EL AVIÓN DE MATÍAS. Edith Mabel Russo
Matías lleva su avioncito de juguete preferido al Jardín. Pero el avioncito se aburre mucho y emprende un mágico vuelo. Había llegado la hora de ir al jardín. Mientras Matías terminaba de tomar la leche, la mamá se fijó si en la bolsita estaba todo preparado. La abrió y sí, estaba todo: la toallita, el mantel con la servilleta, el vaso para la merienda y… el avión amarillo… —¿Y este avión? ¿Qué hace en la bolsa? —Preguntó la mamá—. Sabes bien que la señorita Liliana no quiere que lleves juguetes al jardín… ¡Se pueden perder! —¡Hoy sólo, mami! ¡Dale! ¡Hoy solito! Y la mamá lo dejó pero… Tal como se lo había dicho, cuando la señorita Liliana lo vio a Matías jugando con el avión le dijo: —¡Ay! Matías… ¿No te dije muchas veces que tienes que jugar con los juguetes que hay en la salita? ¡Dámelo! Lo ponemos sobre la biblioteca y cuando te vas, te lo llevas. Ahora… ¡A cantar!
Entonces Matías se fue a la sala de música con todos los chicos y sobre un libro de cuentos quedó el avioncito amarillo… —¡Estoy muy aburrido! —dijo rezongando y ¡RUMM! ¡RUMM! sin pensarlo dos veces, empezó a volar por toda la salita… Sobre las mesas y las sillas. Sobre la biblioteca y el rincón de la mamá. Las muñecas le decían: ¡Adiós! Los libros se cerraban y se abrían para saludarlo y los crayones se desparramaban por el piso escribiendo: ¡Adiós! ¡Adiós!, con todos los colores del arco iris. Dio tantas vueltas alrededor de la sala que de repente dijo: —¡Sigo aburrido! ¡Mejor salgo un rato a pasear! —¡RUMMM! ¡RUMMM! —aceleró el motor y salió por la ventana. ¡Ahora sí que se divertía! ¡Volaba y volaba! Cruzaba el celeste del cielo una y otra vez. Cabeza arriba, cabeza abajo…, el ¡RUMMM! ¡RUMMM! de su motor quebraba el silencio de la mañana.
Todo estaba bien, demasiado bien, pero de pronto… ¡PAF! quedó enganchado entre las ramas de un árbol. —¡Ay! —dijo el avioncito—. ¡Me duele todo! ¡Me duele un ala! ¡Me duele la otra! ¡Me duele la cola! ¡Me duele la hélice! —¡RUMMMMMMM! —hacía el motor con toda la fuerza pero no podía desengancharse. Al rato no más, ¡por suerte!, pasaron por allí como cien mariposas. Apenas lo vieron, lo rodearon por completo y tomándolo suavemente lo desengancharon… —¡Gracias! —dijo el avioncito—. ¿Quieren venir conmigo a dar un paseo? —¡Claro que sí! —dijeron las mariposas y se pararon sobre el techo, las alas y la cola del avioncito.
¡Qué manera de volar! ¡Qué manera de divertirse! De pronto el avioncito dijo: —¡Tengo que irme. ¡Si Matías no me encuentra va a llorar muchísimo! —¡Te acompañamos! —dijeron las mariposas, y todos juntos entraron por la ventana de la salita… Cuando los chicos terminaron de cantar, fueron a buscar las toallitas para lavarse las manos y… ¡Qué sorpresa! ¡No podían creer lo que veían! Sobre la biblioteca estaba el avioncito amarillo en el medio de una ronda de mariposas de colores.
—¡Vamos! ¡A lavarse las manos! —dijo la señorita Liliana.
Y todos hicieron caso dando saltitos de alegría porque, para acompañarlos, se formó de repente sobre sus cabezas un techo multicolor de burbujas de jabón y mariposas. Y Colorín colorado…
La historia de aviones de papel, probablemente se remonta a las primeras páginas de papiro que fueron arrojados a la basura. The first flying devices to use paper were kites in China about 2000 years ago. Los primeros dispositivos que vuelan a utilizar papel de cometas en China se hace aproximadamente 2000 años.
