lunes, 15 de agosto de 2011

CUENTO INVENTOR


LA ISLA DE LOS INVENTOS. Pedro Pablo Sacristán

La primera vez que Luca oyó hablar de la Isla de los Inventos era todavía muy pequeño, pero las maravillas que oyó le sonaron tan increíbles que quedaron marcadas para siempre en su memoria. Así que desde que era un chaval, no dejó de buscar e investigar cualquier pista que pudiera llevarle a aquel fantástico lugar.

Leyó cientos de libros de aventuras, de historia, de física y química e incluso música, y tomando un poco de aquí y de allá llegó a tener una idea bastante clara de la Isla de los Inventos: era un lugar secreto en que se reunían los grandes sabios del mundo para aprender e inventar juntos, y su acceso estaba totalmente restringido. Para poder pertenecer a aquel selecto club, era necesario haber realizado algún gran invento para la humanidad, y sólo entonces se podía recibir una invitación única y especial con instrucciones para llegar a la isla.

Luca pasó sus años de juventud estudiando e inventando por igual. Cada nueva idea la convertía en un invento, y si algo no lo comprendía, buscaba quien le ayudara a comprenderlo. Pronto conoció otros jóvenes, brillantes inventores también, a los que contó los secretos y maravillas de la Isla de los Inventos. También ellos soñaban con recibir "la carta", como ellos llamaban a la invitación. Con el paso del tiempo, la decepción por no recibirla dio paso a una colaboración y ayuda todavía mayores, y sus interesantes inventos individuales pasaron a convertirse en increíbles máquinas y aparatos pensados entre todos. Reunidos en casa de Luca, que acabó por convertirse en un gran almacén de aparatos y máquinas, sus invenciones empezaron a ser conocidas por todo el mundo, alcanzando a mejorar todos los ámbitos de la vida; pero ni siquiera así recibieron la invitación para unirse al club.

No se desanimaron. Siguieron aprendiendo e inventando cada día, y para conseguir más y mejores ideas, acudían a los jóvenes de más talento, ampliando el grupo cada vez mayor de aspirantes a ingresar en la isla. Un día, mucho tiempo después, Luca, ya anciano, hablaba con un joven brillantísimo a quien había escrito para tratar de que se uniera a ellos. Le contó el gran secreto de la Isla de los Inventos, y de cómo estaba seguro de que algún día recibirían la carta. Pero entonces el joven inventor le interrumpió sorprendido:
- ¿cómo? ¿pero no es ésta la verdadera Isla de los Inventos? ¿no es su carta la auténtica invitación?

Y anciano como era, Luca miró a su alrededor para darse cuenta de que su sueño se había hecho realidad en su propia casa, y de que no existía más ni mejor Isla de los Inventos que la que él mismo había creado con sus amigos. Y se sintió feliz al darse cuenta de que siempre había estado en la isla, y de que su vida de inventos y estudio había sido verdaderamente feliz.

Y Colorín Colorado…




4 comentarios:

  1. Bellísimo cuento Tita! Un relato que nos ayuda a imaginar, a inventar, a crear. Me encantó la isla de los inventos. Y luca, un personaje muy simpático ^_^

    Un besote enorme! Feliz semana!

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  2. Un Cuento precioso Tita sobre la Isla de los inventos, curiosamente hoy mismo estaba yo pensando que ya se podía inventar algo para...¡¡Uy que ahora no me acuerdo...!!, esta memoria mia...
    Besitos

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  3. hola tita,como estas amiga,yo aca muerta de calor jajajjaja y leyendo y disfrutando de tu bello cuento,gracias por compartirlo.

    te dejo un fuerte abrazo y feliz semana!!!!!

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  4. Una historia entrañable.....cuantas veces soñamos con islas paradisiacas, proyectos para el futuro, ambiciones sueños para el mañana...y resulta que el dia a dia, compartir ilusiones, intercambios, amistades..y la carta no llega ...porque la isla soñada la vamos tejiendo en nuestro vivir diario!!!!! Preciosa
    historia, Tita. Seguido de la casa de Hugo he colgado mi segundo aniversario de mi baúl de cuentos, pasate si puedes me gustará recibir tu comentario !!!! y en abedul tambien estoy celebrando el segundo cumple de abedul etxea


    Un abrazo muy fuerte de Begoña

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