes mágicos espolearon sus caballos y se alejaron a toda velocidad. El sonido de las campanillas de los arreos se desvaneció en la distancia.

Tam Lin besó con ternura las doloridas manos llenas de quemaduras de Janet y juntos regresaron al castillo de piedra gris.

Y Colorín Colorado



sábado, 5 de febrero de 2011

CUENTO RUSO


LA PRINCESA ENCANTADA. Cuento tradicional ruso.

Había una vez un rey que tenía tres hijos. Un día les dijo que tenían que buscar esposa. El procedimiento sería que cada uno lanzaría una flecha en distinta dirección y la que recogiera su flecha sería su mujer. Así lo hicieron, la flecha del primero cayó en el jardín de un general, la recogió su hija y le pidió la mano; la del segundo cayo en el patio de un comerciante y su hija, que la recogió, fue pedida en matrimonio. El tercer hermano mando la flecha a una ciénaga y cuando fue a buscarla la tenía una rana en la boca. La rana le dijo que tendría que cumplir su compromiso y casarse con ella. Se presentaron los tres hermanos ante el rey y este les dijo que debían casarse cada uno con la que había encontrado la flecha, incluso el pequeño.

El rey, pasados unos días, les pidió a las princesas que tejieran unos tapices para ver cual era más hábil. Las dos de los mayores se habían vuelto perezosas y les dijeron a los sirvientes que las hicieran ellos. La rana le dijo al pequeño que se fuera a dormir tranquilo. Cuando se hubo dormido, la rana se transformó en una princesa bellísima, se acercó a la ventana y le pidió a una araña seda de su tela, a la luna le pidió un rayo de plata y de un jarrón cogió un puñado de flores. Con todo esto tejió su tapiz.

Al día siguiente, otra vez convertida en rana, se lo dio al príncipe metido en un cofre y con la recomendación de que lo enseñara el último. Los dos hermanos mayores mostraron los suyos y el rey comentó que sus sirvientes los hacían iguales a esos. Cuando el pequeño enseño el suyo, suave como la seda, brillante como la luna y con el color y la fragancia de las flores; el rey se quedo encantado y felicitó a su hijo, después los invitó a todos a un baile.

El pequeño llegó a su casa muy apenado y le contó a su esposa lo que ocurría. Ella le dijo que se fuera tranquilo que el rey quedaría tan satisfecho con su baile como había quedado con el tapiz.

Cuando entró al salón de baile solo, el príncipe tuvo que soportar las burlas de sus hermanos y sus esposas que le reprochaban que no hubiera traído a la rana. Pero mientras la princesa había recuperado su forma humana y llego al baile como la más bella de todas las presentes. Su esposo se dio cuenta inmediatamente de quien era y le ofreció su mano llevándola a la mesa del rey.

Las otras dos tuvieron muchos celos y la espiaron. En un momento vieron que se echaba unos huesos de pollo en una manga y vino en la otra, ellas hicieron lo mismo. El rey invito al hijo pequeño a que abriera el baile con su esposa, cuando se puso a bailar, la princesa hacia un leve gesto y de su manga salían bandadas de pájaros de bellos colores, si lo hacía con la otra se entreveían hermosos paisajes con grandes cascadas. Las otras dos intentaron hacer lo mismo y llenaron a todo el mundo de sobras de pollo y manchas de vino. El rey, muy enfadado, las mandó sentar.

Cuando acabó el baile, que fue todo un triunfo para la princesa, todos los caballeros de la corte querían bailar con ella, volvieron a casa. El príncipe encontró la piel de rana y la quemó, acabando así con la maldición. A partir de entonces vivieron felices para siempre.

Y Colorín Colorado


viernes, 4 de febrero de 2011

CUENTO FLORAL


CLAVEL HERMOSO.

Una joven reina tenía un hijo pequeño que tenía el poder de convertir en realidad lo que pensaba y el cocinero se lo llevo. El rey creyó que la reina no había tenido cuidado y se lo habían comido las fieras. Enfadado encerró a la reina en una torre.

