“UN MUNDO MÁGICO” Andrea & Gricelda
Cuando niña, siempre fantaseaba con un mundo lleno de grandes emociones. Gracias a las locas historia de mi abuelo. Mis padres siempre lo recriminaban por que me llenaba la cabeza de tonterías, según ellos. Pero un día, cuando apenas contaba con tan solo diez años, mi abuelo me contó una historia realmente increíble, y algo complicada para mi edad, pero puse toda la atención posible a una de las nuevas fantasías de mi abuelo.
Mientras crecía, bueno en realidad no fue mucho, ya con mis diecisiete inviernos decidí corroborar la historia de mi tan fantasioso pariente. Además era una buena excusa para salir del pueblo. Cuando les comente a mis padres que me iría pusieron el grito en el cielo, y casi matan a mi abuelo sino se encontrase ya muerto, pues no les cayó bien mi idea. En realidad apenas enterados de mi decisión me encerraron en mi habitación, creyendo que así impedirían mi tan anhelado viaje. Ya bien entrada la noche decidí escaparme no sin antes dejarles una nota en la cual les explicaba que: Mi mundo no era vivir comúnmente como lo estuve haciendo todo ese tiempo. Que quería explorar la tierra, y averiguar si más allá había un mundo diferente, lleno de magia y fantasía. Un mundo que anhelaba conocer.
Para poder emprender el viaje sin ningún contratiempo, tuve que cortar mi hermoso cabello rubio, ponerme pantalones y una camisa para poder simular a un varón. Esto lo pude conseguir gracias a las ropas de mi padre, que afortunadamente era de mi estatura. Así comencé mi viaje en mi caballo Tasus, y con lo suficiente para poder sobrevivir a mi travesía. Tuve que viajar cerca de dos días para poner cierta distancia entre mi pueblo, y por que no decir mi padre, quien me buscaría. Afortunadamente no tuve contratiempos en todo el camino. Así que decidí descansar en un pequeño claro que había encontrado. Prepare una fogata, y tuve que cazar un conejito para comer lo cual no me hizo ninguna gracia ya que nunca lo había hecho. En realidad fue muy difícil, pero tenía que alimentarme sino quería morir. Ya saciada mi hambre, decidí dormir un poco ya que tenía mucho camino por recorrer para encontrar lo que me había empeñado en buscar.
El hada se va rápidamente volando sin escuchar mis palabras, así que decidí correr tras ella. Corrí mucho sin saber hacia dónde, hasta que llegue a un extraño río con el agua más cristalina, permitiendo ver a peces de diferentes colores y tamaños, nadando libremente. Que con sólo mirarlos recordé el hambre que tenía, así que decidí pescar uno para comerlo. Cuando ya tenía un hermoso pez dorado en mis manos el pez hablo y tuve que rápidamente soltarlo, cayendo de traste y empapando mi ropa.
Al ver partir a tal preciado animal, con quien al parecer era su dueño, decidí seguir apreciando tan hermoso lugar, llegando pronto a la fuente del río en el cual me dispuse a darme un baño. Allí, me sorprendió una Xanas, ninfa propia de los ríos de España, la cual era aún una niña y, siempre, le gustaba ir a la fuente para jugar.
Y así, comenzamos a zambullirnos. En realidad el juego consistía en ver quien resistía más en el agua, ella siempre me ganaba, ya que era una ninfa acuática. Jugamos así mucho rato, hasta que me di cuenta que mi piel, estaba arrugada por el largo tiempo que había pasado en el agua, así que decidí parar el juego.
– Sí, ya es tarde, ¿podremos jugar mañana? – Me dijo Sally-anne.
Esa misma noche, tuve un extraño sueño, en el qué aparecía un hombre con orejas puntiagudas, alto, muy guapo, pero exótico a la vez, y me llamaba su princesa. Me levante sobresaltada, ante aquel inexplicable sueño, y me propuse seguir mi viaje, sin saber, qué me depararía el futuro.
Después de caminar casi toda la mañana, llegue a un camino, que estaba indicado con piedras de distintos colores, avance no más de cinco metros, cuando de pronto, escuche el relincho de un caballo. Así qué me dispongo a buscarlo, dándome con la sorpresa que tal caballo, era el que había visto días atrás. Nuevamente me acerque, como lo había hecho antes, cuando de pronto, una voz me sorprendió detrás de mí:
– Es hermoso, ¿verdad? – Rápidamente volteo, y lo que vi me sorprendió aún más, cuando el hombre de mi sueño se presentaba ante mí – Se llama Alphard, y, yo soy Shegab, ¿tú eres?
– Desslie, me llamo Desslie. – Me apresure a decir, sorprendida.
