miércoles, 20 de octubre de 2010

CUENTO HIPER MARINO


LA AVENTURA DE MILTON. Mónica Ferri

Milton, un dulce niño de pocos años, soñaba con el fondo del mar. Quería saber quiénes habitaban esas profundidades. Una noche, al hacer sus oraciones, se dirigió con todo amor a su ángel de la guarda, su guía protector de la vida espiritual, y le rogó lo tomara de su mano y lo llevara a las profundidades del mar a descubrir lo que había allí; se durmió y así inició su aventura.

Tomado de la mano de su guía, comenzó a bajar por ese mar verde cristalino, y sus ojos comenzaron a descubrir hermosas medusas que mostraban sus gasas de tenues colores haciendo maravillosos dibujos con los movimientos de sus cuerpos, que se asemejaban a un lento ballet. La voz de su guía lo llamó a la realidad; siguieron bajando, comenzaron a transitar por deslumbrantes galerías de jardines acuáticos, entre los que se encontraban también los corales rojos y blancos.

Observó una gran langosta de largas antenas y brillantes colores, a quien le preguntó: Amiga Langosta ¿Puedo preguntarte, quien gobierna estos hermosos parajes? La Langosta solícita le respondió: Tenemos una reina, que es la dueña de todo lo que ves, a quien nosotros respetamos muchísimo por sus grandes virtudes morales y su amor a esta comunidad. -¿Cómo una reina puede gobernar toda esta belleza? Nuestra reina es la habitante más vieja de este lugar, es la sirena Lupita; hace miles de años que nos gobierna y nos sentimos muy felices. Milton asombrado le preguntó: ¿Cómo podré hacer para ver a Lupita? Ella habita las profundidades de una cueva, ese es su palacio; allí encontrarás las cosas más bellas que tus ojos jamás han visto. Pero querida amiga langosta, ¿crees que podré ver a tu reina? Por supuesto, Lupita es la sirena más tierna que puedes imaginar, y las puertas de su palacio siempre están abiertas para aquellos que quieran visitarla. Milton le agradeció con cariño la información y continuó el descenso a las profundidades.

Descendiendo pudo observar hermosos pulpos que habían tomado forma de carrozas de lujo y cargaban caracoles de bellos colores y formas; aparentemente se dirigían al palacio de Lupita, la sirena reina. Al llegar a una gran playa vio allí un circo que tenía muchos payasitos, ellos eran pececitos de bonitos colores, con ropas muy alegres, hermosos sombreros y grandes narizotas, que divertían a los que pasaban por ese lugar con destino al palacio con el fin de visitar a la querida Lupita, reina de las profundidades. A Milton le llamó poderosamente la atención un enorme tiburón de gran boca llena de dientes, y, como en la Tierra dicen que él es el monstruo del mar, se asustó muchísimo, pero su guía le dijo: Milton, no debes tener temor del tiburón, observa lo que está realizando y luego tú mismo saca tus propias conclusiones. Efectivamente, el hermano tiburón estaba vestido de gran gala con un gracioso sombrero, enhebrando, en forma de collares, flores y globitos brillantes para que los visitantes pudieran regalarle a Lupita. Ciertamente –dijo el niño- si fuera tan malo como dicen, él no tendría sentimientos tan nobles. Y seguidamente le dijo a su guía: Yo creía que el dueño de estos parajes sería el hermano tiburón, por lo malo que se decía que era, pero me equivoqué, porque pareciera que para la reina no hace falta ser malo.

Y así, reflexionando y viajando, se encontró con un grupo de peces martillo; todos trabajaban en armonía bajo la dirección de un pez muy viejecito, la tarea de ellos era la de realizar todos los adornos con maderas de barcos hundidos hacía siglos, y que formaban parte de la decoración del palacio real. Siguiendo el recorrido fue grande la sorpresa al enfrentarse a una enorme cueva de la que emanaba una gran luz muy brillante; asombrado de tamaña belleza se acercó a un gran calamar de brillante color violeta y le dijo: Querido hermano calamar, yo me llamo Milton y estoy explorando tu maravilloso mundo, pero como nada conozco y viajo hacia el palacio real, me llama la atención esa cueva tan maravillosa e iluminada, tal vez me puedas informar de que se trata. Sí, amigo de la Tierra, me place tu curiosidad, esto que tú ves, es una colonia de anguilas eléctricas, ellas trabajan generando energía para iluminar el palacio real.

