LA TORTUGA DE COLORES. Milia Gayoso Manzur
Felipa estaba harta de su color. «¿Por qué todas las tortugas tienen ese tono verde musgo tan hermoso y yo soy casi anaranjada?», se quejaba a su madre. Su fama trascendió las fronteras de la comarca. Animales de todas las especies venían hasta Villa Tres troncos a observar a la rarísima tortuga «pelirroja», la única de esa clase en toda esa gran región del Chaco.
«Mamá, me voy a ir lejos», amenazaba la arisca tortuguita mientras su mamá procuraba tranquilizarla. Consultadas las tortugas más ancianas de la comarca sobre algún antecedente parecido, nadie recordaba semejante color. La gran tortuga médica llegó a la conclusión de que la mamá de Felipa había mirado demasiado tiempo el sol y que por ello su color influyó en su pequeña hija.
En la escuela para tortugas, armadillos y comadrejas de Tres troncos, Felipa era la «rara», y aunque sus amiguitas trataban de convencerla de que era hermosa, especialmente por ser diferente a los demás, Felipa se deprimía cada día más.
Su mamá comenzó a preocuparse cada día más por su pequeña, entonces consultó con el consejo de ancianas para ver qué solución podía encontrar para que Felipa no se sintiera tan triste. Fue por entonces que apareció por la comarca una comadreja que acababa de llegar de la ciudad. ¡Tenía los pelos del color de las flores del ceibo!
Ramona, la mamá de Felipa, hizo amistad con ella y le preguntó cómo se había pintado así. Con el secreto danzando en su corazón, recorrió el monte buscando plantas y flores de diversos tonos, para hacer con ellos los tintes con que pintar a su hija.
Cuando le preguntó a Felipa en qué color quería ser pintada, ella exclamó: ¡Con todos! El resultado fue una preciosa tortuga de colores que parecía un monte en flor.
Desde ese día, caminó por los senderos de Tres troncos luciendo en su caparazón los alegres tonos de ceibos, caraguatás, aromitas, espinillos y flores de camalotes y rupés. Las demás tortugas levantaban sus cabecitas para admirar su belleza.
Y Colorín Colorado..
Sabías que la vista, el olfato y el tacto de las tortugas están muy desarrollados, lo que no sucede con el oído.
Felipa estaba harta de su color. «¿Por qué todas las tortugas tienen ese tono verde musgo tan hermoso y yo soy casi anaranjada?», se quejaba a su madre. Su fama trascendió las fronteras de la comarca. Animales de todas las especies venían hasta Villa Tres troncos a observar a la rarísima tortuga «pelirroja», la única de esa clase en toda esa gran región del Chaco.
«Mamá, me voy a ir lejos», amenazaba la arisca tortuguita mientras su mamá procuraba tranquilizarla. Consultadas las tortugas más ancianas de la comarca sobre algún antecedente parecido, nadie recordaba semejante color. La gran tortuga médica llegó a la conclusión de que la mamá de Felipa había mirado demasiado tiempo el sol y que por ello su color influyó en su pequeña hija.
En la escuela para tortugas, armadillos y comadrejas de Tres troncos, Felipa era la «rara», y aunque sus amiguitas trataban de convencerla de que era hermosa, especialmente por ser diferente a los demás, Felipa se deprimía cada día más.
Su mamá comenzó a preocuparse cada día más por su pequeña, entonces consultó con el consejo de ancianas para ver qué solución podía encontrar para que Felipa no se sintiera tan triste. Fue por entonces que apareció por la comarca una comadreja que acababa de llegar de la ciudad. ¡Tenía los pelos del color de las flores del ceibo!
Ramona, la mamá de Felipa, hizo amistad con ella y le preguntó cómo se había pintado así. Con el secreto danzando en su corazón, recorrió el monte buscando plantas y flores de diversos tonos, para hacer con ellos los tintes con que pintar a su hija.
Cuando le preguntó a Felipa en qué color quería ser pintada, ella exclamó: ¡Con todos! El resultado fue una preciosa tortuga de colores que parecía un monte en flor.
Desde ese día, caminó por los senderos de Tres troncos luciendo en su caparazón los alegres tonos de ceibos, caraguatás, aromitas, espinillos y flores de camalotes y rupés. Las demás tortugas levantaban sus cabecitas para admirar su belleza.
Y Colorín Colorado..
Sabías que la vista, el olfato y el tacto de las tortugas están muy desarrollados, lo que no sucede con el oído.
Dedicado a Juani la maestra infantil, porque si un deseo tengo por cumplir, es conocer a los chicos de Juani y a su tortuga Manuelita! .
ResponderEliminarUn besito marino
un precioso cuento que nos deja como enseñanza de que muchas veces por ser diferentes a los demas podemos sufrir discriminaciones en la vida.
ResponderEliminarbravo por la tortuga que cambio el color de su caparazon pero no cambio el color radiante de su noble corazon.
gracias tita por compartir estos cuento tan bonitos,feliz semana!!!!!!!!
Qué sorpresa mas preciosa, Tita!!
ResponderEliminarMe ha encantado!
Mañana mismo les cuento la historia de la tortuga Felipa.
Muchísimas gracias por aportarme tantas ideas y cosas tan maravillosas como esta.
Un fuerte abrazo!
Manuelita una tortuga con historia, los colores bellos irradian luz y amor igual que éste bello cuento.
ResponderEliminarabrazos!
Hola Tita!
ResponderEliminarMientras leía el cuento pensaba en Juani y después vi los comentarios, jaja, es maravilloso como nos une una fuerza invisible!
ABRAZOS!!!