Aquel hombre estaba vestido: con una especie de túnica blanca sujeta por un cinto marrón, con largos cabellos, de un inexplicable color que no era negro, rubio ni rojo. Sus ojos fueron lo que más atención me dio, al igual que su cabello, sin color definido, ni azules, ni negros, ni verdes. Pero a pesar de eso era un ser encantador.
– Un placer Desslie. – Dijo Shegab. Hasta Alphard relincho moviendo la cabeza en forma de saludo – Parece que también le agradas.
Él ya estaba montado en Alphard, y me ayudo a subir al corcel tendiéndome la mano para depositarme sobre los cuartos traseros de Alphard. Sujetándome muy fuerte de su cintura emprendimos el vuelo.
Él sólo se echó a reír, y se dispuso a prepararlo. Me sorprendió mucho más cuando, después de juntar las ramas secas que nos servirían para la fogata, con solo un chasquido de sus dedos encendió las ramas. Sabes, creo que en este mundo ya no me debería sorprender tales cosas, pero no pude evitar hacerlo. Mientras comíamos le comencé a contar por todo lo que había pasado para llegar aquí. Incluso me enteré que los seres que nos habían atacado a zangar y a mí en el lago, se les llamaba Masientrix. Eran una especie de guardianes, y cuando le conté de mis padres no puede evitar entristecerme, haciendo que él lo notara y quisiera consolarme abrazándome, lo peor de todo es que no pude rehusar llorar. Después que logré sosegarme, ya era demasiado tarde, así que me dijo:
– Sí claro, siento mucho haberme puesto a llorar pero… – No pude seguir cuando sentí un nudo en la garganta, queriendo nuevamente llorar.
Al igual que la vez anterior me subí en Alphard, y junto a Shegab emprendimos nuevamente el vuelo. El viaje no duro mucho, llegamos a un gran y hermoso castillo. A medida que sobrevolábamos el castillo pude ver a muchas personas las cuales desde lo alto se veían muy pequeñas, y grande fue mi sorpresa cuando los pude ver de cerca, ya que eran enanos, incluso yo era más alta que ellos. Alphard fue llevado a las caballerizas, y nosotros entramos en el castillo. Ya dentro Shegab me lleva ante sus padres, y me presenta:
– Padres, les presento a Desslie.
– Descuide, estoy segura que son muy cómodas. – Dije igualmente con una sonrisa.
Fui conducida por Shegab a través de largos pasillos que conducían a la estancia en la que me instalaría. Al entrar en ella no pude evitar quedar estupefacta con ver lo grande que era, tenía una enorme cama en el centro cubierta con finas sábanas de seda, y sobre ella ropa de cama lista para estrenar. Al lado de la misma había una mesa y sobre ella una lámpara finamente diseñada, una butaca se encontraba cerca de una de las grandes ventanas de cristales emplomados, el piso era de mármol blanco. También había un armario al cual corrí a abrir dándome con la sorpresa que se encontraba lleno de hermosos vestidos refinadamente diseñados, y justo de mi talla. También pude notar otra puerta la cual daba al baño. Después de darme un buen baño, y ponerme la sedosa pijama me dispuse a dormir.
Al siguiente día recibí la noticia de qué se llevaría a cabo una ceremonia a la cual estaba cordialmente invitada. Como faltaba mucho para la fiesta decidí ir a las caballerizas para ver a Alphard, pero lamentablemente no lo encontré. Pero me dio mucho gusto al ver a mi caballo Tasus, el cual también me recibió alegremente con sus relinchos. Pase gran parte del tiempo con mi caballo, y explorando la cuidad que circundaba al castillo, a cada sitio qué entraba era recibida con una reverencia incluso recibí muchos obsequios.
No sólo había enanos en la ciudad, también había centauros, duendes, brujas, magos, ninfas de bosque, minotauros, elfos y hadas. Incluso me encontré a Dita que era como se llamaba el hada que conocí la primera vez que llegue al bosque.
Ya en la fiesta, todos vestían elegantemente. El traje que había decidido ponerme era un elegante vestido largo de color verde claro, el cual se me ajustaba perfectamente de la cintura para arriba. Iba del brazo de Shegab, que llevaba una túnica de cuello alto con un cinturón, de color negro, con pantalones oscuros y unas botas negras de interior.
Bailé la mayoría de las piezas con Shegab, y otras con su padre. En realidad durante toda la fiesta me encontraba muy nerviosa, primeramente porque nunca había asistido a una fiesta como ésta, y mucho menos bailado, afortunadamente Shegab siempre estuvo a mi lado. La noche transcurrió. Terminada la hermosa fiesta, me dispuse a retirarme a mis aposentos a los cuales gustoso Shegab se dispuso acompañarme. Y cuando ya nos encontrábamos en la puerta de mi cuarto:
– Me gustaría mucho, que aceptaras acompañarme a un bello lugar mañana, Desslie.
