LA LEYENDA DE LA FLOR NOCTURNA. Helena Petrovna Blavatsky
En el mismo comienzo de la creación del Mundo, un fuerte arbusto verde despliega sus anchas hojas en la orilla de un arroyo. El sol, aún joven en aquellos tiempos y cansado de sus esfuerzos iniciales, se estaba poniendo lentamente, y arrastrando sus velos de niebla alrededor de él, envolvió a la tierra en profundas y oscuras sombras. Entonces una modesta flor floreció de una rama del arbusto. No tenía la fresca belleza de la rosa, ni tampoco el espléndido y majestuoso orgullo del hermoso lirio. Humilde y modesta, abrió sus pétalos y echó una ansiosa mirada al mundo.
¡Todo estaba frío y oscuro a su alrededor! Sus compañeras dormían todas dobladas sobre sus flexibles tallos a su alrededor; sus camaradas, hijas del mismo arbusto, se apartaban de su mirada; las polillas, amantes aladas de las flores, descansaron por un momento en su pecho, pero pronto se alejaron volando hacia flores más bellas. Un gran escarabajo casi la corta en dos mientras escalaba sin ceremonias por encima de ella, en busca de un alojamiento para la noche. Y la pobre flor, aterrada por su aislamiento y su soledad en medio de esta indiferente multitud, dejó caer su cabeza apesadumbrada y vertió una amarga gota de rocío como lágrima.
Pero ¡mirad! una pequeña estrella había nacido en el sombrío cielo. Sus brillantes rayos, rápidos y tiernos, perforaron las oleadas de penumbra. De repente la flor huérfana se sintió vivificada y refrescada como por algún rocío beneficioso. Completamente restablecida, levantó su cara y vio a la amistosa estrella. Recibía sus rayos en su pecho, temblando de emoción y gratitud. Habían provocado su renacimiento a una nueva vida.
El amanecer con su sonrosada sonrisa gradualmente disipó la oscuridad, y la estrella fue sumergida en un océano de luz que surgía de la estrella del día. Miles de flores saludaron a su amante, bañándose ávidamente en sus dorados rayos. Estos los emitió el sol también sobre la pequeña flor; la gran estrella se dignó a cubrirla también con sus llameantes besos. Pero repleta de la memoria de la estrella nocturna, y de su plateado brillo, la flor no respondió sino fríamente a las demostraciones del arrogante sol. Ella aún veía delante de los ojos de su mente el suave y afectuoso fulgor de la estrella, ella aún sentía en su corazón la beneficiosa gota de rocío, y apartándose de los cegadores rayos del sol, cerró sus pétalos y se fue a dormir acunada en el espeso follaje de su padre arbusto.
Desde aquel momento y para siempre, el día se hizo noche para la modesta flor, y la noche se hizo día. Tan pronto como el sol surge y devora el cielo y la tierra con sus dorados rayos, la flor se hace invisible, pero tan pronto se pone el sol, y la estrella, penetrando en un rincón del oscuro horizonte, hace su aparición, que la flor la saluda con alegría, juega con sus rayos plateados, y absorbe con profundas inspiraciones su suave brillo.
Así es el corazón de muchas mujeres. La primera palabra graciosa, la primera caricia afectuosa, cayendo sobre su dolido corazón, echa raíces allí en lo más profundo. Profundamente conmovida por una palabra amistosa, permanece indiferente a las apasionadas demostraciones del universo entero. La primera puede no ser diferente de muchas otras, puede estar perdida entre miles de otras estrellas similares a esa, y aún así el corazón de la mujer sabe dónde encontrarle, ya esté cerca o lejos; ella seguirá con amor e interés su humilde trayectoria, y le enviará sus bendiciones en su viaje. Ella puede recibir al altivo sol, y admirar su gloria, pero leal y agradecida, su amor siempre pertenecerá a una solitaria estrella.
Y Colorín Colorado.
Las plantas florecen muchas de manera exclusiva por la noche.
En el mismo comienzo de la creación del Mundo, un fuerte arbusto verde despliega sus anchas hojas en la orilla de un arroyo. El sol, aún joven en aquellos tiempos y cansado de sus esfuerzos iniciales, se estaba poniendo lentamente, y arrastrando sus velos de niebla alrededor de él, envolvió a la tierra en profundas y oscuras sombras. Entonces una modesta flor floreció de una rama del arbusto. No tenía la fresca belleza de la rosa, ni tampoco el espléndido y majestuoso orgullo del hermoso lirio. Humilde y modesta, abrió sus pétalos y echó una ansiosa mirada al mundo.