Matías lleva su avioncito de juguete preferido al Jardín. Pero el avioncito se aburre mucho y emprende un mágico vuelo. Había llegado la hora de ir al jardín. Mientras Matías terminaba de tomar la leche, la mamá se fijó si en la bolsita estaba todo preparado. La abrió y sí, estaba todo: la toallita, el mantel con la servilleta, el vaso para la merienda y… el avión amarillo… —¿Y este avión? ¿Qué hace en la bolsa? —Preguntó la mamá—. Sabes bien que la señorita Liliana no quiere que lleves juguetes al jardín… ¡Se pueden perder! —¡Hoy sólo, mami! ¡Dale! ¡Hoy solito! Y la mamá lo dejó pero… Tal como se lo había dicho, cuando la señorita Liliana lo vio a Matías jugando con el avión le dijo: —¡Ay! Matías… ¿No te dije muchas veces que tienes que jugar con los juguetes que hay en la salita? ¡Dámelo! Lo ponemos sobre la biblioteca y cuando te vas, te lo llevas. Ahora… ¡A cantar!
Entonces Matías se fue a la sala de música con todos los chicos y sobre un libro de cuentos quedó el avioncito amarillo… —¡Estoy muy aburrido! —dijo rezongando y ¡RUMM! ¡RUMM! sin pensarlo dos veces, empezó a volar por toda la salita… Sobre las mesas y las sillas. Sobre la biblioteca y el rincón de la mamá. Las muñecas le decían: ¡Adiós! Los libros se cerraban y se abrían para saludarlo y los crayones se desparramaban por el piso escribiendo: ¡Adiós! ¡Adiós!, con todos los colores del arco iris. Dio tantas vueltas alrededor de la sala que de repente dijo: —¡Sigo aburrido! ¡Mejor salgo un rato a pasear! —¡RUMMM! ¡RUMMM! —aceleró el motor y salió por la ventana. ¡Ahora sí que se divertía! ¡Volaba y volaba! Cruzaba el celeste del cielo una y otra vez. Cabeza arriba, cabeza abajo…, el ¡RUMMM! ¡RUMMM! de su motor quebraba el silencio de la mañana.
Todo estaba bien, demasiado bien, pero de pronto… ¡PAF! quedó enganchado entre las ramas de un árbol. —¡Ay! —dijo el avioncito—. ¡Me duele todo! ¡Me duele un ala! ¡Me duele la otra! ¡Me duele la cola! ¡Me duele la hélice! —¡RUMMMMMMM! —hacía el motor con toda la fuerza pero no podía desengancharse. Al rato no más, ¡por suerte!, pasaron por allí como cien mariposas. Apenas lo vieron, lo rodearon por completo y tomándolo suavemente lo desengancharon… —¡Gracias! —dijo el avioncito—. ¿Quieren venir conmigo a dar un paseo? —¡Claro que sí! —dijeron las mariposas y se pararon sobre el techo, las alas y la cola del avioncito.
¡Qué manera de volar! ¡Qué manera de divertirse! De pronto el avioncito dijo: —¡Tengo que irme. ¡Si Matías no me encuentra va a llorar muchísimo! —¡Te acompañamos! —dijeron las mariposas, y todos juntos entraron por la ventana de la salita… Cuando los chicos terminaron de cantar, fueron a buscar las toallitas para lavarse las manos y… ¡Qué sorpresa! ¡No podían creer lo que veían! Sobre la biblioteca estaba el avioncito amarillo en el medio de una ronda de mariposas de colores.
—¡Vamos! ¡A lavarse las manos! —dijo la señorita Liliana.
Y todos hicieron caso dando saltitos de alegría porque, para acompañarlos, se formó de repente sobre sus cabezas un techo multicolor de burbujas de jabón y mariposas. Y Colorín colorado…
La historia de aviones de papel, probablemente se remonta a las primeras páginas de papiro que fueron arrojados a la basura. The first flying devices to use paper were kites in China about 2000 years ago. Los primeros dispositivos que vuelan a utilizar papel de cometas en China se hace aproximadamente 2000 años.
Un cuento súper dedicado a Matías el hijo de un piloto de verdad, por su puesto dedicado a mi piloto favorito el mago, y todos sus “alas” también mis favoritos y a mi bebé Kalvito por aquello del origami. A todos ellos y los que lean este cuento tierno les deseo que sus sueños se eleven con la facilidad de un avioncito de papel.
ResponderEliminarDisfruten los videos... y hagan muchos avioncitos de papel como el de Matías!
tan bonito
ResponderEliminarGracias por tus bellos deseos Tita, que nuestros sueños de Amor, compasión, solidaridad y amistad, se eleven hacia el Cielo!!
ResponderEliminarAbrazoss!
Mabel Russo fue mi amiga...Desde el cielo, seguro que nos sonríe al ver aquí su cuento.
ResponderEliminarHOLA TITA!!!!!
ResponderEliminarpasa cuando puedas por el blog para recoger alli un regalo para ti amiga.
te esperooooooooo,un fuerte abrazo!!!!!!!
esta muy lindo tu cuento y ojala lleguen a todos nosotros muchas mariposas que ayuden a elevar y a cumplir nuestros sueños.
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