– Me encantaría Shegab. ¿Acaso aún hay bellos lugares en este mundo mágico qué me falta conocer? – Pregunté sorprendida y alagada por su invitación.
– Ah, mi bella Desslie, claro, pero ninguno se compara a tu belleza – Sus palabras hicieron que me sonrojara y bajara la cabeza creyendo que así evitaría que se diera cuenta. Sentí como él tomaba mi mano, y tomándola entre las suyas me dijo – Siento haberte apenado mi bella Desslie, pero no puedo evitar decir la verdad.
Levante levemente el rostro aún apenada y sonreí.
– Gracias. – Me atreví sólo a decir.
Él, beso mi mano delicadamente sin dejar de ver mis ojos, incorporándose luego, y regalándome una de sus hermosas sonrisas.
El amanecer llego tan lindo como tantos en este mágico lugar, a pesar de llevar tan poco tiempo en el. Después de desayunar con sus padres, al no encontrar a Shegab, su madre me dijo que me estaba esperando en la caballeriza. Corrí, y lo encontré preparando a dos caballos: uno de ellos era mi adorable Tasus y el otro era un hermoso lipizano blanco. Al no ver a Alphard por ningún lado le pregunte por el, diciéndome que donde íbamos no era necesario llevarlo, además quería que descansara un poco. Partimos, cada uno en nuestros respectivos caballos. En todo el camino íbamos hablando de la fiesta, y de los alrededores. No pude evitar preguntarle nuevamente ¿dónde quedaba ese sitio tan especial?, a lo que sólo me respondía que: “la paciencia es una virtud, mi adorable Desslie”. Después de varias horas de camino lleno de prados, llegamos al pie de una gran montaña en donde desmontamos. Y Shegab emite un suave sonido con una especie de flauta cuya forma consistía en un tubo de unos diez centímetros, mitad madera y metal, con tan sólo dos orificios. Al emitir el dulce y suave sonido produjo que la montaña comience a temblar, y que poco a poco de sus faldas se abra una pequeña puerta. Encendiendo una antorcha que se encontraba en la entrada, nos disponemos a entrar, entré de su mano mientras él con la otra sostenía la antorcha. Nos acercamos a una fuente de agua, de un insólito color azul, que era llenada por una pequeña abertura en la parte alta de la misma fuente. Shegab, deja la antorcha en un antorchero cerca de la fuente y me dice:
– Ven, Desslie, acércate. – Dijo dándome su mano.
– Cuando me contaste de tu familia, te pusiste muy triste, y quería que los vieras. Pero para eso, te voy a pedir que cierres tus ojos y pienses en ellos. Los abrirás cuando yo te lo diga. – Hice lo que me pidió, aún, sin entender lo que iba a suceder – ahora, Desslie, ábrelos.
Muy lentamente, abrí los ojos, y la escena que observe me puso a llorar. Mi madre, estaba muy feliz, cantando una canción de cuna, cuando de pronto aparece mi padre, y sonríe abrasando a mi madre.
- Sí, es muy bella. – Dice mi padre.
– ¡¿Hermanita?!, pero no puede ser, yo soy hija única, además ella apenas es una bebe.– Dejando a un lado la imagen, para ver fijamente a los extraños ojos de Shegab.
– Creo que es mejor así. Quiero mucho a mis padres, pero la vida que me esperaba en ese mundo no la quería, por lo menos tengo el consuelo de que no están solos – Después de un largo silencio observando la bella imagen de mi familia – Gracias. – Fue lo único que dije finalmente mientras la imagen se disipaba por completo.
Un año paso desde que llegue al mágico lugar, cada día aprendía muchas cosas nuevas. Me entere que Zangar, era rey de todos los animales del bosque, y uno de los consejeros reales del reino. Mandy, madre de Shegab, me enseñó el arte de leer las estrellas, y Shegab a parte de mostrarme innumerables lugares me enseñó tiro con arco, que era una de sus habilidades. Me enteré que Tasus había sido traído por un mago del pueblo y buen amigo de Shegab, fue por eso que encontré a Dita la primera vez que llegue al bosque, ya que ella era la asistente del mago. No sólo aprendí, y conocí muchas cosas, si no que me iba enamorando más de Shegab.
En plena fiesta de celebración de mi cumpleaños, numero veinte, Shegab me sorprendió pidiéndome que me casara con él, a lo cual acepté dichosa. Y es así como me convierto en la princesa de éste majestuoso y mágico lugar. Pero como yo no pertenecía a este mundo por ser humana, no duraría por siempre, así que Shegab me ofreció pasar nuestras vidas por siempre juntos convirtiéndome en un elfo. No sé cómo paso, tan solo recuerdo que un día, me levante, y al mirarme al espejo observe mis orejas puntiagudas.
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