EL COCINERO NAVIDEÑO. Tatiana Suárez - afuegolento.com
Este cuento relata la historia de un cocinero que tenía que preparar una deliciosa y sabrosa cena de Nochebuena. Siempre se le ocurrían ideas brillantes, pero había trabajado tanto los meses anteriores que no estaba nada inspirado; precisamente perdió su imaginación en un momento tan importante del año como es la Navidad. Se pasaba el día ideando menús navideños, pero ninguno de ellos lograba satisfacerle. Y entre menú y menú desechado, llegó la víspera de Navidad.
Tan cansado estaba el cocinero, que se quedó profundamente dormido en la mesa de la cocina rodeado de libros y cuadernos de recetas. En sueños, se vio a sí mismo convertido en Papá Noel, con un abultado saco al hombro y viajando a bordo de un trineo que se deslizaba tirado por una fuerza invisible, sin ciervos ni renos. No sabía hacia donde se dirigía pero parecía que el trineo sí sabía cuál era su lugar de destino.
Finalmente, el trineo se detuvo ante la puerta de una rústica casita en el bosque, de cuya chimenea escapaba un inmaculado y cálido humo blanco. Llamó a la puerta y ésta se abrió inmediatamente, pero nadie apareció tras ella. El cocinero entró y se encontró un salón con decorado navideño, lo que le provocó una profunda y tierna sensación hogareña. Allí había una chimenea encendida que iluminaba toda la habitación con sus llamas y de ella colgaban varios calcetines que esperaban a estar llenos de regalos. En el centro del comedor había una acogedora mesa, con velas encendidas y con todo dispuesto para ser cubierta con ricos manjares. En la casita no había nadie pero, sin embargo, se sentía acompañado por presencias invisibles.
Depositó el saco en el suelo y empezó a latir su corazón a gran velocidad y a temblarle las manos mientras abría la bolsa que no sabía lo que contenía sentado en una mullida butaca junto a la chimenea. Lo primero que apareció fue una bella sopera con una reconfortante sopa de crema, hecha con una gallina entera, aderezada con unos diminutos dados de su pechuga. Levantó la tapa y una oleada de vapor repleto de aromas empañó sus gafas. Después, un dorado y casi líquido queso Camembert hecho al horno, con aromas de ajo y vino blanco, acompañado de un crujiente pan hizo que su boca se llenara de agua; hundió la nariz en él y lo depositó sobre la mesa. Su tercer hallazgo fue una pierna de cerdo rellena con ciruelas pasas y beicon ahumado que venía acompañada de un sinfín de guarniciones, cada cual más apetitosas: cremoso puré de patata aromatizado con aceite de ajo y con mostaza, salsas agridulces y chutneys irresistibles, compota de manzana con vinagre y miel... ¡de ensueño!
Dispuso la inmensa fuente en el centro de la mesa y aspiró los intensos aromas que aquella sinfonía de contrastes culinarios le ofrecía. En un rincón del salón, reparó en una mesita auxiliar dispuesta para los postres y allí colocó un crujiente strudel de manzana y nueces y una espectacular anguila de mazapán, una dulcera de cristal que albergaba una deliciosa compota de Navidad al Oporto y un insólito helado de polvorones.
Apenas podía creer lo que estaba sucediendo, se sentía embargado por la emoción. El menú tocaba a su fin y comprendió que era hora de abandonar aquella cálida casita, para dejar que sus moradores disfrutaran en la intimidad de las exquisitas viandas que había traído en su saco. Pensó que los manjares se enfriarían si no lo hacían pronto, pero comprendió que el calor, material y espiritual, que invadía todos y cada uno de los rincones de la estancia se encargaría de mantenerlos a la temperatura adecuada. Como toque final a su visita, llenó los calcetines de la chimenea con figuritas de mazapán, polvorones y turrones, que sin duda harían las delicias de los niños... y de los menos niños.
Le despertó el borboteo de un caldo que había dejado en el fuego y que amenazaba con desbordar el puchero. Era ya de madrugada, pero aún tenía tiempo de ponerse manos a la obra y elaborar el menú de la casita del bosque. La fuerza invisible que guiaba el trineo no era otra cosa que el amor que el cocinero sentía por el mundo de la cocina.
Y Colorín Colorado
Tita,
ResponderEliminarNo soy tan trascendental, ni filosófico, ni amargado, ni deshauciado con la vida...
En mi cotidianidad soy bastante alegre, soy maestro y en las clases soy todo un comediante atravesado de reflexiones cotidianas, retos y alcahueterías.
Muchos de los textos agrios del blog nacen de un estado escritural diminuto que no abarca toda mi literatura y mucho menos toda mi naturaleza.
Podría aventurarme a decir que muchos de esos escritos del blog de tono gris mostaza son a partir de ese narrador que yo he bautizado ZOMBIE VEGETAL.
Por supuesto escribo en serio, pues en serio quiero hacer de mi un escritor de oficio.
Un abrazo y mil besos por estar ahí.
anuar.
Querida , tita un cuento precioso , pero en mi blog hay algo que me pediste , por favor pasa a verlo un beso de pitufita .
ResponderEliminarHOLA TITA, PRIMERA VEZ QUE PASO POR AQUÍ Y LA VERDAD ME QUEDO CON UNA HERMOSAS SENSACIÓN DE TERNURA.
ResponderEliminarVOY A VISITARTE SEGUIDO Y TE INVITO A MI "RINCÓN"
http://entrelosrincones.blogspot.com/
TE SALUDA...PATRY
¡Que Cuento más Delicioso y Tierno a la vez...!, ¡Ya me gustaría a mi que en mis sueños me aparecieran con tanta claridad las ideas para tomar las decisiones adecuadas en mi vida ahora mismo que tengo tantas dudas...!, a mi no me falta la inspiración para saber que hacer de comida pero si en otros ordenes de la vida como el profesional por ejemplo...
ResponderEliminarBesitos y Felices Fiestas
Tita, ese cocinero es privilegiado,porque tiene todo lo que necesita...Se nos abrió el apetito con sus platos deliciosos y hogareños...También nos viene a decir que tengamos fé.Cuando nos entregamos de verdad en un trabajo,todo se confabula a nuestro favor para inspirarnos y darle buen final.
ResponderEliminarTe dejo mi gratitud y mi abrazo inmenso,amiga.
M.Jesús
Hola amig@, en RINCÓN DE AMIGOS ya estamos repartiendo los presentes para las próximas fiestas y te invitamos a pasarlos a buscar.
ResponderEliminarSolo copia: http://premiosdelrincon.blogspot.com/
Quizás un poco adelantados, sucede que para ésas fiestas no sé que tiempo voy a tener y no quisiera quedarme sin entregarlos….
Besos y abrazos
PATRY
hola mi nombre es teresita ochoa de la ciudad de Tijuana Mexico,me encanto el cuento muy inspirador, me da gusto leer que todavia hay personas que comparten historias dulces en esta modernidad tan agresiva, bueno mil besos, bye...
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