lunes, 29 de octubre de 2012

CUENTO SOMBREADO


EL HADA Y LA SOMBRA.  Tomado de la red. Autora Isabel. 22 octubre 2009

Hace muchísimo tiempo, en épocas de hadas y duendes, cuando los hombres no poblaban la tierra, existía un lago misterioso, custodiado por un hada justa y generosa.

El hada del lago era tan bondadosa que sus súbditos gozaban con servirle. Fue por eso, que cuando los seres malvados amenazaron los bosques y el lago, muchos siervos se unieron al hada para acompañarla en un peligroso viaje en busca de la piedra de cristal, que era la única salvación que tenía su reino.
El hada advirtió a sus seguidores que les esperaba un terrible viaje a través de los pantanos, ríos y desiertos. Entendía que sería muy difícil soportar todo el viaje, pero sus súbditos aceptaron y prometieron acompañarla hasta el final.

Partieron el hada con cincuenta vasallos leales y el camino fue mucho peor de lo que había anticipado. Debieron enfrentar temibles bestias, pasar hambre y sed en el desierto, caminar día y noche sin rumbo certero. Fueron tantas las adversidades, que muchos se desanimaron y abandonaron al hada a mitad del camino. Todos excepto uno, que continuó solo junto al hada. No era el más valiente, ni el más listo, ni el mejor guerrero, pero continuó su marcha hasta el final. El joven se llamaba Sombra.

Cuando el hada le preguntaba, por qué no había desistido como el resto. Sombra le respondía siempre igual: - Prometí acompañaros a pesar de las dificultades y no desistiré ahora, sólo porque resultó ser más duro de lo que pensaba.

Gracias a la ayuda de Sombra, el hada pudo encontrar la piedra de cristal. Pero estaba custodiada por un monstruo que no estaba dispuesto a entregarla. Por eso, Sombra se ofreció a cambio de la piedra, como último gesto de lealtad. Se quedó a servir al guardián de la piedra por el resto de sus días.

La magia de la piedra de cristal ayudó al hada a volver al lago y a expulsar a los seres malvados que lo dominaban. Pero cada noche, el hada lloraba la ausencia de su fiel Sombra, porque de aquel compromiso de amistad, había surgido un amor más fuerte que cualquiera.

Para recordar a su amado y honrar su lealtad y compromiso, el hada regaló a cada ser de la tierra, su propia sombra, que los acompañaba durante el día. Pero al llegar la noche, todas las sombras regresaban al lago para consolar la tristeza del hada del lago.

Y  Colorín Colorado

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