miércoles, 4 de mayo de 2011

CUENTO MATERNAL


MAMÁ LUNA. Raúl Pérez Albrecht

Lobito hacía tiempo que vivía sin mamá y papá por ello Luna y Sol habían decidido cuidarlo. En las mañanas lobito quedaba con papá Sol y en las tardes y noches con mamá Luna.

Durante las mañanas papá Sol, lo despertaba con sus pequeños rayos solares mientras que en la noche mamá Luna ya subía el nivel de agua del lago para que se refresque con su desayuno en la mañana. Para el medio día papá Sol le indicaba los lugares donde lobito podía comer y cuando estaba a punto de peligrar de rato en rato tenía que quemarlo un poco para evitar que haga travesuras. Cuando llegaba la tarde Sol y Luna se encontraban y arrullaban la siesta de lobito.

En la noche Luna le enseñaba a cantar y a llamarla para cuando la necesite. Por ello lobito aprendió a subir a una colina y a llamar a mamá Luna. Lobito también había aprendido que cuando mamá estaba creciente, significaba que estaba contenta ya que era la sonrisa que solo mamá Luna podía ofrecer. Cuando se portaba mal como toda mamá se enfadaba se ponía menguante hasta que Lobito aprendía la lección y nuevamente se ponía creciente para felicidad de los dos.

Cuando el sueño embargaba a Lobito mamá Luna arrullaba su sueño con su forma gibosa que se mecía de un lado para el otro. Cuando lobito enfermaba Luna se ponía nueva para esperar el mal se vaya y el bebé mejore. Cuando todo era dicha, era muy notorio ver a Luna feliz con su cachorro creciendo porque estaba llena de felicidad.
Cierta ocasión Sol hablo con Luna y le dijo que al norte él había encontrado a la familia de lobito. La noticia los puso triste porque era la primera vez que Sol y Luna habían tenido un hijo y les daba pena tener que separarse de él. Pero el amor de ambos era tan grande que sabían que la felicidad de su lobito estaba al lado de sus verdaderos papás, por ello una noche lo guiaron hasta su familia.

Lobito llegó con su familia, pero hay algo que nunca olvido, pues cada noche subía a la colina y aullaba para llamar a mamá Luna. Poco después enseño a sus hermanitos a llamarla. Sol y luna quedaron sorprendidos porque en vez de haber perdido un hijo como pensaron a un principio ganaron cientos, porque los animalitos hasta ahora cuando son pequeños se enseñan aquello que lobito aprendió hace mucho tiempo. "Llamar de un aullido a mamá Luna."

Y Colorín Colorado



5 comentarios:

  1. Tita , tengo un problema hoy con Blogger, cada dos por tres me impide comentar. Deecia en el otro comentario que me ha encantado el Cuento de Lobito y sus aullidos llamando a la Luna, a ver si ahora...puede ser...
    Besitos

    ResponderEliminar
  2. Qué lindoooo, me encanta imaginarme a lobito y sus hermanos auyando a la luna para saludarla con cariño.
    ¿Qué tendrá esa luna que nos tiene a todos enamorados?
    Besitos.

    ResponderEliminar
  3. Ayyyyyyyyyy es re tierno este cuento! Muy bien puesto el título de "cuento maternal". Es re lindo como los lobitos aprenden a llamar a la luna. Gracias por compartirlo TITA!

    Un beso enorme y que termines bien el día!

    ResponderEliminar
  4. Tita,tu cuento nos habla de la magia de la luna y el sol,ellos cumplen con su misión de darnos vida y luz.Ello lo llevamos en el alma y todos miramos como el lobo a la luna,eternamente agradecidos.LA LUNA Y EL SOL SON NUESTROS PADRINOS,SIEMPRE NOS CUIDAN.
    Mi gratitud y disculpa mi tardanza,comienzo a estar mejor de un catarro que me ha costado superar,amiga.
    Mi abrazo grande siempre,Tita.
    M.Jesús

    ResponderEliminar
  5. Hola, Tita:

    ¡Qué buena suerte encontrar tu blog!

    Te felicito y te sigo.

    Un abrazos desde Tunja.

    ResponderEliminar