viernes, 26 de febrero de 2010

CUENTO GIGANTE


EL GIGANTE TRANSPARENTE. Juan Chaves.

Hoy en el recreo me miró como cuatro veces. Aunque Luis estaba detrás de mí… ¿Lo miraba a él o a mí? Si lo miraba a él es una tramposa. Pero no importa, ahora ya no importa. Hoy… tiene que ser hoy… ¿Pero cómo hago? En el recreo no, hay muchos chicos, mejor la acompaño a tomar el micro y cuando doblamos la esquina… listo. No, no, en la esquina no… en la parada del micro siempre hay poca gente, mejor ahí. —Mabel, ¿te acompaño a tomar el micro? —Bueno, dale. ¡Uuy, qué bueno! Tengo que aprovechar cuando estemos esperando el micro. Ya me comí como cinco pastillas de menta para tener el aliento fresco. ¿Mabel tendrá mal aliento? Bueno, igual es un momentito, unos segundos nomás… ¿Cuánto tiempo tendrá que durar? —¿Querés una pastilla de menta? –No gracias. No sé de qué hablar, del amor no, si no sabemos nada, somos muy chicos. Le digo cualquier cosa de la escuela y chau… Pero justo ahora me siento raro. Me parece que el calor se me subió a los cachetes, tengo que respirar hondo. Tiene que ser hoy… ¿Tiene que ser hoy? Porque lo puedo dejar para mañana, cuando esté más tranquilo… No, no, tiene que ser hoy, ahora. Si no, va a pensar que soy un tarado.
—¡Qué calor! ¿No? —Y… más o menos… Espero que el gordo Freire no nos haya seguido, porque después empieza a cargarme. Si mañana me dice algo o me burla, lo reviento a trompadas. A ver… no, no nos siguió… Bueno, lo que tengo que hacer, ahora que llegamos a la parada, es ponerme en posición como lo estuve ensayando. Me pasé más de media hora frente al espejo poniendo la cabeza un poco torcida como en las películas. Debe haber alguna razón para que los que se van a besar inclinen la cabeza… Debe ser para que no choquen las narices, claro, si le aplasto la nariz con la mía no vamos a poder respirar. Después se entrecierran los ojos y se abre un poco la boca pero sin llevar los labios hacia adelante. Los tipos de las películas, cuando besan no ponen los labios con trompita como mi tía Gladys, que cada vez que me saluda me babosea las mejillas. En el momento del beso siempre veo que cierran por completo los ojos, no sé por qué… a mí me gustaría mirar un poquito. Cuando lo ensayé frente al espejo abrí los ojos y me pareció algo cómico. Ahora que me acuerdo… ¿Habré limpiado bien? Si mi mamá llega a ver la marca de mis labios en el espejo me va a matar… No, no hay forma de que sepa qué es, la marca no es como una huella digital.

Bueno, ya llegamos a la parada… ¿Y ahora? Bueno, ahí va… Si me recuesto sobre el caño que sostiene el cartel del micro y estiro un poco el cuello así… No, no queda muy natural. Mejor me inclino cerca de ella como mirando si viene el micro y trato de pronunciar frases que terminen en una “o” alargada para preparar los labios y entonces ahí sí. Podría ser: “me parece que ahí viene el microo… oo… ” No, no, qué tarado… Si le digo eso va a girar la cabeza y no lo voy a poder hacer. Tengo que estirarme un poco más, en puntas de pie. Ya me están doliendo las piernas y los cachetes siguen rojos… ¡Qué incómodo! —Juan, ¿qué hacés así todo torcido? —Nada… me parece que ahí viene el microo… ooo… —Bueno, entonces… mmmhh… mmhhhhh… ¿Qué pasa? Mmmhhh… Lo hizo ella, me ganó de mano… ¿Qué hago? Tiene los labios húmedos. ¿Hay que tener los labios húmedos? …no sabía que duraba tanto tiempo… —Chau, sonso… —Chau… ¿Así era? Estuvo lindo…Y mañana qué le digo? No, mañana me hago el enfermo y no voy a la escuela, así tengo tiempo para pensar… De pronto siento la sensación de que el pecho se me ensancha y se me infla como una pelota… Estoy más alto que antes de besarla, empiezo a crecer pero las cosas a mi alrededor no cambian de tamaño. Estoy más alto que el cartel de la parada del micro. Si, ahora estoy más grande que el árbol… ¡Qué raro, no tengo nada de miedo! Aumento de tamaño hasta llegar a la altura del segundo piso de un edificio… Tengo que cuidar mis movimientos porque cada vez estoy más alto y no quiero romper nada. Los árboles, los autos y los edificios parece que se achicaran. Me convierto en un gigante alto como un edificio de diez pisos, pero la gente no se asusta. Porque no me ve… ¿Por qué no me ven?… Ah, claro, soy un gigante transparente. ¡Un gigante transparente! Si quiero puedo jugar con las nubes, saltar un edificio alto, sentarme en el techo de una vieja casona, cruzar de un solo paso el lago del bosque, o destruir la ciudad. Pero no lo hago porque los gigantes transparentes somos buenos, somos felices y no necesitamos molestar a la gente chiquitita. Aspiro fuerte el aire de la tarde y provoco una brisa que mueve las copas de los árboles.

Estoy contento, tengo una alegría gigante y transparente… Quiero conocer más gigantes… Busco a otros gigantes transparentes que sean como yo, pero no encuentro a ninguno. ¿Será que la gente ya no se besa? Y Colorín colorado….


Hace poco fueron descubiertos en el norte de la India, esqueletos de seres humanos gigantes que medían hasta 10 metros de altura, descubrimiento que hizo el equipo de National Geographic (Nat Geo) con apoyo del gobierno de este país, pero con la asistencia del ejército, debido a que la zona es militarizada.

2 comentarios:

  1. Los besos si existen hoy, y cuentan que por las mañanas la boca amanece azucarada y solo se dan cuenta aquellos que se saludan e beso, porque son besitos de algodón de azúcar!!!

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  2. Hoy pasé por Cuentos Empitucados, para dejarte besos de algogón de azúcar!!! y por supuesto deleitarme con tus cuentos.

    Buen Fin de Semana!
    Abrazos!!

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