Para Milton todo esto parecía un cuento de hadas, y le preguntó a su guía si era realidad, a lo que él respondió: -Continuemos juntos el viaje y luego, al finalizar, tú mismo analizarás todo. Milton se reconocía un niño ansioso, y en éste caso debería ser paciente. Se despidió del hermano calamar y continuaron el viaje, entre varias especies de algas marinas que formaban jardines de hermosos follajes coloridos, cuando descubrió un enorme claro, sin vegetación, pero cubierto de caparazones bellísimos por sus formas y colores que producían millares de burbujitas formando nubes muy blancas.

Asombrado, buscó en la mirada de su guía una respuesta que no llegó, sin embargo descubrió cerca de él al gran hermano Bocina, Bocina era un caracol con forma de corneta que comandaba esa colonia por su capacidad y su amor a sus hermanos. Milton asombrado y alegre por todo lo que estaba descubriendo, le dijo. Buen día, hermano Bocina, yo soy un turista en tu mundo y mi nombre es Milton, como poco conozco del lugar que habitas, me gustaría saber si te está permitido responderme. ¿Qué es esto tan bello que ven mis ojos y que en mi comunidad nunca vi? Primero quiero darte la bienvenida a nuestro mundo y luego te diré que esto que tú llamas maravilla, es la más grande colonia de tridaones y peines que existe en éste paraje, son los productores de oxígeno para los que aquí habitamos y que alimentan el palacio real. Los tridaones y los peines pertenecen a los lamelibranquios, familia de los crustáceos, hermanos de las almejas; sus caparazones se abren y cierran continuamente produciendo esas burbujas de oxígeno, y son de formas y colores majestuosos. ¿Puedo molestarte con otra pregunta? Pregunta, hermano, estoy a tu servicio. Llevamos largas horas viajando y aún no encontramos el palacio real. ¿Puedes decirme si existe? Si así fuera, ¿falta mucho para llegar? Estás en el camino cierto, él existe, pero todavía debes cruzar algunas colonias donde hay hermanos trabajando para el bien común, continúa viajando y descubrirás tú mismo el palacio de Lupita. Hermano Bocina, te estoy reconocido por tus informes y tu afecto, a mi regreso pasaré a saludarte.

Y así continuó su maravilloso paseo, descendió por un estrecho pasaje donde al final se divisaba una luz muy azul, se apresuró para saber que encontraría en el lugar. Encontró un barco durmiendo en el lecho marino desde hacía siglos, estaba entre piedras, arena, plantas y algo en mucha cantidad que se movía graciosamente pero que él no conocía, se trataba de una gran colonia que después supo que era de esponjas de mar; se dirigió a la más grande de ellas y le dijo: No sé quién eres, pero te presento mis respetos y el de mi amigo y te doy los buenos días. Te agradezco tu delicadeza, yo soy mamá esponja, te doy la bienvenida a mi colonia en nombre de los que aquí trabajamos, no me has dicho tu nombre, pero veo que perteneces a la Tierra. Es verdad, mamá esponja, yo soy Milton, y quien me acompaña es mi amigo guía; siempre me apasioné por conocer tu mundo. Eso habla muy bien de ti, tratar de conocer otras comunidades nos ayuda a comprender más aquella en la que nos toca vivir. ¿Puedo preguntarte, mamá esponja, cuál es la tarea de tu colonia? Nuestra tarea es la de embellecer el palacio, revistiendo sus paredes, pisos y camas, para que sus habitantes y visitantes disfruten plácidamente del lugar estamos dotadas de gran suavidad y además absorbemos como buenas trabajadoras las impurezas del ambiente palaciego. ¿Cuántos mandan en ésta colonia? Hermano Milton, aquí en nuestra colonia sólo manda aquel que tenga mayores méritos morales y más amor en su corazón para sus semejantes, pero aún así todos nos sentimos iguales, ninguno discute la jerarquía del otro, nos amamos y nos respetamos mutuamente, nuestra meta es el trabajo para el bien común. Lo que acabas de decirme, mamá esponja, es para mí muy útil y te lo agradezco con toda humildad.

Fue así que se despidió de su amiga y comenzó a reflexionar: ¿Cómo siendo todas las colonias tan perfectas necesitan de una reina? Súbitamente miró a su guía, que ya le había captado el pensamiento y que le respondió: Aún tienes mucho que aprender y además debes poner en práctica las cosas que te enseño a diario, por ejemplo la paciencia, aún no hemos concluido nuestro viaje, espera y obtendrás las respuestas. Pensando en las palabras de mamá Esponja, “estás en el camino cierto”, resolvió continuar el viaje cuando con gran alegría descubrió a su lado a un par de hermosas ballenas que jugaban a su alrededor largando enormes chorros de agua que, en las profundidades y con los reflejos del sol, formaban arco iris deslumbrantes, y así, casi paralizado con tanta belleza, Milton no se atrevió a hacer pregunta alguna, solo siguió con la mirada todo lo que ellas realizaban, y así jugando y jugando, se fueron alejando del lugar.

