miércoles, 24 de marzo de 2010

CUENTO VOLADOR


EL SOMBRERO VOLADOR. Bhuhb

¿Ustedes saben porqué los sombreros se escapan cuando hay viento? –, preguntó Bhuhb a las señoras Rosa y Margarita un martes de té. ¡No! –, contestaron a coro las dos flores intrigadísimas.

Hace muchos, pero muchos años, había un gnomo llamado Khuhk que era sombrerero. Fabricaba sombreros de muchas formas y colores. Hacía sombreros de fiesta, sombreros para salir a pasear, sombreros para alegrar a los que están tristes y sombreros para los que tienen hambre (esos los hacía de sándwich de queso). Khuhk estaba enamorado de la princesa Andreiña, que tenía unos pelos color del sol, largos hasta la cintura. Khuhk no sabía cómo hacer para que la princesa Andreiña se riera. Ella estaba enojada porque Khuhk se había comido su chupetín. Khuhk le contaba chistes, la invitaba a bailar, le regalaba chocolates, ¡hasta le regaló una caja entera de chupetines! Pero nada...

Entonces, Khuhk inventó un sombrero volador. El sombrero era blanco de seda y tenía dos alitas a los costados muy chiquititas con forma de triángulo. Estaba adornado con el polvo de estrellas que Khuhk había ido coleccionando desde muy chico. Khuhk le dijo a Andreiña: Yo te regalo este sombrero volador, pero debes que tener cuidado, porque se pone a volar con la brisa más leve.

Entonces, en el momento justo en que la princesa Andreiña se ponía su sombrero, un viento fuerte comenzó a soplar. Los pelos de la princesa ondulaban para todos lados, reflejando las luces del día. Y entonces Andreiña comenzó a volar. De a poquito fue subiendo y subiendo hasta que sólo era un puntito en el cielo. Voló durante tanto tiempo que todos –pensaban que no iba a bajar más, pero bajó.

Cuando bajó, estaba tan feliz que se puso a reír con una risa tan contagiosa que Khuhk también empezó a reírse. Y también empezó a reírse un árbol que estaba mirándolos. Y también se reía una piedra de cuarzo que se había perdido en el bosque. Y así la risa se fue contagiando tanto que en pocos minutos todo el bosque se reía a carcajadas limpias. Tanta fue la risa que, desde entonces, todos los sombreros quieren salir volando cuando sienten un poquitito de viento soplar. Y Colorín Colorado….

Lo invento un naufrago, por que tenia calor asi que agarro hojas de palmera e izo un sombrero para protegerse del sol ,en el año de 1960. También se dice que su inventor, fué el inglés John Etherington, propietario de una lujosa mercería del Strand, el quince de enero de 1797.

1 comentario:

  1. Que haya muchos sombreros voladores para que el mundo ría de felicidad!!!

    Bello como siempre Tita.

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