sábado, 26 de diciembre de 2009

CUENTO MILAGROSO


MILAGRO DE AMOR. SAGA DEL FLAUTISTA DE HAMMELÍN Cuando el flautista de Hammelín se vio burlado por los habitantes del pueblo que no quisieron pagarle lo pactado por librarlos de la plaga de ratones; como era un artista de muy buen carácter, sólo tocó en su flauta la más bella melodía jamás escuchada, lo cual encantó a los niños del lugar quienes dejaron todo lo que estaban haciendo, y comenzaron a seguirlo. El músico irrumpió por todas las calles; al oír esos sones maravillosos salieron de sus casa más y más niños que se fueron agregando en una alegre caravana, hasta que no quedó ningún hijo en los hogares de esos padres tramposos. Luego, el músico subió por cerros y llanos siempre con la comitiva infantil detrás de él, hasta que llegó a un fértil valle donde la doble fila de pequeños caminantes se diluyó en el espacio entrando en el país de nunca jamás. Los padres después de mucho esperar por si volvían, salieron a buscarlos por todos los caminos, cuando se les hizo de noche entraron con antorchas a los bosques de la comarca. Y aunque las madres y abuelas gritaron llamándolos por sus nombres, ningún niño regresó. Al paso del tiempo, tampoco se produjeron otros nacimientos por lo cual ese lugar pasó a ser el país de la tristeza, porque no había niños que jugaran en las plazas o cantaran en la iglesia. Un día, regresó al país un ministro que estuvo ausente por diez años debido a un congreso; no pudo consolarse por la pérdida de sus hijos, de la cual no se sentía responsable.
A él, se le ocurrió viajar a la aldea dónde vivía Guepetto; que era un gran carpintero y ebanista; después de darles todas las características de sus tres hijos, le encargó que le hiciera una figura en madera de cada uno. Mientras esperaba, a tan famoso artesano realizar su trabajo, se iba a las posadas a escuchar las conversaciones de los parroquianos, para no aburrirse. Pasaron y pasaron los meses; el ministro siguió en su espera, escuchando, como de costumbre todos las coloquios. Fue así como una tarde mirando pasar los niños que volvían de la escuela, uno de los lugareños al ver a Pinocho dijo: -¡Cómo ha crecido este niño de madera ! -¡Son los milagros, que hace el amor!, le contestó su acompañante. Al oír esto, el ministro acercó su silla a la mesa de ellos, con lágrimas en los ojos les contó lo que había pasado con todos los niños de su pueblo, y les suplicó que le explicaran lo del milagro de amor que había convertido al niño de madera en niño de verdad. Entonces los aldeanos le contaron que todos los años para la noche de Navidad, un ángel bajaba del cielo por mandato del buen Padre Dios y con sus rayos celestiales, convertía en realidad los vehementes deseos de las personas que oraban con fe..
El maestro Guepeto, le entregó las tres figuras terminadas, justo faltando un día para Navidad .
El ministro durmió la víspera de esa noche mágica, abrazado a la representación de sus tres hijos. Al día siguiente se pasó horas y horas rezando, para que lo dicho por los lugareños fuera cierto. Llegada la Noche Buena; con la ayuda de Guepetto y Pinocho trasladó las tres figuras hasta la iglesia; como eran articuladas las pudo sentar a su lado sin dificultad. Todos estaban siguiendo la Misa del Gallo con mucho recogimiento. Cuando llegó el momento de la consagración los cirios alumbraron con más fuerza.
En ese segundo supremo; cuando ese padre estaba pidiendo con infinita fe, que otra vez se produjera un “milagro de amor”; sintió que una tibia y pequeña mano apretaba la suya; al bajar los ojos se encontró con los de su hija y sus hermanos que habían adquirido vida.Y Colorín colorado...

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