Mientras avanzaban, más bellas se presentaban a su vista; llegaron a una gruta en la que pudieron observar guirnaldas cristalizadas de distintos colores descendiendo del techo, tenían tal brillo que parecían luces de colores; dentro de esa gruta vivía una colonia de peces paleta de pintor, eran tan bellos sus colores que Milton preguntó en forma general a los componentes de la colonia como podía ser que en las profundidades del mar existieran peces de tamaña belleza, a lo que uno de ellos, muy alegre y cordial, respondió: No somos ni los más bellos ni los mejores en colorido, los hay superiores; aquí cada uno de nosotros está dotado de lo necesario para el servicio de nuestra comunidad. Y dime, amigo, ¿cuál es el servicio que ustedes prestan a esta comunidad? Nuestro servicio es dar brillo y colorido a las profundidades y embellecer el palacio real, donde mora nuestra amada majestad. Entonces ¿es ella quien ordena lo que cada uno de ustedes debe hacer? ¡No!... de ninguna manera, ella no ordena, ella nos ama; nosotros individualmente conocemos nuestras responsabilidades y somos respetuosos para con ella, no necesitamos del yugo para saber cumplir nuestras funciones. La verdad es que me asombran tus informaciones, ya que del lugar que yo vengo todo esto que tú me doces no se vivencia. Espero, amigo mío, que todo lo que ves aquí en nuestro mundo a tu regreso te sea útil para ti y para tu comunidad. No lo dudes, así será.

Se despidió con ternura y amor de aquellos nuevos amigos y continuó el camino convencido de que faltaría muy poco para encontrar lo que tanto ansiaba. Pasaba por lugares donde las tortugas de mar se trasladaban de un lugar a otro con grandes cargas de follaje sobre sus caparazones cuando se encontró con un gran cardumen de caballitos de mar de todos los colores, que viajaban hacia un mismo lugar y resolvió seguir a esas bellezas. Parecían hechos de terciopelo de brillantes colores y se movían tan lentamente que por momentos parecían un gran telón que trataba de tapar algo que debía de ser muy hermoso, y así viajó un largo trecho junto a ellos cuando de repente, en un lugar determinado, el cardumen se dividió en dos partes y dejó ver una gran puerta que más parecía una ilusión.

El más bello de los caballitos, uno de color oro y negro, dirigiéndose a Milton le dijo: Amigos visitantes, los hemos escoltado hasta la puerta del palacio, con lo que damos por concluida nuestra tarea. Milton, más que asombrado, sintió que su corazón estallaba dentro de su pecho y respondió. No encuentro palabras para agradecerte semejante favor pero ¿puedo hacerte una pregunta? Voy a evitarte tu pregunta, pues nuestra tarea es la sensitiva, sabemos lo que tú deseabas y solo debimos cumplir con tu deseo, por ello te hemos escoltado y nos sentimos recompensados por haber cumplido con nuestro deber, solo te deseamos que disfrutes del encuentro con Lupita y que a tu regreso sea esto provechoso para tu comunidad. Y así se despidieron de aquellos bellos caballitos de mar del amigo visitante.

Milton frente a la puerta del palacio, no sabía qué actitud asumir, pero como su guía era también sensitivo lo miró con gran ternura y sin palabras le pidió paciencia, él entendió y resolvió aguardar los acontecimientos. Mientras aguardaba vio acercarse a una señora centolla muy luminosa, acompañada por varios peces espada y apresuradamente le preguntó: Perdona, amiga mía, ¿puedes informarme a qué hora se abren las puertas del palacio? La hermana centolla respondió: Las puertas del palacio permanecen siempre abierta, sólo debes empujar y estarás dentro. En nuestra comunidad no hay puertas que se cierran, solo hay puertas; estás en tu casa, y te doy la bienvenida junto a tu amigo. Nosotros formamos la comisión de recepción del palacio, adelante y disfruten de todo lo que poseemos. Te agradezco la recepción, hermana centolla, pero como nada conozco no sabré como encontrar a la reina Lupita. No te preocupes, aquí nadie se pierde, la reina te encontrará a ti, no hace falta que la busques. Con una inclinación de cabeza la hermana centolla y los peces espada se retiraron.