Pasaron unos años y el niño iba convirtiendo en realidad todo lo que le pedía el cocinero. Como se aburría pensó en una niña para que jugase con el, a pesar de todo estaba triste sin saber porque. Un pájaro que iba todas las tardes se enterneció y le contó toda su historia.

El niño convirtió al cocinero en un perro y a la niña en un hermoso clavel y se fue a su casa, se presentó como un príncipe extranjero que venía a cazar. El rey le dijo que en sus tierras no había caza y el príncipe la hizo aparecer. Dieron una gran cacería y después el rey dio una fiesta, el príncipe puso como condición que asistiera la reina.

En la fiesta convirtió al clavel en la niña y contó todo lo que había pasado demostrando su poder.
Vivieron todos felices menos el cocinero que fue para siempre perro vagabundo.

Y Colorín Colorado




miércoles, 2 de febrero de 2011

CUENTO ESCOLAR


MARIPOSITA VA A LA ESCUELA. MARÍA MERCEDES CÓRDOBA. Cuentos para niños.

Había una vez una mariposita que vivía con su mamá y su papá en una casa bonita. Un día, la mamá la peinó con hebillas de colores, le puso perfume y le dijo que sería su primer día de clases. Mariposita se puso contenta y revoloteaba algo nerviosa de un lado a otro. Ella todavía no había ido nunca a la escuela, porque aún era chiquita, así que se fue esa tarde llena de ilusiones. Al principio estaba toda entusiasmada. Le gustaron los lunares de la señorita vaquita de San Antonio, las clases de música del profesor grillo y dar vueltas carnero con el profesor saltamontes. También se encontró con su amigo bichito de luz y con todos sus hermanitos.

Todo estuvo muy bien hasta que un día, Mariposita se despertó más remolona que de costumbre y le dijo a su mamá: -Me parece que no voy a ir más a la escuela. Mejor me quedo en casa jugando con las muñecas. La mamá no lo podía creer: -Pero si hasta ayer te encantaba... ¿Cómo puede ser que ya no quieras ir? -Bueno, sí, me gusta... ¡pero me cansé! -dijo Mariposita empezando a hacer pucherito mientras que con un palito dibujaba en la tierra. En eso llegó papá, se sentó a su lado y le preguntó: -Decime linda, ¿Qué te gustaría hacer cuando seas grande? Entonces, Mariposita se olvidó del pucherito y le empezó a contar: -Me gustaría pintar cuadros como la madrina de bichito, cocinar medialunas como mamá... -¡Y tener un tutú rosa con lentejuelas fucsias con un bonete con tul, para poder bailar "la danza del hada Confite"! -Y todas esas cosas tan interesantes, ¿Dónde las vas a aprender?- preguntó el papá.

La mariposita sonrió y le brillaron los ojitos. -¡Ah!... Ya entendí. Me parece... ¡Qué voy a ir a la escuela, todos los días! Y se preparó para salir. Entonces la mamá le puso en la bolsita unas galletitas bañadas en chocolate y un vasito de agua con tapa. A la semana siguiente, fue su cumpleaños. En la escuela la sorprendieron con una gran fiesta con globos y guirnaldas.

La mamá le preparó la torta y le puso el tutú y el bonete que ella soñaba. El profesor grillo le tocó en su violín la música de Tschaikowsky, y Mariposita pudo bailar:"La danza del hada Confite". Cuando terminó, todos aplaudieron, la abrazaron y le dieron un montón de besos. Compartieron la torta que le había hecho su mamá, con mate cocido con leche que les sirvió la maestra vaquita de San Antonio. Y fue que desde ese día, Mariposita no quiso faltar ni un solo día a la escuela.

Y Colorín Colorado

Pd: Un Cuento dedicado a mi alumnita favorita Sarita, y a todas mis amiguitos que hoy inician sus labores escolares. Paulina, Luisa Fernanda, Jorge, Martín, Sofía, Antonio, Juan, Kamila, martín, Tomas, Pedro...