¡Todo estaba frío y oscuro a su alrededor! Sus compañeras dormían todas dobladas sobre sus flexibles tallos a su alrededor; sus camaradas, hijas del mismo arbusto, se apartaban de su mirada; las polillas, amantes aladas de las flores, descansaron por un momento en su pecho, pero pronto se alejaron volando hacia flores más bellas. Un gran escarabajo casi la corta en dos mientras escalaba sin ceremonias por encima de ella, en busca de un alojamiento para la noche. Y la pobre flor, aterrada por su aislamiento y su soledad en medio de esta indiferente multitud, dejó caer su cabeza apesadumbrada y vertió una amarga gota de rocío como lágrima.
Pero ¡mirad! una pequeña estrella había nacido en el sombrío cielo. Sus brillantes rayos, rápidos y tiernos, perforaron las oleadas de penumbra. De repente la flor huérfana se sintió vivificada y refrescada como por algún rocío beneficioso. Completamente restablecida, levantó su cara y vio a la amistosa estrella. Recibía sus rayos en su pecho, temblando de emoción y gratitud. Habían provocado su renacimiento a una nueva vida.
El amanecer con su sonrosada sonrisa gradualmente disipó la oscuridad, y la estrella fue sumergida en un océano de luz que surgía de la estrella del día. Miles de flores saludaron a su amante, bañándose ávidamente en sus dorados rayos. Estos los emitió el sol también sobre la pequeña flor; la gran estrella se dignó a cubrirla también con sus llameantes besos. Pero repleta de la memoria de la estrella nocturna, y de su plateado brillo, la flor no respondió sino fríamente a las demostraciones del arrogante sol. Ella aún veía delante de los ojos de su mente el suave y afectuoso fulgor de la estrella, ella aún sentía en su corazón la beneficiosa gota de rocío, y apartándose de los cegadores rayos del sol, cerró sus pétalos y se fue a dormir acunada en el espeso follaje de su padre arbusto.
Desde aquel momento y para siempre, el día se hizo noche para la modesta flor, y la noche se hizo día. Tan pronto como el sol surge y devora el cielo y la tierra con sus dorados rayos, la flor se hace invisible, pero tan pronto se pone el sol, y la estrella, penetrando en un rincón del oscuro horizonte, hace su aparición, que la flor la saluda con alegría, juega con sus rayos plateados, y absorbe con profundas inspiraciones su suave brillo.
Así es el corazón de muchas mujeres. La primera palabra graciosa, la primera caricia afectuosa, cayendo sobre su dolido corazón, echa raíces allí en lo más profundo. Profundamente conmovida por una palabra amistosa, permanece indiferente a las apasionadas demostraciones del universo entero. La primera puede no ser diferente de muchas otras, puede estar perdida entre miles de otras estrellas similares a esa, y aún así el corazón de la mujer sabe dónde encontrarle, ya esté cerca o lejos; ella seguirá con amor e interés su humilde trayectoria, y le enviará sus bendiciones en su viaje. Ella puede recibir al altivo sol, y admirar su gloria, pero leal y agradecida, su amor siempre pertenecerá a una solitaria estrella.
Y Colorín Colorado.
Las plantas florecen muchas de manera exclusiva por la noche.
gracias amiga por estos preciosos cuentos que nos regalas cada dia,ayer me perdi el cuento que luego leere,pero me quede sin internet y me lo han arreglado hace un ratito,por eso ayer no edite ninguna entrada,menos mal que ya esta resuelto asi me pongo al dia.
ResponderEliminarquedo en deuda entonces con el cuento empitucado de ayer domingo,mas tarde lo leere.
un besito amiga y feliz semana!!!!!!
Precioso el cuento nocturno, y que curioso, la flor que salía por la noche y se ocultaba por el día,...no sabía yo que había flores que salían de manera exclusiva por la noche...
ResponderEliminarGracias por todos los cuentos que tienen una enseñanza añadida...
Besitos
Precioso cuento, Tita. Muchas gracias por tu comentario ami cuento el hada de las castañas...
ResponderEliminarla verdad que me he sentido muy bien con tus pa-labras!!!!!! Besukis de colores Begoña
Citar a Madame Blavatsky, es adentarse en las profundidades de la Sabiduría!
ResponderEliminarBellísimo Tita!
Amiga TITA que lindo la flor nocturna.
ResponderEliminarEsta noche estoy de guardia y en la noche silenciosa este cuento me hace sonreir.
Risoabrazos.