Milton estaba tan feliz que no se daba tiempo para poder ver toda la hermosura del palacio, comenzó a caminar por salones llenos de luces de colores y visitantes, todos lo saludaban con gran afecto como si fueran viejos amigos, y caminando y mirando se encontró dentro de un jardín de corales blancos como la nieve y llenos de madréporas tropicales de distintos colores, los bancos eran de corales con forma de canapé. Decidió sentarse y descansar unos instantes, cerró los ojos para poder experimentar la paz y la armonía que allí se vivía y pudo oír una música celestial que provenía del ambiente, se trataba del sonido de los cuernos de Ammon, que son unos bellos caracoles amonitas que al contacto con la corriente del agua suenan a música, en ese deleite se encontraba cuando unas suaves manos acariciaron su cabeza y una dulce voz le dijo: Bienvenido a mi palacio, me siento orgullosa de que un habitante de la Tierra visite mis dominios. Bruscamente, Milton abrió los ojos y frente a él pudo observar a una hermosa sirena vestida de oro y envuelta en una suave luz verde que parecía una nube de gasa. Dio un salto y trató de postrarse frente a ella pero la reina dijo: Perdóname, mi amigo, pero ninguno de mi comunidad haría eso, y yo no puedo permitir que mi huésped de honor lo haga, solo existe un Todopoderoso, es ante el Único que debemos postrarnos, y ese es Dios. Creo saber que eres la reina Lupita y me asombra que seas tan humilde, ya que del lugar de donde vengo los reyes viven en lujosos palacios y son muy pocos los que pueden llegar a ellos, y además son los que mandan en todo. Nosotros hemos aprendido, gracias a la Sabiduría Divina, que todos somos hermanos y que cada uno en su colonia debe cumplir distintas tareas, y las asumimos con responsabilidad y con todo amor, no renegamos de lo que nos toca realizar y lo hacemos con el amor más grande, porque ello es siempre en beneficio del bien común. Aprovechando tu gentileza soberana, Lupita, voy a hacerte una pregunta, si me lo permites. Con gusto te responderé, y ya estoy esperando esa pregunta. Me hablaste de Dios, del Todopoderoso, de la Bondad Divina ¿Es que ustedes tienen Dios? Nuestro Dios es tu Dios, es el creador de todo lo que hay en el espacio, en la Tierra, en éstas profundidades, en el Universo; somos parte de Él y por Él trabajamos, amamos perdonamos, auxiliamos, nosotros aquí comprendimos a través de los siglos la lección del amor y de la igualdad. Quiero hacerte saber, reina soberana de las profundidades, que he recibido la más hermosa lección de ti y de tu comunidad; en estos días de viaje por tu reino aprendí más que en mi corta vida en la Tierra, ya que allí solo conocí la envidia, el egoísmo, el poder, la miseria, la traición, la infamia, yo creía que en las profundidades estaba la vida primitiva, pero aprendí que no es así.

Lupita respondió: Nosotros somos los habitantes más antiguos de la historia, y es por ello que tenemos más sabiduría y comprensión. Disculpa, olvidé presentarte a mi amigo y guía, quien me brindó la oportunidad de esta hermosa aventura. Ya nos conocemos, somos viejos amigos y habíamos acordado que realizaras tu viaje a estas profundidades; permanece en el palacio el tiempo que desees y disfruta de todo lo que en él encuentres – dijo Lupita. Con un brillo distinto en los ojos, Milton agradeció el ofrecimiento y Lupita continuó con su tarea de compartir su amor con sus visitantes.
Llegó el día de la partida y en el palacio se organizó una gran fiesta de despedida para Milton y su guía, todo era alegría y felicidad, se encontraban muchos habitante de colonias que él había conocido en el viaje, disfrutaron del momento y luego los acompañaron hasta la puerta del palacio con la reina Lupita al frente, allí aguardaban cuatro hermosos delfines vestidos con pretales de perlas que hicieron de escolta hasta llegar a la superficie. Eran las ocho de la mañana, la madre de Milton lo despertó para hacerle saber que ya era hora de ir al colegio. Entre sorprendido y asombrado, Milton miró a su madre, la abrazó fuertemente, le dio un beso y le dijo: Buenos días, reina de las profundidades, ¡Te Amo! La madre no entendió pero sonrió tiernamente y lo besó. Y así rebosante de felicidad el pequeño Milton concluyó su gran aventura.

Y Colorín Colorado



2 comentarios:

  1. precioso cuento lleno de magia e inoscencia como todos los cuentos de niños.

    un fuerte abrazo tita y que sigas bien!!!!!!!!

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  2. Excelente Cuento Tita, extenso pero con muchas leciones y moralejas que aprender sobre la vida en Comunidad,...ya podían aprender muchos gobernantes y reyes de la tierra como hacer las cosas ¡¿verdad?! y no que tal como dice Mitón solo miran por sí mismos. Gracias por compartirnos cada día uno de tus cuentos...
    Muchos Besitos Marinos aunque sea desde Avila que no tiene mar...

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